Por: Martín López González
La crisis de valores azota a los guajiros. Los riohacheros, casi en su totalidad, perdieron totalmente, el total de su dignidad, al punto de aceptar que cualquiera se siente con derecho de aspirar y llegar a ser Alcalde. Sin haber hecho algo meritorio, sin tener algún tipo de reconocimiento social. Se dice si lo fue zutano, mengano y perencejo (la real academia no define exactamente este término, parece ser la mezcla de perezoso y “pendejo”) cualquier personaje, aun el más pintoresco, lo podría ser. ¿Quiénes son los directos responsables de la situación?
Por un lado los jefes políticos no sólo permiten candidatos de bajo perfil, sino que los imponen a sabiendas de que no son competentes. Demuestra esto su propia incapacidad y desarraigo. ¿Cómo es posible que acepten la baja calidad de vida que generan estas administraciones, que no resuelven los problemas de Riohacha, tierra que los vio nacer, donde viven con sus hijos y nietos? Por el otro, las comunidades adictas al clientelismo del gran mercado de compraventa de votos, a quienes les importa un pepino quién sea alcalde, diputado, concejal etc., con tal de resolver una necesidad inmediata.
El mejor ejemplo, o más bien el peor, lo representa la actual Administración Municipal. Todos sabían que ese no era “el pollo para esa sopa”, por su desconocimiento de Riohacha y su falta de carisma y relaciones interpersonales. Casi en la mitad de su mandato sigue más perdido que una cucaracha en un baile de gallinas.
Pero a la política parroquial sólo le interesaba su gruesa chequera para la llegada de la coalición al poder. Como en Crónica de una muerte anunciada, todos sabían que a Santiago Nassar lo matarían pero nadie hizo nada por evitarlo.
En la famosa novela la aceptación por parte del pueblo de la determinación fue una cuestión de honor; en nuestra parroquia este término es totalmente desconocido. Si no lo fuese, ha debido conducir al cumplimiento de los deberes respecto del prójimo, acudiendo a la búsqueda del hombre para el cargo, no lo contrario. La clase política no pensó en el pueblo riohachero, parece que nunca lo ha hecho, y sus necesidades más sentidas y la importancia de tener al frente del Municipio a alguien con las competencias requeridas.
Los mismos que lo impusieron ahora dicen en un acto de cinismo: ¡qué gran equivocación! Tiran la piedra, esconden la mano y luego se lamentan del vidrio roto. ¿Será que Riohacha no tiene gente preparada para hacer una buena gestión municipal, que le apunte a la solución de sus problemas? ¿Están los jefes políticos en sintonía para que haya alguien en la Alcaldía con el suficiente sentido de pertenencia y preparación, que impulse un proyecto político para sacar a Riohacha de la mediocridad de calidad de vida en que se encuentra inmersa?
¿Qué organización política local o regional tiene un proyecto para sacar adelante a Riohacha? ¿Existen realmente las organizaciones políticas? Sólo se perciben grupos de amigos para las coyunturas electorales, más preocupados por sus propios intereses que en cambiar a Riohacha.
Después de las elecciones desaparecen por completo; los perdedores no hacen oposición. En las democracias el debate de las ideas genera la pluralidad que enriquece la política y los proyectos para definir las prioridades de desarrollo. Se hace necesario desde ya abrir el debate sobre el futuro del Municipio. Que no sean las grandes sumas de dinero las que definan quien será el nuevo Alcalde.
Es hora de salir del letargo profundo en que se encuentran los riohacheros, ante la mirada cómplice de quienes han usufructuado el poder para sí mismo. Muy alejados del lema de la sacralidad de lo público. Esto usado para resolver asuntos privados, negando de esta forma la posibilidad de convertir a Riohacha en un mejor vividero y destino turístico. Toca urgentemente discernir sobre las prioridades del entorno para cambiar el destino de la ciudad. Sería una gran tragedia repetir la historia.
La crisis de valores azota a los guajiros. Los riohacheros, casi en su totalidad, perdieron totalmente, el total de su dignidad, al punto de aceptar que cualquiera se siente con derecho de aspirar y llegar a ser Alcalde. Sin haber hecho algo meritorio, sin tener algún tipo de reconocimiento social. Se dice si lo fue zutano, mengano y perencejo (la real academia no define exactamente este término, parece ser la mezcla de perezoso y “pendejo”) cualquier personaje, aun el más pintoresco, lo podría ser. ¿Quiénes son los directos responsables de la situación?
Por un lado los jefes políticos no sólo permiten candidatos de bajo perfil, sino que los imponen a sabiendas de que no son competentes. Demuestra esto su propia incapacidad y desarraigo. ¿Cómo es posible que acepten la baja calidad de vida que generan estas administraciones, que no resuelven los problemas de Riohacha, tierra que los vio nacer, donde viven con sus hijos y nietos? Por el otro, las comunidades adictas al clientelismo del gran mercado de compraventa de votos, a quienes les importa un pepino quién sea alcalde, diputado, concejal etc., con tal de resolver una necesidad inmediata.
El mejor ejemplo, o más bien el peor, lo representa la actual Administración Municipal. Todos sabían que ese no era “el pollo para esa sopa”, por su desconocimiento de Riohacha y su falta de carisma y relaciones interpersonales. Casi en la mitad de su mandato sigue más perdido que una cucaracha en un baile de gallinas.
Pero a la política parroquial sólo le interesaba su gruesa chequera para la llegada de la coalición al poder. Como en Crónica de una muerte anunciada, todos sabían que a Santiago Nassar lo matarían pero nadie hizo nada por evitarlo.
En la famosa novela la aceptación por parte del pueblo de la determinación fue una cuestión de honor; en nuestra parroquia este término es totalmente desconocido. Si no lo fuese, ha debido conducir al cumplimiento de los deberes respecto del prójimo, acudiendo a la búsqueda del hombre para el cargo, no lo contrario. La clase política no pensó en el pueblo riohachero, parece que nunca lo ha hecho, y sus necesidades más sentidas y la importancia de tener al frente del Municipio a alguien con las competencias requeridas.
Los mismos que lo impusieron ahora dicen en un acto de cinismo: ¡qué gran equivocación! Tiran la piedra, esconden la mano y luego se lamentan del vidrio roto. ¿Será que Riohacha no tiene gente preparada para hacer una buena gestión municipal, que le apunte a la solución de sus problemas? ¿Están los jefes políticos en sintonía para que haya alguien en la Alcaldía con el suficiente sentido de pertenencia y preparación, que impulse un proyecto político para sacar a Riohacha de la mediocridad de calidad de vida en que se encuentra inmersa?
¿Qué organización política local o regional tiene un proyecto para sacar adelante a Riohacha? ¿Existen realmente las organizaciones políticas? Sólo se perciben grupos de amigos para las coyunturas electorales, más preocupados por sus propios intereses que en cambiar a Riohacha.
Después de las elecciones desaparecen por completo; los perdedores no hacen oposición. En las democracias el debate de las ideas genera la pluralidad que enriquece la política y los proyectos para definir las prioridades de desarrollo. Se hace necesario desde ya abrir el debate sobre el futuro del Municipio. Que no sean las grandes sumas de dinero las que definan quien será el nuevo Alcalde.
Es hora de salir del letargo profundo en que se encuentran los riohacheros, ante la mirada cómplice de quienes han usufructuado el poder para sí mismo. Muy alejados del lema de la sacralidad de lo público. Esto usado para resolver asuntos privados, negando de esta forma la posibilidad de convertir a Riohacha en un mejor vividero y destino turístico. Toca urgentemente discernir sobre las prioridades del entorno para cambiar el destino de la ciudad. Sería una gran tragedia repetir la historia.