Por:
Paola Martínez Ortiz
Un día por la mañana me dispuse a leer mi correo diario, y me encontré con un email que me había enviado una amiga de México el cual trataba de la historia de los Indios Cherokee.
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Este Pueblo indígena pertenece al pueblo de indios norteamericanos, hablantes de la rama Cherokee de la familia de lenguas iroquesas, que habitaban en el este de Tennessee y el oeste de las Carolinas, pero no fue su genealogía lo que captó mi atención, fue un rito de pasaje de la juventud a la adultez que estos realizan, que consiste en que un adolescente es llevado por su padre al bosque, con los ojos vendados es sentado en un tronco y es dejado solo.
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El muchacho tiene la obligación de sentarse en el tronco toda la noche y no quitarse la venda hasta que los rayos del sol brillen a través de la mañana. A él se le indica que no puede pedir auxilio a nadie, una vez que se esconde la noche y llega la mañana, cuando el muchacho a soportado la fría y tenebrosa noche, cuando aun permanece con lo ojos vendados, es cuando se entiende que él ha pasado de ser un adolescente a ser un hombre. Él no puede hablar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar a la masculinidad por su cuenta, cada uno debe aprender independientemente.
Lo sorprendente es que el niño está ciertamente aterrado. Él puede oír toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño. Pero él escucha el viento soplar y la hierba crujir sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda, ya que es la única manera en que podrá llegar a ser un hombre. ¡Tremenda prueba!, 12 horas de pánico pero con la plena seguridad que valdrá la pena, porque al iluminar el sol será totalmente maduro, y lo mejor de todo habrá pasado del intento!.
Muchas veces hemos estado sentados en el tronco de la vida y con los ojos vendados, y cuando digo vendados me refiero a esas situaciones que se presentan a menudo y no sabemos como solucionar, además nos sentimos con las manos atadas, horrorizados porque no sabremos que nos sucederá y si al final llegará ayuda, entonces solo podemos intuir lo que estamos viviendo, y lo peor es que muchas veces creemos saber lo que está ocurriendo cuando en realidad no llegamos siquiera a una aproximación de esa realidad ,mucho menos podemos saberlo comunicar.
Nos sentimos solos en medio de la turbulencia, sólo escuchamos las posibles conclusiones de los demás pero en el fondo sabemos que aún no podemos quitarnos la venda de nuestros ojos, porque si lo hacemos puede que veamos la oscuridad y no resistamos esperar que llegue la mañana.
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Les puedo asegurar que muchas de las personas que han logrado cumplir metas trazadas, si hubiesen tenido la oportunidad de ver todos los obstáculos que se le presentarían en el camino, todo el recorrido que tenían que hacer, ¡hubieran dejado el viaje a medias!, porque se habían “quitado la venda antes” y entonces llegarían a pensar que era imposible hallar la solución a tales problemas, en consecuencia no iban a poder disfrutar del nacimiento del día con el anuncio de los rayos del sol, o sea “la realización de sus sueños”, se habrían llenado de MIEDO!.
Aquel muchacho empieza a sentir que el sol calienta, y que el intimidante bosque se llena de colorido, ¡es hora de quitarse la venda¡, ya ha superado la prueba, ya no siente el olor de la amenazadora noche, la tranquilidad vuelve a poseer su cuerpo; es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él, el padre nunca lo dejó solo, siempre estuvo al lado del tronco; se quedo junto a su hijo cuidándolo del peligro de la noche hasta que llegó la mañana, y puedo ver que su hijo ya se había vuelto hombre!
Lo que más me impresiona de esta leyenda es percibir la zozobra de aquel adolescente, quien a pesar de desconocer que pasa a su alrededor se fortalece en su anhelo de poder ser considerado adulto y obedece a la exigencia de su padre.
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Es maravillosa la idea de que esto mismo suceda con nuestras vidas; muchas veces nos hemos sentido como este adolescente, nos hemos sentido incapaces pero con ganas de pasar a otra etapa de nuestras vidas aunque la forma de llegar a ella no la entendamos y nos cause miedo, y todo por que al final tendremos reconocimiento; disfrutaremos lo que anhelamos, y al quitarnos la venda nos daremos cuenta de que Dios siempre estuvo al lado de nosotros, cuidó de nosotros aunque no lo sentimos; cuando pensamos que estábamos solos y que en ese bosque oscuro tal vez un animal salvaje nos devoraría, Dios estaba protegiendo a su oveja como buen Pastor.
Por eso es importante que “AUN NO TE QUITES LA VENDA”, aunque escuches lo murmullos de la terrible noche que te dicen que todo se torna oscuro y difícil, “AUN NO TE QUITES LA VENDA”, porque puede no gustarte lo que veas, es mejor dejarse guiar y esperar el tiempo señalado, porque al final del susto te darás cuenta que nunca estuviste solo, y que el pánico fue sólo eso “miedo”, porque siempre aunque no lo notaste, tuviste un guarda que veló tu noche, un guarda especialista en gigantes! Romanos 8:31
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¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
RECUERDA, AUN NO TE QUITES LA VENDA, ¡ESPERA QUE BRILLEN LOS RAYOS DEL SOL! , Y PASARÁS DE LA JUVENTUD A LA ADULTEZ
Bendiciones,
PAOLA JOHANA MARTINEZ ORTIZ