domingo, 28 de junio de 2009

Ramiro Choles: merecido reconocimiento


Maicao-. El profesor Ramiro Choles Andrade, en compañía de reconocidas personalidades de esta ciudad recibió la medalla Rodolfo Morales, en reconocimiento a su aporte al desarrollo de la ciudad.


El acto se cumplió en la Universidad de La Guajira en el marco de la celebración del aniversario número 83 de Maicao.

Maicao, tierra providencial

Por: Manuel Palacio Tiller

Providencialmente situada al arrimo del ramal oriental de la cordillera de los Andes, aquí conocida como Montes de Oca, o Serranía de Perijá, franja de territorio guajiro privilegiada por su hermosa pradera, tendida hasta las estribaciones de Majayüle por el sur, y, por el occidente hasta las fértiles riberas del Rio Ranchería; bañada por el Rio de Paraguachón, ricamente vestida por una alfombra de pastos naturales.
Maicao, fronteriza ciudad colombiana a 12 kms de Paraguachón en el límite con Venezuela, lugar de paso de la carretera transversal del Caribe, a 76 kms de Riohacha, 152 kms de Maracaibo, se une con Valledupar pasando por todos los floridos pueblos de la antigua Provincia de Padilla, ubicada en la cabecera del desierto, construida sobre un arenal a 52 kms sobre el nivel del mar, con 28º de temperatura, sitio de negocio, trozo de estepa inmemoriablemente poblada por caciques guajiros.

Maicao, hoy en la leyenda, tierra del “abuelo de la barba de maíz”, hija del destino, de la suerte y el azar, cuando en las playas del norte, las goletas contrabandistas que discurren calladas y ebrias, como sus marineros en las noches lúbricas de los puertos… de aquellos puertos, después de aquella última mirada que hizo cada quien de los que partieron desde la ensenada verde de Tucuracas, profundamente verde, con verdura de puerto tropical, se perdió de vista, confundida, disuelta en el agua del mar.

Tucuracas, puerto natural cuya fundación ordenada por el ingeniero y Brigadier español Antonio de Arévalo cuando vino a pacificar a los indios guajiros en 1773 cerca a una laguna que llevó el nombre completo de San Pablo de Tucuracas.

Los que partieron solo trajeron el recuerdo de aquella inmensa rada donde llegaba un rumor confuso de voces, cantos, gritos y disparos; y todo, lo que guarda el recuerdo de las siluetas de aquel escandaloso puerto, mezcla imprecisa de colores, de pitos y rostros, donde en la arena habían florecido tiendas sonoras como las olas, con el viento del mar, aquellos tabucos improvisados donde se acomoda la vida y los marineros margariteños, con la faja atravesada, por un cuchillo y el andar vacilante y rostros señalados por cicatrices profundas, donde las rameras de Santa marta, Maracaibo y las Islas Antillanas se confundían con los comerciantes, “turcos”, franceses, colombianos, venezolanos, que formaban la mezcolanza de razas y tipos, donde abrían las conchas de moluscos y si encontraban el prodigio de nácar, gritaban… perlaaa, perlaaa… y sonaban disparos por todas partes en el sur de Cabo de la Vela.

Maicao, enclave wayuu, cuando la sabana con su estampa descolorida se entregaba libre y anchurosa con sus harapos de miseria, su canícula ardiente y su soledad inmensa de dolor, de abstinencia, de abandono y se negaba vitalidad alguna, cuando, como signos adustos y milenarios de toda una tragedia, estaban los cardones diseminados en la pampa llevando sus duras espinas como único mensaje de la tierra y sólo el soñar cuajaba volcanes de esperanza que mantenían sobre la tierra dura, hosca al indio, en la inclemencia inveterada el desierto.

La península guajira clamaba mas fuerte su canto de dolor en sus agónicos veranos, cuando el ganado, los caballos y chivos en época de abundancia alegraban la sabana, ahora se arrastraban sin aliento entre ramazones de espinas hasta caer desvanecidos de hambre y sed; los wayuu, alucinados por la ardiente fascinación de la pampa y los ojos vidriosos de miedo, en un trance de angustia insuperada, emprenden viaje hacia las sabanas de ANOUI con sus animales por delante y sólo pocos llegaron con vida, pues, quedaron regados a lo largo de la estepa rajada por el verano que excedía de duro y producía rasquiñas en el penoso viaje que narró “Briscol” Antonio J. López, en su libro Los dolores de una raza.

Maicao, la de aquellos tiempos de Amaiceo, la hija predilecta del gran cacique José Dolores – UNUPATA-, la que pobló con labradores venezolanos traídos para sembrar potreros y levantar pajonales para los caballos de dos mil guerreros indios que se habían convertido en una máquina de guerra a lo largo y ancho de la península; también los núcleos familiares arrimados de la antigua Provincia de Padilla que deambulaban como hojas secas de otoño en busca de piedra grande que los atajara; otros tantos, los comerciantes riohacheros que buscaban sitios para establecer tiendas de abarrotes después de la guerra de los mil días, unidos entonces, los playeros, los desplazados por el verano, formaron un pueblo que tomó el nombre de un lugar de acopio de quintales de maíz que producía la tierra feraz, de lo que hoy se llama Carraipia y sin saber qué le deparaba el destino, poblaron a Maiko-ou.

El poblamiento fue rápido y se dio el comienzo de un comercio de trueques con los comerciantes venezolanos que traspasaron la frontera en busca de carne, leche, queso, ganado en pie para proveer la demanda marabina, la demanda que con la presencia de las petroleras que daba comienzo a una bonanza allá y aquí, a los dueños de aquellas crías que se multiplicaron después de haber llegado y dejado en el camino la gran parte de sus animales por la sed y el hambre en las desoladas estepas que llenaron de esqueletos. Maicao, se convertiría en lugar de paso y transito al norte peninsular, luego el destino a la par la convirtió en “La luz de la frontera”.

Maicao, convertida en prospera población, no sólo se trasladaron y se concentraron los negocios, también las contradicciones. Los límites del derecho colombiano y el consuetudinario wayuu, y el respeto cultural estaban lejos de resolverse y sobre su geografía de asimilaron viejos conflictos llegados de todos los rincones de la penínsulas y otros nuevos que surgieron en la lucha por la vida, el espacio y la primacía por los negocios.

La venganza aplazada de confrontaciones claniles y entre indígenas y alijunas la convirtieron en campo sangriento y todo se posibilitó en su plaza. De allí en adelante se tomó un marcado signo de tragedia y dolor y un destino de infortunio, pues el comercio estuvo amparado por el poder de las armas dispuestas asomar la trompetilla cuando fuere necesario. Fenómeno que se replicó en casi todas las actividades. La tradición y el prestigio de obtenían por la fortaleza económica venga de donde venga. Se perdió toda ética de prosperidad.

Maicao, en la década de los años 40 se comienza a construir la capilla para el santo José padre putativo de el hombre que se convirtió en Dios, cuando los feligreses maicaeros se cansaron de ir a Paraguaipoa en el vecino país a venerar aquel santo padre, que un día se quedó definitivamente en la pequeña iglesia y en el corazón de los creyentes que los días 19 de marzo se reunían alborozos a expresar su religiosidad bajo la sombra dulce de un árbol que llamaron “cacaíto”, símbolo este árbol de retaso de historia.

Nació esbelto y en su frente aquella capilla donde los hijos del poblado recibieron el agua sagrada de la pila bautismal. Bajo su sombra se abrieron las esperanzas. Y como los habitantes de cualquier pueblo, el árbol, sufrió los embates de la inconsciencia de muchos que no supieron comprender la bondad de su presencia.

Agraviado tantas veces a machete, hacha, y por último destrozada sus raíces y convertidas en leñas; el árbol de cacaíto, demostró su garra de “viejo invencible”. Toda vez que nos preocupaba su suerte ya convertido en tronco el volvía reverdecer contagiándonos el animo a seguir adelante. Fue un símbolo. Los inmorales dañaron sus fibras pero no sus entrañas, siguió de pie hasta convertirse en emblema de fortaleza y seriedad.

Sólo, tierra de Dios, a los treinta años te hiciste mayor de edad cuando te elevaron a la categoría de municipio y fuiste reconocida a nivel de patria al incorporarte a los cuadernos de la nación y los gobernantes pusieron los ojos en ti, no para ayudarte sino con el deseo de domarte y no pudieron, por eso te volviste rebelde y no creíste en nadie sino en el destino que tenias predestinado por Dios y tus hijos; no tuviste ley que regulara tus comportamientos y te relajaste; las cantinas y los burdeles con coyas abordo fueron el espectáculo de su existir, y en carros lujosos los venezolanos venían a saciar su lujuria pecaminosa y tus hijos contaminados también sufrieron el paso de aquella trata una de las tantas que pasaron por tus calles arenosas.

Maicao, tierra de Dios, también fuiste testigo de los que aconteció a la laguna Moju’üpay, que como decia el vate, nació en un ojo de agua, que parecia una cacimba que se fue agrandando en las lluvias cuando Maleiwua miraba el desierto con ojos de cristal; aquella laguna se convirtió en refugio, cuyo cuerpo de agua se llenaba de estrellas y luciernagas cuando en las noches reposaban los reptiles cuando apareaban en noches de luna llena. La mítica laguna puesta por Dios, los hombres bajo el imperio de la inmoralidad la segaron y se sembraron sobre su lecho.

Maicao, eres la única ciudad en el mundo donde el espacio sagrado de tu iglesia, parque y sementerio ha sido invadido por todo el que quiera ante la mirada fusilamine de tus hijos. Eres única de tener tantos hijos bastardos que se han ensayado en ti y te han robado hasta dejarte descuadernada bajo la complicidad de tu propia sociedad que hoy se hunde en tierras movedizas. Triste suerte has tenido por felibusteros desnaturalizados. Sobre ti han pasado muchas cosas, cosas muy graves y que, en la galeria de los próceres no estan los que verdaderamente lo son, pues, quienes tienen su retrato en el salon de los prestigiosos mas deberian tenerlos en los carteles de la policia y en el C.T.I. de la fiscalia.

A pesar de todo, Maicao, con el peso de la crisis se sigue caminando, en un sendero pringamosero en busca de la aurora de los encuentros, cuya luz se encuentra mucho más arriba sobre otras cumbres, pero que se alcanzará porque el deseo es comtemplarla en la cima de la esperanza, con el poder de la fuerza y desde alli mirar hacia el vale de ls lagrimas para observar cuanto hemos caminado; caserío del ayer que el destino te tenia separado un lugar de privilegio en la pamapa escandalosa y como dijera un poeta hijo tuyo: como luz desatada en un mar de colores, como regio consorte de la pampa desnuda, pueblo que se yergue como arco de flores, en amplio sendero su porvenir escuda.

Con la estepa y la arena tiene sus amores en los cielos azules ya diluyendo dudas y embiste ante la vida sin temores, como soberbio león de frente melenuda, con mirada fúlgida que se asemeja una lanza que domina los ámbitos con fuerza de gigante.

Las memorias de Maíz o la añoranza de mejores tiempos

Palabras pronunciadas por el licenciado Miguel Ortega Medina en la presentación del libro "Memorias del Maíz" de Abel Medina Sierra

Autor: Miguel Ortega Medina

De aquel espacio en el que hombres y mujeres de gran pujanza comenzaron a edificar la incipiente formación de lo que es nuestro municipio poco ha quedado, las casas de bahareque, la laguna de Majupay, el arroyo Iparú, la tenacidad y empuje de hombres y mujeres que impulsaron el primigenio desarrollo de Maicao, hacen parte de la memoria, esa memoria de los abuelos que, nostálgicos, añoran los mejores tiempos en el que sin la presencia estatal pero si con la templanza y el arraigo de sus moradores se inició el tránsito a la vida citadina y con ella las implicaciones que esta denota.

La vida agitada que llevamos, signada por el afán de supervivencia y las trivialidades propias de la modernidad, nos ocupan tanto que, en ocasiones, pensamos que lo existente ha sido fruto del azar y siempre ha estado allí, nos olvidamos que todo tiene su pasado, un pasado del cual somos tributarios y del que no podemos desprendernos por mas que queramos.

El texto denominado Memorias de Maíz: Compendio testimonial y visual de hitos históricos de Maicao, compilado, en buena hora, por el profesor Abel Medina Sierra, nos invita a una lectura sobre nuestros orígenes, nos cuenta las gestas y dificultades que debieron sortear quienes nos antecedieron; hombres y mujeres de carne y hueso, herederos del indomable espíritu wayuu, que trascendieron, muy a pesar de las condiciones hostiles que encontraron y forjaron un pequeño villorrio; génesis de nuestro municipio. Leer este documento no es un simple ejercicio para hacer remembranzas de lo que fuimos y tuvimos, es una provocadora incitación y una oportunidad para reconocernos en él, para entender y comprender las razones de lo que somos hoy. Si un gran mérito tiene la Historia es que nos permite encontrar las respuestas del presente en el pasado y elaborar juicios sobre el futuro.

El texto en mención consta de dos ejes, el primero es la recopilación de unos documentos elaborados en el año de 1956 por el periodista RODAS PIZANO y el segundo un registro fotográfico realizado, en su mayoría, por el mismo sobre aspectos centrales de la vida de Maicao y que se constituyen en un material iconográfico de gran importancia. Estos documentos son un patrimonio histórico invaluable, tan grande es su valía que se constituye en una referencia obligada para tejer y construir parte de nuestra historia, no como apéndice de la historia nacional sino una historia con una rúbrica personal, contada y pensada desde lo que somos y hemos sido, desde nuestras visiones y perspectivas personales en el que podamos captar el punto de vista, el sentido, las motivaciones, intenciones y expectativas que los actores sociales le otorgan a sus propias acciones sociales, proyectos personales o colectivos, y el entorno sociocultural que los rodea, sin dejar de lado el rigor que todo trabajo de investigación histórica requiere. Puede comenzar a tejerse y construirse lo que muchos autores como el mexicano Luís José González y los italianos Giovanni Levi y Eduardo Grendi han denominado Microhistoria o historia local, historia pensada en y desde la matria. El profesor Medina Sierra, quizás sin proponerlo o tal vez de manera intencionada nos ha llamado la atención al respecto.

Para muchos puede resultar extraño que un hombre vinculado a las letras desde otras ópticas, fundamentalmente al estudio de la música como fenómeno cultural sea el responsable de esta compilación, al respecto es pertinente aclarar que no se requiere tener una formación histórica, metodológicamente hablando, para asumir responsabilidades históricas. El profesor Medina Sierra como académico e investigador, pero sobre todo como ciudadano maicaero, le asiste la responsabilidad social de contribuir a la creación de una conciencia crítica e histórica en los maicaeros. Este texto es su principal aporte. Con él asomamos el rostro al pasado y añoramos las épocas de esplendor de nuestro municipio, esplendor que se fue diluyendo sin que nada ni nadie pudiera detenerlo, por ello cabe preguntarse ¿Cuándo y por qué se inició el declive de Maicao? ¿Cuál es la responsabilidad histórica de la dirigencia política en este proceso y cuál el de la sociedad maicaera? ¿Dónde quedó la herencia que nos legaron los prohombres que gestaron los sueños de progreso y desarrollo de nuestro municipio?

Estas son algunas de las preguntas que pueden hacerse desde la historia y la hacemos hoy porque aún estamos a tiempo de recuperar lo que hemos perdido, estamos convencidos que esta es una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar; como miembros de la sociedad civil tenemos grandes responsabilidades pero la mayor le asiste a nuestra dirigencia política que debe responder a las dinámicas y exigencias de una sociedad golpeada y convulsionada, una sociedad que ha crecido en forma desaforada y desordenada y hoy pide a gritos soluciones a sus múltiples problemas.

Maicao, ciudad de mágico encanto

Por: José Augusto Duque Suárez
Escritor

Para mi es un honor como Escritor, rendirle un homenaje a través de mis letras, a la Ciudad de mis amores, el lugar en que nací, Para ti mi tierra querida estas sinceras palabras en conmemoración en tu ochenta y tres cumpleaños, celebrado el 29 de junio.

Cuantas razones existen para amarte bella ciudad, para agradecerte por cobijarnos en tu regazo, por permitirnos despertar en las auroras y tomarnos una deliciosa taza de café, acompañado de nuestros seres queridos, compartir con nuestra familia es una bendición que nos permites tener, en la mayoría de los hogares de nuestra tierra se convive en paz y armonía porque en nuestros corazones reside el amor, la fidelidad a nuestra gente y la cercanía a Dios.

Muchos te amamos de verdad, porque eres única, has enamorado a miles de visitantes, colombianos y extranjeros, algunos desde la primera vez que llegaron a ti prometieron jamás abandonarte. Decidieron adoptarte como su hogar, el lugar donde nacerían y criarían a sus hijos.

La comercial, la frontera, la vitrina de Colombia. Esa eres tú Maicao, te has convertido por tu propia naturaleza en Epicentro Comercial por excelencia para Colombia y el Caribe debido a tu estratégica situación geográfica,

Eres el pilar de la Guajira, eres un lugar extraordinario, en el que se aprecian amaneceres acogedores, noches silenciosas con estrellas imponentes en el firmamento y puestas del sol inimaginable que te sorprenden con sus maravillosos colores los cuales te invitan a seguir perseverando por tus ideales y buenas intenciones con la humanidad.

Esta tierra es bendita, reflexiona por unos instantes en reconocer cuanto talento reside en el corazón de los que han nacido y aun nacen en este lugar, Compositores como Roberto Solano y Alberto “Tico” Mercado, Escritores como Alejandro Rutto Martínez y Abel Medina Sierra, Cantantes como Felipe Peláez y José Joiro, Productores como Carlos Huertas Júnior en fin, ten presente que si eres de este lugar aun posees en tu interior un poder y una creatividad incalculable que espera por ti para que lleves a cabo tus mas sinceros deseos.

Mi Maicao del alma, felicidades por un aniversario mas de tu existencia, que Dios y Jesús siempre permanezcan entre nosotros, proveyéndonos de sus cuidados y direccionamiento, mi deseo mas ferviente es que reine el Amor, el Respeto, la Paz y la Justicia, para que podamos unir nuestras manos y consolidar nuestra ciudad como un territorio pujante e imbatible.

Rosendo Romero habla sobre su obra

Maicao-. El compositor Rosendo Romero disertó sobre sus versos, sus canciones, la historia y la poesía de las mismas en un conversatorio realizado en la Universidad de la Guajira como parte del componente cultural del Sexto Festival de la Frontera.

En la gráfica lo acompañan los investigadores Abel Medina Sierra y Enmanuel Pichón quienes oficiaron como entrevistadores y moderadores del panel.

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