miércoles, 27 de abril de 2016

Desde el almendro hacia las alturas


Alejadro Rutto Martínez
Nuestro viejo almendro con sus cuatro metros de alto y sus ramas extendidas en todas las direcciones era uno de nuestros mejores amigos en aquellos años en que las sonrisas de la infancia adornaban nuestros rostros curtidos por el sol calcinante de la mañana y por la arena recogida en las excursiones permanentes hacia los rincones ruidosos de las más inimaginables travesuras. Junto a su tallo rugoso y rudo nos contamos los secretos más importantes: el lugar donde escondíamos las almojábanas sustraídas del horno en donde mamá las guardaba celosamente antes de mandárselas a la abuela Meme; el remedo al español precario de nuestros padrinos extranjeros; los defectos imperdonables y la fealdad extrema de las novias de nuestros hermanos mayores. Ahí, a su lado, cobijados por benévolas sombras, planeábamos lo que pediríamos al niño Dios en diciembre y las perversidades que le haríamos al viejo Epifanio, al señor Lito y a don Ovidio en el día de los inocentes.

No obstante, lo que más nos gustaba de ese viejo amigo clorofiláceo, eran sus cuatro metros de altura que nos permitían escalar al segundo lugar más alto del mundo conocido después de la antena recién instalada del televisor en blanco y negro que los viejos sacaron a crédito donde "Chito Guerrero". Montarse a ese almendro alto, viejo y quebradizo era una aventura peligrosa y por peligrosa apetecida por quienes formábamos parte de la pandilla de sus amigos. Todavía me duelen las costillas al recordar el porrazo salvaje y los gritos lastimeros causados por el aterrizaje forzoso inesperado y abrupto, el día en que caí de unas de sus elevadas ramas. Pero, era el riesgo el que alimentaba nuestro espíritu de aventura y una y otra vez estábamos subidos allá, en lo más alto, en donde las últimas ramas, la más quebradizas por cierto, sostenía un romance fugaz con las nubes en las escasas tardes de lluvia con las que Dios premiaba los pocos, los muy pocos días en que éramos capaces de controlar los ímpetus de la edad primera y nos portábamos bien, según el juicio de los mayores.

Cuando estábamos allá arriba, subidos en sus ramas, inertes, casi sin respirar para que nadie nos descubriera, fuimos testigos del milagro soberbio de ver cómo las horas pasaban tan rápido como los segundos en el reloj de nuestras alegrías. Qué corto era el tiempo en esa época en que el universo era el surco de las golondrinas en el cielo mil veces despejado de nuestras tardes veraniegas y el mundo era una hoja seca en su caída lenta hacia el piso desnudo de nuestro venerado desierto.

Sin mucho esfuerzo podíamos ver la llegada y salida de aviones y helicópteros en el aeropuerto con nombre de santo patrono; o las jugadas extraordinarias de los futbolistas en el estadio; o las artes adivinatorias de las tres pitonisas residenciadas en los alrededores; o la cara desagraciada de las prostitutas de Casa Blanca, el bar de los pobres, vencidas por la edad y el hambre. Ellas, quienes hacían esfuerzos inenarrables para evitar que sus clientes enlagunados por el whisky se arrepintieran de haberlas contratado. O las puticas de "Las Musas", el bar de los ricos, de vientre plano, cara radiante y la sonrisa seductora de sus quince años, quienes con el movimiento enloquecedor de sus caderas y sus piernas bien torneadas, lograban quedarse hasta con el último bolívar de sus deslumbrados amantes de una noche.

Así pasaban las horas entre el laberinto de las tareas escolares medio abandonadas y la cita cotidiana e ineludible con el almendro. Un día mirábamos hacia un lugar y otro día hacia el otro. Una mañana del Día de los Difuntos, en que no hubo clases, ni fuimos al cementerio porque no teníamos a nadie viviendo del otro lado, nos trepamos desde cuando las primeras luces del sol comenzaron a iluminar la mañana. Y enfocamos nuestros ojos hacia el aeropuerto, en donde ya esperaban la llegada del primer vuelo, los viajeros cargados con sus maletas atiborradas de mercancías extranjeras, sus bolsillos vacíos, sus rostros angustiados y…sí… su cara demacrada por los estragos de una noche negada para el sueño. Para la época el aeropuerto vivía sus tiempos de esplendor al ritmo de la bonanza de las ventas multimillonarias y de los negocios absurdos mediante los cuales en un solo día se podía triplicar y hasta quintuplicar el capital invertido.

Los aviones zumbaban por nuestras cabezas y el nuevo juego consistía en probar quién era capaz de recordar la matrícula de las aeronaves o la cara de los pilotos. Casi siempre coincidíamos y nadie perdía. Todos teníamos los ojos saludables de nuestros primeros años y esos aviones pasaban verdaderamente cerca de nosotros. Los aviones azules de Avianca eran los más grandes y relucientes; los aparato grises de Satena eran los más raros; y las máquinas envejecidas de Aerocóndor nos hacía pensar que la ley de gravedad, de la cual nos hablaba la profesora de ciencias naturales en el colegio, hacía sus excepciones de piedad y misericordia con los pobres pasajeros que se atrevían, en un acto heroico y corajudo, a montarse en semejantes chatarras.

Cuando los aviones pasaban, si estábamos trepados en el árbol, casi podíamos tocar su fuselaje. Cuando íbamos a la sala conocíamos el significado verdadero del verbo temblar que la profesora de lenguaje trataba de explicarnos sin éxito en el colegio. Temblaban los vasos en las mesas; las lámparas de petróleo que colgaba del techo; temblaba el anafe lleno de brazas en donde comenzaba a prepararse el guiso de chivo; temblaba el piso y temblábamos los niños de miedo y los mayores de rabia.

El avión que pasaba más cerca de nuestro techo era un armatoste tan raro como el nombre de la aerolínea para la que volaba: Urraca. Su número era borroso pero nos parecía que terminaba en 123 y sus colores eran el blanco y el rojo. Pasaba tan cerca de la tierra que rozaba la antena de nuestro televisor. Nos prohibieron rotundamente volver a nuestro árbol porque mamá tenía el temor de que esa sería tarde o temprano la sepultura de un artefacto tan ruidoso como los pajarracos de los cuales tomaba el nombre. Las doce del día era la hora exacta en que pasaba. Y esa era también la hora en que mi hermana, una adolescente que seducía al mundo con la belleza alucinante de sus dieciséis años, tomaba su baño previo a la partida hacia el colegio.

Una vez sorprendí al piloto a unos metros de nuestro techo, mirando con ojos entusiasmados. El baño de nuestra casa no tenía techo y los ojos de mi hermana no tenían cataratas. Los del piloto tampoco. El avión quedaba suspendido por unos segundos en el aire mientras él y ella se miraban; y se decían cosas que yo no entendía en la candidez de mis nueve años. Mi hermana prolongaba su sonrisa y el hombre de la nave renunciaba a su parpadeo. Sospecho que su corazón dejaba de latir mientras contemplaba el rostro sencillamente bello de aquella mujer en tierra. ¿Y mi hermana? Ella se marchaba al colegio llena de felicidad y regresaba en la tarde aún llena de gozo, volviéndose a meter al baño, para ensayar de nuevo, la escena del próximo día.

Mientras tanto mis padres, estaban cada vez más, preocupados por el asunto del avión. En una especie de consejo de familia, decidimos subir otros tres metros la antena del televisor. De esta manera tendríamos un particular espantapájaros que, para el caso sería “espanta aviones”. Todos aprobamos la idea menos alguien que permaneció en silencio y se fue a la cama con los ojos inundados en lágrimas y el corazón invadido por la tristeza.

El asunto funcionó y, por unos días, gozamos con más tranquilidad la reunión obligatoria del almuerzo. Mi hermana en cambio vivía como un péndulo que nunca terminaba su viaje perenne y monótono, desde la soledad hacia la tristeza.

Unos días después de que subiéramos la antena llegaron los policías a la casa y hablaron amablemente con mi papá. Entregaron una carta en la que la aerolínea, en términos cordiales, le pedía su colaboración para bajar la antena. "Esperamos su patriótica colaboración", alcancé a escuchar en la voz de mi hermano Rafael, quien era el que mejor leía en la familia. Tuve la carta en mis manos y me llamó la atención el membrete de la empresa: al lado izquierdo de la hoja, estaba la imagen de un piloto, una imagen que me pareció muy conocida.

Los policías se fueron por donde vinieron y mi papá puso la antena en su altura original. Volvimos a sentir el rugido del avión sobre nuestras cabezas. Y volví a ver el avión suspendido por unos segundos y la sonrisa enamorada compareciendo en los labios del piloto y la mirada absorta y perdida de mi hermana. El encuentro duraba unos segundos, pero era como si el reloj se detuviera en la entelequia inexplicable de los amores imposibles. En un instante la lógica volvía a sobreponerse y el artefacto volador continuaba su rumbo. Y el piloto iba a su destino en tierra y mi hermana hacia su colegio a su cita diaria con las buenas notas. Y mientras caminaba, sus pies iban como flotando…como si no pisara el suelo sino la ilusión del amor que todos los días le venía del cielo.

Mis padres convocaron un nuevo consejo de familia para estudiar de nuevo la situación del peligro inminente. Algunos plantearon escribirle al Presidente. Otros pensaban que era suficiente hablar con el alcalde y mi papá pensó en conversar con los directivos de la compañía. Todos hablaron menos una persona. Todos querían erradicar el molesto avión menos una persona. Mi hermano Víctor ofreció usar la honda con que cazaba pájaros para darle su merecido a aquel pájaro metálico, pero su propuesta no tuvo eco.
Al final, mi mamá resolvió el asunto con el sentido práctico que solo tienen las mujeres humildes, sencillas y sabias:

-"Lo único que hay que hacer es ponerle techo al baño". Todos nos quedamos callados pero nadie dijo nada. Alguien quiso hablar pero calló y se fue a la cama temprano, a la cama en donde se encontró de frente con sus lágrimas abundantes y sus duermevelas sucesivas.

Al día siguiente, mi viejo con sus manos fuertes como el acero colocó cuatro láminas de zinc sobre el baño. Al mediodía el avión volvió a pasar bien bajo, como siempre, pero se marchó antes de lo acostumbrado. Pero, ¡qué sorpresa!, dio la vuelta y regresó y de nuevo quedó suspendido, por unos segundos, en el aire. El vientre del avión brillaba por la intensidad del sol, aumentada varias veces por el brillo de las láminas de zinc recién instaladas.

Cuando mi mamá dispuso la mesa para el almuerzo, notó que faltaba alguien y, enseguida, preguntó:
-¿Bueno… y mi hija dónde está?

- Fue a bañarse donde la vecina, donde la comadre Nelvis. Fue bañarse allá, porque aquí se nos acabó el agua-, contestó Gilma, una de nuestras tías políticas, de visita en esos días en nuestra casa.

-¡Anda, nofriegue! ¡Si donde Nelvis tienen el techo sin baño! Con razón ese avión no se iba.

Y todas las veces el avión daba varias vueltas antes de irse en su viaje hacia ciudades lejanas, hasta que un día no volvió a verse más. En el titular de un periódico leí: "Urraca suspende sus vuelos". De un día para otro se acabaron los temblores de las doce; la caída de los vasos; el vaivén de las lámparas; y las miradas tiernas y las sonrisas enamoradas.

Pudimos volver a subirnos al almendro a la hora que nos diera la gana. Y pudimos contemplar de nuevo a Elvira, la pitonisa de las cartas, cuando revelaba sin rodeos los secretos encriptados de las mujeres adúlteras y de los hombres fornicarios a todo aquel que tuviera tres pesos para pagarle la consulta; y vimos jugadas grandiosas en el estadio como el gol de “El Panadero” cuando eludió a tres rivales y le hizo un paraguas al portero para hacer un gol digno de los mundiales de fútbol; y escuchamos a Jairo Romero cuando relataba el sutil encanto de la pelota presumida y rápida que describía una curva caprichosa antes de estrellarse con violencia en el piso de piedra y polvo de la cancha, lejos del marco en donde debía cumplir una cita con el éxtasis del gol.

Un día cualquiera, cuando la infancia me abandonó en la soledad de mis diecisiete años, fui al aeropuerto en donde contemplé una pista negra y resquebrajada por cuyas grietas se escurrían los vestigios de mi pasado; Me vi enfrentado al horizonte incierto de la tristeza y a las huellas borrosas de la nostalgia. En un rincón lejano advertí el espectáculo deprimente del cementerio de aviones y entre ellos, un trimotor corroído por el óxido y por el tiempo. Me aproximé con paso lento como quien camina por un sendero alfombrado de amargura y vi de cerca los viejos aviones, veteranos de mil vuelos. Uno de ellos era rojo y blanco…asaltado por un presentimiento busqué su número: se veía borroso, pero sobrevivía un dos y un tres. ¿Y el uno? Me pregunté. No estaba, en su lugar solo había una mancha de óxido.

Miré la ventanilla. A través de lo que ahora era un orificio irregular yo había contemplado muchas veces el rostro de un hombre que desafiaba el viento, la tempestad y el peligro. Pero que no fue capaz de bajarse de su nave para recoger el fruto de la semilla que un día sembró con sus sonrisas y miradas.

Mi hermana aún joven y ya con hijos, navega por los aires frescos de su nueva vida y de un pasado de “baños al mediodía” que parece olvidado, tan olvidado que no le importó cuando le dijeron que el techo del viejo baño había desaparecido con los vientos fuertes del coletazo de un huracán que pasó por el Caribe.

Cuando puedo regreso al lugar que ocupó el viejo almendro que hace unos años se vino abajo arrastrado por su vejez. Y recuerdo los días de nuestras travesuras mientras observo la antena del televisor todavía erguida e imagino a un pequeño posado en ella y un piloto que desciende y me invita a subir. Acepto la invitación y, mientras volamos por la ciudad, miro hacia abajo, pero ya las muchachas no están en los viejos baños sin techo de los patios.

Palabras sorprendentes

Tales Mileto: "Cuida tus palabras; que ellas no levanten jamás un muro entre ti y los que viven contigo"


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Usted es un usuario del idioma y dese que nació ha escuchado a otros hablar la común lengua materna, ha visto cine, películas por televisión, ha visto y escuchado partidos de fútbol, ha leído revistas, periódicos y libros y hasta ha asistido a algunas conferencias en donde el ponente utiliza ciertos términos con los cuales jamás se había encontrado en ninguna parte.   Y así, poco a poco se va enriqueciendo el léxico, pues son cada vez más las palabras que conocemos.

T y T, la maravillosa combinación

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez


Se equivocan quienes creen que el trabajo fue un castigo impuesto por Dios a causa de la desobediencia del hombre.   Antes de que la primera pareja cometiera el error que les valió su expulsión del paraíso Dios le había dado la orden a Adán de gobernar sobre la obra recién creada, lo cual implicaba un trabajo que no era propiamente sencillo.

Día de la secretaria




Escrito por: Ernesto Rutto Ortega

Ella, la que parece vivir con estrés, 
Pero sin dejar de sonreír. 

 Ella, la cumplida con su deber, 
 La atenta con todos y servicial como ninguna. 

Ella es segura de sí misma, 
No desconfía de sus pasos, 

Siempre va mirando al frente 
Y sabe lo que quiere para su vida. 

 El primer rostro que nos atiende, 
 Ese que es imposible no ver al llegar. 

Con su voz dulce y dominante 
 Que siempre nos dice 
–Bienvenido, ¿Qué necesita?-. 

 Amiga para muchos 
Mano derecha para otros
Pero siempre esa madre ejemplar. 

Cuando tengas un día pesado, 
Uno de esos con mil regaños, 
Con demasiada carga laboral. 
Ese día que nunca parece acabar 
Que hasta has de llorar, 

 Recuerda siempre que en casa esperan por ti 
Con un abrazo y un beso en la frente. 

martes, 26 de abril de 2016

Día de la Secretaria en La Inmaculada

Con un pequeño detalle, pero lleno de mucho cariño estudiantes  La Inmaculada, sorprendieron a las secretarias en su día.

El día de las secretarias no pasó  desapercibido gracias a la colaboración de los estudiantes que se las ingeniaron y las agasajaron con rosas, poesías y canciones. 
 con sonrisas en  sus rostros y el brillar de sus ojos, fue como  demostraron   lo felices que estaban. 

Fue inevitables para muchas el  no derramar una lágrima al recordar a la seño Aulida  Brito, que hoy no está con nosotros y era la  que se encargaba en años anteriores en celebrarles su día.



lunes, 25 de abril de 2016

La crisis del PAE

Amylkar D. Acosta M[1]

El drama de la desnutrición y muerte de niños, especialmente de la etnia Wayuu, por esta causa en La guajira, dieron pie, además de la consternación y el repudio por parte de la opinión pública, a las medidas cautelares que decretó a finales del año anterior la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tendientes a “preservar la vida y la integridad” de niños y adolescentes amenazados por el flagelo del hambre y la desnutrición en dicha región.

Deportivo Maicao, el equipo del pueblo

Escrito por: Ernesto Josías Rutto Ortega

Maicao sigue demostrando que es la plaza más importante en materia de fútbol en La Guajira. Que aun en un partido de divisiones inferiores un gran número de maicaeros se desplazan para apoyar, alentar y acompañar a los nuestros; el hijo del vecino, el hermano de la compañera de clases, el primo de Juan y el sobrino de pedro, y el amigo del amigo de mi primo. Al final todos somos unos. 

 También se demuestra que tenemos futuro en el fútbol nacional, jugadores que con tan poca edad ya juegan con jerarquía, que cuenta con un gran capitán como Cabana que es capaz de pedir calma a todo el público. 
Cabana y Payares

Que gozamos de grandes delanteros que corren durante todo el partido, que hacen magia al llevarse a uno y dos adversarios en una jugada, y lo más importante, que tienen gol. Un medio campo lleno de talento con Sleider Martínez que es el primero en atacar y el primero en defender, tiene buen control de balón y cuenta con dos tantos en el torneo. 

 Tienen un 10 fantástico que a pesar de su poca altura siempre lucha para darlo todo, y no podemos olvidarnos de Alfonso Henriquez, ese ágil jugador que se lleva a varios rivales con sus rápidos regates que tiene buena pegada y gol. 

También se cuanta con una gran defensa, de centrales espigados con mucha fuerza como Oscar López, y con laterales veloces que van con toda al balón, como es el caso de Jissas Pallares que le mete el alma a cada jugada. 



Y su golero, de potente saque y grandes estiradas. Este es el equipo de un pueblo, de un pueblo que pide a gritos un estadio que se necesita desde hace mucho tiempo, esto es lo único que hace falta para que vuelvan las grandes épocas del futbol maicaero, en esas misma donde se pudo disputar una final con el mismo Santa Fe, hoy campeón de la copa Sudamericana.

Notas de Maicao

El fogón de leña volvió a ser protagonista en Maicao
La gente en Maicao no está satisfecha con las explicaciones dadas por Promigas para suspender el servicio de gas domiciliario. ¿Qué culpa tenemos nosotros de que la empresa, los indígenas y las autoridades no se pongan de acuerdo para poder hacer un mantenimiento?  Esa es la pregunta que se hacen los ciudadanos. 

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A la crisis del comercio de Maicao, se suma la de la pésima prestación de los servicios públicos. El agua llega de vez en cuando y en algunos lugares no llega nunca. La energía eléctrica es suspendida con frecuencia y se presentan constantes fluctuaciones que dañan los valiosos aparatos en los hogares. Y cmo si lo anterior fuera poco la ciudad lleva más de 48 horas sin servicio de gas domiciliario. 

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Las panaderías no ofrecieron hoy su popular producto. La causa: no hay gas. Desde el sábado Maicao se encuentra sin este servicio indispensable para la vida cotidiana. El sábado y el domingo las panaderías "se defendieron" como pudieron, pero ya hoy suspendieron la producción. ¿Quién responde por las pérdidas?

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La comida se acabó temprano hoy en los almorzaderos de los barrios. Ante la falta de gas se observó la romería de padres y madres de familia acompañados por sus hijos quienes se acercaron a estos populares sitios para consumir allí los alimentos que no pudieron preparar en la casa.  Algunos se encontraron con la sorpresa de que la sopa se acabó temprano. 

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Hasta el derecho a la educación se vio afectado por la falta de gas en Maicao. Las instituciones que trabajan en jornada única devolvieron tempranos a los estudiantes porque los operadores no pudieron cumplir con su compromiso de llevar los alimentos a las instituciones.   ¿Quién responde?

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Casi no hay carbón en Maicao y las familias han debido acudir a la costumbre anti ecológica de cocinar con leña.    "Con el calor que está haciendo y con el fogaje de la candela, creo que me va a dar algo" se le escuchó decir a una atribulada señor que soportaba las altas temperaturas del día y el calor que emanaba del fogón de leña. 

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Las ollas arroceras, los asadores y las estufas eléctricas han servido para hacer más llevadera la crisis originada por la falta de gas domiciliario en Maicao.   Algunos están asustados, porque si ya el recibo de energía eléctrica era muy alto, no quieren ni imaginarse cómo irá a llegar el próximo después de verse obligados a utilizar todos estos aparatos. 

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A propósito del servicio de energía eléctrica, la gente de Maicao ha puesto el grito en el cielo, pues el íten de "Consumo distribuido comunitario" se disparó en la última factura.  A algunos les llegó por 70 mil y hasta por 100 mil pesos. Nadie sabe por qué esta súbita alza en el vital servicio. 

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Nadie da razón de cuándo será restituido el servicio de gas domiciliario en Maicao. Las familias esperaban que fuera hoy en la mañana, pero las horas pasan y esto no ha ocurrido.  Las horas pasan y la angustia aumenta. 

Día del Idioma en La Inmaculada de Maicao


Representación de países de habla hispana

Representación de la lengua francesa

Representación de la lengua italiana

Deportivo Maicao vuelve a ganar y se afianza entre los mejores

Miles de aficionados acompañaron al equipo "Rojinegro" en su segunda presentación como local

Deportivo Maicao

Escrito por: Ernesto Josías Rutto Ortega


El partido pintó bien desde el principio

Jugando con decisión,  siendo efectivo en  ataque pero sufriendo en el final, Real Maicao hizo respetar su casa ganando 3-2 al Atlético   San Martin de Valledupar este domingo en las horas de la tarde en la Cancha Los ídolos, juego correspondiente a la fecha 4 del Torneo Nacional Sub-17.  Los goles para los maicaeros estuvieron a cargo de Jairo Tejedor y Alfonso Henríquez.

La fiesta empezó desde temprano, los maicaeros llegaron desde las 3:00 para asegurarse un buen asiento en las gradas de concreto que están a las afueras de la cancha. El árbitro dio el pitazo  inicial sobre las 3:47. Desde los primeros 10 minutos de juego se sabía a qué venían los equipos, mostrando fútbol con vocación ofensiva.

Primer gol maicaero

Alfonso Henríquez(1) y Jairo Tejedor(2), autores de los
goles del Deportivo Maicao
Sobre el minuto 20 los locales atacaron por el centro, Camilo Ramos asistió a Lucas Polo que en una jugada individual se saca un defensa y queda mano a mano con el portero e intenta darle por arriba pero el golero se queda con la bola. Los locales tendrían revancha después por medio  de Jairo Tejedor quien manda a guardar el balón en la red sobre los 23 minutos, poniendo el partido 1-0.


Segundo gol de los locales 

El segundo tanto llegaría gracias al mismo Tejedor en el minuto 29, luego de una jugada de área donde el balón quedaba en el aire solo le restaba chutar la pelota para que esta besara la red. El primer tiempo seguiría siendo de ida y vuelta, donde le terminarían poniendo amarilla a Alfonso Henríquez mediocampista del conjunto local.

Inicio del tiempo complementario

El tiempo complementario iniciaría con un cambio en el conjunto visitante que se decidiría en ir al ataque. Y lo lograría ya que en los primeros minutos se plantaría en el campo contrario, logrando dos tiros de esquina pero faltándole  efectividad.  En el minuto 6 sale de contragolpe el Deportivo Maicao luego de un ataque del rival.  Sleider Martínez con el número 8 en su espalda se iría con velocidad por la banda derecha pero sería derribado de manera violentamente  a 25 metros del área por el defensa Isaac Arias con el número 23 y seria amonestado con tarjeta amarilla.

Tercer tanto

El tercer gol de los locales llegaría luego de un contragolpe en el minuto 10 del complemento, Lucas Polo que la controla de manera perfecta y le pone buen  un pase Tejedor que se iría cerrando hacia la banda derecha y justo cuando se pensó que el ataque estaba perdido, este levanta la cabeza y ve que pasa con velocidad Henríquez por la parte izquierda y no duda en darle el balón y dejarlo mano a mano con el portero dando un potente disparo que dejaría al golero vallenato sin opción alguna.

Descuenta San Martín

En el minuto 18 llegaría el descuento visitante por intermedio de Juan Pablo con el número 9 en su camisa, luego de una jugada con muchas indecisiones en defensa.

Se aprieta el partido

A 5 minutos de cumplirse el tiempo reglamentario, el juez le da un penal a la escuadra  visitante luego  de que derribaran en el área a Juan Pablo en una opción clara de gol. El defensa central Isaac Arias sería el encargado de cambiarlo por gol, para decretar el 3-2.   

Expulsado por celebración ofensiva

En la celebración hizo señas con sus manos insultando al arquero lo que le costaría la tarjeta amarilla y como ya tenía una se fue expulsado del partido.

Un final angustioso

A partir de ese momento el juego sería aún más emotivo por la estrecha diferencia, pero el conjunto local le dio manejo al partido y obtuvo la victoria final. No obstante, en ese  debió sufrir las amonestaciones de dos de sus jugadores por pérdida deliberada de tiempo.

Sobre las 5:43 y con 48 minutos jugados  el árbitro indica  final del juego , quedándose la victoria en casa.

Nomina titular local

Arquero
Roymer Manga

Defensas
Omar López
Oscar López
Daniel Florián
Jisas Pallares

Medio Campo
Camilo ramos
Jesús Cabana
Sleider Martínez
Alfonso Henriquez

Delanteros
Lucas Polo
Jairo Tejedor


domingo, 24 de abril de 2016

Deportivo Maicao venció a Atlético San Martín



Con este resultado los maicaeros se afianzan como uno de los mejores en su grupo

Alfonso Henríquez y Jairo Tejedor, figuras del partido

Deportivo Maicao consiguió una nueva victoria hoy en el Campeonato Nacional Interclubes Sub-17 al derrotar 3-2 a Atlético San Martín de Valledupar.

El centro delantero Jairo Tejedor, de Maicao, fue la figura del juego al anotar los dos primeros goles y, además, participar en la asistencia en el tercero, marcado por Alfonso Henriquez. 

El juego se desarrolló en la Cancha los Ídolos, del barrio Colombia Libre y contó con un gran respaldo del público.

Atlético San Martín fue un gran rival que reaccionó con fuerza en el segundo tiempo cuando el marcador le era adverso por 3-0 y descontó en dos oportunidades. 

Con esta victoria Deportivo Maicao se afianza como uno de los mejores equipos del grupo V en el que compiten equipos de La Guajira y el Cesar

Noticia en construcción


sábado, 23 de abril de 2016

Deportivo Maicao juega este domingo contra San Martín



Todos a la cancha de Colombia Libre para acompañar al equipo más luchador de Colombia


El Deportivo Maicao intentará hoy mantenerse como colíder del Torneo Interclubes Sub 17, cuando enfrente en condición de local a Atlético San Martín de Valledupar.

El partido se iniciará a las 3 y 30 de la tarde en la Cancha Los ídolos del Barrio Colombia Libre en donde se espera una gran concurrencia de aficionados para respaldar a su equipo que cumple una excelente campaña en la que ha ganado dos partidos y ha empatado otro.

El técnico se encuentra optimista
El técnico Nilson Martínez expresó que se encuentra optimista y espera tener un buen resultado en su segunda salida como local: 

“Estamos muy  optimistas para enfrentar este juego contra uno de los equipos más importantes del torneo, con el cual compartimos el liderato. Nos hemos preparado muy bien y esperamos que los muchachos respondan y tengan la misma actitud de los partidos anteriores”.







Grupo V
El equipo maicaero participa en el grupo V del Torneo Nacional Sub 17. 

Dicho grupo está integrado por  clubes de La Guajira y del Cesar.  En sus partidos anteriores los dirigidos por Nilson Martínez empataron 1-1 con Valledupar F.C en Valledupar;  derrotaron 3-1 a Barrancas en Maicao y vencieron 2-1 a Albania, de visitante.  Su goleador con dos tantos es el joven Sleider Martínez con dos goles.

Atlético San Martín, gran equipo


Tabla de posiciones

1. Valledupar F.C               7 Puntos
2. Real San Martín             7 Puntos
3. Deportivo Maicao          7 Puntos
4. Atlético San Martín        7 Puntos


Consejos para sobrevivir a una reunión aburrida


Escrito por: Alejandro Rutto 


Las reuniones siguen gozando, increíblemente y contra toda lógica, de buena prensa en las organizaciones. La gente les rinde culto porque en ellas, según se dice, se tratan los problemas, se resuelven dudas, se buscan soluciones y se encuentra la felicidad.

Y la gloria, dirían sus apologistas. Sin embargo, detrás de todos estos anuncios favorables hay algo más, sobre lo cual guardan silencio inexplicable no solo los medios de comunicación sino los altos ejecutivos de las empresas; los empleados de nivel medio; los líderes comunitarios y toda persona a quien alguna vez en la vida le ha correspondido el turno de someterse a una tortura de dos tres cuatro o cinco horas a la cual llaman con el llamativo y maquillado nombre de “reunión”.

No se trata de que las reuniones no sirvan para nada. No señor, ni más faltaba que alguien cometa el atrevimiento de hacer semejante afirmación. Las reuniones sirven para muchos fines: para perder el tiempo, para conversar de todos los temas del mundo; para encontrar a los amigos a quienes hace tiempo no vemos; para dibujar mamarrachos en las hojas en blanco gratuitas que nos reparten; para hacernos los entendidos tomando la palabra una y otra vez; para conocer las enfermedades, las dificultades, los trances, conflictos y apuros de quienes no pudieron llegar a tiempo o no llegaron nunca. Y finalmente una reunión, lo que se dice una “buena reunión”, es decir , de esas que comienzan una hora después de lo previsto y que termina cinco horas después, en el mejor de los casos, sirve para perder mucho dinero.

Si no lo cree calcule cuánto cuesta, en promedio, una hora del tiempo de cada uno de los concurrentes y multiplíquelo por el total de la asistencia y luego por el tiempo en que estuvieron reunidos.

De la especie humana que todavía goza de un empleo, o al menos pertenece a un grupo en donde tiene la suficiente simpatía como para ser invitado habitual a reuniones, es muy posible que con cierta frecuencia se vea en la necesidad de someterse al martirio de pasar una buena parte de su vida asistiendo a reuniones en las que no quiere y definitivamente no le interesa estar.

Usted, querido amigo, reciba con afecto este consejo: no se deje sancionar ni regañar. En la vida no se puede dar papaya y menos cuando se trata de asuntos laborales.

Así que, resígnese, despídase de sus otros planes, de su trabajo serio, de sus compromisos verdaderos y asista obediente y sumisamente a su reunión.
Sin embargo, aquí entre nos, sin que se entere nadie más, quiero darle una buena noticia: el sufrimiento no es ineludible. Por lo menos no lo será si sigue las siguientes instrucciones:

1. Nunca llegue puntual. Normalmente quienes convocan a reuniones no están interesados en comenzarlas a tiempo. Así que, no se afane, tómese su tiempo para sus otras actividades y preséntese, cuando menos, con media hora de retraso. Si otros idiotas no se le han adelantado, usted será el primero en llegar.

2. Lleve suficiente papel para que dibuje mamarrachos y garrapatee frases que solo usted entiende. Con esto logrará dos objetivos: por una parte creerán que usted está muy concentrado en la reunión y, por la otra, le quedará a usted un buen material probatorio para cuando




vaya a escribir un artículo sobre la inutilidad de las reuniones.

A la cifra anterior súmele los gastos de transporte, refrigerios, electricidad y otras erogaciones y tendremos como resultado una cantidad de dinero que bien pudo haberse invertido en propósitos muy nobles que hablar paja durante jornadas interminables.

Pero mucha atención: si usted es un simple mortal perteneciente a esa secta privilegiada

3. Ponga su teléfono móvil en silencio para que no pase por la vergüenza de cortarle la inspiración a quien esté haciendo uso de la palabra. Pero no lo apague: aproveche para mandar mensajes de textos. Y si no tiene a quién enviarle mensajes, mándeselos a usted mismo. Así tendrá un bonito recuerdo de la temporada.

4. Participe con frecuencia aunque no tenga la menor idea del tema. De esta manera usted dará la impresión de que es una persona comprometida con la organización y, sobre todo, con quienes lo han invitado. Además usted contribuirá de manera talentosa a prolongar la reunión y se ganará el aplauso de las mayorías.

El único inconveniente de esta estrategia consiste en que en el futuro le van a llover nuevas invitaciones a un buen número de reuniones.

5. Nunca se le ocurra pedir una mayor agilidad en el desarrollo de las discusiones. Cualquiera podría argumentar que usted desea evitar o tratar superficialmente las sustanciales cuestiones de las cuales depende el futuro del país y de la humanidad.

6. Cuando el debate se encuentre empantanado usted puede ganarse el derecho a ingresar a la galería de la fama e inmortalizarse por sus propuestas inteligentes: sugiera la creación de un comité. No le aseguro que de esta manera salgan definitivamente del atolladero pero logrará dos cosas: convertir un problema pequeño en un problema gigante y crear la necesidad de nuevas reuniones.

7. Vuelva a tocar temas sobre los cuales se ha hablado lo suficiente. Esta es una buena forma de reanimar una reunión cuando se encuentra a punto de terminar.

8. Insinúe, con toda la seriedad del mundo, que dada la importancia de los temas tratados y “el poco tiempo” (solo seis horas) que se ha tenido para hacer los estudios, los análisis y las discusiones, es necesario continuar las deliberaciones en horas de la tarde o al día siguiente según sea el caso. No de su brazo a torcer: si usted se rinde en este tema podría estar renunciando a la gloria.

9. Felicite a los organizadores de la reunión y hágales saber que éstas deben hacerse con más frecuencia. Al terminar la reunión, póngase serio de nuevo. Recoja sus cosas con cuidado (procure que no se le queden los mamarrachos y las hojas en que ha escrito frases como “maldita reunión” o “¿a qué hora se irá a terminar esta farsa?”, “¿Por qué el desgraciado de mi jefe habla tanto?”.

Encomiéndese a su Creador y pida con devoción que se acaben pronto en el mundo todas las formas de tortura. Incluso aquellas que parecen inofensivas. Como las reuniones, por ejemplo.


¡Qué terco es el sapo!




Escrito por: Alejandro Rutto Martínez


El personaje llegó sin saludar y se acomodó sin pedir permiso a los dueños de la casa, el hecho no me hubiera molestado en lo más mínimo de no ser por dos cosas: La singular criatura de enorme fealdad a los ojos de la mayoría no había sido invitada. Y segundo porque el lugar al que había llegado con semejante frescura era, ni más ni menos, mi propia residencia: Se instalo en cierto lugar en el que no tardó en amañarse, porque allí encontró lo que necesitaba alojamiento, y comida.

Esta última, vale decirlo,  la ganaba con el sudor de su propia frente o, para ser más preciso,  con el sudor de su propia lengua. Mi inesperado huésped era un individuo del grupo de los batracios definido por el Diccionario de la Real Academia Española como “anfibio, anuro, de cuerpo rechoncho y robusto, ojos saltones, extremidades cortas y piel de aspecto verrugoso”.  Era dueño de dos enormes ojos y de cuatros extremidades  terminadas en manos multifuncionales y completaba su dotación una boca gigantesca y una lengua larga y pegajosa con la cual casaba toda clase de pequeños insectos.

Con el paso de los días ya no me resultó tan extraño y a decir verdad comencé a tenerle algo parecido al afecto y hasta me habría convertido en su amigo, de esos que le preguntan al otro por su trabajo, por las ganancias del día, cosas por el estilo, pero surgió algo inesperado: los de mi familia me pusieron  a elegir:  el sapo o ellos.

Y  tuve que escoger y no propiamente me incliné por el intruso. Le comunique mi decisión  y aunque el idioma sapuno es de los que nunca aprendí a hablar,  debió entenderme porque se abandonó a los brazos del nerviosismo y empezó desesperadamente a cumplir mi perentoria  orden de desalojo solo que a bases de una estrategia alocada y a todas luces equivocada y en lugar de salir por la puerta,  completamente abierta,


pretendía hacerlo saltándose lo que para él debía ser una infinita pared de tres metros, coronada por un techo de concreto cuya perforación hubiera dado un buen trabajo al mismísimo Clark Kent entalegado en el uniforme de Superman.

Quise ayudarlo con una escoba. Lo empujé con cuidado pero logró escabullirse de nuevo y continuó con su inútil ejercicio de saltar contra la pared con la intención de destrozarla o de pasar por encima de ella.  Un poco confundido por su actitud  recordé a Biroco el más alto de mis compañeros de 7º quien resolvía sus diferencias con los sapos y los demás animalitos utilizando métodos criminales que hoy,  en los tiempos de la protección al medio ambiente,  le habrían valido como mínimo una demanda  ante la Corte Penal Internacional.

Reprendí el momento en que me vino a la cabeza Biroco y su salvajismo; y regrese a la realidad de mis pobres resultados en el prolongado operativo de desalojo, dejé las cosas como estaban confié en el que el tiempo haría su parte, y dejé al sapo en paz en su refugio.

Un buen día desapareció de mi vista y entonces respiré alivio, pues también declino la presión que me hacia la familia, dudo mucho que el sapo hubiera salido por un sitio diferente a la puerta, y no puedo dejar de  pensar en todo el tiempo perdido por él y de paso por mí, debido a su terquedad de tratar de salir por el lugar que no era; tampoco fue posible ignorar el número de personas   pertenecientes al género humano,  intelectual y evolucionado,   utilizan la estrategia sapuna de estrellarse  contra la pared dura de la terquedad sin concederse la opción  de mirar a otro lado y encontrar  lugares, villas, y caminos despejados a través de los cuales puedan iniciar su tránsito hacia la cumbre del ÉXITO.

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