martes, 28 de junio de 2022

Conexión inaudita entre un accidente y la iglesia San José

 

Serendipia es una de las más hermosas palabras del idioma español según varias páginas de internet que se han dado a la tarea de elaborar un listado en el que figuran además  melifluo, inefable, etéreo, limerencia, arrebol, iridiscencia, elocuencia, efímero e inmarcesible, entre otras.   

La selección tuvo en cuenta no sólo el significado sino también la sonoridad y la belleza intrínseca contenida en los vocablos.

¿Pero qué es una serendipia?   ¿Y qué tiene que ver con los vitrales de la iglesia San José?

Vamos por partes. En primer lugar, hablemos de ésta fuerte concursante del Miss Universo de las palabras. Primero digamos que al estudiar su origen descubrimos que es un aporte de la literatura al idioma. Se deriva del término inglés serendipity, acuñado por el escritor Horace Walpoleen 1754, quien lo tomó de un cuento tradicional persa llamado “los tres príncipes de Serendip” en el que los héroes, unos príncipes de la isla de Serendip solucionaban sus problemas a través de asombrosas casualidades.

Algunos inventos y descubrimientos científicos fueron obtenidos gracias a una feliz serendipia. Si ustedes se interesan en leer sobre los orígenes de la penicilina o del horno microondas, el teflón y la dinamita, me darán la razón.

Explicado de otra manera, serendipia es una versión sofisticada, estilizada y glamurosa de otras palabras con membresía en el proletariado lexical como chiripa y chiripazo, entre otras.

¿Pero, qué tiene que ver la serendipia con los hermosos vitrales que adornan la parte alta de la Iglesia San José de Maicao?

En primer lugar, quiero contarle que soy un ferviente admirador de la belleza, la arquitectura y la concepción artística que hay alrededor de los templos católicos. Pero debo confesarles, con el debido respeto, que mi preferido es la Iglesia San José de Maicao. Me gustan sus dos hermosas cúpulas color ladrillo, la textura de sus paredes, su acústica sacralizada, su amplio mezzanine, el tañido estentóreo de sus campanarios…pero, sobre todo, sobre todo sus vitrales de la Sagrada Familia, Santa Marta, la muerte de San José, el bautismo de Jesús…

Siempre me pregunté de dónde vinieron los vitrales, quién los trajo, cómo hicieron los sacerdotes y los feligreses para pagar el costo. ¿Sería acaso uno de los tantos aportes de los padres capuchinos?  ¿Habrán traído esas obras de arte de su amada Italia?

Los vitrales son muy costosos y por eso no es frecuente verlos en las iglesias. El padre Jefferson Ariza invirtióuna fortuna, provista por el Padre celestial, en instalar los de la Catedral Nuestra Señora de los Remedios y ahora que los está colocando en la parroquia de El Carmen en Maicao debe pagar trece millones de pesos por cada uno de ellos.

En la Iglesia San José hay más de diez vitrales, lo que significa que, a precios de hoy, la inversión fue bien generosa.

En estos días en que estoy investigando sobre un accidente aéreo relacionado con la historia de Maicao, llegó a mi grabadora una versión muy fuerte sobre el origen de los vitrales.

Según los hermanos Julia y Alberto García y la señora Isolda de Bueno, unos días después del accidente del avión Lokhed Super Constellation L1049 de la empresa venezolana Aeropostal, ocurrido en zona fronteriza entre Maicao y Venezuela, se presentó a la iglesia una señora vestida totalmente de negro quien expresó su voluntad de regalarle al templo lo que más necesitara. Lo hacía como un gesto de agradecimiento con los ciudadanos que colaboraron para rescatar el cuerpo y algunas pertenencias de su hijo fallecido en el siniestro. Dicha señora era la mamá de uno de los pilotos de la aeronave.

En su libreta de apuntes anotó lo que le habían pedido y…unos días después llegaron a Maicao los vitrales solicitados.

La serendipia me permitió descubrir una historia muy bonita sobre el origen de los vitrales, una historia mucho más bonita, por supuesto, que el accidente del avión de Aeropostal, de la cual les escribiré un día de éstos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante historia !

Anónimo dijo...

Hermosa historiana, magistralmente narrada

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