Serendipia es una de las más hermosas palabras del idioma español según varias páginas de internet que se han dado a la tarea de elaborar un listado en el que figuran además melifluo, inefable, etéreo, limerencia, arrebol, iridiscencia, elocuencia, efímero e inmarcesible, entre otras.
La selección tuvo en cuenta no sólo el significado sino también la sonoridad y la belleza intrínseca contenida en los vocablos.
¿Pero qué es una serendipia? ¿Y qué tiene que ver con los vitrales de la
iglesia San José?
Vamos por partes. En primer lugar, hablemos de ésta fuerte
concursante del Miss Universo de las palabras. Primero digamos que al estudiar
su origen descubrimos que es un aporte de la literatura al idioma. Se deriva
del término inglés serendipity,
acuñado por el escritor Horace Walpoleen 1754, quien lo tomó de un cuento
tradicional persa llamado “los tres príncipes de Serendip” en el que los héroes,
unos príncipes de la isla de Serendip solucionaban sus problemas a través de
asombrosas casualidades.
Algunos inventos y descubrimientos científicos fueron
obtenidos gracias a una feliz serendipia. Si ustedes se interesan en leer sobre
los orígenes de la penicilina o del horno microondas, el teflón y la dinamita,
me darán la razón.
Explicado de otra manera,
serendipia es una versión sofisticada, estilizada y glamurosa de otras palabras
con membresía en el proletariado lexical como chiripa y chiripazo, entre otras.
¿Pero, qué tiene que ver la
serendipia con los hermosos vitrales que adornan la parte alta de la Iglesia
San José de Maicao?
En primer lugar, quiero
contarle que soy un ferviente admirador de la belleza, la arquitectura y la
concepción artística que hay alrededor de los templos católicos. Pero debo
confesarles, con el debido respeto, que mi preferido es la Iglesia San José de
Maicao. Me gustan sus dos hermosas cúpulas color ladrillo, la textura de sus
paredes, su acústica sacralizada, su amplio mezzanine, el tañido estentóreo de
sus campanarios…pero, sobre todo, sobre todo sus vitrales de la Sagrada
Familia, Santa Marta, la muerte de San José, el bautismo de Jesús…
Siempre me pregunté de dónde
vinieron los vitrales, quién los trajo, cómo hicieron los sacerdotes y los
feligreses para pagar el costo. ¿Sería acaso uno de los tantos aportes de los
padres capuchinos? ¿Habrán traído esas
obras de arte de su amada Italia?
Los vitrales son muy
costosos y por eso no es frecuente verlos en las iglesias. El padre Jefferson
Ariza invirtióuna fortuna, provista por el Padre celestial, en instalar los de la Catedral
Nuestra Señora de los Remedios y ahora que los está colocando en la parroquia
de El Carmen en Maicao debe pagar trece millones de pesos por cada uno de
ellos.
En la Iglesia San José hay
más de diez vitrales, lo que significa que, a precios de hoy, la inversión fue
bien generosa.
En estos días en que estoy
investigando sobre un accidente aéreo relacionado con la historia de Maicao,
llegó a mi grabadora una versión muy fuerte sobre el origen de los vitrales.
Según los hermanos Julia y
Alberto García y la señora Isolda de Bueno, unos días después del accidente del
avión Lokhed Super Constellation L1049 de la empresa venezolana Aeropostal,
ocurrido en zona fronteriza entre Maicao y Venezuela, se presentó a la iglesia
una señora vestida totalmente de negro quien expresó su voluntad de regalarle
al templo lo que más necesitara. Lo hacía como un gesto de agradecimiento con los
ciudadanos que colaboraron para rescatar el cuerpo y algunas pertenencias de su
hijo fallecido en el siniestro. Dicha señora era la mamá de uno de los pilotos
de la aeronave.
En su libreta de apuntes
anotó lo que le habían pedido y…unos días después llegaron a Maicao los
vitrales solicitados.
La serendipia me permitió descubrir una historia muy bonita sobre el origen de los vitrales, una historia mucho más bonita, por supuesto, que el accidente del avión de Aeropostal, de la cual les escribiré un día de éstos.