Mostrando entradas con la etiqueta radio Almirante. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta radio Almirante. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de julio de 2023

El día en que Jaime Rengifo llegó a Radio Almirante

 

Foto de Causa Guajira, tomada de la hemeroteca de la Casa de la Cultura de Maicao

El día en que Jaime Rengifo emigró de Maicao a Riohacha   El 1 de diciembre de 1987 Jaime Rengifo inició un nuevo ciclo en su carrera profesional como periodista al pasar de la dirección general de la Voz de la Pampa en Maicao a director general de noticias de Radio Almirante en Riohacha.      

Era uno de los periodistas más importantes de La Guajira en ese momento y el cambio representaba un salto en su vida profesional. Años después regresaría a Maicao para trabajar en Olímpica Stéreo.         También trabajaría en Radio Península, Radio Delfín, Telecaribe y Yoruma Stéreo.       

Jaime Rangifo Junior fue asesinado el 29 de abril de 2003 en Maicao

viernes, 29 de abril de 2022

Ese doloroso día de abril

 Relato de un hecho que nos conmocionó desde los pies hasta el alma

Jaime Rengifo Ravelo conocido como Jaime Rengifo Junior

Era un martes de abril y la mañana avanzaba como cualquier otra
, pero no pasaría mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta de que ese ya no era un día tan parecido a los demás.   

Estábamos en las afueras de la Escuela Comunal El Carmen en donde las profesoras Pilar Antonia Ojeda y Belinda Bermúdez  hacían lo posible por imponer el orden en medio de centenares de niños y niñas que llegaban apresurados para ingresar a sus salones de clases.

Te invitamos a leer también:  Jaime Rengifo, el periodista de las asambleas multitudinarias

En medio del tumulto sentí la voz de Jhon Jairo Zárate, quien me llamaba desesperado y desde lejos me decía algo que no alcanzaba a escuchar. Su voz se ahogaba en medio de la algarabía de los estudiantes, las bocinas de los vehículos que intentaban abrirse paso en medio de la multitud y la voz de los vendedores que ofrecían sus productos.

Entonces los dos avanzamos, el uno en busca del otro y, cuando estuvimos cerca, me dijo al oído una noticia que me dejó devastado.

Maicao estaba atravesando por lúgubre días por cuenta de su ancestral violencia en la que se contaban las cruentas guerras entre familias, la presencia de bandas criminales y el accionar de grupos paramilitares.  Además, ese fin de semana habían fallecido dos personas muy populares en la ciudad.

Te invitamos a leer también: Los crímenes que han conmocionado a Maicao

En Barranquilla había muerto el representante a la Cámara Eloy Segundo Hernández,  una persona muy querida en el pueblo por su talante de amigo de sus amigos empresario y buen servidor público; en Venezuela  había muerto el folclorista y comerciante Tony Sierra, quien además era hermano de Daissy Hernández, presidenta del Concejo Municipal, quien se perfilaba como una de las más fuertes candidatas a la alcaldía. 

Con esos antecedentes, además del sufrimiento personal que experimentaba por  el grave estado de salud de mi padre, la noticia que mi amigo y vecino me daba con su voz entrecortada por el asombro y la desesperación me dejaron sumido en la más profunda tristeza, de la cual sólo pude reaccionar unos segundos después con las tres palabras escépticas de quienes no pueden aceptar la crudeza de una realidad

-No puede ser

Las informaciones comenzaron a llegar de forma atropellada: un solo disparo, el atentado fue allá donde él vivía, no se sabe quién fue…etc.

Ese martes 29 de abril de 2003 a las 6 de la mañana un solitario asesino, disparó un solo tiro para acabar  con la vida del periodista Jaime Rengifo Junior, el abanderado de las denuncias y de las causas sociales en los programas de opinión durante más de un cuarto de siglo en Maicao.

Había llegado en 1976 procedente de su Valle del Cauca natal. Al principio desempeñaba oficios varios y un día tocó las puertas de Radio Península para pedir trabajo “en lo que sea”, pero al poco tiempo estaba metido en la cabina, delante del micrófono al frente de un programa de opinión en el que hablaba de lo divino y de lo humano.

Al principio tuvo un programa de variedades llamado Primer Plano, el cual se transmitía a las cinco de la tarde en el cual hablaba de música, cine (una de sus pasiones) y una que otra noticia.  Pero con los años fue subiendo el tono de su aguerrida labor periodística. Llegó a los noticieros de Radio Almirante y Radio Península en donde fue una figura visible.  Una característica era bien visible en su estilo: la crítica mordaz a los funcionarios, a las empresas de servicios públicos y a las fuerzas del orden cuando éstas no cumplían con su deber.

Una de sus mejores épocas las vivió como lector de noticias del Noticiero Caracol en Radio 560 La Voz de la Pampa, al lado de Eliécer Jiménez, Alcides Alfaro y Carlos Serrano Cotes. Su voz le daba un sello de veracidad a la noticia, su análisis era crítico y certero y su manejo de las entrevistas era respetuoso pero al mismo tiempo frontal para hacer las preguntas que nadie se atrevía a hacer.

Eliécer Jiménez  también era un periodista muy crítico y asume que también él hubiera corrido la misma suerte de su amigo de no haberse exiliado en Suiza, donde hoy reside.    Con estas palabras recuerda a Jaime Rengifo:

“Admiré a Jaime por toda su entrega en defensa de la comunidad, de las clases nobles, a través de la denuncia…nos duele la temprana y violenta partida de Jaime”

El punto cumbre de la carrera de Jaime Rengifo llegó en el siglo XXI cuando se dedicó por entero a dirigir programas de opinión en los cuales la crítica abierta, frontal y sin excepciones le permitió adquirir una credibilidad amplia en la ciudadanía.

En el año 2002 Jaime arreció sus críticas contra todo el que lastimara los intereses de la comunidad. Tan valerosas eran sus denuncias que en las calles de Maicao comenzó a escucharse una frase, muchas veces repetidas:

“Ojalá no vayan a matar a Jaime Rengifo”

Y el mismo Jaime Rengifo alcanzó a comentar: “Yo sé que a mí me van a matar, pero nuca callaré mis denuncias”

Y aunque sus amigos se lo pedían Jaime nunca tomó muchas precauciones, excepto encerrarse en el hotel Venecia en donde vivía y salir sólo para lo necesario, como ir a la emisora o visitar a sus anunciadores.

Pero el hotel era un sitio abierto al público. Y en ese hotel se hospedó el criminal en la noche del 28 de abril, con el fin de asesinarlo al día siguiente. Y así ocurrieron los hechos. Ese día Jaime no fue a la emisora porque no hubo servicio de energía eléctrica, así que el asesino actuó en la recepción del hotel. Le disparó a su víctima por la espalda, una sola vez, a la hora en que Jaime se tomaba el primer tinto del día y el último de su vida.

El sepelio fue multitudinario. Laida Magdaniel, la administradora del camposanto recuerda que nunca en la vida ha visto más gente en el sepelio de una persona.

Cuando el féretro salió de la iglesia San José un espontáneo dijo: “No lo vamos a llevar en carro, sino en el hombro”

Y así, en el hombro fue llevado desde la Iglesia San José hasta el Cementerio Colombo Árabe. Fue el homenaje final y único que el pueblo le hizo al defensor de sus derechos.

jueves, 25 de julio de 2019

Marcos Barros Pinedo: el niño que leía periódicos


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Les voy a contar la historia de un niño muy niño que, en vez de jugar fútbol, como todos los demás de la cuadra, se dedicaba era...a leer los periódicos del día.    Imagínense esta escena en la Riohacha de finales de los cincuenta en la casa de Santander Brito, alguien que había creado el hábito de leerse todos los días los dos periódicos más importantes del país: EL TIEMPO y EL ESPECTADOR.  Uno de los muchachos del barrio se le sentaba al lado y, tomaba el periódico que estaba desocupado y lo despachaba desde la primera página hasta la última; desde la portada hasta los clasificados; desde las tiras cómicas hasta los avisos clasificados. 


Te invitamos a leer también: 

Un grato recuerdo del fútbol y de familia


Con el tiempo infante aprendió a leer más rápido que el adulto y, después de terminar con el diario que en suerte le había correspondido, se concentraba en observar a su benefactor como rogándole con la mirada    "termine rápido para leerme ese otro periódico".     

Parecía a esos niños que terminan de desayunar y se quedan a la mesa para ver si su papá le deja un trozo de la carne que aún queda en su plato o al menos el codiciado medio jarro de avena que aún no ha consumido. Santander miraba de reojo a su acompañante y le pasaba la sección de deportes, mientras él terminaba de leer las noticias y editoriales de la página principal.  

El niño creció y más adelante se encontró con un profesor que potenciaría sus habilidades comunicativas. Se trata de Dencil Escolar, quien lo animaba a leer no sólo periódicos sino libros que el mismo le recomendaba. Después le preguntaba sobre los personajes, la forma en que vestían, cómo caminaban, de qué color era su caballo, cuántas ciudades había visitado y en qué años. Lo anterior le sirvió al alumno no solo para consolidar su hábito de lector impenitente sino para desarrollar una memoria prodigiosa, capaz de guardar los más pequeños detalles de lo que leía y de lo que ocurría a su alrededor. Su amor por la lectura le sirvió para enamorarse del periodismo. Bueno, en cierto sentido no ha sido solo amor sino casi una enfermedad de la que no quiere curarse.  

¿Saben de quién estamos hablando?   Ni más ni menos que de Marcos Antonio Barros Pinedo, uno de los más destacados periodistas de La Guajira. El mismo que ha trabajado en todos los periódicos y emisoras  de La Guajira desde 1.963 hasta la fecha, el que ha entrevistado a todos los gobernadores y alcaldes, el que ha prendido su grabadora para captar la voz de personalidades como los presidentes Julio César Turbay y Juan Manuel Santos, a los exministros Nohemí Sanín y Andrés Felipe Arias, a casi todos los deportistas famosos de Colombia, a Ingrid Betancur y al inmolado líder Luis Carlos Galán Sarmiento, la cual publicara completa en el periódico EL NUEVO  de Carlos Herrera Fernández. 

Te invitamos a leer también: La veeduría integral

De sus aventuras periodísticas recuerda trabajos publicados en Despertar Peninsular periódico de Carlos Serrano Cotes, que tenía su sede en Maicao. También sus escritos en Guajira Gráfica de Germán Rojas y Causa Guajira, de Pepe Palacios.  

Trabajó en Radio Almirante de Riohacha y en Radio Península de Maicao en donde dirigió el legendario programa deportivo "Península y los Deportes".  En Radio Delfín fue el periodista que inauguró los espacios noticiosos por allá en 1.986 con la dirección de Emiliano J. Pacheco y en compañía de su amigo de toda la vida Charles Dawn Calderón.  

Su característica principal ha sido la de serle fiel a los dictados de su conciencia, por eso llama blanco a lo que es blanco y negro a lo que es negro. Le dice bueno a lo que es bueno y malo a lo que es malo.  Esto le ha servido para dos cosas: para ganarse el respeto que siempre ha tenido y para ser blanco de las antipatías de algunas personas que han sido objeto de sus críticas.  

Sus momentos más tristes en el periodismo han sido aquellos en que el deber lo ha llamado a cubrir noticias sobre accidentes u homicidios en los que las víctimas ha sido amigos suyos. Recuerda por ejemplo el 25 de julio de 1.985 cuando se sentó a escribir una crónica sobre el accidente del avión FAC-902 de la Fuerza Aérea Colombiana en Leticia, en el cual perdieron la vida 81 personas, entre ellas el dirigente deportivo maicaero Hernando René Urrea Acosta y su esposa Alba Luz Tamayo.  Ese día Marcos debería estar muy contento porque cumplía años, pero debió cumplir con la triste tarea de registrar para la historia los pormenores de una tragedia que enlutó a La Guajira y al país.  

A lo largo de su carrera ha trabajado en todos los medios: prensa escrita, radio, televisión e internet. En la actualidad presta sus servicios a Uniguajira Estéreo y al Noticiero de Guajira Estéreo. Y todos los días publica deliciosas píldoras históricas en sus redes sociales, especialmente en Facebook, en las cuales revela otra de sus facetas, como lo es la de historiador de las cotidianidades que vivió como ciudadano y reportero.  

Marcos Antonio Barros Pinedo nació el 25 de julio de 1.947 y comenzó a hacer periodismo en 1.963 cuando solo tenía 17 años de edad.  Es una enciclopedia humana, una biblioteca ambulante, una memoria de las que ya no vienen, un periodista de los que no aprendió a hacer otra cosa que a hacer periodismo con ética y honestidad. Por eso siempre mantuvo la carta de renuncia a la mano, para no dejarse imponer el criterio de los dueños de los medios y para vivir con la frente en alto y ser el orgullo de sus hijos.  

Esta no es una crónica sobre la vida de Marcos, ni más faltaba que alguien pudiera hacerle una buena crónica al mejor cronista. Pero sí es un humilde reconocimiento a quien, en La Guajira, tierra donde las cosas no son fáciles y menos si se trata de ejercer el periodismo, ha dejado una huella como persona de bien y como profesional íntegro.  

Y pare de contar... 

martes, 22 de julio de 2008

Un año del viaje de Jairo Romero hacia la eternidad

Nota de la Redacción: el 22 de julio del año 2007 falleció Jairo Romerovíctima de una complicada enfermedad que en poco tiempo consumió su salud. Ese día nuestro periodista Alejandro Rutto, con la pluma aún afectada por el dolor y la nostalgia, escribió para el diario El Informador de Santa Marta. Hoy repreducimos ese brillante trabajo periodístico por el valor que cobra al cumplirse el primer aniversario de la partida de uno de los mejores periodistas en la historia de La Guajira ..
Un escenario es éste, conocido por todos, en el que habitamos los mortales comunes y corrientes y en donde estaremos hasta el día en que la misericordia y generosidad del Creador así lo determine. Otro contexto es el de la leyenda, en donde solo se admiten seres privilegiados, protagonistas de gestos de grandezas, de hazañas inigualables, de actuaciones fuera de lo común.

Jairo Romero era una leyenda desde el día luminoso en que tomó la decisión audaz de romper con el periodismo común y se dedicó a explorar con denuedo en la entraña misma de los sucesos, a auscultar en profundidad el alma y el sentimiento de los protagonistas, a hacer el necesario viaje hacia los detalles que para todos los demás pasaban desapercibidos.

Desde el pasado domingo abandonó prematuramente esta comarca de luces y sombras en donde la vida es temporal y finita, para quedarse de manera definitiva en el país de la inmortalidad a donde llegó precedido de sus sueños elevados, de sus realizaciones maravillosas, de sus preceptos inquebrantables. La vida me permitió conocer a Jairo Romero a través de su voz. Yo era un asiduo oyente de sus transmisiones deportivas a través de radio Almirante.

En las tardes calurosas de mis domingos monótonos mi programa preferido era escucharlo a él y a Eladio Narváez cuando narraban desde el estadio Calancala (o desde cualquier otro escenario) las hazañas del Deportivo Riohacha en su extraordinaria temporada de 1983 en el torneo de la Segunda División -hoy primera C-. El cuadro guajiro vencía a uno de sus rivales y con esa misma facilidad la dupla narrador-comentarista nos relataban los goles de Teddy Orozco y Víctor “Sapuca” Hernández; las proyecciones letales de Jairo Pinto; la marcación impecable de Edgar Almazo y Osmani Gómez; las atajadas impresionantes de Nilson Martínez.

Nuestro viejo estadio San José de Maicao, sede en otros tiempos de las proezas del fútbol de la frontera se encontraba desolado: sin alma, sin acción y, sobre todo, sin fútbol. Poco a poco los muchachos de la cuadra se hicieron fanáticos del equipo de Riohacha pero Luis Octavio Cruz (uno de mis hermanos de sueños) y yo, teníamos otros héroes: «yo quiero narrar como Eladio» me dijo un día mi amigo, y entonces yo me sentí en total libertad para decir: «y yo quiero comentar como Jairo». La vida da muchas vueltas y si uno se descuida, los sueños se hacen realidad.

Eso me ocurrió a mí el 7 de julio de 1985 cuando el profesor Orlando Cuello, Coordinador de Radio Península me dio la oportunidad de participar en mi primera transmisión deportiva. Jugaba el Deportivo Maicao frente a Junior (el poderoso Junior de Otón Alberto Dacunha) y el profe Cuello nos pidió que narráramos el partido. «Eso sí, como ustedes son nuevos, van a alternar con dos compañeros que ya tienen recorrido» Y, para sorpresa nuestra esos compañeros, resultaron ser, precisamente, Eladio Narváez y Jairo Romero.

Las cosas salieron a la perfección y en adelante pudimos caminar solos, aunque nuestros amigos siempre estuvieron dispuestos a aconsejarnos y a hacernos compañía cuantas veces los necesitáramos. Yo los miraba a mi lado, en la polvorienta pista atlética de nuestro vetusto estadio y no me lo creía. Pero allí estaba Eladio, y allí estaba Jairo, con su palabra fácil, su verbo exacto, su comentario preciso, su alegría innata, su léxico extenso. Y a su lado estaba yo, con la boca abierta y el pecho lleno de orgullo por la oportunidad de compartir aquel momento con mi héroe, con mi maestro.

Mi memoria me dice que el Deportivo Maicao, con un gol en el último suspiro empató uno a uno y ese día la hinchada rojinegra fue la más feliz del mundo. Y yo, el comentarista más anonadado del planeta. Hoy, veintidós años después, las noticias me quieren llenar el corazón de tristeza, pero entonces me imagino a Jairo Romero llegando al país recóndito de la inmortalidad en donde debe cumplir una cita con el destino, cita que sólo le está reservada a quienes día a día labran el presente y construyen el futuro.

Analytic