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domingo, 22 de octubre de 2023

José Luis Palmar Díaz, el pintor que captura los colores de La Guajira (Cuarto capítulo)



Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del capítulo anterior: José Luis Palmar es llamado de manera urgente a la oficina del coordinador del colegio. El nerviosismo se apoderó de él, no tanto por la cita, sino por la persona que le hacía del llamado.  Era una persona muy correcta, pero…tenía ansiedad.  ¿Qué error habría cometido sin darse cuenta? 

Capítulo cuatro: Primer cuadro, arte de exportación

No pasaba nada malo, le informaron. Tan sólo había sido incluido en un plan importante del colegio. Los sacerdotes capuchinos, muy relacionados con el plantel viajaban a Italia y querían llevarse algunos detalles para su país.

Las directivas del colegio recolectaron artesanías del pueblo wayüu y quisieron incluir en los regalos algo que llevara la marca del colegio. Por eso seleccionaron a los mejores artistas con el fin de que cada uno de ellos aplicara su talento para plasmar en el lienzo un paisaje típico de Riohacha para adornar algún monasterio o iglesia en Roma, a donde regresaban los sacerdotes.

Algunos de los muchachos fueron llevados a la Laguna Salá y otros al Riíto. A José Luis lo llevaron a la punta del muelle para que dibujara el Palacio Intendencial desde esa posición. Trabajó con paciencia como siempre lo hacía para abarcar todos los detalles. Estaba a cierta distancia prudente, lo que le permitía incluir una parte del muelle, el mar y las palmeras en su dibujo.  

Ahí estaba el mar, el hermoso mar que siempre le llamó la atención en Puerto López, con su blanca espuma, sus aguas verdeazuladas y pájaros que volaban en perfecta formación como aviones que van en misión especial hacia alguno de los puntos cardinales del mundo.

Al terminar su primer cuadro recibió la aprobación del maestro maya y el día de la despedida de los religiosos fue premiado con elogiosas palabras sobre su talento. 

Uno de ellos se emocionó y no ahorró palabras para agradecerle y animarlo:

-         * Sei un artista molto bravo, un giorno la gente parlerà molto di te, sei fantastico. Congratulazioni e continua a dipingere con entusiasmo, tratta bene il pennello e funzionerà per te (*Eres un artista buenísimo, algún día se va a hablar mucho de ti, eres grande. Felicitaciones y continúa pintando con ganas, trata bien el pincel y él trabajará para ti)

Esa fue la primera obra de José Luis, sólo pudo disfrutar de la imagen y del olor a pintura fresca unas pocas horas porque después era empacada y transportada al otro lado del océano, por pura casualidad, hacia Italia, cuna de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, dos de sus grandes referentes.

-         ¿Se supo algo del cuadro después del viaje de los sacerdotes?

-         "Nunca más me volvieron a decir nada. Si aún existe debe estar en alguna casa cural o en el monasterio. Espero que no se haya perdido en un trasteo o que lo hayan abandonado en un rincón, como a veces sucede".

Para ese tiempo José Luis y su familia se habían trasladado a Maicao, a una casa ubicada en la calle 12, en donde hoy en día funciona la Librería Tauro, permanecía en Riohacha hasta el viernes y se regresaba. Volvía el lunes para sus clases.

Después de esa experiencia vinieron otras hermosas pinturas en las que plasmó los jagüeyes de la Media y la Alta Guajira, con todo el ecosistema que los rodea: árboles semidesnudos, pájaros inquietos, animales que beben con ansiedad y personas que transportan el agua hasta las rancherías, además del barro agrietado de los bordes.

También pintó el paisaje verde, tupido, fresco de El Silencio, el cual decoró con la sonrisa de las personas que disfrutaban de un día de paseo en uno de los lugares más hermosos de La Guajira.

José Luis terminó sus estudios en la Divina Pastora, se graduó como bachiller y se trasladó de manera definitiva a Maicao.   Sin embargo, al preguntarle sobre quiénes son sus mejores amigos, demuestra tener el cordón umbilical de su identidad arraigado en Riohacha:

-Mis mejores amigos son rosados (sonríe),  me refiero a Polaco Rosado y Jairo Rosado. Como ellos no hay nadie. Son mis hermanos.   En Maicao hice gran amistad con José Bolívar Padilla, es otro de los hermanos que la vida me ha regalado. Algunas veces pasé largas horas en su casa conversando con él y hasta hice uso de su taller en alguna ocasión.  Complementa la lista de sus buenos amigos Esdras Sará, artista de tiempo completo como él.

En Maicao tiene muchas amistades y sigue en su afición por el fútbol, en equipos como Farmacia Central y Colegio San José en el que se desempeñaba como volante. El arte y el deporte le permitió conocer a muchas personas.

En esos días, durante un paseo por la calle 15, le bendita calle 15, se encontró con alguien que lo puso a temblar…

Todo parecía llenarlo en la vida, su arte, los estudios y el deporte. Además de sus hermanos José Ramón, Angélica, Carmen, Límbano y Juan.

Pero después conoció a alguien que le cambiaría dramáticamente la vida. Alguien que le hizo temblar hasta la voz. 

Leer el episodio final de esta emocionante serie

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