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lunes, 28 de marzo de 2022

La apuesta de Manaure (Primera parte)


 Escrito por:
Miguel Calderón Guerra

Ese día Luis Augusto se levantó con muchas ganas de cumplirle la promesa a su amiga Isabel a quien no veía desde mucho tiempo atrás. La había localizado por redes sociales y de esa manera supo que vivía en Manaure junto a su hija, en una casa algo apartada del pueblo. Ambos tenían ganas de reencontrarse, así que él le prometió que pasaría a saludarla cuando se le diera la oportunidad.

Leer la segunda parte de La apuesta de Manaure

La vida de Luis Augusto era un torbellino de acciones en sus ocupaciones como gerente de ventas de una prestigiosa firma, dentro de la cual había ganado cierto estatus, pero se había concentrado tanto en el trabajo que ahora era una persona solitaria, sus días y sus noches giraban alrededor de los compromisos de trabajo y había dejado en el olvido a los amigos y a la mayor parte de sus conocidos.

Le había prometido a Isabel que la visitaría ese sábado en la mañana.

-“Pero sólo puedo estar allá un rato, hasta el mediodía” le había dicho

-¿Hasta el mediodía?, me parece muy corta esa visita después de tanto tiempo, espero que cuando llegues cambies de opinión.

-No creo, pero nos vemos el sábado

El sábado llego y Luis Augusto emprendió el viaje hacia Manaure.  Se detuvo en Uribia en donde compró una canasta de peras y manzanas, las frutas preferidas de Isabel. Llegó a las 9 en punto de la mañana a la dirección indicada.

Isabel lo esperaba con alegría, aunque vestida como hija de vecina, sin muchos arreglos personales ni maquillaje. Una gran alegría se apoderó de la casa, una estancia amplia con una sala bien decorada y un piso blanco y pulcro.

-Bienvenido a tu casa, aquí puedes venir cuantas veces quieras para que te libres por un rato de ese trabajo que te ha hecho rico pero que te está envejeciendo antes de tiempo

- Gracias Isabel, gracias, pero no tienes que insultarme para brindar tu hospitalidad. Tú no cambias, esa lengua tuya es muy brava.

En ese momento salió del cuarto una joven de cabello ensortijado, mitad castaño y mitad rubio

-Te presento a mi hija Yadelis

- Mucho gusto Yadelis

-El placer es mío Luis Augusto, soy su nueva amiga y con mugo gusto

Los tres rieron a carcajadas para celebrar la rima en que se había convertido aquel saludo

Se sentaron en los puestos de la cabecera de una mesa de madera de guayacán de ocho puestos bajo el techo fresco de un quiosco de palma. Trajeron una jarra de agua de panela y le bajaron el volumen al radio en el que se escuchaban canciones vallenatas.

El resto del tiempo la pasaron recordando las buenas épocas de la primaria y de la secundaria en el Gimnasio Girardot.   Se rieron al recordar las travesuras del “Canillón” Rodríguez, de Paulino Polo de “Abecedario” Quintana y de las ocurrencias del profesor Eudilio Duarte, quien recorría los pasillos jugando al yoyo, pero con disimulo cuidaba de que todo estuviera en orden.

De pronto Isabel hizo remembranza de  uno de sus recuerdos más impactantes de los tiempos de la primaria

Continuará

Leer la segunda parte de La apuesta de Manaure

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