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viernes, 25 de marzo de 2022

La edad dorada de la radio (primera parte)

 Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Por aquellos tiempos la radio de Maicao era una nota: eran dos emisoras con una amplia cobertura, unos programas maravillosos y unas voces, lo mejor eran las voces. El director técnico de esas dos estilizadas orquestas llamadas Radio Península  y Radio Tribuna era un caballero llamado Arnoldo Zapata, cuya vida era un continuo vaivén entre su laboratorio de productos médicos y sus emisoras.  El primero era su vida, su trabajo y el inicio de su prosperidad. Las emisoras eran, además de empresas, su juguete de niño grande.

El señor Zapata quería que sus emisoras fueran los mejores en todo sentido, por eso se preocupó por tener unos modernos estudios dentro de los cuales había un hermoso radioteatro en el cual las nuevas promociones de músicos, cantantes y declamadores podían mostrar sus talentos. Además unos recursos técnicos extraordinarios. Radio Península contaba con 50 Kilovatios, una potencia descomunal que le permitía ser sintonizada como si fuera local en todo el Caribe, la región occidental de Venezuela, las Antillas y parte del interior del país.

Pero lo mejor de la emisora eran sus locutores, profesionales del micrófono cuyas voces fuertes como el treno y bien moduladas como la de los cantantes egresados de una academia de canto.

Una vez me di a la tarea de tomar dos radios y de sintonizar en uno de ellos a Radio Península y en el otro iba cambiando de Radio Sutatenza, después a Caracol, luego a Radio Guatapurí y más adelante a Radio Libertad.    La conclusión del estudio comparativo realizado a mis diez años de edad me dio como resultado llegar a la conclusión de que teníamos en nuestro pueblo amado la mejor de todas las emisoras.

Atraídos por la potencia de la emisora y por la fama de ciudad próspera que tenía Maicao, llegaron a la cabina de la calle 13 locutores y periodistas de la talla de Ignacio Ramírez Pinzón, Guillermo Alfonso Mejía, Tulio Pizarro Herrera y Raúl Comas, quienes eran profesionales consagrados y con  una fuerte  presencia  en los medios nacionales.    

Tulio Pizarro Herrera

Ignacio y Guillermo Alfonso ya eran figuras de talla nacional y no tuvieron ningún impedimento en venirse a estas tierras de vientos fuertes y arena incandescente para hacer parte de uno de los mejores equipos que haya tenido la radio en todos los tiempos. Tulio Pizarro y Raúl Comas dejaron a su natal barranquilla y emprendieron el duro y casi eterno viaje para establecerse en Maicao y dedicarse a ejercer las tres funciones más importantes de la radio (de la buena radio): divertir, educar e informar.

Ignacio Ramírez Pinzón

Junto a los ya mencionados titanes de la radio acudieron otros portentos de la locución y el periodismo, como Jaime Rengifo, quien atravesó más de medio país (desde su natal Palmira, en el Valle del Cauca) para convertirse en uno de los hombres de la radio más riguroso en sus críticas a las autoridades y entes gubernamentales cuando consideraba que éstos fallaban en el cumplimiento de sus responsabilidades. Debo decir con tristeza que su estilo acucioso y su valentía para denunciar lo que no estuviera bien hecho, le granjeó varios enemigos uno de los cuáles dio la orden para que fuera asesinado en el año 2003.

Uno de los más recordados entre los pioneros es Roberto Enrique Pineda, por su prudencia, tono de voz y defensa de las causas sociales.  La gente de Maicao y sus alrededores certificaba un hecho como verdadero cuando Roberto Enrique Pineda presentaba la noticia sobre el mismo.  

Roberto Enrique Pineda

La frase con que se cerraban todas las discusiones en las esquinas era ésta:

-“Eso es verdad, lo dijo Pineda en la emisora”  

Roberto tuvo una gran longevidad periodística: durante 41 años contados desde 1969 cuando comenzó su trabajo hasta el 2010 cuando Dios los llamó a su presencia estuvo al frente de un micrófono para dar las noticias con el encabezado que era su marca personal: “Atención Maicao”

Vamos bien, por ahora he mencionado a varios de nuestros más amados locutores y periodistas, pero apenas estamos comenzando.

¿Qué tal si me tienen paciencia y esperan las demás ediciones de esta interesante serie?

Leer la segunda parte de La edad dorada de la radio de Maicao

lunes, 8 de julio de 2013

El Maicao que me gusta

Por: Alejandro Rutto Martinez

El recuerdo del Maicao peligroso en que cada mañana anunciaban por la radio que habían amanecido cinco o seis muertos, no me gusta. El Maicao de las calles llena de barro y lodo, fuentes de mosquitos y enfermedades, tampoco me gusta. El Maicao de los tiros al aire para celebrar cualquier acontecimiento no me gusta para nada como tampoco el de las sequías prolongadas en el que la ciudad se divide en dos: los que tienen plata para comprar el agua a los carro tanques y los que no tienen agua ni para remedio.

 No me gusta el Maicao del matadero antihigiénico ni el de sus calles y andenes repletos de basura, por que a algunos no se le ocurre mejor idea que tirar los desechos del comercio en la vía pública. No me gusta el Maicao de las bocinas estridentes, de los carros parqueados en cualquier lugar y el de los caminantes sin espacio para andar. Les soy sincero, el Maicao anteriormente descrito no me gusta y creo que tampoco le gusta a la mayoría de sus habitantes.

Si por casualidad usted alguna vez visitó la tierra “del ensueño de mi edad primera” y en su mente y sus pensamientos quedaron las imágenes que hemos relatado, déjeme decirle que usted no conoce aún al verdadero Maicao. Por eso se me ocurre que es mi deber hablarle del Maicao que a mí me gusta, al que amo y por el que tengo una “traga” parecida a la del adolescente por la primera mujer que ha sido capaz de moverle el piso y las hormonas. En primer lugar me gusta el Maicao de las algarabías infantiles en la puerta de los colegios.

Soy feliz situándome en la acera del frente, a la hora de la entrada o de la salida y ver ese desfile de pequeños ángeles con rostro humano y escucharlos en el infinito compartir de sus sueños, de sus dulces travesuras, de sus increíbles ilusiones y de sus pequeñas disputas y su inexplicable capacidad para comer mango viche con sal y limón.

Cuando veo la puerta de las escuelas convertidas en un hormiguero o humano, sonrío convencido de que Dios no se ha aburrido todavía de la humanidad y tampoco de Maicao.

 Me gusta el Maicao de los periodistas legendarios, algunos de los cuales disfrutan de un lugar en su morada de la eternidad, pero aún así resisten a los embates del olvido. Recuerdo sus voces torneadas por la experiencia de miles de horas al aire y su olfato para encontrar la noticia aunque estuviera escondida debajo de las piedras a orillas de la laguna de Majupay o en las profundidades de una pegajosa canción de Roberto Solano.

 Me gusta, a propósito el Maicao que por años fue casa del maestro Carlos Huertas y cuna de sus hijos. Me gusta el Maicao, vuelve y juega, de Roberto Solano y Mario Valdelamar. El Maicao en el que se incubaron buena parte de los versos primigenios de Víctor Bravo y en donde Abel Medina decidió un día que su pluma servía no solo para enhebrar historias sino para auscultar en la historia del vallenato.

 Me gusta el Maicao de las tertulias matinales en las esquinas de los barrios en las que, aún antes de que el sol derrame su poderosa luz desde el oriente, los vecinos se encuentran para hablar de esto y de aquello y de éstos y de aquellos. Conversaciones familiares y comunitarias de las que casi no se ven en los tiempos del internet y de los celulares. Conversaciones en las que junto a la olla de café humeante se arreglan buena parte de los problemas de Maicao y del mundo.

Este Maicao, el del celo intensamente azul, el de su cultura variopinta, el de los tres idiomas el de la limonada fría en frascos de vidrio y el tinto durante las veinticuatro horas del día, es el que a mí me gusta. Y por el que tengo una “traga” parecida a la del que se enamora por primera vez.


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martes, 9 de marzo de 2010

Roberto Enrique Pinda: apuntes biográficos

Por: Alejandro Rutto Martínez
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Roberto Enrique Pineda Lengua nació en Chimichagua, departamento del Cesar, el 27 de noviembre de 1.945 en el hogar conformado por Heliécer Pineda Palomino y doña Cristina Lengua Amarís. De su señor padre, quien fue juez de la república y corresponsal de EL ESPECTADOR aprendió el amor a la lectura y a una profesión a la cual prácticamente le dedicaría toda su vida.

Después de culminar la secundaria siguió los consejos de doña Cristina quien le insistía una y otra vez: “Estudie para que sea alguien en la vida”. Se presentó a un instituto, terminó sus estudios y en 1.967 se trasladó a Venezuela en donde un familiar le había prometido conseguirle trabajo en esta área. Sin embargo, una vez en el vecino país se encontró que el prometido trabajo era en una Serviteca y no propiamente como contabilista sino como lavador de carros. No duró mucho tiempo allá antes de regresar de nuevo a su país. Llegó a Maicao en donde consiguió trabajo de contabilista en el colegio Gimnasio Girardot y como profesor de primaria en el Colegio Colombo Venezolano.

Comenzó 1.968 y por esos días Domingo Ocando, un empresario que deseaba agradecer a Maicao lo mucho que este pueblo le había dado, fundaba la emisora “Ondas de Maicao”, y estaba formando el equipo de locutores y periodistas que lo acompañaría en la singular aventura. Roberto se presentó ante el dueño de la emisora y tras superar las pruebas a la que fue sometido fue contratado con la condición de que sacara la licencia de locución lo más pronto posible. El propio Ocando le facilitaría los medios para gestionar este documento en Bogotá y, a su regreso, comenzó sus labores.

Como parte de su trabajo debió entrevistar a las candidatas del carnaval y con una de ellas tuvo una bella amistad que pasó a convertirse en noviazgo y luego en un matriminio para toda la vida. Aquella muchacha era Reina Murieles, quien sería la compañera de toda su vida y la madre de sus hijos, la fuente de su inspiración y de fortaleza para lo que sería una dilatada carrera en los medios.

De Ondas de Maicao pasó a la Radio de Barranquilla en donde estuvo en las más importantes emisoras de la época. Luego regresaría a Radio Península en Maicao y un poco después a Radio Reloj y Radio Guatapurí de Valledupar. Esporádicamente trabajó en Ondas de Riohacha y Radio Almirante de Riohacha.

Sin embargo Roberto tenía sus raíces y siempre regresaba a Maicao. En su retorno definitivo, luego de una nueva incursión por la radio barranquillera, fundó el noticiero de la emisora del Ejército Nacional y creó, dirigió y presentó un noticiero en el canal comunitario de televisión Telecosta en lo que sería, prácticamente, su única participación en un medio diferente a la radio.

A lo largo de su vida como periodista y hombre público Roberto fue cofundador del Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja de Maicao y trabajó al lado de voces que marcaron una época en la radio colombiana: Tulio Pizarro, Raúl Comas, Carlos Serrano, Julio César Campanella, Jorge Ochoa y Carlos serrano. Sin proponérselo creó también una escuela y un estilo de periodismo entre cuyos discípulos se encuentran Harvey Cuesta, Alcides Alfaro, Ernesto Acosta y Alejandro Rutto Martínez.

La voz de Roberto se apaga y sus ojos se cierran. También se dobla una de las páginas finales del libro de su vida pero comienzan a escribirse las primeras líneas del nuevo libro: el de la vida de Roberto pineda, como habitante de la leyenda y como protagonista de la historia, en la cual tiene un lugar muy especial.

lunes, 8 de marzo de 2010

Roberto Enrique Pineda: In memorian

Por: José Carlos Molina

La primera vez que vi a mi amigo ROBERTO PINEDA, fue a mediado de la década de los años 70, no recuerdo exactamente el año, ni el mes, pero debió ser un viernes por la mañana. Fue en una entrevista que le realizó en su acostumbrado noticiero matutino, a unos Boxeadores aficionados que tenían gran reconocimiento en la ciudad, no solo por su calidad profesional, sino, por ser hermanos de Antonio Cervantes Kit Pambelé (José “Pambelito” Cervantes) y Rodrigo “Roky” Valdez, (Alfredo Pitalua). Después, esos boxeadores representarían a la Guajira en un torneo nacional aficionado.

Yo había llegado a la emisora con los boxeadores el día de la entrevista, porque vivía al lado del gimnasio donde entrenaba todas los días y me había ganado la amistad de los atletas a pesar de mi corta edad; ellos en un gesto de cariño me llevaron a conocer la emisora. Nunca había visto a Roberto, siempre lo escuchaba por las mañanas; él con ese tono de voz y su facilidad de expresión tenía cautivado a su audiencia.

Esa mañana no solo lo conocí a él, también entré por primera vez a la emisora, expectante y maravillado por observar de cerca el embrujo y la magia que le daba vida a esas pequeñas cajitas que hablaban y cantaban en nuestras casas.

La ciudad de Maicao vivía quizás su mayor época de esplendor económico en la década de los setenta (70) y Roberto Enrique Pineda, era una especie héroe municipal al que todos nos acostumbramos a ver en la cotidianidad de nuestros días y así fue perdiendo entre nosotros esa magia que tienen los artistas que solo vemos a la distancia y cautiva cuando aparecen. Con Roberto nos ocurrió que su trato amable, cordial y permanente lo convirtió en un ser más terrenal con sus defectos y virtudes, pero le seguimos guardando el respeto y el aprecio de siempre.

Los años pasaron y obviamente dejé de ser el niño y luego el adolescente y me trasformé en el adulto que pudo interactuar con el profesional de la radio que siempre admiré desde niño. Él con mayor recorrido y experiencias, había caminado parte de la costa atlántica en diferentes emisoras por varios años, pero luego regresó a la tierra que lo adoptó como a uno de los suyos y lideró programas de corte cívico y social, que le dieron mayor popularidad y vigencia. El recuerdo que tengo de mi amigo es el de un hombre amable, cordial, entusiasta y de un dominio excelso del micrófono y la cabina de radio.

Rafa Pérez, su compañero en el control máster, nos contaba a un grupo de amigos, que el último día que Robert estuvo en la emisora, llegó como siempre a las cinco y quince minutos de la mañana y dentro de la cabina su cuerpo no respondía, su obligación estaba por encima de todo, aún sintiéndose mal llegó temprano a su puesto de trabajo; Rafa, se asombró al verlo en esa condiciones físicas y de inmediato, acudió por ayuda.

Fue trasladado a Barranquilla, logré comunicarme con él, algunos días después y me dijo que se sentía mejor, que pronto estaría de regreso en su trabajo y la verdad a pesar de sentirle la voz apagada y débil, cerré la conversación telefónica convencido que era verdad y que pronto estaría de nuevo en su noticiero; le creí igual que creía cada una de sus noticias, jamás me imaginé ese desenlace fatal que hoy entristece las almas de quienes fuimos sus amigos.

José Luis, uno de sus discípulos, sentenció un día después de su muerte, que Maicao no sabe aún lo que perdió; que no hemos valorado la perdida de ese profesional de la radio. Con frecuencia a los humanos nos ocurre lo mismo, después de la perdida valoramos lo perdido.

Mi mamá, una mujer que la vida la llenó de experiencias, a puro golpe, pulso y coraje, cuando escucha hablar siempre de las bondades de las personas, dice en modo de advertencia: “¿Fulano es Bueno? ¡Viví con él para que veas!; por ello tengo que decir que sin duda, Roberto tenía muchos defectos como ser humano, pero yo prefiero el ROBERTO ENRIQUE PINEDA que conocí y traté en varios escenarios y puedo decir sin que me quede nada por dentro: FUE UN SER HUMANO EXCEPCIONAL, QUE AMO PROFUNDAMENTE SU PROFESIÓN Y LA VIDA, PORQUE A LA MUERTE PLANEABA DEJARLA PARA DESPUÉS.

José Carlos Molina B
Abogado litigante, presidente del colegio de Abogados de Maicao, docente universidad e La Guajira.

sábado, 6 de marzo de 2010

Homenaje a Roberto Enrique Pineda

Por: Manuel Palacio Tiller

Sobreponiéndome al dolor y la tristeza que me causa la muerte de Roberto Enrique Pineda, me nace darle el postrero adiós, porque fuimos amigos y compañeros de periodismo, y porque siendo un hombre excepcional que marcó con actuaciones importantes su paso por este mundo, no puede irse silenciosamente, sin que en nombre de tantos que supieron apreciar su valer, se haga reconocimiento póstumo a la meritoria misión que supo cumplir en beneficio de la sociedad de este departamento.

Se fue Roberto Enrique Pineda, liberado su espíritu de padecimientos carnales, a caso como recónditamente siempre lo quisiera, por innata repulsión a la grosería de la materia, obstáculo hacia un mundo mejor.

Roberto Enrique Pineda Lengua, puede ser descrito, si caben definiciones para las personas, como un ejemplar de inteligencia, la cual fue su característica esencial en todas las manifestaciones de su personalidad. El fue eso, inteligencia, que explicó su manera de ser y su vida, si también es posible un hilo conductor para entender las contradicciones que hacen a veces incomprensible al hombre.

De ahí su manera de ser atrayente, sencilla, casi que humilde, su cultura y dominio de los diferentes espacios del periodismo, lucidez de disertación, elegancia de estilo, todo bajo el encanto de un refinamiento humilde pero solemne. Su excepcionalidad no provenía de alguna manifestación extraordinaria de la naturaleza, sino de una animación e impregnación de su calidad humana, de una especie de intuición innata de todo aquello que supera por causas intrínsecas a las demás cosas. Su manifestación externa de esta idiosincrasia se advertía en la estética de su postura y de comprender la vida, en la elegancia de su manera y tratos, en el refinamiento de sus palabras, en sus programas periodísticos y aún en la sencillez de sus placeres.

Andaba por la vida, pues, con la desenvoltura de que premonitoriamente sabia por donde y a donde iba en el logro de sus objetivos, evadiendo conjeturas consecuencias de la acechanza y la envidia.

Naturalmente, siempre triunfaba y, no de cualquier manera deprimente o compasiva que afearan su postura, ni jadeos de agotamiento angustioso de la resistencia, sino con elegancia deslumbrante de sortear la dificultad del momento con la facilidad de la destreza.

Lo que en él constituía una cualidad influyente sobre lo demás era, no el viento, sino el torbellino de su portentosa imaginación que lo empujaba hacer un periodismo mejor a favor de la sociedad en el marco de sus actividades profesionales. Su originalidad, la magnitud de su imaginación y su deslumbramiento fueron cualidades innatas sin sustraer envanecer su sencillez interna.

Como periodista, fue un hombre combatiente y descolló siempre en la buena información para bien de todos. Su noticiero mañanero y el programa Línea de 500 fueron marcas para incrustar en los pañales de su cariño a todo un pueblo que lo vio crecer y prosperar y lo reconoció como uno de sus hijos en el ápice del triunfo y del éxito, lo que le dio la supremacía de su calidad profesional por encima de tantos enanos.

Nos duele profundamente su desaparición. Valoramos con exactitud resignada el vacío que nos deja su presencia de intelectual y de periodista, en una región plegada de conceptos adversos donde campea la inversión de valores y se nota el atrevimiento de la ignorancia, más no el equilibrio de la balanza de la profesionalidad y la compostura.

Sus amigos, - que fueron muchos – sus colegas, siempre lo admiramos con deleite, por lo que hoy sentimos el frio de su ausencia, que sólo calma la calidez de su recuerdo. Su partida irreparable hoy lloramos con mucha tristeza, pero hay un día Roberto Enrique Pineda, como dijera el poeta Se levan anclas para nunca más volver: Un día en que discurren vientos ineluctables…. Un día en que ya nadie nos puede retener, cuando vamos al puerto de la buenaventuranza en la eternidad donde llegan todos los buenos hijos de Dios.

viernes, 5 de marzo de 2010

Palabras de Eurípides Pulido durante el funeral de Roberto Enrique Pineda

HOY EL DUELO NOS UNE…


Nos encontramos esta tarde gris reunidos para despedir los despojos de un amigo, y para acompañar en su duelo a una familia que ha perdido su bastión más preciado.
Se cumple una de las leyes irrevocables de la vida y hoy nuestro amigo ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA no está, ni estará más físicamente entre nosotros.

Es de imperiosa necesidad dirigir nuestras miradas y votos al dios de la vida, para darle parte de agradecimientos por permitirnos tener entre nosotros un ser de las calidades humanas del varón que hoy compungidos despedimos, así mismo para pedirle encarecidamente llene de fortaleza su familia que le permita soportar el dolor de tan irreparable pérdida.


De Roberto, el amigo podemos decir en esta tarde todas las cosas buenas sin que a nadie se le ocurra que son lisonjas y de hecho que la vida de un hombre se mide por sus obras buenas y de este hombre virtuoso podemos decir que fue un buen padre un buen esposo un excelente hermano…y de los que nos consta un excelente amigo y como pocos un excelso ciudadano.

Roberto, con no ser maicaero de nacimiento me atrevo a decirlo hoy acá que fue el más maicaero de los maicaeros…y su desaparición física aunque la aceptemos como ley de vida y designio de dios nos obliga a hacer el firme compromiso de no olvidarlo, de no de olvidar su legado y por el contrario hacer todo lo posible por perpetuar su memoria y sus enseñanzas.

Nunca olvidaremos tus múltiples campañas cívicas tu aporte a la construcción de obras benéficas, ahí está como una muestra el edificio de la cruz roja de Maicao. Tu invaluable apoyo a la cultura a través de la fundación Guajira Linda. Y lo inolvidable del sello de tu voz que la cultivaste haciéndonos sentir agradados escuchar las noticias de la mañana y tu programa cívico Línea de 500 que tanto apoyo le brindo a quienes necesitaban una voz para la resolución de sus problemas comunitarios.

Tu seriedad. Tu objetividad sin pasiones….tu talante profesional responsable hicieron granjear el respeto de una sociedad que desafortunadamente invierte los valores y nunca se supo que hubieses utilizado el cuarto poder que son los medios de comunicación para campañas inmorales e irresponsables. .cuando en Maicao se dijera lo dijo Roberto. Era noticia creíble seria y responsable.

Cuanta falta le vas a hacer a esta nueva generación ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA.
Era que dios se sentía solo ….necesitaba un compañero allá en el cielo, le faltaba y hoy escogió a Roberto para llevarlo al solio de los justos ….conociéndolo como lo conocemos la charla con dios no será al ingreso al cielo ….roberto primero saludara respetuosamente a dios y luego va a saludar y a charlar con armando correa savedra. Con Álvaro Duarte, con Jaime Rengifo, con Joaco Murgas y Efraín Guerrero…. Me imagino ahora ese saludo con otros dos grandes de Maicao que nos dejaron hoy se encuentran en el reino de los justos con el gran Julio César Campanella y el inolvidable José Cuello Herrera.

Dios tiene el equipo completo los que quedamos fallos fuimos nosotros….
En la historia de Maicao quedara escrito en letras de moldes que hubo un hombre que le sirvió a este pueblo como el que más ….y esa misma historia debera colocar el nombre de ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA al lado de los personajes prestigiosos de este municipio incluso al lado de fundadores, matronas y patricios ….y hoy respetuosamente con la autoridad moral que me da haber tenido el honor de ser su amigo y en mi condicion de ciudadano me atrevo a pedirle a quienes detentan el poder administrativo, que el nombre de ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA ocupe un sitial de honor en el pabellon municipal para que nunca se olvide!!! Y sugerencia respetuosa a los honorables concejales que en honor al amigo se dignen tramitar al interior de su corporación la expedición de la medalla ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA como símbolo de respeto y agradecimiento a quien aporto tanto a construcción de una mejor sociedad maicaera.

A su esposa doña Reina Murieles, mujer abnegada y buena nuestra solidaridad y condolencias...a sus hijos hermanos y demas familiares nuestras conmiseracion y gratitud por habernos permitido compartir con un ser excelso, y dechado de virtudes como ROBERTO ENRIQUE PINEDA LENGUA y por las enseñanzas aportadas.

Tu partida nos causa dolor por que somos uno en el Señor y el Espíritu Eanto de Dios fortalecerá nuestra corazones y estas son suficientes razones para perseverar en su amor.
No es un adiós es un hasta luego……
Paz en la tumba del mejor amigo….

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