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martes, 31 de octubre de 2023

Tomás Domingo Ocando, pionero de emisoras y aerolíneas (Tercer episodio)


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior:   Tomás Domingo Ocando se ha casado con su novia Josefina  Brito, natural de Fonseca. A los pocos días de convivir con su esposo Josefina descubre una de las grandes aficiones del hombre al que había unido su vida

Una de las más grandes pasiones de Mingo era     sintonizar y escuchar emisoras de todas partes del mundo en su potente radio de doce bandas, el cual permanecía encendido casi todo el día. En casa de los Ocando se enteraban primero de lo acontecido en cualquier parte del mundo a través de los noticieros y los avances noticiosos de la radio Deutsche Welle (La Voz de Alemania), Radio Francia Internacional, la BBC de Londres, la Voz de los Estrados Unidos de América y Radio Nederland, entre otras, además de las colombianas Caracol, Radio Libertad y Radio Sutatenza.

Su apego a la radio lo llevó a pensar en que las emisoras eran un síntoma del progreso de los pueblos y un símbolo del desarrollo y de la modernidad. Desde ahí comenzó a darle vueltas en la cabeza la idea de montar una emisora en la tierra donde vivía.

Hizo las gestiones pertinentes en el Ministerio de Comunicaciones y con la ayuda del doctor Fabio Espinoza, propietario de Radio Juventud y la cadena radial CORAL quien le asesoró en los complejos trámites legales y administrativos y, además, lo ayudó a conseguir el transmisor y una parte de los equipos necesarios para el funcionamiento de la estación de radio.

Mingo estaba obsesionado con el sueño de que Maicao tuviera una emisora de verdad en un tiempo de comercio floreciente en el que la publicidad, los anuncios sociales y algunas noticias eran transmitidas a través de un par de bocinas situadas en lo alto de un tubo de diez metros a quien su propietario, el famoso “Chalindú” llamaba La Voz de La Frontera.

 

Después de varios viajes a Bogotá y a Tunja, desde donde vino el transmisor, Ondas de Maicao, identificada ante el Ministerio de Comunicaciones como H J I O comenzó sus transmisiones a través de la frecuencia 1290 khrtz el 20 de julio de 1969, día de la Independencia nacional. 

Lo primero que se escuchó fue el himno nacional y después algunas canciones de moda en la época.  Ondas de Maicao se convirtió en la novedad del último año de la década de los sesenta. Su improvisada cabina y sus estudios estaban ubicados en la salida a Paraguachón, margen derecha y allí mismo quedaban los estudios.

Mingo recuerda esos tiempos con nostalgia, como se aprecia en su narración:

-       “Eran tiempos muy duros, a mí me tocaba recoger a los locutores y periodistas para llevarlos a la emisora porque esta quedaba muy lejos. Además, pasaba toda la noche pegado al radio para copiar las noticias nacionales e internacionales para que las leyera Roberto Pineda. Eran noticias frescas que los periódicos solo publicaban al día siguiente”

Después la empresa consiguió un enlace de FM y pudieron trasladar las cabinas al centro de la ciudad en la esquina de la carrera 12 con calle 14. Ondas de Maicao se convirtió  en la escuela en donde comenzaron a formarse periodistas y locutores de la talla de Roberto Enrique Pineda y Amaranto pájaro Murieles. 

Mingo demostraba que siempre lograba lo que se proponía, por eso es tan difícil definirlo como ser humano y describir su generosa personalidad. El exalcalde Ovidio Mejía Marulanda, uno de sus mejores amigos, al referirse a él lo hace con estas elogiosas palabras:

- “Para describir a Mingo Ocando se necesita el cincel de Miguel Ángel y el pincel de Leonardo Da Vinci. Con él he construido una amistad y una hermandad. Lo conocí cuando implementamos el plan de pavimentos comunitarios, él era un hombre prevenido con la clase política. 

Lo conocí como un hombre pulcro, de manos limpias, que no propone ni se deja proponer actos indecentes que puedan manchar su honorabilidad y honradez. Por eso aconsejo, recomiendo que el que busque un amigo de verdad, que busque a Mingo Ocando”

Volvamos a los tiempos de la radio en los que el dueño de la emisora fungía, además como uno de los “cazadores de información”. No era lo que pudiéramos llamar un reportero, pero él se las ingeniaba para rastrear las noticias nacionales e internacionales:

-       “Yo tenía un radio de onda corta, marca Phillips, muy potente. Me pasaba la noche escuchando radio y transcribiendo las noticias nacionales e internacionales en mi máquina de escribir para que al día siguiente las leyera Roberto Enrique Pineda.  De esa forma logramos que En Ondas de Maicao se difundieran noticias del mundo y del país primero que las grandes cadenas de radio”

Por esta razón Ondas de Maicao se ganó el respeto y aprecio de su multitudinaria audiencia. Además, prestaba servicios sociales muy importantes como felicitaciones a quienes cumplían años o tenían otro motivo de celebración como grados o matrimonios; invitaba a las honras fúnebres; ayudaba  a encontrar documentos perdidos y daba a conocer los servicios de las empresas y establecimientos comerciales.

Un servicio social común en aquellos tiempos era:

-       “Se le informa a Marina González que su hermana Eudosia llegó procedente de San Onofre y desconoce su dirección. Se le agradece pasar por nuestros estudios a recogerla”

No pasaban cinco minutos antes de que Marina fuera a buscar a Eudosia a la emisora.

Un día Mingo dejó a un lado la máquina y el radio, se puso a analizar la contabilidad de  su novedosa empresa y lo que descubrió le causó una gran sorpresa.

Leer el episodio final

jueves, 7 de abril de 2022

La edad dorada de la radio en Maicao(tercera parte)


 

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

A pesar de tener sus pensamientos ocupados en descifrar la posible identidad del inesperado visitante continuó con la alegría de siempre y se despidió con la acostumbrada fórmula: “mañana será otro día y será mejor, se lo dice Lucho, su locutor”.

¿Te gustaría leer la segunda parte de La edad dorada de la radio de Maicao?

Acto seguido pasó a la sala de espera en donde un caballero bien vestido disfrutaba del café que le había brindado doña Rosario. Cuando vio a Luis se puso en pie se adelantó unos pasos y le dio la mano y lo saludó de forma efusiva.

-Don Luis, me complace saludarlo, soy su admirador número uno y me complace saludarlo, me parece un sueño estar delante de una personalidad tan importante

-Gracias  señor, muchas gracias

El visitante era Leonidas  Ocando, pionero de la radio en Riohacha y con fuertes vínculos en Maicao a donde había viajado para hacerle una propuesta al joven “Lucho” Cepeda.

-Quiero que seamos socios, mi querido Luis

Luis lo miró con incredulidad, pero al mismo tiempo con alegría. El hecho de que un reconocido empresario radial se tomara la molestia de buscarlo para proponerle que fueran socios le llenaba de orgullo y alegría.

-Don Leonidas, verá usted, en realidad la emisora nuestra no tiene buenos equipos, además la licencia que tenemos es solo para programas culturales. No creo que a un empresario prestante como usted esté interesado en una emisora tan pequeña y con las limitaciones que le he dicho, de pronto usted debería pensar en otras posibilidades.

-Luis, la verdad no me he explicado bien, lo que yo en realidad le quiero proponer es la creación de una nueva emisora. Ayúdeme Luis, no se preocupe por los equipos, los compraremos nuevos en Bogotá y usted adelantará todos los trámites ante el  Ministerio de Comunicaciones para que nos expidan la licencia y nos concedan la frecuencia.

Después del diálogo Luis aceptó a ayudar a Leonidas en la iniciativa de poner en marcha el proyecto de una emisora de carácter comercial en Maicao. En  adelante su contacto más estrecho sería con Tomás Domingo “Mingo” Ocando, a quien la familia designó para que se encargara de liderar las gestiones correspondientes.

Lucho Cepeda y Mingo viajaron a Bogotá con el doble propósito de gestionar la licencia de la nueva emisora ante el Ministerio de Comunicaciones y, además, comprar los equipos necesarios para el montaje de la radiodifusora.  Cada uno de ellos iba lleno de optimismo, tenían la seguridad de que lograrían encontrar a alguien que los ayudara en la gestión ante el Ministerio y, después de tener la seguridad de la autorización, comprarían los equipos necesarios.

A pesar de su juventud Cepeda  tenía muy buenas relaciones en las esferas de gobierno. Algunos de los amigos de la familia en Magangué se movían bien en la capital de modo que en un tiempo relativamente corto consiguió la ansiada autorización. Junto a  Mingo visitaron varias empresas proveedoras de equipos de radio así que los dos regresaron muy felices a Maicao. De inmediato se dieron a la tarea de montar los estudios y los transmisores.

Unos meses más tarde ya se estaban haciendo las emisiones de prueba de la nueva emisora, la cual estaría en los radios de la región para brindar alegría, diversión y noticias.  A pesar de que ya en el pueblo existía una emisora  los ciudadanos celebraban la novedad y la ventaja que la nueva radio tenía: era de carácter comercial y, por lo tanto podría hacer todo tipo de programas, incluidos los noticieros.

Con el paso del tiempo Radio Maicao declinó hasta que finalizó sus emisiones. Por su parte, Ondas de Maicao tuvo un rápido crecimiento con la ventaja que le daba el hecho de  ser una emisora comercial. Y lo mejor de todo, al estilo de los pueblos grandes y de las ciudades más desarrolladas, también tendría su propio noticiero.

Los programas musicales y las primeras pautas publicitarias se hicieron presentes en la emisora. Además, por esos días los almacenes registraron un aumento significativo en la venta de radios, principalmente de las marcas Philpps, Crown, JVC Nivico y Sanyo, que eran las más conocidas.  Ondas de Maicao había logrado algo muy importante: hacer que los maicaeros se sintieran muy orgullosos de su emisora y, de paso, de su ciudad.

Pero lo bueno apenas estaba iniciando. Un viernes  por la tarde la emisora le dio la mejor de todas las noticias a la audiencia y el pueblo respondió con alegría y mucha expectativa.

¿Saben cuál fue esa buena noticia?

CONTINUARÁ


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