jueves, 20 de noviembre de 2008

Los jóvenes hablarán de fronteras, por iniciativa del senador Jorge Ballesteros

Gobernador instalará foro regional

Jóvenes Sin Fronteras es el nombre del primer encuentro regional propiciado por el senador Jorge Ballesteros con el objetivo de que la juventud guajira haga parte activa de lo que sucede en el Congreso de la República. En esta oportunidad, se socializará el proyecto de ley 166, mediante el cual el senador Ballesteros propone la creación de una nueva Ley de Fronteras para Colombia.
El certamen se realiza en alianza estratégica con la Escuela de Gobernabilidad y Liderazgo y reunirá a estudiantes y profesores de las universidades del departamento, el próximo viernes 28 de noviembre en el Centro Cultura de Riohacha desde las 8:00 de la mañana.

Asistirán, en calidad de panelistas, Ricardo Montenegro, Director de Soberanía del Ministerio Relaciones Exteriores; Consuelo Ahumada, Directora Maestría de la Facultad Ciencias Políticas Universidad Javeriana y José Ricardo Puyana, Asesor del Vice Ministerio de Educación Superior, en tanto que la instalación correrá por cuenta del gobernador de La Guajira, Jorge Pérez.
El senador Ballesteros expondrá los componentes de su propuesta para una nueva ley que modifiique la actual ley de fronteras que rige al país, y específicamente se referirá a los beneficios que dicha iniciativa traerá a las universidades.

“La intención es que nuestro departamento cuente con un nuevo régimen especial, que promueva el desarrollo económico y social de las comunidades que habitan en las fronteras nacionales y el fortalecimiento de los procesos de integración binacional fronteriza. Pero sobre todo, a se trata de una iniciativa legislativa que busca otorgar beneficios a las universidades y en particular quienes allí se educan”.

El parlamentario recordó que Colombia tiene doce departamentos que comparten frontera directa con algún país y éstos departamentos representan el 15.8% del total de la población nacional, según el último censo. “Sin embargo, la única experiencia normativa de fondo que pretendió favorecer a las comunidades fronterizas fue la Ley 191 de 1995 o Ley de Fronteras, que en la práctica dejó más frustraciones que beneficios”, añadió.

Beneficios para las universidades

Entre las propuestas de Ballesteros está la promoción de acuerdos o convenios por parte del Ministerio de Educación Nacional, entre las Instituciones de Educación Superior de los municipios limítrofes y las universidades tanto públicas como privadas del país, para la concesión de becas a los mejores estudiantes de dichos municipios, que les permitan acceder a la educación superior de la más alta calidad. También la ampliación de los programas de formación de la Universidad Nacional de Colombia, en la modalidad presencial y semipresencial, a la mayor cantidad de departamentos fronterizos; y la concertación con los países vecinos de Planes Culturales Estratégicos de Integración Binacional, que incorporarían proyectos como el de bibliotecas binacionales.

El congresista hizo un llamado a la comunidad académica de La Guajira, profesores y estudiantes, para que aprovechen este foro regional y presenten allí sus ideas, inquietudes y proposiciones con respecto al papel de las universidades frente a la nueva Ley de Fronteras, que ya hace trámite en el Congreso de la República.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Hoy

Nota de la redacción: Evidelia Velásquez es una prestigiosa periodista panameña nacida en ciudad de Panamá quien labora en el diario Panamá América como editora de noticias internacionales. A partir de hoy nos honra con sus escritos, los cuales son de una extraordinaria belleza.
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Por: Evidelia Velásquez

Escuché la mejor sinfonía que oído humano pueda percibir, las gotas de agua cayendo sobre el techo de la casa, el olor a hierba que recibí por la ventana, el canto del ave que acompañaba en un verdadero compás armónico a la lluvia.

Hoy recordé mis años de infancia, el verdor de los árboles, los charcos que eran mi mayor diversión después que caía un agradable chaparrón

Hoy estremecí un árbol imaginariamente y disfruté de la gotitas de agua que cayeron sobre mi rostro para decirme aquí hay alegría y vida.

Hoy caminé bajo la lluvia y comprendí que no hay nada más delicioso que sentir su agradable frío sobre la piel.

Hoy caminé por los viejos senderos de mi infancia y disfruté de ellos, recogí ciruelas, me mojé los pies con la hierba y observé a los grillos saltar a cada paso mío.
Hoy admiré a las golondrinas que con su vuelo ligero atrapan en el aire su alimento y el de sus críos.

Hoy admiré la hermosa danza de los árboles con el viento, y respire el aroma a vida que se desprende de ellos en cada movimiento.

Hoy observé a las hormigas que desafiando todos los peligros trabajan afanosamente para mantener su refugio repleto de comida.

Hoy descubrí que debemos ser como las hormiga, la golondrina y seguir adelante con nuestros propósitos cualesqueira que sean, intentado superar cualquier obstáculo que se interponga a nuestro paso.

Hoy escuche la voz de Dios en estas bellezas naturales que me dijo estás ahí, vive y disfruta gozosamente de lo que te doy.

Hoy me di cuenta que para ser feliz sólo debo saber escuchar, ver y disfrutar de todo los que hay a mi alrededor sin dejar de valorar las cosas por insignificantes que parezcan. HOY

martes, 18 de noviembre de 2008

CONTRASTES MIGRATORIOS QUE OFENDEN LA DIGNIDAD DE LOS COLOMBIANOS

MAICAO AL DÍA
A los colombianos se nos exige todo tipo de requisitos, trámites y trabas para poder viajar legalmente a Venezuela. A los venezolanos solo se les exige la cédula para viajar a Colombia.
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CONTRASTES MIGRATORIOS QUE OFENDEN LA DIGNIDAD DE LOS COLOMBIANOS

Por:
Orlando Cárcamo Berrío
ocarcamob@yahoo.com


En un viaje por carretera hacia Venezuela, procedente de Colombia, llegué al puesto fronterizo de migración del DAS en Paraguachón, departamento de La Guajira, con el objeto de que me colocaran el obligatorio sello de salida del país en mi pasaporte. Allí presencié un hecho increíble para nosotros los colombianos.


Estando en la cola de espera, con sorpresa noté que el señor que estaba delante de mí no le entregó al agente del DAS un pasaporte visado, como nos lo exigen en Venezuela a los colombianos, sino su cédula venezolana. El agente con mucho profesionalismo y amabilidad le dio instrucciones y le entregó un papelito de un cuarto de una hoja tamaño carta el cual contenía un formulario. Entre las instrucciones, recuerdo que el señor debía colocar los días que quería permanecer en Colombia, nombres, ciudad adonde se dirigía, entre otros. No debió adjuntar ningún otro papel ni documento alguno ni foto ni certificado judicial de su país ni constancia de ningún tipo, solo su cédula original sin fotocopia. Una vez devuelto el formulario llenado, el agente lo pasó por la máquina registradora (“lo selló”) y lo devolvió al señor. Éste lo guardó en su bolsillo y siguió su viaje feliz hacia Colombia.


La otra realidad, la de los colombianos, se percibe en infinidad de casos como el que yo mismo presencié en un consulado venezolano en Colombia. Estaba yo haciendo cola en el consulado para solicitar visa de estudiante y llegó un señor muy viejo de unos 65 años a pedir un permiso para llevar de urgencia a su hijo, enfermo de gravedad a un hospital de Maracaibo, Venezuela. Después de horas de espera, un funcionario consular bajó a la puerta, escuchó el objeto de la solicitud del señor y le informó que no le podían dar el permiso porque no tenía el certificado judicial.


Los relatos anteriores son una muestra de las increíbles facilidades migratorias de los venezolanos en Colombia. Otra es la realidad para nosotros los colombianos que por alguna circunstancia debemos viajar a Venezuela y nos acercamos a un consulado venezolano a sacar un permiso fronterizo. Debemos madrugar a hacer una larga y demorada cola en un consulado venezolano para ver si es que nos lo conceden y no nos salen con la respuesta de que “se acabó la papelería” o que no se concedió el permiso. Pero antes debemos hacer otra larga cola en el Banco Popular para pagar los 28.900 que el DAS nos cobra por el certificado judicial; otra cola en las oficinas del DAS para obtener este documento que garantiza que no tenemos cuentas pendientes con la justicia colombiana; pagar 5.000 pesos por fotografías tamaño documento y adjuntar constancia de trabajo o de residencia. Todo este tiempo y dinero invertido sin la certeza de obtener el permiso ya que éste se asigna a discreción del cónsul de turno y no es obligatoria su asignación.


Si tenemos la suerte de que nos den el llamado “permiso fronterizo”, éste solo es concedido por tres días y solo podemos llegar hasta el puente sobre el lago de Maracaibo. Es decir, no podemos pasar del Estado Zulia, no podemos llegar a Punto Punto Fijo ni a Valencia ni mucho menos a Caracas. Además, debemos tener disponibles 46 bolívares fuertes (unos 23.000 pesos) para pagar el “impuesto de salida”. En contraste, la llamada “Tarjeta Andina de Migración”, que es el nombre del permiso que nuestro país le da a los venezolanos, no les limita su tráfico por el territorio nacional. Pueden viajar por todas las ciudades que quieran dentro del tiempo que solicitaron en el formulario hasta un plazo máximo de 90 días prorrogables sin pagar impuesto de salida. Las ventajas para los venezolanos son notorias; las desventajas para los colombianos son indignantes.


En la explicación de esta contrastante realidad se utilizan dos falsas creencias. Hay quienes afirman que las facilidades de migración para los venezolanos se deben a que ellos vienen de turismo a Colombia y gastan su dinero en nuestro país. Afirman también que las restricciones a los colombianos se deben a los altos índice de inseguridad de Colombia y que se teme que delincuentes colombianos pasen a Venezuela si se flexibiliza el paso hacia ese país. Las dos afirmaciones anteriores son falsas. El auge del turismo de los venezolanos hacia Colombia quedó relegado hasta antes de 1983 cuando un bolívar llegó a costar 17 pesos y era muy rentable venir a pasear a Colombia. Hoy, el peso colombiano vale el doble de un bolívar y ya son pocos los venezolanos que vienen de turismo porque los costos se duplican con respecto a su moneda. La mayoría de los venezolanos que todavía viajan a nuestro país son colombianos de doble nacionalidad y lo hacen principalmente para visitar a familiares en Colombia. En materia de seguridad ambos países estamos a la par. En las principales ciudades venezolanas hay tanta inseguridad como la puede haber en las ciudades colombianas: atracos, robos, secuestros, asesinatos, entre muchos delitos se suceden a diario. Por lo anterior, es muy probable que delincuentes venezolanos pasen la frontera y se establezcan en Colombia dadas las facilidades migratorias de nuestro país.


Por aeropuertos internacionales la situación es diferente. Los colombianos más solventes a nivel económico pueden viajar a Venezuela sin visa. Con solo mostrar un pasaporte sin visa (que cuesta más de 70.000 pesos) se obtiene un sello que permite estar en Venezuela hasta por 90 días no prorrogables (al menos eso dice la norma). Para obtener este sello se debe mostrar un tiquete de regreso por avión más una reservación de hotel o una carta de invitación notariada con los datos de la persona que lo albergará, su dirección y teléfono. Como se puede ver, esta no es una solución para los colombianos de a pie sino para los colombianos que se pueden dar el lujo de pagar el equivalente de 640 dólares (aproximadamente 1.460.000 pesos) por un tiquete de ida y de regreso a Venezuela. Definitivamente la clase media trabajadora no puede disfrutar de este beneficio. Se nota entonces que en esta es una medida para los colombianos adinerados puesto que solo se tiene en cuenta la capacidad económica de la persona. Imagínese que usted viva en la frontera con Venezuela, en Maicao o Riohacha. Para poder disfrutar de este permiso, le tocaría viajar durante cuatro horas por carretera a Barranquilla y allí abordar un avión que lo lleve luego a Maracaibo o Caracas, con un alto sobrecosto en los gastos de viaje. Sin embargo, un venezolano simplemente muestra su cédula en cualquier puesto fronterizo de migración del DAS y obtiene su permiso por hasta 90 días sin tantas complicaciones de tiempo ni de dinero.


Toda esta reflexión nos debe servir para generar conciencia de la necesidad de que nuestro gobierno colombiano, especialmente nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, se reúna con los homólogos venezolanos para replantear las reglamentaciones migratorias ente ambos países de manera que los colombianos tengamos acceso a la “Tarjeta Andina de Migración” con las mismas ventajas que acceden los venezolanos, ya que la gran mayoría de los colombianos somos gente de bien, trabajadores honestos, profesionales o estudiantes. El filtro para evitar que la delincuencia emigre lo tienen las muy eficientes bases de datos del DAS que deberían conectares con la Onidex de Venezuela y así restringir el paso de personas con problemas judiciales.

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