Por: Alejandro Rutto Martínez
Una vez, cuando entrábamos al estadio de Maicao para ver uno de los clásicos a los que por años nos acostumbraron el Real Maicao y el Unión Maicao, mi hijo señaló un descuidado letrero en el que se podía leer el nombre del escenario deportivo y me preguntó: ¿Quién era Hernando René Urrea? Es la misma pregunta que deben estar haciéndose cientos de niños y jóvenes maicaeros quienes no han podido conocer la biografía de uno de los más importantes dirigentes deportivos del deporte aficionado en el país y posiblemente el más destacado en el departamento de La Guajira.
Hernando Urrea Acosta fue un intelectual dedicado a leer y a estudiar y quien tuvo la oportunidad de cursar su especialización en derecho laboral en la prestigiosa Universidad La Sorbona de Francia y de codearse con personalidades de la ciencia, la literatura y el derecho en Colombia y en Francia.
Cuando regresó Maicao se dedicó a combinar su trabajo como jurista con sus labores como dirigente deportivo: fue miembro del Comité Municipal de Fútbol y fundador de la Junta Municipal de Deportes. En estos escenarios comenzó a ganarse el respeto de los dirigentes deportivos, deportistas, entrenadores y patrocinadores. En un corto tiempo logró el mayor milagro diplomático de su época: terminar con las agrias disputas que habían mantenido por año los dirigentes deportivos de Maicao y Riohacha y que bastante daño le estaba haciendo al deporte guajiro.
Como parte del acuerdo para firmar la paz entre riohacheros y maicaeros la sede de la Liga regresó a Riohacha (estuvo por varios años en Maicao), Hernando Urrea fue escogido como presidente y Federico Serrano Soto, el gran líder del deporte riohachero, como vicepresidente.
En su calidad de presidente de la Liga de Fútbol de La Guajira, Hernando Urrea Acosta asistió en 1.984 la asamblea de la División Aficionada del Fútbol Colombiano. En su portafolios llevaba una revolucionaria propuesta producir cambios de fondo en el fútbol joven de Colombia. Reunido con los presidentes de otras ligas los convenció de las bondades de su plan y, además de la necesidad de renovar los cuadros directivos de y el modus operandis de una organización sumida en un delicado proceso de estancamiento. Los presidentes de la mayoría de ligas escucharon a Urrea, respaldaron su proyecto y decidieron proponerlo como nuevo presidente. A la hora de la elección el representante de La Guajira se quedó con la mayoría de los votos y pasó a convertirse en el nuevo presidente del organismo rector del fútbol aficionado.
Desde cuando asumió el cargo modificó las estructuras los torneos nacionales, creó varias categorías y se propuso como objetivo prioritario la clasificación de la selección juvenil al campeonato mundial de la Unión Soviética, para lo cual era necesario obtener la clasificación en el Campeonato Suramericano de Asunción en enero de 1.985. La selección nacional, a cargo del técnico Luis Alfonso Marroquín y en donde brillaron jóvenes figuras como René Higuita, Eduardo Niño, Felipe Pérez, John Jairo Tréllez y John Edison Castaño. El equipo nacional sorprendió por su buen fútbol, obtuvo su clasificación al mundial y en este torneo logró clasificar a la segunda fase.
El 25 de julio de 1.985, cuando regresaba de un compromiso oficial de la Difútbol en Leticia, pereció en un accidente aéreo junto con su esposa Alba Luz Tamayo.
Estas líneas son escasas para decir que Hernando Urrea fue mi gran amigo, el primer personaje al que entrevisté en mi carrera como periodista y el primer conferencista a quien escuché en mi vida académica. También es el intelectual inquieto, honesto y de sólidas convicciones, al que quisiera que se parezca mi hijo, el que me acompaña a los clásicos en el estadio.