jueves, 23 de junio de 2011

Crisis ambiental: las tres caras de un problema social en Maicao



Conozca el Portafolio de Servicios de Alejandro Rutto Martínez
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Podríamos iniciar como se iniciaron muchos escritos. “Esta es la triste historia de…” Pues bien, esta es la triste historia de una laguna que se murió, de un humedal que está agonizando y de un botadero de basura que nos amenaza con matarnos a todos. Maicao es un pueblo grande, habitado por 150 mil personas de diversas razas y distintas culturas que se han acostumbrado a los vaivenes de una frágil economía de intercambio con Venezuela y el resto del país.

Está enclavado en la media Guajira y su suelo es reseco en las largas temporadas de verano y muy húmedo en los inviernos cada vez más frecuentes gracias al clima enloquecido e impredecible del siglo veintiuno.


En este lugar existió hace muchos años una laguna que ya no está y existe un humedal que se resiste a morir y un vertedero de basura en donde se incuban enfermedades, se enquista la pobreza y se levanta la amenaza de una epidemia.

Vamos a contar entonces, sin más preámbulos y sin afanes la historia completa.



Majupay: una laguna que se convirtió en barrio

Eran los años setenta y cada año llegaban a Maicao miles de personas atraídas por la bonanza comercial y por la posibilidad de pasar a Venezuela por el camino verde, en donde, según sus cuentas, podrían ganar mucho dinero en poco tiempo, para tener con qué girarle a la familia y regresar todos los años para las fiestas patronales del pueblo y para celebrar la navidad.

Entre los que llegaron por una y otra razón, la mayoría se quedó y la demanda de vivienda se hizo muy grande, tan grande que no hubo donde ubicar a todos los peregrinos de manos laboriosas que ponían sus callosas manos al servicio del comercio local.

Parte del problema del déficit habitacional comenzó a solucionarse con las invasiones a predios baldíos. Así nacieron los barrios Rojas Pinilla, Comuneros, Primero de Mayo, San Antonio, Alfonso López y…el acuático Barrio Majupay.

En los años 30 La Laguna de Majupay era un hermoso ecosistema ubicado al sur del naciente caserío, el cual se había comenzado a poblar alrededor de los pastizales que crecían a uno y otro lado de la importante fuente de agua en donde se alimentaba el ganado de familias wayûs que habían venido desde el norte desplazados por la fuerte sequía de la época. Enormes patos y otras aves migratorias provenientes Canadá y Estados Unidos y aves cantoras coloreaban un bello paisaje en el que el poeta Armando Torregrosa dijo haber visto un abuelo indígena en cuyas pobladas barbas de maíz titilaban las inquietas luciérnagas en las noches de luna nueva.

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Una vez, el agua de la laguna se evaporó, como ocurría en todos los veranos intensos y un grupo de ciudadanos sin casa escogió el enlodado lugar para fundar una nueva zona barrial. La laguna se murió. Bien muerta en apariencia, pero veinte años después, en el fuerte invierno de octubre de 1.995, cuando casi toda La Guajira se ahogaba bajo el agua, comenzó a pasar una costosa factura a los desdichados habitantes.
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Hoy, Maicao no tiene laguna y tampoco un barrio en el que los ciudadanos vivan felices. Lo que se evidencia es la nostalgia derivada del brutal ecocidio, el problema de nunca acabar con las inundaciones y la enseñanza del nunca más: nunca más abusar del medio ambiente.

El humedal no quiere morirse
Los wayû no se explicaban bien por qué los patos silvestres aparecían y desaparecían en su comunidad. Llegó el día en que capturaron uno de sus emplumados visitantes y en la pata le encontraron un anillo en donde estaba grabado un nombre bien nuevo y raro para ellos: Washington. Más adelante les explicaron que era una importante ciudad y que posiblemente en ella algún científico colocó la identificación en la extremidad del palmípedo.
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Los nativos no lo dudaron y a partir de ese momento le encontraron nombre al estanque en el cual juguetean sus hijos y en el que se surten del barrio necesario para sus labores de alfareros: Washington.
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El sitio era casi desconocido para la comunidad científica y para los investigadores hasta que un día el fotógrafo Luis Gutiérrez lo visitó, cámara en mano y filmó lo bueno, lo malo y lo feo del humedal: lo bueno eran sus paisajes, la diversidad de su flora y fauna, el barro adecuado para la fabricación de elementos de la artesanía wayûu. Lo malo era que los cazadores habían descubierto primero que los ambientalistas y estaban acabando con los patos, los pájaros y todo lo que se moviera. Lo feo era que a ese paso…el humedal se iba a morir.


Y para que el humedal no se muriera Luis, además de patéticas fotos y videos, reunió un colectivo de artistas ("Casimba", se llaman a sí mismos) para defender este hermoso lugar, en donde los niños se divierten jugando con los cartuchos vacíos dejados por la acción pacífica de los perversos cazadores.
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En julio del 2.009 el periodista Alcides Alfaro del canal Mao Televisión, atendío la invitación de Gutiérrez y logró una completa crónica sobre este patrimonio ecológico de los guajiros en grave peligro de extinción, para su programa "Buenos Días Maicao".
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Los esfuerzos de los artistas, y de los medios ha rendido sus frutos: el humedal aún existe y las autoridades hacen esfuerzos por conservarlo, incluso, Corpoguajira ha formulado un plan de manejo ambiental para este hermoso lugar.
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El que no pudo sobrevivir a la violencia y a la criminalidad en La Guajira, fue Luis Gutiérrez, el artista protector de Washington. En una horrible noche de marzo es asesinado por las balas de dos sicarios quienes le quitaron la vida delante de su familia en la casa del Barrio Parrantial y luego se perdieron en las entrañas del bosque y en las profundidades de la impunidad.
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El botadero que nos amenaza a todos

En Maicao, cada solar es un botadero a cielo abierto, debemos reconocerlo. Y solares hay muchos en cada barrio. Pero no son solo los solares, pues la cultura del comercio local indica que los cartones, plástico, bolsas y los demás subproductos, van derecho a la calle más cercana. De esta forma podría decirse que Maicao entero es un gran vertedero de basuras y lo será mientras sus ciudadanos no adquieran una cultura del aseo, del trabajo común y de la limpieza de las áreas comunes.
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Y mientras no se tenga un buen sistema de recolección, clasificación y disposición final de las basuras. A este botadero van a dar 38.325 toneladas de basura al año, según costa en el contrato interadministrativo de asociación No. 0019, suscrito entre Corpoguajira y el municipio de Maicao con el objeto de “Cooperar entre las partes para la ejecución del proyecto denominado cierre, clausura y restauración ambiental del botadero a cielo abierto del municipio de Maicao, departamento de La Guajira”
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Pero del denomiadobotadero municipal” es un depósito sin las más mínimas medidas: allá llega el camión, deja las basuras y vuele a buscar más. Mientras tanto un hato de vacas huérfanas de dueños, una nube de hambirientos goleros se disputa los desechos con un puñado de empobrecidos recicladores para quienes un objeto viejo, un trapo sucio o un utensilio desgastado, son su paga de cada día.
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Además está en lo que pudiéramos llamar el lugar equivocado: a unos pocos kilómetros de la ciudad, cerca del matadero público, a una distancia corta del nuevo mercado, no muy lejos del colegio San José y un poco retirado, pero no tanto, del hospital San José. En resumidas cuentas, tiene todas las condiciones para ser cerrado y, de hecho, Corpoguajira tomó la decisión de cerrarlo en julio del 2.010.
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Hoy en día, en virtud del convenio antes mencionado, se construyen unas piscinas (irónico nombre) para ubicar los desechos sólidos, al lado del antiguo botadero. Una vez concluya el trabajo se cerrará el lugar y se sembrarán árboles en el sitio. Todo parece bien, pero surge una pregunta: ¿dónde irán a parar las basuras cuando ya no tengamos el nuevo botadero?
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Ojalá no sea al margen izquierdo de la Troncal del Caribe, pues las comunidades indígenas del sector ya expresaron sus reservas. Y si no es allí ¿dónde? Ojalá sea en un lugar y en una forma en que no nos siga amenzasando, como ocurre hoy en día.

lunes, 20 de junio de 2011

Maicao marchó contra el secuestro

Maicao-. Varios centenares de personas concuerrieron hoy a la marcha contra el secuestro convocada por diferentes sectores de la sociedad civil como una forma de solicitar la liberación de cuatro ciudadanos secuestrados durante el último año y de los cuales no se tiene ninguna noticia.

Los establecimientos comerciales cerraron durante más de cuatro horas para permitir que sus empleados asistieran a la marcha que recorrió las principales vías de la ciudad en un día caracterizado por su clima ambiguo pues por momentos hubo un sol inclemente y una temperatura de 38 grados y luego se presentó una lluvia que duró más o menos quince minutos tras la cual volvió el inclemente sol y el fuerte calor.

El gobernador encargado, Edgardo Mejía y el Alcalde de Maicao Oscar Mejía Marulanda y los parlamentarios Alfredo Deluque y Jimmy Sierra fueron algunas de las personalidades que asistieron a la jornada. También lo hicieron los candidatos a la Gobernación Bladimiro Cuello y Juan Francisco Gómez así como los candidatos a la alcaldía de Maicao, Aldrin Quintana, Alejandro Rutto  y Eurípides Pulido.

Durante la caminata se escucharon consignas a favor de la paz y en contra de los hechos violentos, sobre todo el homicidio y el secuestro.  Finalmente los familiares de los secuestrados se expresaron en la tarima del Parque Simón Bolívar y pidieron la pronta liberación de los plagiados, en tanto que los organizadores expidieron un comunicado en el que piden la reactivación del batallón Matamoros en la zona de La Majayura, la consolidación del Distrito Especial de Seguridad de Maicao y la creación de una unidad de reacción inmediata contra las bandas criminales.

Trayectoria de Alejandro Rutto Martínez como periodista

Alejandro Rutto Martínez quiso ser periodista desde niño, tal vez atraído por aquello de que todos los periodistas que trabajaban en la radio de su pueblo durante la época de la infancia, eran más conocidos, queridos y respetados que el propio alcalde o el gobernador. A lo anterior, el embeleco infantil de ser famoso, se le unió cierto talento para enhebrar letras, sílabas y palabras, el cual demostraba con cierta frecuencia, principalmente cuando le correspondía entregar las tareas de ciencias naturales en las que le pedían describir a ciertos animales.

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Como no disponía del “texto guía” del cual todos tomaban la tarea, se iba al patio, miraba las características de los invertebrados, la anatomía de los vertebrados, las costumbres de los canes y armaba unos escritos que, indefectiblemente recibían el “elogio” de su incrédula profesora, consistente en un frío interrogante “¿ Eso lo escribió usted?

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El profesor de español era menos desconfiado y le pulió su forma de escribir y le pidió escribir pequeños artículos para el programa de radio del colegio y luego otros artículos y otros más hasta que un día lo llevó a la cabina de radio y comenzó a darle pequeños sorbos de micrófono a razón de tres minutos semanales.

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De allí vino la seducción de la radio comercial y unos sorbos más prolongados en la radio deportiva: una hora diaria. Siguiendo las vueltas de un balón de fútbol sobre las canchas de barro duro, piedra y polvo de La Guajira. Allí estuvo unos años hasta cuando comenzó a combinar el deporte con las noticias generales, y bien generales por ciertos: desde el registro diario de los muchos muertos que dejaba cada noche la violencia crónica de su Maicao natal, pasando por los discursos largos, aburridos (y muchas veces sin contenido) de los políticos, hasta las noticias de los cientos de deportados que, por fuerza de la pobreza, se habían ido a Venezuela sin otro documento que sus manos forradas de callos con las cuales demostraban que conocían el trabajo del campo.

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De la radio pasó a las columnas de prensa en el diario el Informador de Santa Marta y de las columnas de prensa dio el salto a la pantalla chica del canal comunitario de televisión en donde actúa como presentador y periodista del magazín “Buenos Días Maicao”

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Sin embargo, desde finales de 2.007 su gran pasión es el periodismo digital, modalidad en la que ha dirigido con éxito el blog Maicao al Día, una iniciativa de periodismo alternativo que en el lapso de un año ganó tres premios en reconocimiento a la profundidad de sus investigaciones y la calidad literaria de sus artículos. A través de Maicao al Día Maicao y La Guajira le cuentan su historia al mundo y han conquistado lectores en 137 países.

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Este es el resumen de una trayectoria que se inició como respuesta a la pregunta escéptica de una profesora de naturales.

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El periodismo me lo he gozado y disfrutado, no como una actividad laboral fría y angustiosa sino como una forma de vida en la que he luchado en el día a día de la mayor parte de mi vida.

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En el periodismo he vivido y practicado los distintos géneros y las maneras de informar...

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En las emisoras de nuestra tierra (Radio Península, La Voz de la Pampa, Olímpica Estéreo, Radio Delfín y Radio Almirante) y en las cadenas que alguna vez me dieron la oportunidad como corresponsal espontáneo, me puse a prueba en el reto inmenso y maravilloso de lograr que las personas vieran lo que yo les contaba.

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La prensa escrita me ha permitido encontrar en el papel embadurnado de tinta los temas que unas horas (o unos días) pasaron por el cerebro diligente de mis dos dedos índices, los únicos que aprendieron a oprimir las teclas de un equipo que se acostumbró a vivir conmigo la obligación opresiva pero desafiante que significa ponerse frente a una hoja de word en blanco.

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La televisión me enseñó la obviedad de lo obvio: es más fácil verla que hacerla. Pero poco a poco me indujo a hacerme a la idea de que sus múltiples formas de presentar los hechos le dan una ventaja sobre otros medios cuando se trata de conquistar a un ciudadano que siempre quiere saber más y más de lo que pretendemos informarle.

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El internet me permite ser un periodista de 24 horas y relatar los sucesos desde prácticamente cualquier lugar y a cualquier hora. A través de la autopista de la información hemos podido lograr que nuestro pueblo, un barrio de la aldea global, se asome a 137 países en donde algún lector, alguna vez de la noche o el día, ha hecho clic en alguna de nuestras notas.

miércoles, 15 de junio de 2011

Maicaeros envían Carta a general Naranjo

Piden más seguridad y lucha frontal contra el secuestro

Este es el texto de la carta enviada por Alejandro Rutto Martínez al Director General de la Policía Nacional:




Maicao, junio 15 del 2.011

General:
Óscar Naranjo
Director General
Policía Nacional
Bogotá D.C.

Atento saludo


En mi condición de ciudadano le escribo para expresarle la gran preocupación que nos asiste a los habitantes de Maicao debido a la peligrosa ola de inseguridad que nos ha agobiado a lo largo de todo el año pero que ha mostrado características especiales durante el último mes, puesto que a los frecuentes homicidios se han agregado dos secuestros de comerciantes, quienes han sido arrancados del seno de su familia en sus propias residencias ubicadas en barrios céntricos de la localidad.


Día a día los medios de información locales han difundido informaciones relacionadas con hechos trágicos en que la mano sanguinaria del sicario ha segado la vida de decenas de compatriotas indefensos cuyas viudas, huérfanos y demás familiares lloran su ausencia. Cada crimen, cada muerte nos hace sentir que sobre toda la sociedad y sobre cada uno de los ciudadanos recae el peso de una peligrosa y real amenaza colectiva. Lo anterior genera un estado de general intranquilidad ante el hecho real de que cualquiera puede ser la próxima víctima.


Es necesario, señor Director, que su despacho comience a considerar a Maicao como una ciudad con singularidades propias de los puntos de frontera y tome las medidas para que los ciudadanos tengamos la protección necesaria de parte de las autoridades legítimamente constituidas y podamos dedicarnos a nuestras actividades cotidianas sin los temores que hoy nos asaltan.


Señor Director, por favor, se lo rogamos, haga todo lo posible por regresarnos a los conciudadanos secuestrados, en el menor tiempo posible y tome las medidas para que no nos sigan secuestrando y asesinando. Confiamos en usted, en su buen criterio de hombre de Dios, en sus altas capacidades como ministro y en su demostrada responsabilidad como funcionario público.


Si sus múltiples ocupaciones se lo permiten espero recibir una respuesta a estas líneas en las que se refleja la angustia de 150 mil habitantes de Maicao. Si no puede escribirnos, comprenderemos que se debe a sus limitaciones de tiempo, pero por favor, que los hechos, las medidas y los resultados de los planes de seguridad implementados nos hagan sentir que nuestra delicada situación de seguridad no le es ajena a su despacho.


Dios lo bendiga e ilumine el sendero por el que ha de transitar hoy y siempre.

Atentamente,

ALEJANDRO RUTTO MARTÍNEZ
C.c. 84.042.755 de Maicao



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lunes, 13 de junio de 2011

Envidia de la buena

Por: Martín López González

Algunos amigos colombianos residentes en Venezuela cuentan cómo viven. Dicen que las épocas de malos tratos y deportaciones pasaron a la historia. Uno de ellos, con varios años de residencia dice “personalmente me he beneficiado de este gobierno en muchísimos aspectos, conseguí mi vivienda por medio de un subsidio del 60% que el Estado pagó completamente, el resto (40%) lo estoy pagando a 20 años con unas cuotas muy cómodas de 400 Bs. F, que en Colombia son algo así como $92.000”.

Y agrega, “Tengo un empleo estable, me dan un ticket de alimentación por 2.500 Bs. Tengo mi carro, gasto más en periódicos al mes que en gasolina, mis hijos van a una escuela pública gratuita todo el día, le dan desayuno, almuerzo y dos meriendas. Los útiles escolares, incluidos computadores portátiles y los uniformes nos los proporciona el Estado y por cada uno de nuestros tres niños nos da 1,000 Bs. Entre el sueldo de mi esposa y el mío más los bonos de los niños estudiando son 21,000 Bs. La atención en salud es gratuita y está garantizada para todos los venezolanos.”
Eso suena a mentiras para los que vivimos de este lado. Nos parece ficción que al salario mínimo allá le subieron un 26%. Todo esto nos lleva irremediablemente a hacer comparaciones. Si ambos países son inmensamente ricos, ¿Porqué la vida en esta orilla es tan dura? Escuchar los precios de los alimentos en Venezuela nos parece una fábula: 2 kilos de azúcar cuestan 7 Bs.; es decir $1.620, 1 kilo de queso, 24 Bs. o sea $5.520; 1 litro de leche 2,2 Bs., es decir $506; 1 kilo de arroz 5 Bs. equivalente a $1.150; un kilo de carne 14,65 Bs. que en pesos colombianos serían $3.369,5; un huevo sale por $169 en los supermercados comunes. Todo esto es más barato en las tiendas estatales llamadas Mercales. Razones de sobra para que los millones de paisanos que viven del otro lado jamás regresen a éste.

Más irreal les suena a los colombianos que viven en Colombia el precio de los servicios públicos en el Estado venezolano. Son tan baratos que se dejan encendidos los aires acondicionadas para aparentar que hay alguien en la casa, como medida de seguridad cuando a todos los miembros de la familia les toca salir. Mientras que en Colombia los aires acondicionados son casi artículos suntuarios de clase media hacia arriba por lo costoso de la energía eléctrica.

Lo curioso es que a pesar de la propaganda permanente en los medios de comunicación de la desconfianza para los inversionistas que genera las nacionalizaciones de empresas en el vecino país, la tasa de desempleo es del 8% con tendencia a la baja. La mejora en este indicador responde a la recuperación de su economía, cuyo Producto Interno Bruto creció en el último trimestre de 2010, 0,6 % y en el primero de este año, 4,5%. Muy diferente a lo que escuchamos constantemente, que ese modelo se cae desde hace 10 años y que es insostenible.

Algunas de las cifras más envidiables de los vecinos: En el primer semestre de 2006, la pobreza extrema se redujo a 12, 5%, con lo cual se alcanzó la más importante de las Metas del Milenio, reducir a la mitad LA POBREZA EXTREMA Y EL HAMBRE, antes del 2015 establecido por la ONU. Lo más importante ya nadie muere de hambre. En el 2009 Venezuela es declarada territorio libre de analfabetismo. Desde 1997 Venezuela se ubica como el país con menos desigualdad en América Latina, mientras que Colombia es su opuesto.

En mayo de 2009 cuando la UNICEF reveló que en Colombia 5 mil niños mueren cada año por causas relacionadas con hambre y desnutrición no fue sorpresa, pero casi todos los colombianos sintieron ganas de llorar.

Por suerte no solo La Guajira, sino toda la costa Caribe se ve beneficiada con los productos comestibles, la gasolina y algunos programas sociales venezolanos, lo que abarata la vida. De esta forma los vecinos subsidian con su Estado social de derecho, allende sus fronteras, a una de las zonas más vulnerable de Colombia. Donde el respeto por la dignidad humana y la prevalencia del interés general de las personas que integran la sociedad son algo ignorado.

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