Por: Alejandro Rutto Martínez
Las cosas que tiene Maicao solo las entendemos las maicaeros y eso, haciendo un gran esfuerzo, porque de lo contrario también nos encontramos sin las necesaria explicaciones a varios fenómenos constitutivos por el amor a esta bella tierra.
Pero hoy no vamos a hablar de sus calles lamentablemente inundadas o de su pavimento sepultado por el polvo y la indolencia, ni de los montones de basuras apiladas en sus nostálgicas esquinas por cuenta del cierre del botadero, ni de los crímenes y la masacre del barrio la Concepción, ni de las caravanas de camionetas asesinas que transitan a 100 kilómetros por horas, ni de las cinco mil motocicletas que resuelven parcialmente el problema del desempleo mientras complican la movilidad, ni de los diez días que tenemos que esperar para recoger un poco de agua a través de la tubería de la empresa que nos presta el servicio, ni de las ocho horas que, en promedio, duran los cortes en el servicio de energía eléctrica.
Hoy quisiera que nos refiriéramos a la “amañanina”, cierta droga que inunda el oxígeno que se respira en la ciudad y cuyo afecto es producir unas ganas irresistibles de quedarse en ella una vez que la persona respire el aire de la ciudad durante un período de más o menos dos meses. En efecto, si una persona pasa una temporada en la ciudad se ve expuesto al riesgo inminente de enamorarse de ella y quedarse por el resto de sus días.
Para la muestra podríamos indicar ciento, millares de botones de ciudadanos de otras latitudes, muchos de ellos extranjeros quienes llegaron un día a Maicao en plan de de hacer un negocio o una gestión o a visitar un amigo o un familiar y luego no pudieron hallar el camino de regreso.
La pregunta que todos alguna vez no hemos hecho es… ¿Qué amaña tanto de Maicao? Esta no es propiamente una ciudad turística. No tiene río, ni playa ni encantos naturales y a decir verdad no abundan en ella los sitios que se puedan incluir en un catálogo o video promocional del turismo colombiano, pero…ahí está el misterio, La Tierra del Maíz tiene algo que atrapa y lo que debe hacerse es investigar qué es “ese algo”.
Particularmente creo que de una parte la explicación tiene que ver con que éste es un lugar generosos en donde puede encontrarse el sustento para la familia aún en los tiempos de las más duras crisis. En segundo lugar está la solidaridad que han tejido quienes aquí viven, mediante la cual las personas se ayudan entre sí y de ésta manera logran sobreponerse a las condiciones adversas de los tiempos de crisis.
Sus habitantes conforman una comunidad resiliente, capaz de salir adelante aún en los momentos más complicados de sus muy frecuentes crisis económicas y la ha superado en buena parte por los gestos de ayuda mutua de sus habitantes. En tercer lugar y, esta es la más difusa explicación, a la vez la más certera (vaya paradoja) y es la que uno le escucha a la gente más enamorada de su pueblo: “Maicao es Maicao, mi hermano”
De ese pueblo, grato acogedor, bello y tan querido, me declaro profundamente enamorado.