Por RAUL BRUGÉS FUENTES
DIRECTOR CASA DE LA CULTURA DE MAICAO
Para muchos amigos, el nombre de SIR HENRY DUNANT quizás poco o nada signifique; pero para miles de millones de personas que han padecido bajo el fuego de la artillería en medio de una guerra, o que han sufrido los rigores de fenómenos naturales desastrosos, (terremotos, inundaciones, derrumbes, riadas, incendios, etc.) la institución que creó este hombre hace muchos años, 147 para ser exactos, ha sido y es aun su única esperanza de ayuda, de apoyo o de supervivencia: LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL.
Sin duda alguna, esta es una fecha que debe resaltarse en todos los niveles posibles de la sociedad y en cualquier rincón planetario, considerando el giro que se tuvo desde su creación, en lo referente a la ayuda humanitaria tanto en tiempos de guerra, como de paz. Colombia entró a formar parte de esta “cadena” internacional desde 1922, cuando ingresó oficialmente al Comité Internacional de la Cruz Roja. Pero, la historia de la institución humanitaria en nuestro país, se remonta hacia los tiempos de la guerra de los mil días.
El ocho de mayo, es el día internacional de la Cruz Roja, en conmemoración del natalicio de Sir Henry Dunant, su fundador, razón por la que en todo el orbe, se celebra y conmemora un día internacional muy memorable. El trece de mayo, se impone la tradicional “banderita” para recaudar fondos que serán invertidos en ayudas a las personas que lo requieran, bien sea en Haití, Chile, Bangladesh o cualquier caserío de los tantos que en Colombia padecen por los embates de la naturaleza o del hombre, en su afán de aniquilar a Pachamama (la tierra).
En Maicao, funciona la Cruz Roja desde hace más de 35 años, iniciándose su historia gracias a la gestión de un grupo de personas, las cuales seguramente muchos jóvenes desconocen: Doña Pastora Mora de Romero, Julio Manuel Larios Ríos, Zoraida Toncel Redondo, María Teresa Solano, Maritza Brito, Clara Inés Cujia, Byron Herrera y los fallecidos Doña Clarita Bernier de Fernández, Armando Correa Saavedra, Roberto Enrique Pineda, entre otros, quienes organizaron la sede en Maicao de la Cruz Roja, creando un comité Municipal, que se dio a la tarea de consolidar una obra imperecedera. Con el tiempo, fue tanto el auge y el respaldo a esta noble gesta, que se logró la sede (en donde aún funciona) y la creación de las escuelas de voluntariado, llegando a ser una de las mejores sedes de la región Caribe.
Por allá en el año 1983, tuve la fortuna de vincularme a esta gran familia como aspirante a Socorrista, proceso formativo en el cual recibí conocimientos no solo en primeros auxilios, sino entrenamiento físico, mental y sobre todo ETICO, para ser de utilidad en situaciones de alto riesgo; para ser solidario, humanista, respetuoso de la vida humana, defensor de la naturaleza…todo un legado de VIDA.
De esa época maravillosa, recuerdo las clases con Julio Manuel Larios Ríos, Aramis Díaz, Wilder Pinto (Will&Will); Asdrúbal Carrascal…recuerdo a mis compañeros Julio Manjarrés, Yull Daza, Jairo Polo, Los hermanos De La Hoz, Santander Palacio, Esneider Suarez, Jose Curiel, Lucía Mejía, el capitán Hugo Murillo, Angel Núñez y José Hilario Arredondo (q.e.p.d), Yuly Carrascal, entre muchos otros a quienes el espacio no permite incluir, pero que están siempre en mi memoria, en fín , toda una pléyade de voluntarios que a lo largo de su vida han demostrado y aplicado los grandes valores que aprendimos en tan noble entidad, que por cierto, ha sido galardonada en varias ocasiones con el premio NOBEL de la paz..
Pero lo que más agradezco de ese proceso Cruzrojista, fue todo el apoyo y respaldo que me brindó la institución cuando sufrí aquel aciago accidente. Recibí solidaridad, compañerismo, donantes (ya no soy Brugés de sangre, fueron once transfusiones) muletas, en fín…
Pero lo que más me obliga a honrar a la Cruz Roja, es recordar que gracias a los conocimientos adquiridos durante horas y horas de entrenamiento, tuve el valor de aplicarme los primeros auxilios en aquel trágico momento. Fui capaz de inmovilizar mi lacerada pierna para evitar un daño mayor en arterias o venas, ya que identifiqué de inmediato que presentaba fractura abierta y conminuta de fémur con compromiso articular; fui capaz de aplicarme un torniquete compresivo para controlar la hemorragia, y tuve el valor de pedir, con serenidad y paciencia, ayuda para que se me trasladara a un centro asistencial, mostrando mi carnet de socorrista de la Cruz Roja de Maicao, ante el estupor e inercia de los demás pasajeros que me veían actuar en silencio…
Hoy, 26 años después de aquello, no puedo menos que celebrar este día como si fuera el de mi cumpleaños; porque de no existir la Cruz Roja de Maicao, de no haber recibido la formación que me ofreció, no existiría mi pierna. No existiría yo. Gracias, Dios Mío; gracias, Dunant; Gracias Pastora; Gracias amigos Cruz Rojistas…Felíz aniversario…Cuenten con mi aporte el día de la Banderita…..