Por: Martín López González
Al revisar la historia se nota un acto repetitivo: ex alcaldes de Riohacha, al final de su mandato trasladan su residencia a Bogotá. La mudanza es como un acto de escapatoria; aunque por diferentes razones, guardan algunas similitudes. Lo acostumbrado es verlos salir por la puerta trasera, involucrados en escándalos de corrupción con una gruesa chequera de por medio. Uno de los casos merece especial atención. Pues en ese, no se presentaron esas circunstancias. El motivo fue ser objetivo militar de las fuerzas implacables del paramilitarismo.
La primera amenaza había ocurrido en 1998 en tiempo de la Casa de la Paz de Riohacha. El operativo lo tenía montado un “guerrillero voltereta”, que en sus ratos libres prestaba servicio a sus enemigos congénitos, los paramilitares. Entre sus tareas urgentes estaba aniquilar al personaje de marras. Mientras el veterano matón preparaba todos los pasos con precisión de relojero, se filtró la información en los servicios de inteligencia de la Oficina de la Reinserción y se pudo detener los que hubiese sido un magnicidio local. Más adelante en confusos hechos, el victimario se convirtió en víctima; no se sabe, si por sus camaradas guerrilleros por traición, o por sus contratantes paramilitares por ineficaz.
El paramilitarismo en pleno furor en el 2002 no podía perdonarle a ese gran líder, haber cambiado la forma de hacer y ejercer la política, con absoluta independencia de la clase politiquera tradicional. Sin dinero, sólo con su carisma inagotable, había hecho la movilización social y política más grande de la historia de La Guajira, llegando a ser Alcalde de Riohacha con más de 22.000 votos. Erigiéndose como una figura independiente de proyección nacional, a través de las estrategias de progreso y del respeto que la humanidad entera busca anhelante, con la decencia pública como medio principal.
De los pocos que nunca en su declaración de renta y patrimonio han tenido súbita prosperidad. Lo común es ver a ex alcaldes riohacheros multimillonarios después de su administraciones, caracterizadas por un escándalo de corrupción que identifica a cada una de ellas; Aguas de La Guajira; nacionalización de los vehículos venezolanos; traslados de usuarios de las ARS; venta de los lotes donde está Carrefour, entre otras. No sabemos aún como pasará a la historia la actual. A diferencia, la de él se recuerda por el desarrollo humano: biblioteca Denzil Escolar con 6.000 volúmenes; excelentes niveles en recreación, cultura y deporte con instructores de talla mundial para los niños y jóvenes; bombeo de agua cumpliendo con los requisitos de potabilidad del Ministerio de Salud; recolección de basura en compactadoras; proyecto de vivienda de interés social más grande de Colombia, entre otros.
La Constitución Política de Colombia, “garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia”. A pesar y precisamente por eso, muchos luchadores sociales se convirtieron en objetivos militares de los paracos. Muy pocos llegaron a salvarse. El caso en mención, estuvo acompañando a renglón seguido a Jaime Bula, desmovilizado de la Corriente de Renovación Socialista, quien fue ultimado a balazos en Montería a mediados del 2002. Por una serie de hechos que escapan a la explicación científica del estudio de las probabilidades, el siguiente en la lista, condenado a morir dos días después, no fue eliminado.
Días antes, el personaje objetivo militar riohachero había sido advertido por los servicios de inteligencia de la Oficina de la Reinserción que su compadre y compañero de lucha Cimarrón iba a ser asesinado, por lo que de urgencia, le notificó. La eventual víctima buscó información inmediatamente con algunos comerciantes. Estos diligentemente lo llevaron una reunión con el jefe paramilitar de la zona, quien sacó, de un lujoso maletín ejecutivo, una libreta, donde había un tenebroso listado, parcialmente ejecutado, y al revisarlo cuidadosamente, con toda la calma del caso y sin ningún escrúpulo, gesto o expresión en su rostro dijo: no señor, su nombre no aparece acá, aquí hay es otro médico de nombre Luis Gómez Pimienta y ya andan dos equipos motorizados en la calle buscándolo para totearlo.
Gracias a haberle avisado a su compadre que supuestamente él estaba entre las próximas víctimas. Este último se dio cuenta, accidentalmente, que era a lo contrario.
A partir de ese momento Cimarrón, quien había divagado del ateísmo científico al agnosticismo, se convirtió en un firme creyente. Salió como un bólido para donde su amigo y pronunció las palabras que todavía retumban en la mente de su interlocutor: ¡Dios si existe compadre, a usted es a quién van a matar!
Por estas poderosas razones, la Pastoral Social en asocio con la organización Caritas Internationalis de Suecia, en su programa de Protección a Líderes Amenazados, lo sacaron justo a tiempo de Riohacha a Bogotá y luego como exiliado político a Chile, donde estuvo entre los noviembres de 2003 y 2004. ¡Salvándose por segunda vez, milagrosamente de la sentencia paramilitar! El hombre propone y Dios dispone.