miércoles, 20 de mayo de 2009

Garantizados recursos para montaje de Parque Tecnológico de La Guajira

El SENA hará el montaje de un Parque Tecnológico en La Guajira, con aportes de la Gobernación de La Guajira, las alcaldías de Albania y Hatonuevo y la participación de la Fundación Cerrejón Progreso.

Así lo anuncio el Director General del SENA, Darío Montoya Mejía, durante su visita a La Guajira. La inversión de los entes territoriales alcanza los $8.000 millones de los $12 mil que demanda el Parque, cuya obra empezará a ejecutarse a partir del mes de julio de 2009.

El objetivo de este Parque Tecnológico es crear un espacio donde se apliquen tecnologías, se construya conocimiento y competencias laborales asociadas al mantenimiento, logística y producción de piezas requeridas en la industria regional, con el fin de lograr un desarrollo social a través de la creación de empresas y la integración del sector público y privado.

Por su parte el Gobernador de La Guajira, Jorge Pérez Bernier, se comprometió con el proyecto uniéndose al interés del SENA, que asumirá los costos de diseño, la dotación y los gastos operativos, además de aportar el talento humano necesario para gerenciar y orientar las obras y el montaje.

El Parque Tecnológico de La Guajira estará próximo a las minas del Cerrejón, en el municipio de Albania, siendo ésta una estrategia que permite atender las empresas contratistas del complejo, como también las demás que lo requieran en los municipios de Riohacha, Maicao y del sur del departamento.

Con este mismo fin, el Centro Industrial y de Energías Alternativas del SENA Regional, inició el desarrollo de 15 programas de formación en los cuales pueden participar 450 aprendices, aproximadamente, quienes en su etapa productiva, estarán al frente de los procesos de producción y mantenimiento de piezas de maquinaria pesada y todo lo relacionado con la metalmecánica, para atender la primera fase de operación del parque.

La inversión realizada por los entes participantes representa beneficio para la comunidad, porque obliga a ofrecer formación en tecnología de punta demandada en la región, crear nuevos puestos de trabajo, consolidar y generar empresas, así como apoyar el mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad, la independencia económica del departamento y la generación de una nueva dinámica económica.

$2.000 millones para empresas metalmecánicas

Como complemento al Parque Tecnológico de La Guajira, el SENA estimulará el montaje de empresas del sector metalmecánico en el departamento, a través de dos convocatorias cerradas por $1.000 millones, cada una.

El Director General del SENA, Darío Montoya, al hacer el anuncio dijo que una primera convocatoria será este año y una segunda en el 2010, una vez inicie operaciones el Parque.
La iniciativa surge de la necesidad de apoyar a los empresarios potenciales y el mayor aprovechamiento de la infraestructura tecnológica.

También pueden consultar esta información en el portal institucional : www.sena.edu.co
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Lo publicaremos para que sea conocido por todos nuestros lectores

En Riohacha, encuentro de Alcaldes y la Policía, para la implementación del Programa DMS


ANNP. Mayo 20 de 2009.

Riohacha- La Guajira. En aras de fortalecer esta herramienta fundamental para la seguridad y dar las recomendaciones a seguir de ahora en adelante en el departamento de la Guajira, con lo que refiere al programa Departamentos y Municipios Seguros DMS.

El evento que contó con la asistencia de los diferentes Alcaldes de La Guajira, acompañados de los Comandantes de Estaciones de Policía, que sirvió para recordar el compromiso institucional, para seguir brindando la seguridad y tranquilidad a todo el pueblo guajiro.

Igualmente se resolvieron las inquietudes acerca de la implementación del DMS, a través de la elaboración de un taller practico, donde se entregaron las recomendaciones que deben tener en cuenta para evitar ser victimas de los actores delincuenciales.

Por último se hicieron las conclusiones del caso con el compromiso de implementar de lleno este programa y procurar por recordar a todos que la seguridad es compromiso de todos.

martes, 19 de mayo de 2009

Escalona y su aventura en La Guajira

Rodeando al maestro Escalona y a Luz Marina Zambrano su última compañera sentimental, aparecen los artistas plásticos maicaeros Joaquín Ariza y Álvaro Palomino, el médico y coleccionista Álvaro Ibarra Daza y el escritor e investigador Abel Medina Sierra (Albania, 2005)


Por: Abel Medina Sierra
El inventario de encomios se que da corto en estos días. Escalona ha cumplido su deseo de posteridad como bien lo supo augurar, “arriba de las estrellas” festeja la plenitud mientras en la tierra que ofrendó sus cantos no ahorramos elogios y muestras de exaltación por el que fuera el más renombrado y reconocido compositor vallenato de la historia.

Escalona el mito y el hito, Escalona el que conquistó nombradía para nuestra música, el genio compilador del anecdotario regional, el gran señor, el don Juan irrefrenable, el gavilán aventurero, el embajador ante la élite del país, el maestro.

Más allá de la exacerbación que produce el hecho de su muerte, en Escalona hay que reconocer sus nada despreciables méritos en tanto músico como personaje influyente.

Fue el gran cronista de la cotidianidad provinciana, tuvo una envidiable capacidad para contar historias y lograr una síntesis casi perfecta en la trama de sus cantos. Sus canciones supieron llegarle al alma nacional, su lista de éxitos es larga, son cantos tan memorables en el imaginario popular que son referente nacional de la música popular.

También comparte el mérito junto a Tobías Pumarejo de ser precursor del compositor dedicado exclusivamente a la creación sin ser intérpretes (acordeonero o cantante), es decir, funda la profesión y figura del compositor.

Sus canciones exploran nuevas fórmulas expresivas como la alegoría, evidentes en canciones como “La casa en aire” o “Rosa María”, “El gavilán ceba´o”; lleva la crítica social al plano estético en “La custodia de Badillo”, “El hambre del Liceo” o “Lengua sanjuanera”.

En el plano de la versística vallenata Escalona también representa un hito: tomó la redondilla de versos de arte menor y con pocas preguntas y respuestas y lo convirtió en un verso de arte mayor, una estrofa de mayor complejidad versística y riqueza musical.

Lo anterior es lo que nuestro paisano e investigador Emmanuel Pichón Mora denomina “la indisciplina retórica de Escalona que sería una verdadera ruptura con las formas de componer versos de sus antecesores.

Rafael Calixto también instaura el donjuanismo en la música vallenata el código del donjuanismo, tan asumida por compositores posteriores como Rafael Manjarréz o Roberto Calderón.

Escalona fue el gran gavilán, creó un romancero musical con sus motivos sentimentales: La Maye (Marina Arzuaga), la Molinera, la Mona del Cañaguate, La monita de ojos verdes, Dina Luz, Maria Tere la Antioqueñita, La Brasilera son apenas algunos episodios amorosos cuyos detalles sirvieron para definir un código del galanteo en los hombres de la región. Hoy, su figura pasa a la historia como el gran galán, el don Juan de nuestra épica musical.

Bien es sabido, que el acordeón siempre ha despertado recelo entre algunas élites sociales e intelectuales. El vallenato necesitaba de un andamio para subir a los ámbitos que lo invisibilizaban por su condición campesina y su largo trasiego crapuloso en las cantinas europeas y barras de marineros.

Fue Escalona, hijo del ilustre del coronel de la guerra de los Mil días, Clemente Escalona Labarcés y la respetable dama patillalera Margarita Martínez Celedón, sobrino del insigne obispo, poeta y sabio Rafael Celedón, quien abrió las celosas puertas de la sociedad vallenata para que una música de peones y campesinos guajiros conquistara los salones de la alta sociedad valduparense.

Fue también quien con sus cantos y su arrolladora personalidad y condición de anfitrión hizo que figuras de la vida intelectual y pública del país descubriera la magia cautivadora del canto vallenato; hablamos de García Márquez, Álvaro Cepeda Zamudio, Manuel Zapata Olivella, Alfonso López Michelsen, Fabio Lozano, Daniel Samper, Enrique Santos Calderón entre otros.
Que personalidades de tanta estatura en el imaginario del país se interesaran en el vallenato fue un escalón trascendente para superar la atalaya excluyente de un país que miraba de soslayo la música popular costeña que luego supo arropar la identidad nacional.

Escalona Martínez será recordado como un osado aventurero, hombre de muchas empresas, capaz de recorrer y desbrozar en sus andanzas y correrías, los todavía intransitables y tortuosos caminos y carreteables del antiguo Magdalena Grande. Desde que tenía 17 años y ya se cantaban en Valledupar y su área de influencia sus primeras canciones El profe Castañeda, El carro Ford, La enfermedad de Emiliano y Miguel Canales subía a Manaure buscando a su mentor Poncho Cotes Querúz, tomaba luego el camino de la Sierra Montaña para cantarle a la Vieja Sara en El Plan.

Luego entre el estudio en el Liceo Celedón de Santa Marta, las visitas a su natal Patillal, los escarceos amorosos en La Paz, San Diego, El Molino o San Juan lo cimentaron como un verdadero campeador de la provincia, un andariego de la música y un emprendedor e industrioso baluarte.

Consuelo Araújo Noguera, su biógrafa, comadre y confidente bien da cuenta del periplo ingobernable de este aventurero en su obra “Escalona: El hombre y el mito” (1998): “seguido por un regimiento de amigos y partidarios irreductibles, como él, en su empeño de de vivir intensamente y apasionadamente, la vida de Escalona fue nada más ni nada menos que un solo canto largo y continuado.

Hoy aquí por la mañana y en la tardecita en La Paz, para seguir por la noche hacia Villanueva o Manaure, de acuerdo con la ruta que trazaran los vientos de la oportunidad; en la madrugada en San Juan, golpeando con sones y paseos los postigos de barrotes torneados de las ventanas de de la casa de Fefa Brugés; al mediodía en Fonseca, por la noche en Barrancas, mañana de regreso en Urumita o El Molino, y pasado mañana en cualquier otro sitio y lugar de los muchos por donde se regaron sus cantos y la nombradía de su talento inmenso”.

De sus andanzas, en especial por actual La Guajira, conquistando territorio a punta de verso y galanteo queda el testimonio cantado de El gavilán ceba´o, pieza de magistral recurso alegórico:

Señores, abran el ojo
Que el gavilán no viene solo
Mujeres, cierren las puertas
Que ya el gavilán se acerca

Gustavo Cotes lo vio en Fonseca
Y así me dio cuenta lo que sucedió
Entró en una casa que estaba entreabierta
Cogió una polla y desapareció

En los caminos se ven las trampas
Que la gente pone para el gavilán
Y cuando lo buscaban en Barrancas
El estaba tranquilo durmiendo en San Juan

Fueron los motivos sentimentales como los laborales los que lo vincularon con La Guajira. Desde entonces para el Maestro, este territorio sería también un nido de afectos, un territorio que ensanchaba su reino sentimental, musical y laboral, su aventura extrema, su hechizo existencial.

Siempre reconoció el protagonismo de esta región en el surgimiento de esta expresión musical. Nos ha enrostrado que por Riohacha entró el acordeón pero que la influencia vallenata no se arraigó en el norte de La Guajira “porque los riohacheros siempre han sido muy pretenciosos y preferían música europea y del Caribe”.

La única vez que pude conversar directamente y cercanamente con el maestro hace poco hace años en Albania, nos contó, sin recatos, que Valledupar nunca fue pueblo de acordeoneros, el primer acordeonero fue Chema Guerra un paisano de Escalona que al decir del maestro “solo macujeaba el acordeón”, agregaba que “en Valledupar en los sesentas, cuando venía López Michelsen y personalidades de Bogotá los acordeoneros había que irlos a buscar a La Guajira porque no había”.

El maestro sabía que sus cantos antes de ser grabados tuvieron un marco musical con acento guajiro: Colacho Mendoza y Víctor Soto, los acordeoneros que acompañaron sus parrandas. A Colacho lo conoció en 1957, sería su segunda influencia musical después de Poncho Cotes. Hicieron una amistad arraigada, Colacho fue su empleado, su amigo, su acordeonero y su mejor intérprete.

Con Colacho protagonizó muchas parrandas en el Hotel América o el Café La Bolsa de Valledupar, en el barrio Cañaguate o en cualquier pueblo. Colacho grabó la mayoría de sus éxitos con Bovea, Alberto Fernández o Pedro García cuando no lo hacía con su propia voz. Víctor Soto era de Cañaverales, hoy vive sus últimos años en Estados Unidos. Lo conoció en Bogotá donde hacía parte de Los Magdalenos, el primer conjunto vallenato de la capital. Solía acompañar a Escalona en parrandas de salón, de patio y en correrías por los pueblos de la región.

La Guajira a finales de los 50´s y 60`s, época de plenitud autoral de Escalona, era para el maestro, como para el imaginario colectivo nacional, un escenario encantado, inhóspito, poco accesible, sin más ley que el arrojo y la osadía de los hombres.

Es pertinente que la denominación de Guajira sólo hacia los años sesenta comenzó a aplicarse a todo el territorio del actual departamento pues antes se aplicaba exclusivamente al norte desértico, indígena y costero. La Guajira en los cantos de Escalona aparece inicialmente como lo distante desde su primera canción El profe Castañeda.

El docente que tanto admiraba Escalona fue trasladado del colegio Loperena de Valledupar al Liceo Padilla de Riohacha hecho que suscitaron a inicios de 1943 los primeros versos del que sería genio fecundo de la vallenatía: Cuando sopla el viento frío de la nevada/ Que en horas de estudio llega al Loperena/Ese frio conmueve toda el alma/Lo mismo que la ausencia del Profe Castañeda”.

La Guajira es no sólo la tierra del extrañamiento, el destierro y de baja escolaridad en otros cantos de Escalona como El bachiller en la que expresa; “Felices aquellos los que pueden presentar/El grado bonito que conquista a las mujeres/Como no lo tengo yo me voy a desterrar/Para La Guajira, donde no haya bachilleres”. También es tierra de acechanzas y peligros, tierra de riesgos y arrojo pero también de oportunidades y bonanzas, de aventura y esperanzas. Así lo reitera también en Mala suerte:

Díganle a Chema Maestre
También a Turo Molina
Que yo me voy pa´La Guajira
Porque aquí no tengo suerte

Y si no puedo volver
Porque en La Guajira muero
Solo quedará el recuerdo
De aquel amigo que se fue

La Guajira fue un territorio fértil para que Escalona sembrara su propio jardín sentimental. Convivió con Dina Luz Cuadrado (hermana de Egidio Cuadrado, acordeonero de Carlos Vives) a quien le compuso Dina Luz y Mala suerte entre otras canciones.

Su trasiego apasionado por La Guajira se teje desde Eduvilia López a quien compuso Mariposa urumitera pero que nunca conquistó pues resultó siendo novia de su amigo Caviche Aponte, como tampoco lograría fructificar un romance con Elsa Armenta, La Molinera que lo hacía suspirar apenas avistaba el ramal de El Molino.

A la China Ariño, la donairosa muchacha de Los Pondores que le inspiró El cazador, la misma relación que desató chismes y rumores en San Juan del Cesar y que él respondió con Las lengua sanjuaneras. En el mismo San Juan del Cesar cultivó una de sus grandes pasiones, “La monita de los ojos verdes”, la única relación en la que éste gavilán siempre ocultó la identidad de su paloma, el amor que le inspiró El medallón, El regalito, El Mejoral y Honda herida, ponderada por Consuelo Araújo Noguera como la más alta expresión del cancionero vallenato.

En el mismo pueblo le compone a Francia María El copete, la muchacha que fue su pretendida y terminó siendo su cuñada.

En Fonseca conoció, en casa del compositor José María “Chema” Gómez (autor de Compae Chipuco), a su hermana Carmen Gómez, la de la canción homónima, aquella esbelta y altiva doncella que “tiene los ojos de España, ¡olé! y la elegancia latina”, la misma que como Remedios La Bella no hubo encanto masculino que pudiera rendirla y prefirió la soltería.

Ni siquiera Escalona pudo rendir sus encantos pero a la que si tributó con su hermoso merengue.

Pero en el territorio vecino no solo encontró las más bellas flores, también los más caros y entrañables amigos. Una de sus primeras canciones la dedicó a alguien a quien sólo conocía por sus canciones: Emiliano Zuleta Baquero. Supo que estaba enfermo y le mandó un recado cantado: La enfermedad de Emiliano

Allá en el Valle he tenido la noticia
A mí me dijo un hombre que Emiliano está mal
Me mortifica que un muchacho tan joven
Por falta de de malicia se deje sepultar

Mile no solo sobrevivió a la enfermedad sino que fraguó con el maestro una perdurable amistad y compadrazgo pues Escalona sería el padrino de su hijo Poncho Zuleta. Pero esta canción no solo granjeó la amistad con Zuleta sino con la inmortal Vieja Sara, madre de Mile y Toño Salas. En compañía de Poncho Cotes solía visitar a esta matrona que vivía en El Plan de la Sierra Montaña en donde solía organizar durante las fiestas de Corpus Cristie largas jornadas de competencias entre decimeros. Para exaltar a ésta fecunda recitadora compuso La vieja Sara:

Yo vengo a hacerle a la vieja Sara
Una vista que le ofrecí
Pa que no diga de mí
Que yo la tengo olvidada

También le llevo su regalito
De un corte blanco con su collar
Pa´que haga un traje bonito
Y flequetee por El Plan

Este último verso originó una discusión entre la Vieja Sara y su pariente Simón Salas. Este músico prometió a Escalona un guiso de gallina cuando fuera de nuevo a El Plan.

Cuando Escalona llegó la vieja Sara le contó que éste no tenía animales a lo que Simón respondió con unos versos en que señalaban a la matrona de querer quedar bien con Escalona por los presentes que le hizo. La ira de Sara terminó echando de la casa a Simón, situación que originó la canción de Escalona El destierro de Simón:

Poncho Cotes tenia un viaje para El Plan
Me invitó y con mucha pena no acepté la invitación
Porque me han dicho que en ese lugar
Ya y que no vive el compadre Simón

Preguntaba cuáles fueron los motivos
Que tuvo ese gran amigo pa´ ausentarse del lugar
Y Toño Salas en el Valle me dijo
Que la vieja Sara lo botó de El Plan

En su inventario de afectos y álbum de exaltaciones aparece ponderando las virtudes amoreras de su gran amigo Poncho Cotes Querúz quien pretendía a Thelma Ovalle, madre del canta-autor Poncho Cotes Jr. Los arisco y celosos padres de la “paloma” no contaban con que Poncho tenía un gran aliado en las canciones de Escalona, aquel que mientras esperaban un descuido de los padres de Thelma, compuso al pie de la milenaria ceiba de Villanueva el merengue El Gavilán rastrero con el recurso de la alegoría animal:

En la ceiba ´e Villanueva
Canta un gavilán bajito
Y es diciendo que se lleva
A una hija de de Ovallito


Fue sembrando amistades por toda la zona, anfitriones de amplia gratuidad, compadres pletóricos de atenciones, parranderos dispuestos, alcahuetas solícitos. Sus cantos exaltan el ritual de la amistad cosechada con aprecio despojado de interés. Le cantó al músico de bandas Reyes Torres, padre de una gran estela de bajistas famosos a quien le debía un bautizo con El villanuevero:

De Reyes Torres ya yo he recibido
Muchas razones y un poco é reca´ o
Y ahora me dicen que está resentido
Porque no le he bautizado el pela´o

Le ofrendó un cantó como regalo de bodas a su acordeonero e intérprete de confianza Colacho Mendoza, en ese merengue titulado El matrimonio de Colacho; apenado consoló a un gran amigo en Urumita con El compadre Tomás. Nos legó ésa dramática historia de amor de El general Dangond de Villanueva a quien casa mata el amor de una molinera.

Congració a El tigre de las Marías de Urumita y Villanueva por su gesta amorosa así como ponderó las virtudes musicales de Chema Gómez con una canción que exalta la obra máxima del fonsequero con la canción El Retrato de Chipuco. Criticó a un compañero de estudios del Liceo Celedón, Rafael José Parodi, por alardear de ser argentino con El Che sanjuanero.

Tuvo formas sutiles de exaltar mediante la broma y la anécdota, así lo hizo con su ahijado Poncho Zuleta en La camisa de Poncho, también a Leandro Díaz, su gran colega y uno de los últimos sobrevivientes de su generación cantoral la dedicó La casa de Leandro

Pero logró palpar personalmente los extremos de La Guajira con su aventura como contrabandista. Desde el peligro, el susto, el sudor y trasnocho hasta el amor de una princesa wayuu y los buenos dividendos.

Con apenas 19 años, Escalona se le mide al oficio del contrabando y al tráfico de semovientes entre Colombia y Venezuela, la que sería una de sus más excitantes aventuras, oportunidad para nuevos lances amorosos y motivo para memorables canciones.

En 1946 conoce a Fernando Daza “Tatica” con quien lo une el hecho de ser su “alcahueta” en sus pretensiones de conquistar a la Ambrosina “La China” Ariño, novia de Tatica. Este sanjuanero es quien lo motiva a cruzar la “agreste” pero bonancible Guajira, la tierra poblada de indios y de oportunidades económicas. Escalona encuentra así un nuevo vínculo con toda la dimensión territorial de esta región.

De ésta época recuerda como quien declara una osada gesta: “Así irrumpí en La Guajira inmensa. Crucé la frontera y comencé una nueva actividad al lado de hombres rudos, de costumbres fuertes y sentimientos nobles, que se ganaban la vida en un oficio mercantil que se llamaba contrabando, pero que en la época estaba protegido y “legalizado” por algo más poderoso que la ley, que es la fuerza de la costumbre.

Tatica me introdujo en todos los secretos del negocio y con él fui la primera vez y muchas más. Comencé con unos 20 cochinos que compramos en compañía.

Me entusiasmaba la idea de ganar dinero viajando, que ha sido una de mis aficiones, pero también me atraía la aventura en sí misma. Ir en esos tiempos a Venezuela llevando contrabando no era como soplar y hacer botellas. Había que tener los riñones en su sitio y los pantalones bien amarrados. Los caminos no eran sino trochas que, en verano, se convertían en un desierto de polvo y, en invierno, en tremedales. No había término medio.”

El episodio más dramático y peligroso de esta travesía en la frontera colombo- venezolana, lo representa el paso por el riachuelo Paraguachón que en actuales épocas de invierno atraviesa el corregimiento del mismo nombre.

Escalona y Tatica, como los demás contrabandistas y “maleteros” o “trocheros” que traficaban con indocumentados colombianos, tenían que esquivar la frontera oficial y cruzar el riachuelo que representaba para entonces un tortuoso y hostil tránsito como recuerda el maestro: “En uno de esos amaneceres llegamos una vez a Paraguachón… tenía fama de ser un lugar teso y peligroso porque los indios se dedicaban a los viajeros para quitarles la mercancía.

El solo nombre infundía temor. Se escuchaban cuentos de comerciantes que habían sido asesinados en sus orillas y sus cadáveres echados a las aguas, de donde nunca fueron rescatados. En invierno, el caudal aumentaba de tal modo que era un verdadero río de corrientes impetuosas. Ahí tocaba esperar a que bajara la corriente y nos picaban los mosquitos y nos acosaba el hambre y se nos iban poniendo los nervios de punta por la incertidumbre sobre cuándo podrían atacar los indios. Uno dormía con un ojo abierto y el revólver en la mano.”

Escalona recuerda que, incluso, se llegó a correr el comentario de que una de las caravanas asaltadas por los hostiles indígenas wayuu en el paso de Paraguachón, era la de Tatica y él. Cuando llegó a Valledupar y se enteró de los comentarios intuyó enseguida que tan temeraria empresa no podía pasar desapercibida en el telar de su existencia y en su cancionero vivencial. Así compuso el paseo Paraguachón cuya letra expresa:

Oiga compadres, yo conozco muchos hombres
Que hablan de machos cuando están bebiendo ron
Los invito a Paraguachón
Pa´ que prueben sus pantalones

Paraguachón es un arroyo que hizo el Diablo
Y que divide a Colombia y Venezuela
Y allí me dijo un venezolano
“Mira chico, tú aquí no llegas”

¿Adónde estarán mis cochinos
Que en la trocha se me han perdido?
¿Mis cochinos dónde estarán?
Se han perdido en la palizá

Yo soy de buena´y ningún cerdo se me ha ido
Porque del carro no salen sin amarrá
¡Ay! Yo no voy a trabajá
Pa´darles de comé a los indios

Vi un sanjuanero que se jalaba las greñas
Me causó risa y entonces le dije yo:
“Ay, ese es castigo de Dios
Porque tienen muy mala lengua”

¿Adónde estarán mis cochinos
Que en la trocha se me han perdido?
¿Mis cochinos dónde estarán?
Se han perdido en la palizá

De esta misma época de empresa contrabandista, es la canción El chevrolito dedicada a Yiya Zuleta y en la Escalona encarna a su gran amigo y socio de aventura Tatica Daza, novio de la esquiva Yiya.

Tengo un chevrolito que compré
Para ir a Maracaibo a negociá
Un puestecito a´lante te aparté
Y el que me pida un cupo va pa´tras

De allá de La Guajira te traeré
Las perlas más hermosas para ti
Pa´que hagas un collar, homb´e y después
Serán una princesa para mí

Si te vas conmigo no te cuesta ná
Te llevo a Maracaibo a conocé
Cruzamos la frontera y más allá
La tierra del petróleo vas a ver
(Fragmentos)

En su épica como contrabandista no podía faltar un enredo amoroso. En plena Guajira venezolana conoció una princesa que cedió a su galanteo y el recuerdo de este romance pervive en la canción La flor de La Guajira:

Qué flor tan linda, qué flor tan bella
Ésta guajira de Venezuela
Es entre todas la más querida
La flor más bella de La Guajira

Flor Emmanuel es su nombre
Y hasta las flores la admiran
Y reconocen su nombre
Como Flor de La Guajira


Tiempo después, a inicios de los 50`s, Escalona vive de cerca y como testigo, otro episodio de la vida riesgosa del contrabando. Los villanueveros Enrique Orozco y Tite Socarrás se someten a la temeraria actividad de contrabando de café desde Villanueva, embarcándose en Puerto López y con destino final Aruba.

Tite era entrañable amigo de Escalona, así que el maestro padeció como tragedia propia la malograda experiencia de éste. Doscientos sacos de café madurado en las sierras de Villanueva llegaron a Puerto López donde el barco San Marcos de los Iguarán de Maicao lo cargaría parar llevarlos a Aruba. El pleno puerto natural se apareció el “Pirata”.

No se trataba de un corsario inglés de la calaña de Morgan o Francis Drake sino el barco de la Armada Nacional “Almirante Padilla” que decomisó no solo el cargamento sino el barco. Además de la ruina de Orozco y Tite Socarrás (quien moriría años después en un duelo público), el suceso nos dejó una canción inmortal que de paso, se enmarca en el contexto de una tradición guajira de contrabando y economía subnormal:

El Tite Socarrás

Allá en La Guajira arriba
Donde nace el contrabando
El Almirante Padilla
Barrió a Puerto López
Y lo dejó arruinado

Pobre Tite, pobre Tite
Pobre Tite Socarrás
Ahora se encuentra muy triste
Lo ha perdido todo
Por contrabadiá

Barco pirata bandido
Que Santo Tomás me crea
Juna cuando un submarino
Te voltee en Corea
(Fragmentos)

Son episodios de una épica que marcaron y curtieron de vivencia la vida de Escalona, sucesos que motivaron sus cantos y su lúdica capacidad para tejer y relatar historias.

La Guajira que hoy deplora su muerte sabe que en el corazón del maestro se anidaron muchos afectos por esta tierra, que la mayoría de su cancionero se construyó con ladrillos de arena, brisa y misterio de nuestro departamento le prestó para que su genio lúcido legara todas las generaciones de la posteridad su canto iluminado, la magia fecunda de su verso, el alegre y vitalista contagio de su música. Requiem por Escalona desde La Guajira.

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lunes, 18 de mayo de 2009

Cómo evitar el mal del Túnel del Carpo

En este video el licenciado Daniel Balanta, instructor del SENA nos explica en qué consiste el mal del Túnel del Carpo y nos enseña unos sencillos ejercicios para prevenorlo.

Discurso del método

Por: Amylkar Acosta Medina

SÓLO SÉ QUE NADA SÉ

Deliberadamente hemos titulado este texto Discurso del método, para aludir a la obra cumbre de René Descartes, piedra miliar de la filosofía occidental, en la que él pretende dar a conocer el método cartesiano para arribar al conocimiento verdadero.

La duda metódica de Descartes resumida en su máxima "pienso, luego existo" se constituyó desde entonces en un principio fundamental del conocimiento científico, alejado de dogmas, prejuicios y supersticiones religiosas, políticas e ideológicas.

Sócrates en sus diálogos con Platón no dijo "nada sé" sino "sólo sé que nada sé"; como lo señala el profesor de la Universidad de Navarra, Rafael Alvira, "este saber de la propia ignorancia nace de la autoconciencia del pensar".

Él lo ejemplifica con un peatón que va caminando sobre un terreno plano y extenso y de repente se topa con una barrera que le impide proseguir su camino. Continúa diciendo el profesor que "la condición esencial para que la barrera se aprehenda como tal es que el sujeto note que el camino continúa tras la barrera y logre verlo.

Si tras la reja no viera absolutamente nada, no diría ‘hay una barrera y no puedo seguir avanzando’ sino que diría ‘se ha acabado el camino’". En este orden de ideas, el verdadero sabio es aquel que logra percatarse de la existencia de la barrera y que es capaz de columbrar el terreno que sigue tras la misma.

El ignorante, en cambio, es aquel que presume de sabihondo y por ello desdeña el conocimiento; como dice el adagio popular, la ignorancia es atrevida.

Pensar, dudar, volver a pensar y dudar es la forma embrionaria del conocimiento, el cual, por lo demás, jamás alcanza a agotar la realidad. Bien se ha dicho que quien nada duda nada sabe; pensar es el primer paso para la generación de ideas y estas son una especie de embriones en fecundación.

Se suele citar a medias a Heráclito, padre de la dialéctica, diciendo que "nadie se baña dos veces en el mismo río", pero la frase completa reza que "nadie se baña dos veces en el mismo río, porque todo cambia en el río y en el que se baña".

De lo cual se sigue que sujeto y objeto mantienen una constante interacción y que lo único que permanece es el cambio. En este contexto, podemos decir que la educación formal no es un fin en sí mismo sino un medio, no es un punto de llegada sino parte de un proceso complejo a través del cual se avanza en el vasto campo del conocimiento.

Tan vasto es este que tras cada hallazgo se abren nuevos interrogantes, que una vez resueltos nos plantean otros y así ad infinitum. A este propósito podríamos repetir con El Quijote, el Hidalgo de la triste figura "se va anchando castilla delante de mi caballo".

La educación, entonces, es un proceso de mejoramiento continuo que va de la cuna a la tumba, toda una vida; bien dijo Séneca que se "estudia no para saber algo sino para saber algo mejor".

EDUCACIÓN DE CALIDAD

Hasta aquí hemos sentado las premisas básicas para poder adentrarnos en el concepto de la calidad de la educación superior, que es dinámica y por ello mismo mutante en el tiempo y el espacio. Huelga ponderar la importancia de la educación en una sociedad; sobre todo cuando esta está marcada por los contrastes sociales y la pobreza extrema, tal es el caso de Colombia.

La falta de acceso a la educación hace que la pobreza sea hereditaria, convirtiéndose en una especie de barrera invisible; si el padre no tuvo educación, la probabilidad de que el hijo tenga educación superior es solamente de medio punto porcentual.

En cambio, si el padre tuvo educación superior, la probabilidad de que el hijo la tenga es de 48%. Como lo sostiene el ex ministro Rudolf Hommes "nada predetermina más qué va a ser un hijo que la educación que tienen los padres. Ni la falta de tierra o de capital tienen tanta capacidad de pasar de una generación a otra la miseria o el desempleo".

Nada predispone tanto a la perpetuación de la pobreza y a la falta de movilidad ascendente que la falta de educación, que además es fuente de discriminación y exclusión social. Con razón la UNICEF considera la educación como un objetivo prioritario, por ser ella la llave maestra de la puerta de escape de la pobreza, evitando su transmisión intergeneracional.

Se suele decir que las políticas sociales deben propiciar la igualdad de oportunidades; pero, para que estas se puedan hacer efectivas se precisa contar con políticas que compensen la desigualdad de trayectorias y la clave está en la educación.

Ahora bien, la calidad de la educación pasa por su eficiencia y eficacia, así como por su pertinencia; la educación de calidad es aquella que propende por el progreso y la modernidad.

La única forma de elevar la calidad de la educación es disponiendo de los medios indispensables para el logro de sus fines; por esta razón es recomendable contar con claros parámetros para su medición, en orden a adecuar los medios con los fines propuestos.

De allí la importancia de los procesos de acreditación de los programas académicos y la autoevaluación, así como del establecimiento de estándares de calidad.

En concepto de Carr W., Kemmis, "la calidad de la enseñanza se concibe como el proceso de optimización permanente de la actividad del profesor que promueve y desarrolla el aprendizaje formativo del alumno", sin que este sea receptor pasivo de la misma, añadiría yo.

Las políticas públicas en los países emergentes como Colombia ponen a menudo el énfasis en la ampliación de cobertura a falta de ella, pero sin caer en cuenta de la alta rotación de los estudiantes en el sistema educativo a causa de los altos índices de deserción a todos los niveles.

Ello provoca la intermitencia en el proceso de formación, lo cual repercute en la calidad de esta; de allí que podamos afirmar que la cobertura es parte de la calidad de la educación, pues, la peor calidad es no tener acceso a la educación.

En Colombia, en donde sólo el 30% de los jóvenes inicia algún estudio después de culminar el bachillerato, apenas el 15% de ellos tiene acceso a la universidad y la deserción a este nivel es bárbaro.

Según un estudio reciente del programa de Maestría en educación de la Universidad de la Sabana la deserción universitaria es del 48%, coincidiendo prácticamente con los registros reportados por el Centro de Estudios Económicos (CEDE) de la Universidad de los Andes que la cifró en el 48.2%. Es de resaltar que, de acuerdo con el Ministerio de Educación, el 39.5% de dicha deserción es atribuible a razones económicas.

Un estudio reciente de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes, concluyó que "la falta de competencias académicas previas al ingreso a las instituciones de educación superior, es un factor fundamental en el riesgo de deserción…los vacíos de la educación básica y media se perpetúan en la educación superior, generando dificultades académicas que obligan finalmente a los estudiantes a abandonar el sistema".

Lo más grave de este aterrador fenómeno es su persistencia, pues viene in crescendo, toda vez que para el 2000 el ICETEX dio cuenta de un 30% de deserción en las universidades. Sobrada razón tiene la Ministra de Educación, Cecilia María Vélez White, cuando advierte que "hay muchas reservas frente a la política de calidad de la educación superior", pues ha llegado a un punto crítico.

Y va más lejos cuando afirma que "nuestros estudiantes no cuentan con un nivel adecuado de competencias básicas en lectura, pensamiento científico y resolución de problemas; elementos indispensables para enfrentar un mundo globalizado y para resolver los problemas específicos del país".

Mejorar la calidad de la educación conlleva mejorar la capacitación de los docentes, desarrollar las aptitudes necesarias para la sociedad del conocimiento, el acceso indiscriminado a las tecnologías de la información y la comunicación, así como la promoción de los estudios científicos, técnicos y artísticos. Esta es la clave!


LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

Dice Marshall McLuhan que somos habitantes de una Aldea global, para referirse al mundo contemporáneo y no le falta razón y es en ella en la que nos toca desenvolvernos, lo cual quiere decir que vivimos en una puja permanente de todos contra todos.

Aunque la globalización en realidad aplica más para el capital, así como para los bienes y servicios, más que para las personas que siguen encontrando cortapisas para su libre movilidad, lo cierto es que el conocimiento se globalizó y es cada día más asequible.

Si en el pasado las sociedades se dividían entre los que tenían y los que no tenían, ya en la sociedad del conocimiento que se inauguró en el siglo XX se escindió entre los que saben y los que no saben y más recientemente entre quienes están conectados y los que no están conectados a la internet. Ello en razón de que cada vez más la información de toda índole está disponible en la red y se renueva con la misma velocidad de vértigo con la que la que se produce.

Ello es producto de lo que el prestigioso periodista norteamericano, Thomas Friedman, ha dado en llamar el "aplanamiento" de la tierra. No podemos perder de vista que, hoy en día, a los tres factores de producción tradicionales (tierra, trabajo y capital), tenemos que añadir otro, tanto o más importantes que aquellos, el conocimiento. Ahora la función de producción es más compleja y más interactivo sus factores: t + T + K + C.

En el pasado la mayor dificultad para estudiantes, profesores e investigadores era el acceso a las fuentes de información para consultarla; hoy estamos verdaderamente abrumados por el cúmulo de información disponible. Como lo afirma el director de ANIF, Sergio Clavijo, "el nuevo siglo exige talentosos profesionales que cuenten con un mejor discernimiento científico para evitar perderse en la abundancia informativa".

Creo que sigue teniendo actualidad una de las conclusiones de un estudio de la Unión Panamericana, citado por el profesor Lauchlin Currie: "El mayor valor de una buena educación radica en la forma de pensar y en los métodos de abordar los problemas que ella confiere…Para alcanzar este objetivo, sin embargo, se requiere no solamente un cambio en la manera de enseñar, sino también una disminución en el énfasis puesto sobre la acumulación de material informativo y el número de cursos".

Ello es tanto más válido habida cuenta de que ya no estamos formando profesionales que han desenvolverse en el estrecho marco de las fronteras patrias, sino al ciudadano de la Aldea global, aquí y ahora.

A este respecto, vale la pena traer a colación la anécdota contada por Sir Ernest Rutherford, Presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nóbel de Química en 1.908, de la cual podemos extraer una gran lección para aprender: cuenta él que hacía algún tiempo había recibido una llamada de un colega.

Estaban a punto de ponerle un cero a un estudiante por la respuesta que le había dado a un problema de física, pese a que éste se sostenía en que su respuesta era la correcta.

Profesores y estudiantes acordaron pedir un nuevo calificador y el elegido fue él. Comenzó por leer la pregunta del examen que a la letra decía; demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro.

El estudiante había respondido: lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda bien larga; luego, descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.

En efecto, el estudiante había planteado un serio problema con la forma ingeniosa como resolvió el ejercicio, por que él había respondido a la pregunta correcta y completamente. No obstante, si se le concedía la máxima puntuación, al obtener una nota más alta, ello certificaría su alto nivel de conocimientos en física; empero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugirió, entonces, Ernest, que se le diera al alumno otra oportunidad.

Fue así cómo le concedió seis minutos para que le respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia de que en su respuesta debía demostrar su dominio de la física. Pasados cinco minutos el estudiante no había contestado nada.

Le preguntó, entonces, si deseaba retirarse, pero el alumno le contestó al profesor que él tenía muchas respuestas al mismo problema. Su dificultad estribaba en elegir la mejor de todas. Le rogó, entonces, que continuara, no sin antes excusarse por haberlo interrumpido.

En el minuto final que le quedaba, sorpresivamente escribió la siguiente respuesta, que dejó atónito al profesor: tome el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio, tome el tiempo de caída con un cronómetro; luego aplique la fórmula de un medio de la altura por la aceleración de la gravedad y por el cuadrado del tiempo y así obtenemos, como producto, la altura del edificio.

En ese momento, cuando el estudiante entrega su examen, el profesor indaga a su colega si lo dejaba retirar del salón de clases en donde se estaba realizando la prueba, a lo cual este asintió, conviniendo en asignarle la nota más alta. Luego el profesor Ernest se encontraría, de sopetón y fuera de la clase, al estudiante de esta historia y no pudo vencer la curiosidad por conocer cuáles eran sus otras respuestas a la pregunta, ya que lo había dejado intrigado.

Bueno, respondió el asombrado estudiante, hay muchas alternativas: por ejemplo, tome el barómetro en un día soleado y mida la altura del barómetro y la longitud de su sombra; si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también, de este modo, la altura del edificio. Perfecto, le dijo, ahora cuéntame cuál podría ser otra forma?

Sí, contestó el alumno, este otro procedimiento para medir un edificio es muy sencillo, diría que elemental, pero también sirve. Veamos: en este método, se toma el barómetro y se sitúa en las escaleras del edificio, en la planta baja,; según se suben las escaleras se va marcando la altura del barómetro y se cuenta el número de marcas hasta la azotea.

Se multiplica al final la altura del barómetro por el número de marcas que se ha hecho y listo, así se obtiene la altura. Este último método es muy directo.

Por supuesto, continuó diciendo el estudiante, si prefiere un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo, se ata el barómetro a una cuerda y se lo descuelga desde la azotea a la calle; usándolo como un péndulo se puede calcular la altura midiendo su período de presesión.

En fin, concluyó el aventajado alumno, existen muchas otras maneras de establecer la altura del edificio en cuestión y continuó diciendo, probablemente la mejor de todas sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del portero y cuando este abra, decirle que tengo un bonito barómetro y si me dice la altura del edificio se lo regalo.

En este momento de la conversación, el profesor le pregunta al alumno si él conocía la respuesta convencional a la pregunta (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares). La respuesta fue más sorprendente todavía: Claro que sí la sabía, pero que sólo le molestaba que durantes sus estudios sus profesores habían intentado a todo transe enseñarle a pensar.

El estudiante resultó ser Niels Bohr, físico danés, premio Nóbel de física en 1922, más conocido por haber sido, nada menos, el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodean. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

La gran moraleja de esta anécdota no es otra que, si alguna pertinencia tiene la formación que se imparte, consiste en su orientación a promover y fomentar el espíritu investigativo, la creatividad, para así contar con profesionales capaces de pensar con cabeza propia, sin grilletes ideológicos, sin prejuicios por camisa de fuerza.

Los conocimientos son muy importantes, más no suficientes; tanto o más importantes que ellos son la capacidad de pensar y la idoneidad para el discernimiento.

Y aunque suene presuntuoso, además de formar pensadores en las distintas disciplinas del saber, es también importante que los egresados se entrenen en plasmar sus ideas en escritos y publicaciones, pues es consabido que un número creciente de ellos leen mal y escriben peor, lo cual es un verdadero desastre porque tan importante como poseer conocimientos es tener la capacidad para transmitirlos y compartirlos.

LOS RETOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Los retos de la globalización están asociados con la competitividad, de tal suerte que aquellos países con un mayor ranking en competitividad son los que le sacan ventaja a la globalización, mientras que los que se rezagan la padecen. Por ello se habla de países globalizadores, que son los primeros y países globalizados, los segundos, dado que esta partida se juega en una cancha desnivelada y con muchas asimetrías.

Como lo ha sostenido el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, para mejorar la competitividad "la productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo", para relievar su importancia.

Y, a su vez, la productividad es una función de la ciencia, la tecnología y la innovación (C, T e I). Colombia anda muy mal en tales aspectos; como pruebas al canto podemos señalar sus mediocres indicadores en ciencia y tecnología que delata el más reciente Informe, con un balance consolidado del período 2000 a 2007, del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología.

De acuerdo con el mismo, el país sólo invierte entre sector público y privado el 0.38% del PIB en ciencia y tecnología, muy por debajo del promedio de América Latina que se sitúa en el 0.9%.

Las Naciones Unidas les han aconsejado a países como Colombia invertir por lo menos el 1% del PIB para reducir la enorme brecha que se expande cada día más con respecto a los países desarrollados. Vale la pena destacar el desempeño de países como Brasil y Chile que invierten el 3% y el 1%, respectivamente, para no hablar de los EEUU que también invierte el 3% de su PIB y este es 30 veces el de Colombia.

Consuela saber que, como lo hace ver Alvaro Montes, "aunque el informe es descorazonador, si se hace un esfuerzo se puede ver el vaso medio lleno; en los ocho años que cubre el estudio, se triplicó el número de investigadores activos; se pasó de 2.000 grupos de investigación en el año 2000, a 6.200 grupos en 2007, y las revistas científicas colombianas indexadas con categoría A (las de mayor calidad) pasaron de cuatro a 36".

Además, el número de publicaciones en revistas indexadas, que es el índice internacional de calidad, pasó de unas 100 al año a más de 2.000 en los últimos quince años. No obstante, "algo inquietante está ocurriendo en los programas de doctorado de las universidades colombianas: la tasa de graduaciones es extremadamente baja y del total de 12.000 investigadores trabajando actualmente en proyectos avalados por Colciencias, menos del 20 por ciento tienen nivel de doctorado".

Tanto el gobierno como los empresarios debieran entender que, como lo afirma Eduardo Posada, presidente de la Academia Colombiana para el Avance de la Ciencia y líder histórico de la comunidad científica que promueve políticas públicas en la materia, "que hacer investigación y desarrollo es el mejor negocio del mundo, como lo entendió Corea".

La expedición de la Ley 1286 de ciencia y tecnología el 23 de enero de este año, es un paso importante en la dirección correcta. A través de ella se busca "fortalecer el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y a Colciencias, para lograr un modelo sustentado en la ciencia, la tecnología y la innovación, para darle valor agregado a los productos y servicios de nuestra economía y propiciar el desarrollo productivo y una nueva industria nacional". Es de esperar que a la Ley se le pongan dientes, para que no quede convertida en letra muerta.

Al rezago en C, T e I se viene a sumar el retraso inveterado en infraestructura y logística. Colombia no supo aprovechar el buen momento que tuvo la economía durante el llamado "quinquenio virtuoso" que favoreció el crecimiento de la economía de Latinoamérica, para desatrasarse y superar estas graves falencias.

Acostumbrados como estábamos a ganar competitividad por cuenta de la devaluación de la moneda y de la reducción de los costos laborales, se hizo muy poco por avanzar en la Agenda Interna para la competitividad.

Y los resultados están a la vista. Según el último reporte del Foro Económico Mundial (FEM), quizá el más conocido de todos en la materia, el país retrocedió el último año 5 escalones en su Índice de competitividad, al pasar del lugar 69 al 74 en el escalafón que comprende a 134 naciones. Y ello ocurre por segundo año consecutivo. Esta es una pésima noticia para el país.

PARA QUÉ INVESTIGAR

Desde siempre se ha sabido que para transformar la realidad hay que empezar por conocerla y a ello contribuye el sistema educativo, particularmente la universidad; pero esta no se puede quedar allí, no se puede reducir a ser una transmisora y difusora del conocimiento.

Su visión y su misión van mucho más allá, sobre todo cuando entiende que no se puede convertir en una torre de marfil, aislada del resto de la sociedad, sino que debe ponerse a su servicio y debe responder a sus urgencias y demandas, a riesgo de que si no lo hace puede caer en el más estéril diletantismo.

La Universidad no puede ser ajena al compromiso y al propósito que debe compartir con el Estado y con la empresa privada de avanzar en la Agenda Interna para la Productividad y la Competitividad, en la que la ciencia, la tecnología y la innovación deben ocupar un lugar de privilegio.

Máxime cuando hoy en día la economía se basa en el conocimiento y la investigación justamente es la base de ese conocimiento, pues se trata de agregar valor al PIB a través de la incorporación al mismo de un componente cada vez mayor de tecnología e innovación. Es, además, la forma de reducir la exagerada dependencia de los centros productores de conocimiento.

Por ello, la Universidad debe permanecer siempre en la frontera de este, nunca rezagada; la razón de ser de la Universidad es la investigación.

La investigación no puede ser privativa de la universidad, excluyente de lo que pueda hacer por sus propios medios investigadores, centros de investigación e innovación, pero debe jugar un rol de la mayor importancia. La investigación, ora en las ciencias ora en las humanidades, ya se trate de investigación básica o aplicada, es consubstancial a la idea que tenemos de Universidad.

Claro, estamos hablando de la Universidad que se precie de tal, no estamos aludiendo a las universidades de garaje que pululan por doquier.

La calidad de la educación que se imparte en una Universidad se mide por el número de investigaciones que realiza, por el número de grupos de investigación debidamente acreditados, por el número de doctores vinculados a su plantilla, por el número de artículos ISI publicados por académicos de la institución (investigadores, profesores, tutores y estudiantes).

De la cantidad y calidad de quienes integran su masa crítica de investigadores depende la calidad de la Universidad como tal y es lo que la aprestigia y posiciona en el concierto de instituciones de educación superior. Un enfoque sistémico de esta nos tiene que conducir a la conclusión de que hay una gran imbricación e interacción entre la educación, la investigación, la innovación y la formación.

Son varios los obstáculos a salvar para el buen suceso de la educación y la investigación en Colombia, para que la sinergia de una con la otra se traduzca en un mejoramiento continuo de la calidad del producto, que es de lo que en últimas se trata.

Hay que empezar por crear la conciencia en el país de la importancia que tiene la ciencia, la investigación científica, el desarrollo tecnológico, el registro de patentes de inventos y descubrimientos y que ello se refleje en la asignación de recursos tanto por parte del sector privado como del sector público. Esta, definitivamente, es la inversión con la mayor tasa de retorno; sólo que se trata de una apuesta a largo plazo y a nosotros nos acosa el inmediatismo, el cortoplacismo.

Este síndrome lo que tenemos que superar para salir del entrampamiento en el que estamos, que frena nuestro desarrollo y progreso. Es indispensable que la Universidad colombiana en su conjunto se integre y deje de hacer esfuerzos aislados, desarticulados, al tiempo que se debe integrar también a las redes de investigación del resto del mundo.

Mucho se habla de integración económica, comercial, cultural, pero poco se habla de la integración en el campo de la ciencia y la investigación. Ya va siendo hora de que Colombia incursione en el mundo con una fuerte diplomacia en esta área todavía virgen. Tenemos que llegar a ser globalmente competitivos y localmente comprometidos, este es el enfoque holístico, glocal, que reclama el porvenir; qué esperamos para asumir este reto?

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