MAICAO AL DÍAReflexión sobre la especulación y altos precios del agua embotellada en Venezuela y Colombia lo cual obliga al ciudadano a tomar gaseosas para calmar la sed, situación que es un problema de salud pública ya que las bebidas gaseosas afectan negativamente la salud a largo plazo..
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Invité a una amiga venezolana a almorzar en un restaurante de autoservicio en un centro comercial de la ciudad de Maracaibo, Venezuela. Mi amiga se sirvió un almuerzo rico en proteínas y vegetales y como no había jugos, entonces prefirió agua en lugar de Coca Cola o Pepsi Cola que eran las únicas bebidas gaseosas disponibles. Al pasar por la caja, mi invitada se trenzó en discusión con la cajera del restaurante por el elevado precio del agua. La botella de agua de 600 ml. tenía un valor de 4 bolívares fuertes (unos 4.184 pesos al cambio oficial de 1.049 pesos por bolívar fuerte) y el vaso de gaseosa 3,5 Bs.F. Prácticamente, con ese precio se nos inducía a tomar gaseosas en lugar de agua por ser menos costosas. En un ejemplar acto de protesta, mi amiga prefirió no tomar ni agua ni gaseosa o “refresco” como le dicen a la gaseosa.
El ciudadano promedio no entiende por qué se abusa con el precio del agua embotellada en ese país. En la producción del agua embotellada, los materiales empleados son agua y plástico. El agua a purificar tiene un valor ínfimo; el plástico, un valor bajo porque los ingredientes empleados –derivados del petróleo- son abundantes en Venezuela. La gasolina utilizada en los camiones que transportan el agua embotellada es la más barata de todo el mundo. Otra sería la realidad si el agua y las botellas de plástico fueran importadas desde los Estados Unidos o la Comunidad Europea y si la gasolina en Venezuela costara lo mismo que en los Estados Unidos o Colombia. En Colombia, un galón de gasolina extra (3,78 litros) cuesta entre 9.500 y 10.500 pesos lo cual equivale en el mercado negro de las divisas (a 480 pesos por bolívar fuerte) en la frontera entre 19,7 y 21.8 Bs.F; mientras que el mismo galón de gasolina extra en Venezuela (a Bs.F. 0,097 cada litro) cuesta 0,36 Bs.F. Es decir, el galón de gasolina extra en Venezuela cuesta unos 180 pesos colombianos. Si en Venezuela se pagara la gasolina al precio colombiano, razones habría entonces para dolarizar el valor del agua embotellada y de otros productos de primera necesidad.
El elevado nivel de especulación con el agua embotellada se percibe en Venezuela cuando tenemos que pagar más por una botella de agua que por llenar de gasolina el tanque de un automóvil moderno. Por esta razón, a manera de broma, cuando estoy en Venezuela con amigos siempre elijo pagar por el llenado del tanque de gasolina del carro para que otros inviten a tomar algo. Si la gasolina fuera potable, si se pudiera beber, muchos venezolanos preferirían tomar gasolina por su bajo costo.
En Colombia también se presenta la especulación con el agua embotellada. Una botella de agua de 600 ml. se vende en promedio a 1.500 pesos mientras una botella de gaseosa de 350 ml. cuesta 1.000 pesos. Este hecho obliga al ciudadano de menores ingresos, que son la mayoría de los habitantes del país, a optar por tomarse un refresco gaseoso por ser menos costoso en lugar de una botella de agua que es más saludable pero más cara.
Sin embargo, en Colombia, el ciudadano con menos capacidad económica tiene la posibilidad de tomar agua empacada en bolsas. Las compañías embotelladoras de agua sacan al mercado el agua de la misma marca y calidad en bolsas a un precio 75% menor. Este producto se encuentra al lado de las botellas de agua en la mayoría de los sitios públicos: restaurantes, universidades, colegios, terminales de transporte y aeropuertos. Una bolsa de 350 ml. se encuentra al precio de 300 pesos. Por el valor de una botella, 1.500 pesos, podemos obtener litro y medio de agua en bolsa con las mismas condiciones de higiene que la botella. En mi caso particular, cuando viajo compro una sola botella de agua de 1.500 y periódicamente la lleno con bolsas de la misma marca a 300 pesos, obteniendo así un ahorro significativo. Este ahorro no lo he podido tener en Venezuela debido a que en los sitios públicos solo se encuentra agua embotellada la cual se exhibe como un producto de lujo en vitrinas refrigeradas.
Considero que el sobreprecio del agua embotellada se presenta en parte por las siguientes razones. Los finales del siglo XX y comienzos del XXI han marcado una orientación hacia el cuidado de la salud física. Se habla cada vez más de llevar una sana alimentación combinada con una buena rutina de ejercicios diarios. En este contexto no tienen mucho lugar el consumo de bebidas gaseosas y azucaradas debido a los efectos dañinos que sus componente (Bióxido de carbono, azúcar en altas proporciones, ácidos, conservantes y colorantes.) que a largo plazo suelen tener el la salud y como motor de la obesidad. En su lugar se promueve el consumo de agua por los buenos efectos en la salud. Las compañías de gaseosas son conscientes de estas tendencias actuales y han tratado de adaptarse a los nuevos tiempos diversificando sus productos. Ahora no solo fabrican y distribuyen refrescos gaseosos sino también jugos, bebidas energizantes y agua embotellada.
Estas compañías fabricantes de gaseosas, generalmente multinacionales, parecen tener un programa oculto para mantener las ventas de sus marcas tradicionales de refrescos gaseosos y frenar de alguna forma el descenso en las ventas de sus marcas favoritas. El programa consiste en vender el agua embotellada a un precio más elevado que sus productos gaseosos llevando así a la gente a elegir una gaseosa por el menor valor con respecto al agua. De paso, las ganancias de estas compañías se elevan astronómicamente debido a los bajos costos de procesamiento del agua con respecto a las bebidas gaseosas que demandan mayores gastos en materias primas.
A la saga de las grandes productoras de bebidas gaseosas, han aparecido pequeñas empresas embotelladoras de agua atraídas por las jugosas ganancias de hasta 1.100 por ciento, las cuales en lugar de competir con calidad y precios bajos, se han dedicado a vender un producto caro y de una calidad cuestionable. Es decir, no tenemos en Venezuela una marca de agua embotellada a precios razonables
Considero que la mejor arma en contra de los especuladores es la no compra de los productos que estén por encima de los precios razonables o regulados. Imitemos el ejemplo de una periodista ecuatoriana que vive en Maracaibo y que no toma bebidas gaseosas porque quiere llevar una vida saludable. Ella suele llevar siempre en su bolso una botella de agua que ella misma llena en casa antes de salir a la calle. De esa manera se ahorra más de 80 bolívares fuertes al mes. Vale la pena hacer lo mismo.
La especulación con el agua embotellada y la escases del agua en bolsas en los lugares públicos no es ajena a la mentalidad de especulación que está tan de moda en el actual periodo histórico de Venezuela. Es éste uno de los problemas en los que el gobierno revolucionario se ha quedado corto siendo ello un problema de salud pública que merece atención y regulaciones en beneficio de las mayorías menos favorecidas económicamente. Se debe recordar que tomamos agua por sed y por buena salud no por lujo ni por moda. Se deben crear políticas públicas que declaren el agua en todas sus formas o empaques como un activo de la nación, un bien público comercializable a bajo costo.