Por: Roberto Gutiérrez Castañeda
El título es la novela del escocés Robert Louis Stevenson donde desnuda la doble personalidad y el eterno choque entre el bien y el mal que se libra permanentemente en la psiquis humana.
Este proceso bipolar, manifestado en diferentes expresiones, se marca con mas profundidad en algunos individuos con inestabilidad emocional o con gran egolatría y egotismo. Es lo que los especialistas denominan como una disociación de la inteligencia y la llaman esquizofrenia; esta patología en el lenguaje popular se llama locura.
Los dictadores son ejemplo clásico de esta manifestación patológica y en nuestro entorno Chávez la tipifica como ninguno. Todo se confabula para que este psicópata dé manifestaciones cada vez mas claras de su desequilibrio mental: el rechazo cada vez mayor a su gobierno, la creación de enemigos imaginarios propio del delirio de persecución y la ambivalencia de su realidad. El doctor Jekyll no recordaba las atrocidades cometidas por él cuando encarnaba la personalidad de mister Hyde.
Es en este desdoblamiento de la personalidad cuando es peligroso Chávez. No se nos olvide que en el siglo pasado Hitler con su anhelo expansionista, invocando el principio del “elan vital” y la protección de los alemanes , se inventó la muerte de dos soldados alemanes por parte de los polacos como pretexto para invadir a Polonia el primero de septiembre de 1939, lo que se convirtió en la chispa generadora de la mas grande conflagración mundial.
La paranoia (delirio de persecución y persistencia de ideas obsesivas) hace que el presidente venezolano vea con frecuencia a Colombia como el enemigo y actúe en consecuencia.
Las constantes amenazas, los insultos, los retos desproporcionados no deben concitarnos a responder de la misma manera pero tampoco debemos despreciarlos pensando en aquello de “perro que ladra no muerde”. Chávez tiene clavada en su alma de militar la espina de su frustrado golpe de estado, donde se demostró su impericia en la estrategia militar, la conducción de tropas y la planificación y coordinación de movimientos.
Quiere borrar esa página de su historia con un acto bélico que minimice ese estigma y maximice su ego. Prevalido como está de su poderoso arsenal cualquier día apretará el botón que pondrá a las dos naciones en el punto de no retorno. Mientras tanto, los gobernantes de América Latina y Estados Unidos ( a propósito, ¿dónde está Estados Unidos?) al igual que Chamberlain y Daladier, el siglo pasado, escampan bajo el paraguas de la inacción y la indiferencia.
Una confrontación armada entre Colombia y Venezuela involucrará a toda América. El eufemismo de pueblos hermanos, hijos del mismo padre (Bolivar), no es el argumento válido para detener a un caudillo que quiere fundar su “reich”; dos pueblos hermanos, árabes y judíos, surgidos del mismo tronco, Abraham, llevan mas de tres mil años luchando entre si.
“Si quieres la paz, prepárate para la guerra” establece la sentencia latina; pero prepararse para la guerra no es sólo armar batallones y adiestrar combatientes; prepararse para la guerra es cimentar las condiciones para que los pueblos resistan con estoicismo los embates desastrosos de la contienda, es evitar que los moradores de la frontera sientan simpatía por el invasor a causa del olvido y la discriminación del gobierno central, es tejer patriotismo con acciones que acerquen la periferia al centro por medio de la atención oportuna y adecuada a las mas sentidas necesidades de las comunidades, es conseguir que cada habitante de frontera se constituya en un hito inalienable porque se siente identificado con su país y sus dirigentes.
Cuando el Doctor Misael Pastrana Borrero era presidente de Colombia se suscitó un rifirrafe con Venezuela que casi desemboca en agresión mutua. Colombia se dio cuenta que existía La Guajira y miró hacia ella.
El General Matallana dirigía la Defensa Civil y creó la primera unidad de ese cuerpo en la península. Creyó que con armar algunas familias y un par de visitas a las comunidades indígenas construiría un cuerpo de choque que contrarrestara la primera oleada de la supuesta invasión.
Cuál no sería su sorpresa cuando reunido en el despacho del gobernador de la época preguntó a algunos caciques cual sería su actitud ante una guerra con Venezuela y éstos respondieron: “matamos cachacos” .
El General Matallana dirigía la Defensa Civil y creó la primera unidad de ese cuerpo en la península. Creyó que con armar algunas familias y un par de visitas a las comunidades indígenas construiría un cuerpo de choque que contrarrestara la primera oleada de la supuesta invasión.
Cuál no sería su sorpresa cuando reunido en el despacho del gobernador de la época preguntó a algunos caciques cual sería su actitud ante una guerra con Venezuela y éstos respondieron: “matamos cachacos” .
ROBERTO GUTIERREZ CASTAÑEDA
Guajiro.
CC 5143479 de Riohacha
E-mail: rogucas1@hotmail.com
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