Escrito por
Alejandro Rutto Martínez
Mariano Fonseca es lo que
podríamos llamar una leyenda viviente de la maicaeridad: su condición de
misionero, pastor, evangélico y líder cívico ha tenido la impronta de un hombre
honesto y trabajador, dedicado a forjar una familia con sólidos valores y
principios y a servirle continuamente a la comunidad.
Los invitamos a conocer la apasionante
historia de este hombre a cuyo cargo ha estado durante cincuenta años la
primera Iglesia Cristiana de Maicao y también una de las librerías más antiguas
de la Guajira.
Nacimiento y primeros años
Nació en Barrancas,
municipio del centro de la Guajira, el día 17 de abril de 1925, un
convulsionado año que marcaría el primer cuarto del siglo XX, dominado por
episodios de violencia e intolerancia religiosa en el país. Era el menor de 14 hermanos en el hogar
formado por José Francisco Fonseca Asis y Martina Pérez Luquez. Su progenitor falleció en 1.926, por lo que
la carga de su crianza recae en su señora madre, pero ésta fallece en 1.932, de
manera que el niño Mariano queda huérfano de padre y madre a la tierna edad de
siete años.
Lea también: Don Mariano Fonseca, el hombre de los granos de mostaza
Huérfano, pero no desamparado
Ante la ausencia de los
padres los hermanos mayores toman la decisión de proteger al niño de la familia
y lo rodean del amor, el cariño y la ternura para crecer sin que nada le
faltara. Su hermana mayor, Genoveva Fonseca, decide llevarlo a vivir con ella
en Fonseca en donde ella y su esposo Lorenzo Pitre se convierten prácticamente
en sus padres adoptivos. Los hijos de
la pareja, no tratan a Mariano como tío sino como un hermano y con él compartirían las habitaciones de la
espaciosa casa, el patio poblado por frondosos árboles y los útiles escolares
con los cuales aprendían las primeras letras.
Sólida formación religiosa
De sus padres adoptivos
recibe una sólida formación religiosa, que lo marcaría para siempre. Al
principio fue un católico consagrado, respetuoso de los sacerdotes y de los
mandamientos de la ley de Dios. Era de los primeros en llegar a misa y de los
pocos niños que repetían todas las oraciones durante la eucaristía. Su santa preferida era la Virgen del Pilar, a quien le pedía
constantemente para que le ayudara a sacer buenas calificaciones en el colegio.
Tal era su devoción por ella que el 11 de octubre de cada año se iba a pie
desde Fonseca hasta Barrancas para participar en la celebración religiosa que
incluía misa, sacramentos, pólvora y alborada musical.
En 1.934 llegó a
Fonseca el misionero evangélico Roy True, acompañado por su esposa y comenzaron
a predicar el evangelio casa por casa. Con el tiempo se reunían y hacían
el culto al que asistía un puñado de
nuevos creyentes. Mariano asistió a ese
lugar por dos razones: primero por la curiosidad que le producía el aspecto
físico de los misioneros norteamericanos y su español con fuerte acento inglés.
Pero había una razón más poderosa aún para estar en ese lugar: identificar a
los compañeros de estudios que asistían para luego acusarlos con los
profesores. En ese tiempo estaba prohibido que los estudiantes de colegios
públicos asistieran a iglesias cristianas evangélicas.
Mariano en la práctica
era un espía sin sueldo y sin reconocimiento. Pero se sentía bien cumpliendo lo
que consideraba como un gran servicio a la escuela y a la iglesia oficial. Incluso disfrutaba cuando sus compañeros eran
castigados gracias a las informaciones que él suministraba.
Amistad con los misioneros
Un día el pastor True
lo llama al final del culto y le pregunta: “Quieres ganarte un premio”
-Claro que sí, responde
Mariano, a quien le gustaban los retos y las competencias.
El misionero le entrega
varios estudios y exámenes sobre los libros de los Salmos y Proverbios y lo
cita para cierto día en que deberá entregarlos y sustentarlos. Cuando llega la fecha acordada responde con
lujo de detalles las preguntas que se le hacían, así que se hizo acreedor al
premio prometido: Una Biblia en tapa rústica y delgadas hojas, impregnada por
una deliciosa fragancia a hojas sin estrenar.
Al entregarle el
obsequio el misionero le preguntó si deseaba ganarse una Biblia más fina y
bonita y Mariano respondió que sí. Entonces le fueron entregados estudios y
exámenes correspondientes a libros del Antiguo Testamento. El acucioso estudiante no tuvo problemas en
superar la nueva prueba y se convirtió en el feliz ganador de una hermosa
Biblia de tapa dura, con referencias, mapas y tabla de pesas y mediad. Esa
tarde se convirtió en el niño más feliz del pueblo. Tenía familia, estudiaba en
el colegio y era dueño de dos buenas Biblias, a las que dedicaba tiempo de
lectura en la casa, en el colegio, en el andén de cualquier calle y en las
bancas del parque.
La historia no podía
tener un curso diferente: Mariano Fonseca se convirtió en cristiano evangélico
y en la mano derecha de los misioneros.
Tiempo después, sería bautizado en las aguas del Río Ranchería y se
convertiría en uno de los primeros evangélicos bautizados de toda La Guajira.
Primera campaña misionera
Uno de los momentos más
felices del nuevo creyente fue cuando le propusieron hacer una gira
evangelística por varios pueblos de la Sierra Nevada, al lado de sus maestros
norteamericanos, quienes habían adquirido tres hermosos y fuertes caballos
llamados “Trueno”, “Relámpago” y
“Cintia”. En esta campaña visitan poblados indígenas, enseñan la Palabra de
Dios, entregan literatura y conquistan el corazón de los campesinos de la zona.
Regresan felices a Fonseca
y comienzan a planificar un segundo viaje misionero que se inicia en Chorreras
y continúa por todos los pueblos de Riohacha y Dibulla.
Los misioneros True y
otros, ubicados en diversos puntos de La Guajira, gestionan el viaje de varios
jóvenes guajiros a seminarios de San José de Costa Rica, en donde recibirán
formación como pastores y misioneros. Por otro lado, logran abrir un seminario
en Fonseca y otro en Riohacha. El joven
Mariano tiene una de sus más felices experiencias al convertirse en estudiante
bíblico de tiempo completo, actividad que combina con su labor como misionero
en la población de Atanque, en el departamento del Cesar.
En 1.948 La Guajira fue
declarada como Territorio de Misiones por el
Gobierno nacional, lo que significa que la Iglesia Católica es la única
que tiene la potestad de hacer labor misionera y religiosa en La Guajira. Ello
significa una persecución frontal a las iglesias evangélicas y el cierre de los
seminarios. La Iglesia de Fonseca es sellada, pero los cultos no se paralizan,
pues los misioneros y los creyentes entraban a escondidas por una puerta
trasera, cantaban, leían la Biblia y volvían a salir de manera silenciosa sin
que las autoridades sospecharan nada.
Matrimonio, esposa e hijos
El 29 de mayo de 1953
camina hacia el altar en compañía de Carmen Ortiz, el amor de toda su vida,
quien le da los más preciosos regalos que nunca haya tenido: sus hijos Josué,
Eneida y Loyda.
La necesidad de sacar a
su familia obliga a los esposos a trabajar duro en el arte que ambos comparten:
Carmen en la modistería y Mariano en la sastrería.
Primer viaje a Maicao
Algunos amigos le
cuentan que el negocio de la sastrería es mucho más próspero en Maicao y a
principios de los años 60 se traslada a la ciudad de la frontera, él solo,
mientras Carmen y los niños permanecen en Fonseca. Consigue trabajo en la sastrería del señor
Oneider Fajardo y trabaja algún tiempo a sus órdenes perfeccionando su labor de
medir, cortar, coser y planchar. Cada
vez era un mejor sastre pero nunca dejaba de leer la Biblia y de predicar la
Palabra de Dios a todos los clientes y compañeros de trabajo.
Nuevo llamado del ministerio
Un día, mientras estaba
concentrado en su labor, recibe una carta que modificaría drásticamente su
vida. Desde Atanquez le escribían sus
antiguos discípulos pidiéndole que regresara a hacerse cargo de la obra en la
que unos años antes había estado. No le prometían sueldo ni mayores ingresos,
pero sí un campo blanco para evangelizar y algunas ofrendas representadas
principalmente por los frutos de la tierra que los hermanos cultivaban en sus
respectivas parcelas.
Sin pensarlo mucho
empacó sus cosas e inició el viaje. Hizo escala en Fonseca para recoger a la
familia y con ellos se mudó de nuevo a uno de los pueblos más hermosos del
Cesar en donde recobraría su amor por el ministerio como pastor.
La vida de la familia
Fonseca Ortiz era bastante austera, pues la iglesia no reunía lo necesario para
pagarle el sueldo al pastor. Cada mes la congregación abría la pequeña caja de
las ofrendas, cubierta de polvo y telarañas, y de lo que allí se encontrara, le
entregaban el 70% a su líder espiritual.
El resto era destinado a los gastos generales de la obra.
La familia subsistía
con la yuca, el tomate, los plátanos, la leche y las gallinas que algunos
campesinos le entregaban cada domingo como ofrendas y primicias. Y también con
lo producido por las máquinas de coser de Mariano y Carmen.
Pero todos tenían una
gran satisfacción: la iglesia era cada vez más grande y todos los días más y
más creyentes llegaban a los pies de Jesucristo.
En 1.965 el pastor se
lanzó a la aventura de construir la capilla, para lo cual puso en práctica sus
conocimientos de albañilería. En la práctica él mismo era el ingeniero,
arquitecto y maestro de obra. Sus
discípulos no se quedaron con los brazos cruzados: al ver el entusiasmo y la
energía con que su pastor trabajaba, se esforzaron por ayudarlo. Hasta las
mujeres cooperaban en este trabajo cocinando el sancocho, repartiendo agua
helada y manteniendo llenos los termos de tinto.
El trabajo comenzaba
temprano en la mañana y se prolongaba hasta altas horas de la noche. Finalmente
el esfuerzo colectivo fue premiado, pues la capilla estuvo terminada en
diciembre de ese año y fue inaugurada con un hermoso programa evangelístico que
contó con la presencia de las autoridades locales y del misionero norteamericano
Lorenzo Buckman, quien había servido por más de veinte años en las selvas de
Brasil en la evangelización de los indígenas terrenos y namicuaras.
Regreso definitivo a Maicao
En 1966 el misionero
Lorenzo Buckman comenzó a evangelizar al
pueblo wayüu en Maicao y logró formar una congregación que empezó a reunirse en
la calle 9 entre carreras 14 y 15, en donde se construiría el templo de la
Primera Iglesia Evangélica de Maicao, situada aún en ese lugar cercano al
mercado público y frente al antiguo cine México. Buckman tuvo dificultades para entender la
idiosincrasia de los guajiros y por tal razón solicitó que se designara como
pastor a alguien oriundo de la región. Y propuso trasladar al pastor de Atanquez,
para que se hiciera cargo de la obra.
A pesar de la negativa
de la congregación de Atanquez, el pastor Mariano Fonseca es trasladado con su
familia a Maicao en 1.966. Al llegar
debe enfrentarse a algunas divisiones internas de la iglesia, pero con paciencia
y mucho amor logra que haya unidad alrededor de la Palabra de Dios y de las
enseñanzas de Jesucristo.
Pastor y Librero
Mariano y Carmen se
dedican de lleno a atender la iglesia, la cual comienza una etapa de firme
crecimiento. Entre las muchas personas
que lo visitan se encuentran algunos distribuidores de libros quienes le
proponen que se convierta en distribuidor local de sus enciclopedias, artículos
de papelería libros.
Mariano comienza a
vender los libros en una vitrina que coloca en la sala de su casa, ubicada
cerca del Mercadito Guajiro y la clientela comienza a fluir. Poco después un
misionero americano que se encontraba de paso por la ciudad le recomienda
trasladarse a un lugar más cercano al centro y le hace el generoso ofrecimiento
de pagarle lo que cueste el arriendo. Inicialmente traslada la librería a un
local situado en la carrera 12 entre calles 15 y 16 en donde empieza a consolidarse como un negocio próspero. Un año después, el mismo misionero que le colaboraba con el arriendo, le propuso trasladarse a Barranquilla en donde aprovecharían las ventajas de la gran ciudad, como por ejemplo, un número muy grande de potenciales compradores. Mariano amaba tanto a Maicao y a su congregación que no aceptó la porpuesta. Entonces, su benefactor le comunicó que no podría seguir cooperando con el dinero que le aportaba para pagar el arriendo.
Las nuevas circunstancias eran adversas, pero no se acobarda y, en lugar de ello empieza a buscar un punto de venta más adecuado a sus planes. Es así como consigue
abrir sus puertas en la calle 12 entre carreras 14 y 15, lugar en donde nacería
la esplendorosa y legendaria Librería “Jel”, nombre que fue compuesto con las
iniciales de los nombres de sus hijos Josué, Eneida y Loyda.
La librería se convirtió
en el punto de referencia obligado para el mundo académico de la época, pues
era el establecimiento a donde llegaban las obras literarias más recientes, los
atlas, las enciclopedias y multicolores productos de papelería.
Algo que ayudaba a la
Librería Jel a tener muy buenas ventas era su localización, pues quedaba al
frente del Instituto María Montessori y a unas pocas cuadras del colegio San
José.
El orgullo de educar a
sus hijos, quienes eligen el camino del servicio a través de sus conocimientos
profesionales. Es así como Josué se gradúa de Médico Veterinario Zootecnista,
experto en Salud Pública. En 1.984 fue
nombrado como alcalde de Maicao.
Eneida se gradúa como
médico y luego adquiere dos especializaciones. Una en neumología y otra en
epidemiología. En el año 2009 es nombrada como directora del hospital San José
de Maicao.
Loyda se gradúa como
abogada y se dedica a la docencia universitaria.
Semillas de Mostaza: libro autobiográfico
En 1.995 escribe el
libro Semillas e Mostaza en el que traza algunas líneas autobiográficas y da a conocer buena parte de la historia de la
evangelización en el departamento de La Guajira.
Epílogo
En sus últimos días el
pastor Mariano Fonseca conservó una gran vitalidad. Dividía su tiempo en
consentir a su esposa Carmen y ser consentido por ella en la casa de
siempre. En ese mismo lugar en el barrio
San Martín, a donde trasladaron la
Librería JEL, en donde atendió a sus clientes a sus clientes con la misma amabilidad de aquellos tiempos de
1966.
Un día de octubre Mariano partió a la eternidad a reunirse con el Jefe para el que trabajó toda la vida y para encontrarse con los hermanos a quienes ayudó a encontrar el camino de la salvación.
¿Quiénes fueron sus mejores amigos?
- · Nicolás Deluquez, su condiscípulo en Fonseca y
quien tendría a su cargo una sucursal de la Librería Jel en la tierra del
Retorno
- ·
Santander Ortega y Roberto Silva, ministros
evangélicos, de quienes afirma que son los mejores predicadores de la Palabra
que han llegado a Maicao.
- Jorge Parodi, periodista, músico y gran amigo de los libros
- · Hernando Iguarán Romero, su compañero en el partido conservador. Líder
pol´pitico y exalcalde de Maicao.
- ·
Ramiro Choles Andrade, profesor y exrector del
Colegio San José. Todas las mañanas lo visitaba en la Librería, ubicada ahora en
la calle 17 con carrera 19. Leen juntos el periódico y comentan los sucesos del
día.
Mariano Fonseca en
frases
·
“Si trabajas para vivir, entonces ¿Por qué te
matas trabajando?”
·
“Con afanarse nadie añadirá cincuenta
centímetros a su estatura” (Tomada de la Biblia)
·
La vida del hombre no consiste en enamorarse de
los bienes que posee
El que quiera ser mi amigo debe saber que tengo dos "defectos": soy godo y soy evangélico.
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