martes, 7 de septiembre de 2010

Susto en lo alto del poste


Maicao-. Un gran susto se vivió ayer 6 de septiembre a las 4:55 de la tarde cuando un operario al servicio de la empresa Electricaribe recibió una fuerte descarga en el momento en que realizaba trabajos de mantenimiento en un poste ubicado en cercanías de las antiguas instalaciones del tránsito municipal, sector del nuevo hospital.

La rápida intervención de sus compañeros y de la policía de carreteras, así como la solidaridad de los ciudadanos permitieron que el cuerpo semi incosciente de Rubén Zambrano, de treinta años de edad, fuera bajado con todas las medidas de seguridad y llevado en ambulancia al Hospital San José a donde llegó aún aturdido, pese a lo cual pudo dar su nombre y edad.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Sena: La satisfacción de sus aprendices en la Regional Guajira

Maicao está pariendo y el ginecólogo no aparece

Por: Edwin Solano

En estos tiempos en que se acrecenta la ansiedad humana, por saber si aún existen los milagros divinos, es necesario brindarles una seguridad a todos nuestros semejantes, de que los milagros existieron y existirán.

Seguramente Usted se preguntará, ¿por qué estar tan seguro de esta afirmación?, pues la respuesta es sencilla, le creo a Dios y vivo en Maicao. Estos dos aspectos son fundamentales para creer en los milagros; por un lado, la fe en el Todo Poderoso, permite sobrepasar las circunstancias que la vista humana observa como imposibles de superar, y por el otro, vivir en mi pueblo, me permite asegurar, que acostarse vivo y despertar de la misma manera, no puede ser otra cosa diferente a un verdadero milagro.

La concepción y formación de un ser humano, es el proceso más sorprendente del Creador, por ello, la exterminación o desaparición forzosa de un semejante, no puede ser otra cosa que el acto más repugnante de un ser. Pese a ello, en mi tierra, acabar con la vida de niños, mujeres u hombres, se ha convertido en un acto costumbrista y conocer día a día las noticias de nuevos asesinatos es el pan diario. Frente a esta situación, me pregunto ¿Qué pensara el inventor de la vida, cuando un hombre asesina su invento?, debería sentir lo mismo que siente un niño luego de ver como un insipiente adulto pisotea su castillo después de tanto esfuerzo, solo porque considera que ese montón de arena no significa nada, mientras que para su artífice, representa el logro de su sueño.

Ahora, en Maicao, el problema no es solo la proliferación de asesinos de vidas, si no que de manera voluntaria o involuntaria, algunos “dueños” del destino de nuestro pueblo, están provocando un aborto inducido, de ese feto del que muchos estamos preñados, este es, el progreso para este terruño.

Cada día, ese feto recibe una nueva inyección letal, entre ellas: el cierre sin planificación del botadero de basuras municipal, la crisis del sector salud en el Hospital San José, la desorganización en la definición de docentes y administrativos en la educación contratada, el cese de las inversiones en alcantarillado y acueducto, la falta de planificación y apoyo a las comunidades para afrontar la ola invernal en la zona rural y urbana, la falsa existencia organizacional del sistema de transito y transporte, el abuso de funcionarios públicos contra aquellos que no portan su color político en el corazón, entre muchas cosas más que usted podría anotar desde su perspectiva.

A todos estos profesionales del mal, que se ganan el sustento, planificando el aborto de nuestros sueños progresistas para Maicao, les tengo una mala noticia, Somos muchos más los que estamos dispuestos a parir progreso y desarrollo para esta maltratada tierra, que aquellos indignos habitantes, que se rinden en el esfuerzo de creer que con Dios es posible un mejor futuro.

Por último, no tengo más, que gritarle auxilio, a nuestro Alcalde, que por cierto es ginecólogo de profesión, para que actué dentro del juramento que un día hizo al graduarse y evite que los auxiliares de la sala de parto, continúen suministrándole medicamentos que destrocen la vida del feto que casi todo Maicao quiere parir pronto; en sus manos está la decisión de salvar este sueño o colocar la inyección definitiva que mate de una vez por todas, este anhelo de 21.327 personas que votaron por Usted y de aquellas 16.469 , que aun que votamos por otra alternativa, seguimos confiando que Usted aun está a tiempo de demostrar que Oscar Merece a Maicao.

Entrevista con Edgar Camargo, fundador del Encuentro de Escritores guajiros

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Billy Castro, el alcalde que apoyó a la cultura

Por: Alejandro Rutto Martínez

Se iniciaba la segunda mitad de los convulsionados años ochenta y el país recordaba cada día los pavorosos hechos de la toma y retoma del Palacio de Justicia con su trágico saldo de muertos y de violación al recinto sagrado de la Justicia.

Por otro lado estaban abiertas las heridas causadas por la catástrofe de Armero y el río con lava ardiente que segó en una sola noche la vida de más de veinte mil compatriotas a los que la muerte sorprendió mientras disfrutaban de su plácido sueño después de una ardua jornada invertida en poner a producir una tierra fértil y amiga, que los había acostumbrado a darles cien veces lo que sembraban en ella.

En Maicao asistíamos al final de una bonanza comercial en medio de la cual se hicieron negocios multimillonarios en corto tiempo. Decenas de almacenes cerraban sus puertas y despedían trabajadores y los carteles de “se vende” fueron colgados en numerosos locales comerciales y casas de los sectores residenciales.

Por ese entonces comenzaron a escucharse las primeras voces de quienes sugerían la llegada de una nueva época y la necesidad de repensar a la tierra de todos. Si el comercio disminuía las costumbres seguramente iban a cambiar y era necesario hacer las cosas que nunca se habían hecho. Los jóvenes entendimos el mensaje y empezamos a trabajar en consecuencia. Corrimos a fundar la Casa de la Cultura y bien pronto tuvimos bien organizados todos los papeles con base en los cuales nacía la nueva organización.

Estábamos entusiasmados pero bien pronto comprendimos que solo teníamos una Casa de la cultura de papel y más nada. Del Instituto Colombiano de Cultura nos llamaron un día para decirnos que los setecientos libros solicitados para nuestra biblioteca (inexistente biblioteca) habían sido asignados y debíamos retirarlos en un plazo perentorio de las oficinas de esa entidad. Y nos advertían que un poco después la ministra de educación en persona estaría haciendo un recorrido por todo el país para verificar el servicio que se estuviera prestando a la comunidad.

No faltó el que hiciera la sugerencia de escribir a Bogotá contando la verdad: no teníamos local, ni biblioteca, ni casa de la cultura ni nada y que le dieran un mejor destino a los libros. Fue cuando Roberto Villanueva, un emprendedor de pura cepa y miembro del grupo, propuso hablar con el alcalde Billy Castro Polanco y pedirle que nos asignara alguna de las desocupadas oficinas del recién remodelado edificio de la alcaldía.

En la audiencia no salíamos de nuestro asombro cuando el alcalde decidió cedernos no solo un modesto local en el último rincón del pasillo (como casi siempre se ubica a la cultura) sino que, en un acto de desprendimiento, nos cedía las cómodas instalaciones destinadas a convertirse en su despacho. La felicidad nos inundó y no tardamos mucho en conseguir el mobiliario y en poner la nueva biblioteca al servicio del público. Poco después recibimos la visita de la ministra de educación quien se fue feliz y contando por toda Colombia el buen servicio que prestaban los libros entregados a los maicaeros.

No sé si Billy Castro Polanco recuerde este momento de su administración. Pero era hora de recordarlo y de hacerle un reconocimiento ante las nuevas generaciones.

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