La opinión de Enrique Solano Galván
En el ejercicio de la actividad política existen factores que pesan a la hora de recoger frutos electorales y ante todo, credibilidad ante el electorado. Uno de estos es lo que los expertos llaman Representación, y que muchos que no la tienen creen que la compensan con mayor cantidad de tiempo de aparición en las pantallas de la televisión o “mojando tinta” en los titulares de prensa. La representación solo se gana en la medida en que se encarna principios sólidos e incuestionables presupuestos morales, en que se tiene un reconocimiento social y un discurso coherente y convincente (¿Será que lo tiene Noemí Sanin y Juan Manuel Santos?).
En el actual escenario pre-electoral me declaro altamente contagiado por la fiebre verde que como pandemia se disemina cada día más entre los colombianos. La gente se siente arropada por una causa que a su vez es la suma de pequeñas causas que nos convocan y que hacen que en el profesor Mockus nos sintamos representados. No es cuestión de moda ni de imposiciones mediáticas, es la fuerza de los argumentos y el despertar de un nuevo estadio de la esos letargos cíclicos que han llamado “la patria boba”.
Creo en Mockus porque viene desde la academia, eso representa neutralidad, racionalidad y argumento científico ante la emotividad con que algunos gobernantes (como Uribe y Chávez) toman decisiones a nombre de todo un país. Eso representa también una combinación de tecnicismo pragmático (privilegio del saber hacer según las necesidades actuales) con humanismo (privilegio de ser), éste último tan ausente en la mayoría de candidatos de la actual contienda proselitista.
Con Mockus será la educación y la cultura los soportes del desarrollo del país como lo demanda la UNESCO y las tesis modernas de apalancamiento social. Su propuesta privilegia la cultura de la vida ante la cultura de la muerte, erradicar esa arraigada cultura de la ilegalidad que tenemos los colombianos y que en Maicao campea desde siempre.
Mockus también representa otro camino, la vía alterna que estábamos buscando los descaminados. Su Partido Verde se ubica en el centro, en la democracia que no se contagia de los radicalismos de la extrema derecha ni de la anacrónica izquierda. La opción centro es otro camino que demuestra que no todo el que se opone al régimen uribista es guerrillero ni el que no es comunista es uribista.
El profesor Antanas es una figura que refresca el radicalizado panorama político nacional y es una opción respetable y en la cual se puede creer porque está bien rodeado y porque tanto él como quien los rodean han dado sobradas muestras que saben administrar lo público y tienen una avanzada lectura de lo que es el desarrollo sostenible.
Pero también representa otro discurso, muy distante del vacío y demagogo de Noemí y Vargas Lleras, del reiterativo que apela a la única razón de que debe ser elegido porque es el ungido candidato de Uribe, como es del discurso de Juan Manuel Santos. Mockus no dice lo que la gente quiere que diga que es la estrategia retórica de la demagogia política. A veces eso pude costar votos pero al menos creo que de esa manera no nos engaña, no nos hace promesas que después no cumplirá. Al menos se qué espero de su gobierno, la mayoría de los demás candidatos no inspiran confianza.
El rechazar aportes de los grandes holdings económicos del país para financiar su campaña Mockus nos transmite un clima de confianza en su gobierno. Por primera vez estaríamos frente a una nueva forma de hacer política y de gobernar: libre dela injerencia leonina de los grandes monopolios económicos y los dueños de las grandes concesiones, libre de las cuotas burocráticas de cargos por cantidad de votos puestos en campaña o por apoyo en el congreso a iniciativas presidenciales.
La moralización de la administración pública es una acción inaplazable para el verdadero despunte del país, tenemos hoy los colombianos la oportunidad de apostarle a la derrota de tan enquistado mal de nuestro estado.
La responsabilidad social del partido verde no solo se mide con su compromiso con el medio ambiente, bandera que muy pocos políticos ondean honestamente. Se es responsable en el manejo de una campaña discreta moderna, a bajo costo, con bajo nivel de contaminación visual y auditiva y alto impacto político, se apela a la conciencia y no a la emotividad. Una campaña responsable es también aquella que da ejemplo de respeto a la ideas de los contrarios.
Creo en Mockus por representar la inteligencia, la incuestionable moralidad, la transparencia, el respeto a la vida y a los derechos humanos, porque le apunta a los remedios esenciales (las causas como la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades educativas) y no a los que solo atacan los efectos (como la guerrilla y el narcotráfico), porque quiere cambiar no solo nuestras condiciones materiales sino las espirituales, porque es coherente en su comportamiento, su pensamiento y en su discurso, porque es “loco” y osado, porque tiene identidad como candidato, porque encarna nuestras esperanzas por un país más tolerante y vivible.
Definitivamente, este “caballo lisiado” (como lo quiso descalificar Uribe), se vislumbra como la fuerza de transición, reconciliación, confianza y modernidad que Colombia tanto necesita en momentos tan difíciles. Votemos por Mockus, esto debe y puede ser diferente.
Por todo lo anterior ¡Este E.S! ….
En el ejercicio de la actividad política existen factores que pesan a la hora de recoger frutos electorales y ante todo, credibilidad ante el electorado. Uno de estos es lo que los expertos llaman Representación, y que muchos que no la tienen creen que la compensan con mayor cantidad de tiempo de aparición en las pantallas de la televisión o “mojando tinta” en los titulares de prensa. La representación solo se gana en la medida en que se encarna principios sólidos e incuestionables presupuestos morales, en que se tiene un reconocimiento social y un discurso coherente y convincente (¿Será que lo tiene Noemí Sanin y Juan Manuel Santos?).
En el actual escenario pre-electoral me declaro altamente contagiado por la fiebre verde que como pandemia se disemina cada día más entre los colombianos. La gente se siente arropada por una causa que a su vez es la suma de pequeñas causas que nos convocan y que hacen que en el profesor Mockus nos sintamos representados. No es cuestión de moda ni de imposiciones mediáticas, es la fuerza de los argumentos y el despertar de un nuevo estadio de la esos letargos cíclicos que han llamado “la patria boba”.
Creo en Mockus porque viene desde la academia, eso representa neutralidad, racionalidad y argumento científico ante la emotividad con que algunos gobernantes (como Uribe y Chávez) toman decisiones a nombre de todo un país. Eso representa también una combinación de tecnicismo pragmático (privilegio del saber hacer según las necesidades actuales) con humanismo (privilegio de ser), éste último tan ausente en la mayoría de candidatos de la actual contienda proselitista.
Con Mockus será la educación y la cultura los soportes del desarrollo del país como lo demanda la UNESCO y las tesis modernas de apalancamiento social. Su propuesta privilegia la cultura de la vida ante la cultura de la muerte, erradicar esa arraigada cultura de la ilegalidad que tenemos los colombianos y que en Maicao campea desde siempre.
Mockus también representa otro camino, la vía alterna que estábamos buscando los descaminados. Su Partido Verde se ubica en el centro, en la democracia que no se contagia de los radicalismos de la extrema derecha ni de la anacrónica izquierda. La opción centro es otro camino que demuestra que no todo el que se opone al régimen uribista es guerrillero ni el que no es comunista es uribista.
El profesor Antanas es una figura que refresca el radicalizado panorama político nacional y es una opción respetable y en la cual se puede creer porque está bien rodeado y porque tanto él como quien los rodean han dado sobradas muestras que saben administrar lo público y tienen una avanzada lectura de lo que es el desarrollo sostenible.
Pero también representa otro discurso, muy distante del vacío y demagogo de Noemí y Vargas Lleras, del reiterativo que apela a la única razón de que debe ser elegido porque es el ungido candidato de Uribe, como es del discurso de Juan Manuel Santos. Mockus no dice lo que la gente quiere que diga que es la estrategia retórica de la demagogia política. A veces eso pude costar votos pero al menos creo que de esa manera no nos engaña, no nos hace promesas que después no cumplirá. Al menos se qué espero de su gobierno, la mayoría de los demás candidatos no inspiran confianza.
El rechazar aportes de los grandes holdings económicos del país para financiar su campaña Mockus nos transmite un clima de confianza en su gobierno. Por primera vez estaríamos frente a una nueva forma de hacer política y de gobernar: libre dela injerencia leonina de los grandes monopolios económicos y los dueños de las grandes concesiones, libre de las cuotas burocráticas de cargos por cantidad de votos puestos en campaña o por apoyo en el congreso a iniciativas presidenciales.
La moralización de la administración pública es una acción inaplazable para el verdadero despunte del país, tenemos hoy los colombianos la oportunidad de apostarle a la derrota de tan enquistado mal de nuestro estado.
La responsabilidad social del partido verde no solo se mide con su compromiso con el medio ambiente, bandera que muy pocos políticos ondean honestamente. Se es responsable en el manejo de una campaña discreta moderna, a bajo costo, con bajo nivel de contaminación visual y auditiva y alto impacto político, se apela a la conciencia y no a la emotividad. Una campaña responsable es también aquella que da ejemplo de respeto a la ideas de los contrarios.
Creo en Mockus por representar la inteligencia, la incuestionable moralidad, la transparencia, el respeto a la vida y a los derechos humanos, porque le apunta a los remedios esenciales (las causas como la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades educativas) y no a los que solo atacan los efectos (como la guerrilla y el narcotráfico), porque quiere cambiar no solo nuestras condiciones materiales sino las espirituales, porque es coherente en su comportamiento, su pensamiento y en su discurso, porque es “loco” y osado, porque tiene identidad como candidato, porque encarna nuestras esperanzas por un país más tolerante y vivible.
Definitivamente, este “caballo lisiado” (como lo quiso descalificar Uribe), se vislumbra como la fuerza de transición, reconciliación, confianza y modernidad que Colombia tanto necesita en momentos tan difíciles. Votemos por Mockus, esto debe y puede ser diferente.
Por todo lo anterior ¡Este E.S! ….