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Directora del programa de Administración de Empresas de la Universidad de la Guajira
Género es un concepto o una categoría utilizada para analizar y comprender los aspectos
culturales que
explican las diferencias y la situación de inequidad, de discriminación, la falta de
derechos y la opresión en que tradicionalmente ha vivido la mujer.
En mi experiencia laboral en el
SENA como instructora de un hermoso programa denominado desarrollo empresarial con enfoque de género que solo se maneja en 4 departamentos del país en los cual hay presencia indígenas, y donde tuve la oportunidad de compartir con muchas mujeres de diferentes municipios Maicao, Uribia, Manaure , San Juan y Riohacha, el cual se trabajó abierto por la condición pluriétnica de nuestro departamento, en donde habitan más de 5 etnias, y la experiencia del compartir con ellas y sus vivencias solo me lleva a analizar que, en todas las sociedades, las mujeres y los hombres desempeñan ocupaciones diferentes y asumen diversas responsabilidades en las actividades del hogar.
En el caso de la mujer, el trabajo y la familia siempre están vinculados entre sí y gran parte de sus labores no son retribuidas monetariamente, aún cuando sean tareas productivas. Por su parte, el hombre suele desempeñar un papel marginal en las labores domésticas, ya que en teoría es a él a quién le corresponde realizar el trabajo retribuido fuera del hogar.
Las diferencias existentes entre mujeres y hombres en cuanto al acceso a los recursos económicos --crédito y tierra incluidos--y al ejercicio del poder y a la participación en las instancias ejecutivas, limitan las posibilidades de autonomía económica de la mujer, impidiéndole de esta forma, asegurar un mejor nivel de vida para sí misma y quienes de ella dependen. El acceso restringido de la mujer a los recursos productivos ocasiona un impacto negativo sobre la productividad del trabajo femenino.
En todas las sociedades, las mujeres asumen la principal responsabilidad de la crianza de los hijos y el cuidado de ancianos y enfermos, además de la mayor parte del trabajo doméstico. A esto le llamamos la triple jornada laboral, La vida de la mujer es afectada fuertemente por su vida reproductiva, la cual tiene una clara y directa influencia en su estado de salud, las oportunidades de acceso a la educación y al empleo y en los ingresos propios y de su familia. En las sociedades donde las mujeres se casan muy jóvenes y a una edad inferior que la del hombre, la subordinación de ésta al marido es más intensa y sin lugar a dudas, condiciona fuertemente sus posibilidades de educación y de trabajo retribuido.
Sumado a esto el abandono de los hombres en los hogares por motivos de desempleo e inestabilidad de los lazos conyugales, violencia doméstica, o maltrato intrafamiliar, ha ocasionado un incremento de los hogares encabezados por mujeres. Por otra parte, con frecuencia el número de viudas se incrementa debido a la problemática social en la que a diario vivimos, asumen el papel de padre y madre al mismo tiempo.
El monopolio del hombre en la toma de decisiones, esto es, el control del poder tanto en la sociedad como en el hogar, llevó, hasta hace poco, a considerar que las características asignadas al sexo masculino eran valiosas y aquéllas asociadas al sexo femenino desvalorizadas. Un mundo hecho a la imagen y la semejanza de los intereses del hombre.
El desarrollo de la ciencia, la tecnología, los movimientos de defensa de los derechos de la mujer y el avance de la cultura de protección de los derechos humanos han ayudado a explicar estas situaciones y a proponer cambios legales y culturales para revalorizar el trabajo de la mujer, para acabar con los mitos sobre "la natural condición femenina del sexo débil", para proponer acciones encaminadas a mejorar su condición, darle igualdad real con el hombre y cambiar la imagen social femenina de ser dependiente y subordinada, tanto en el terreno familiar como en el laboral.
Es importante señalar que el hecho de analizar la realidad “desde el género” no implica considerar a todas las mujeres como iguales. Aunque las mujeres comparten experiencias, fuerzas y obstáculos que les otorgan necesidades e intereses comunes –los cuales pueden, en determinadas circunstancias, propiciar su unidad como grupo, las formas de subordinación social y económica, y de
vulnerabilidad, son tan complejas y están tan individualizadas como las personas que las sufren.
De la misma forma, trabajar con mujeres no significa que automáticamente se tengan en cuenta los aspectos relacionados con la desigualdad de género; esto se debe a que, a pesar de que las relaciones de género están siempre presentes, tomarlas en consideración requiere un interés especial en descubrirlas, aplicando para ello herramientas conceptuales y analíticas que permitan poner de manifiesto los procesos que producen y reproducen las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Las mujeres han demostrado a la hora de asignación de tareas que son tan competente como los hombres. Ellos, a quienes por generaciones se les le ha asignado la responsabilidad como cabeza visible del hogar (corintio 11-3), han dejado un espacio que las mujeres han conquistado para poder suplir sus ausencia y escalar en un mundo donde solo los hombres tenían cabida.
A nivel país el SENA ha jugado un papel fundamental porque le ha dado a la mujer una formación integral donde ella ha tenido la oportunidad de replantar su estilo de vida y romper con muchos esquemas mentales; hoy vemos una mujer más preparada, luchadora y sobretodo muy emprendedora de los nuevos retos que este mundo globalizado exige, empoderándose de la oportunidad que su entorno le proporciona y sacando el máximo provecho de él.