Autor: Jorge Rincones
No es el titulo de aquella vieja canción que dice "tabaquera, tabaquera,.. Tabaquera donde esta mi tabaco, donde esta, donde esta mi tabaco"; tampoco es una fábrica para producirlo ni siquiera un depósito para guardarlo, ni mucho menos ese aparatico utilizado por los abuelos para guardar sus raciones de calillas, como decía mi abuela a los tabacos o esa señora que sentada todo un día liaba o envolvía tabacos y luego los amarraba en mazos de cincuenta o cien unidades. Aquí es el nombre con que se distingue a una leyenda de mi pueblo, narración que desde muy pequeño empecé a escucharle a mis mayores como a mis padres, a mi abuela, a mis tíos y tías y en fin, a todas aquellas personas mayores, que para atemorizarnos nos decían que si nos portábamos mal, la tabaquera nos iba a llevar, para fumarnos el tabaco, echándonos el humo en la cara y con eso no encontraríamos el camino de vuelta a casa y nos quedaríamos para siempre deambulando o perdidos en el monte.
Esto hizo que todos los muchachos del pueblo sintiéramos un temor y terror por este espanto, el cual nos lo describían con forma de mujer, siempre vestida con un traje negro hasta el cuello, con una pañoleta negra amarrada en la cabeza, con ojos saltones y siempre con un tabaco encendido en los labios, echando humo por la nariz, por la boca, por los ojos y hasta por los oídos. Y pobrecito del que lograra respirar el humo que espiraba la tabaquera, por que si no se moría quedaba loco o se perdía en el monte y no aparecería nunca jamás.
Hoy ya adulto, cuando voy de visita pregunto a los muchachos del pueblo que tanto saben de la tabaquera, algunos dicen que nunca han escuchado hablar de ese espanto; otros comentan que desde que llegó la luz eléctrica al pueblo se acabaron los fantasmas, los espantos y las brujas. Pero hay muchos que si han escuchado bastante comentarios y decires sobre las tabaqueras. Que ya no se habla de una sino de varias, por que hace muchísimos años la tabaquera embrujó, con el humo de de su tabaco, a un hombre que no era del pueblo, y se quedo con él, pariéndole varias hijas, las cuales también desde pequeñas aprendieron el “arte” de fumar tabaco y hoy en día son un grupo numeroso de mujeres que asustan a todo el mundo en el pueblito; además dicen que se han especializado, pues algunas se dedican a asustar niños, otras a los hombres y algunas a las mujeres; que estas últimas son las mas peligrosas por que cuando se la dedican a determinada mujer, esta no consigue marido o se lo hacen ir o se queda viuda; por tal motivo cuando una mujer queda en una de estas tres condiciones, dicen que las tabaqueras le fumaron el tabaco.
También pude escuchar algunos comentarios que se tejen en el pueblo entre las comadres y compadres : ahora las tabaqueras se han urbanizado, ya dejaron de andar vagando por el monte como espanto, asustando a todos los que encontraban, para radicarse en el pueblo, que son, según estas apreciaciones de los habitantes del pueblo, de carne y huesos, que asustan no solo a los muchachos, sino también a los adultos, especialmente a los hombres, quienes sienten pavor cuando oyen decir que las tabaqueras le echaron a fulanito el humo en la cara, lo volvieron loco o lo hicieron ir del pueblo, o lo dejó la mujer.
Entre este grupo de tabaqueras, se comenta que existen algunas menos dañinas, que se dedican a ejercer muchas actividades como: espantando visitas; cuando a una familia le llega una visita, y se queda por mucho tiempo, buscan el favor de estas y a través del fumar y rezar hacen que las visitas se vayan corriendo antes del tiempo previsto, olvidando objetos y hasta los motivos de la visita. Con el proceder de estas brujas, nació la costumbre de colocar una escoba volteada hacia arriba detrás de una puerta, cuando alguien quería que las visitas que tenía se fueran lo más rápido posible. También son utilizados los servicios de estas para cobrar.
No es el titulo de aquella vieja canción que dice "tabaquera, tabaquera,.. Tabaquera donde esta mi tabaco, donde esta, donde esta mi tabaco"; tampoco es una fábrica para producirlo ni siquiera un depósito para guardarlo, ni mucho menos ese aparatico utilizado por los abuelos para guardar sus raciones de calillas, como decía mi abuela a los tabacos o esa señora que sentada todo un día liaba o envolvía tabacos y luego los amarraba en mazos de cincuenta o cien unidades. Aquí es el nombre con que se distingue a una leyenda de mi pueblo, narración que desde muy pequeño empecé a escucharle a mis mayores como a mis padres, a mi abuela, a mis tíos y tías y en fin, a todas aquellas personas mayores, que para atemorizarnos nos decían que si nos portábamos mal, la tabaquera nos iba a llevar, para fumarnos el tabaco, echándonos el humo en la cara y con eso no encontraríamos el camino de vuelta a casa y nos quedaríamos para siempre deambulando o perdidos en el monte.
Esto hizo que todos los muchachos del pueblo sintiéramos un temor y terror por este espanto, el cual nos lo describían con forma de mujer, siempre vestida con un traje negro hasta el cuello, con una pañoleta negra amarrada en la cabeza, con ojos saltones y siempre con un tabaco encendido en los labios, echando humo por la nariz, por la boca, por los ojos y hasta por los oídos. Y pobrecito del que lograra respirar el humo que espiraba la tabaquera, por que si no se moría quedaba loco o se perdía en el monte y no aparecería nunca jamás.
Hoy ya adulto, cuando voy de visita pregunto a los muchachos del pueblo que tanto saben de la tabaquera, algunos dicen que nunca han escuchado hablar de ese espanto; otros comentan que desde que llegó la luz eléctrica al pueblo se acabaron los fantasmas, los espantos y las brujas. Pero hay muchos que si han escuchado bastante comentarios y decires sobre las tabaqueras. Que ya no se habla de una sino de varias, por que hace muchísimos años la tabaquera embrujó, con el humo de de su tabaco, a un hombre que no era del pueblo, y se quedo con él, pariéndole varias hijas, las cuales también desde pequeñas aprendieron el “arte” de fumar tabaco y hoy en día son un grupo numeroso de mujeres que asustan a todo el mundo en el pueblito; además dicen que se han especializado, pues algunas se dedican a asustar niños, otras a los hombres y algunas a las mujeres; que estas últimas son las mas peligrosas por que cuando se la dedican a determinada mujer, esta no consigue marido o se lo hacen ir o se queda viuda; por tal motivo cuando una mujer queda en una de estas tres condiciones, dicen que las tabaqueras le fumaron el tabaco.
También pude escuchar algunos comentarios que se tejen en el pueblo entre las comadres y compadres : ahora las tabaqueras se han urbanizado, ya dejaron de andar vagando por el monte como espanto, asustando a todos los que encontraban, para radicarse en el pueblo, que son, según estas apreciaciones de los habitantes del pueblo, de carne y huesos, que asustan no solo a los muchachos, sino también a los adultos, especialmente a los hombres, quienes sienten pavor cuando oyen decir que las tabaqueras le echaron a fulanito el humo en la cara, lo volvieron loco o lo hicieron ir del pueblo, o lo dejó la mujer.
Entre este grupo de tabaqueras, se comenta que existen algunas menos dañinas, que se dedican a ejercer muchas actividades como: espantando visitas; cuando a una familia le llega una visita, y se queda por mucho tiempo, buscan el favor de estas y a través del fumar y rezar hacen que las visitas se vayan corriendo antes del tiempo previsto, olvidando objetos y hasta los motivos de la visita. Con el proceder de estas brujas, nació la costumbre de colocar una escoba volteada hacia arriba detrás de una puerta, cuando alguien quería que las visitas que tenía se fueran lo más rápido posible. También son utilizados los servicios de estas para cobrar.
Cuando hay un deudor que no quiere pagar o se está demorando mucho para hacer efectivo la deuda, le ponen una de estas fumadoras a la pata y paga por que paga; hay algunos y algunas morosos y morosas, que con solo amenazarles con estas mujeres buscan inmediatamente la plata y cancelan la deuda; prefieren meterse en líos con otra persona buscando prestado a que les pongan una fumadora de tabaco. Estas actúan a modo de unos “chepitos” pueblerinos. Algunas se prestan para recuperar objetos perdidos o robados, pero solo cuando hay indicios de quien o quienes son los que no quieren devolver los objetos o los ladrones, en fin hacen cualquier clase de trabajo menos el de atentar contra la vida del prójimo.
Estas últimas, según los comentarios de la gente del pueblo, andan bien elegantes y muchas son atractivas, pero no dejan que se les acerquen mucho la gente por que saben que el olor del tabaco las delata, olor que es mas penetrante cuando el sol esta caliente y disminuye con el frío y con la oscuridad, pues de otra manera, no se explican como pueden asistir a bailes y reuniones sociales sin que se les sienta el mas mínimo olor desagradable, antes por el contrario, durante la noche son dulces, atrayentes y despiden aromas embriagantes que las hacen seductoras y apetecibles, vistas así, están listas para levantar marido, ganándose los favores de los incautos, pero después que los explotan tanto en lo económico como en lo físico los abandonan; algunos no aguantan esta situación de sufrimiento volviéndose locos, internándose en el monte o han preferido quitarse la vida.
Pero a través del tiempo, y sabiendo sus formas de proceder se les ido conociendo poco a poco, y ya muchos hombres de la región les han conseguido el lado débil o flaco, como dirían algunos de mis amigos, o sea, les han conseguido la contra y la de estas brujitas del amor, es el amor mismo, pues cuando un amante que estas se levantan no se les traga como ellas pretenden, sino que les demuestra respeto y mucho amor, es solícito y amable con ellas, les realza el ego y su dignidad, y sobre todo les hace ver el valor que tienen como mujeres, esto no les gusta y se sienten traumatizadas, sienten que las pócimas que preparan y el humo del tabaco no están haciendo el efecto necesario, entonces le fuman el tabaco acostadas boca abajo o con las piernas hacia arriba, para que nunca mas vuelvan a ellas, de esta forma lo liberan y lo sueltan sin hacerle daño. Estas brujitas del amor empezaron a perder terreno cuando Papa rucha, sobrenombre de un amigo del pueblo, apostó a que estaría con una de ellas y no sería embrujado. Cuando fue “liberado”, y contó lo que había hecho, muchos jóvenes del pueblo empezaron a perderles el miedo, a cortejarlas, a enamorarlas; esto las ha convertido poco a poco en unas mansas palomas con las alas cortadas que caen fácilmente en cualquier trampa que se les ponga. Ahora son ellas las que caen embrujadas con el trato amoroso que reproporcionan los amantes de turno; ahora son ellas las que andan detrás de los hombres que antes habían embrujado con sus pócimas y el humo del tabaco
Estas últimas, según los comentarios de la gente del pueblo, andan bien elegantes y muchas son atractivas, pero no dejan que se les acerquen mucho la gente por que saben que el olor del tabaco las delata, olor que es mas penetrante cuando el sol esta caliente y disminuye con el frío y con la oscuridad, pues de otra manera, no se explican como pueden asistir a bailes y reuniones sociales sin que se les sienta el mas mínimo olor desagradable, antes por el contrario, durante la noche son dulces, atrayentes y despiden aromas embriagantes que las hacen seductoras y apetecibles, vistas así, están listas para levantar marido, ganándose los favores de los incautos, pero después que los explotan tanto en lo económico como en lo físico los abandonan; algunos no aguantan esta situación de sufrimiento volviéndose locos, internándose en el monte o han preferido quitarse la vida.
Pero a través del tiempo, y sabiendo sus formas de proceder se les ido conociendo poco a poco, y ya muchos hombres de la región les han conseguido el lado débil o flaco, como dirían algunos de mis amigos, o sea, les han conseguido la contra y la de estas brujitas del amor, es el amor mismo, pues cuando un amante que estas se levantan no se les traga como ellas pretenden, sino que les demuestra respeto y mucho amor, es solícito y amable con ellas, les realza el ego y su dignidad, y sobre todo les hace ver el valor que tienen como mujeres, esto no les gusta y se sienten traumatizadas, sienten que las pócimas que preparan y el humo del tabaco no están haciendo el efecto necesario, entonces le fuman el tabaco acostadas boca abajo o con las piernas hacia arriba, para que nunca mas vuelvan a ellas, de esta forma lo liberan y lo sueltan sin hacerle daño. Estas brujitas del amor empezaron a perder terreno cuando Papa rucha, sobrenombre de un amigo del pueblo, apostó a que estaría con una de ellas y no sería embrujado. Cuando fue “liberado”, y contó lo que había hecho, muchos jóvenes del pueblo empezaron a perderles el miedo, a cortejarlas, a enamorarlas; esto las ha convertido poco a poco en unas mansas palomas con las alas cortadas que caen fácilmente en cualquier trampa que se les ponga. Ahora son ellas las que caen embrujadas con el trato amoroso que reproporcionan los amantes de turno; ahora son ellas las que andan detrás de los hombres que antes habían embrujado con sus pócimas y el humo del tabaco