¡Cuando la marcha se pone tenaz,
los tenaces se ponen en marcha!
Las relaciones entre Colombia y Venezuela, que venían en un franco deterioro, pasan por su peor momento; las contradicciones entre los dos gobiernos se han tornado en antagónicas y amenazan con desestabilizar las relaciones comerciales entre los dos países. Y ahora, de contera, también se han deteriorado las relaciones de Colombia con Ecuador. Ello es sumamente preocupante, por lo que significan los mercados de Venezuela y Ecuador para las exportaciones Colombianas, como que constituyen el principal destino de las exportaciones de los productos agroindustriales. Si bien es cierto los EEUU siguen siendo el principal mercado de las exportaciones colombianas, paradójicamente sólo el 28% de ellas son manufacturas, no obstante que estas representan el 83% de sus importaciones. En síntesis, las exportaciones industriales a Venezuela (US $3.917 millones) prácticamente triplican las correspondientes a los EEUU (US $1.328). Es de destacar que la tendencia favorece una mayor participación del mercado de Venezuela, que pasó de representar el 7% en 2003 al 17.4% en 2007, frente al detrimento de la participación del mercado estadounidense que pasó en ese mismo lapso del 43% al 34.6%. El año anterior las exportaciones colombianas tuvieron un incremento inusitado del 23% con respecto a 2006, elevándose a los US $29.990 millones, de los cuales más de US $6.400 millones correspondieron a ventas efectuadas a Venezuela y Ecuador. Ello es lo que está en juego en este momento, por cuenta de la guerra fría que se ha desatado entre nuestros países.
EL BOOM DEL MERCADO VENEZOLANO
En muy buena medida el crecimiento de las exportaciones colombianas se vio insuflado por las ventas a Venezuela, las cuales se dispararon, pasando de US $2.702 millones en
Ahora bien, es evidente que, independientemente del curso que tomen los recientes acontecimientos, este ritmo de crecimiento de las exportaciones colombianas a Venezuela es insostenible por más tiempo. Empezando, porque la economía venezolana mostró síntomas de desaceleración el último año. Después de haber crecido el PIB por encima del 10% tanto en el 2005 como en el 2006, ya en el 2007 la tasa de crecimiento fue más moderado, situándose en el 8.4%, en todo caso muy superior al promedio de Latinoamérica. Para el 2008 los cálculos más pesimistas proyectan un crecimiento de sólo 5%, que no deja de ser alto en las circunstancias actuales y el cual obedece a la fuerza inercial del impulso de la economía en el último quinquenio.
VENEZUELA CAMBIA DE PARADIGMA
Además, el gobierno está empeñado en sacar avante su modelo económico inspirado en el desarrollo endógeno, muy en la línea de la escuela cepalina, que busca sustituir importaciones promoviendo así la industria nacional. De allí las políticas enderezadas al control de cambio y al establecimiento de barreras a las importaciones, las cuales, desde luego, repercutirán sobre as exportaciones colombianas de toda índole, en especial las manufactureras. Y para colmo, Colombia, llevada por el prurito de firmar a todo trance un TLC bilateral con los EEU, terminó dando al traste con
Lo más grave es que, mientras para Venezuela es relativamente fácil cambiar de proveedor de una serie de bienes que Colombia le vende y de hecho ya viene dando pasos en esa dirección, a Colombia le es más difícil cambiar de cliente para colocar las enormes exportaciones que hoy tienen a Venezuela por destino. Por ello, coincido con María Luisa Chiape, Presidenta de
Como siempre, los primeros en sentir los estragos de la crisis binacional son las regiones fronterizas, máxime cuando ellas carecen de unos mecanismos expeditos que las salvaguarden y de allí su gran vulnerabilidad. Es indudable que el mayor impacto económico recae sobre el interior del país, pues es allí en donde están asentadas inexplicablemente aquellas industrias exportadoras; pero el mayor impacto social lo sufren las regiones fronterizas. Además de que estas guardan una atipicidad con relación al resto del país, pues es en las fronteras en donde se interceptan dos economías y sus agentes se deben regir irremisiblemente por dos patrones de precios, dos tipos de cambio y están a merced de dos políticas económicas diferentes, en este caso opuestas y contradictorias, pues responden a dos modelos económicos diametralmente opuestos. Ello explica el actual desabastecimiento en las fronteras de productos básicos de la canasta familiar y de combustibles; los dos lados de la frontera comparten en este momento la escasez, la especulación, el acaparamiento y la carestía.
Esta crisis sorprende a la economía colombiana mal parqueada, pues además de la desintegración andina a la que ya hicimos alusión, estamos ad portas de la inminente recesión de la economía estadounidense. Ello complica aún más las cosas y de qué manera; como agravante, la economía colombiana enfrenta un reducido margen de maniobra a consecuencia de los déficit gemelos que la agobian[3]. Colombia actualmente es el único país en la región que registra un déficit en su balanza comercial, el cual se estima en un 4% en 2007 y se proyecta en 5% para 2008, que puede ser mayor de no sortearse con éxito la actual coyuntura. Y el descuadre en las finanzas del gobierno central es la otra anomalía, el cual persiste; el 2007 cerró con un déficit fiscal consolidado de 0.7% y según las proyecciones para el 2008 el mismo se duplicará. Así las cosas, la problemática planteada es más compleja y nos sitúa en una verdadera encrucijada.
Lo deseable sería que los actuales desencuentros entre los dos gobiernos, que no entre los dos pueblos, se superen a la mayor brevedad, en aras del bien supremo y más preciado de la paz y la armonía entre dos naciones hermanadas por la historia y por el devenir. A ello contribuiría mucho la despresidencialización de sus relaciones y volver por los fueros de la diplomacia. No pudieron ser peores las relaciones entre los presidentes Chávez y Fox, sin embargo las relaciones comerciales entre Venezuela y México discurrieron sin contratiempos; Chávez y Bush no se pueden ni ver, no obstante Venezuela ha seguido siendo el gran proveedor de combustibles a Los EEUU. Por qué razón, entonces, no se puede erigir una especie de muro cortafuego, que impida que la conflagración se propague y estropee unas relaciones que no sólo son útiles y de beneficio recíproco, sino que se hacen imprescindibles. Hay dos palabras griegas que encierran la clave para encontrarle una salida a la actual encrucijada: crisis y riesgo. Esta última quiere decir pasar al otro lado del risco y la otra tiene por acepción el verbo discernir. Pues bien, ante el riesgo de un agravamiento del conflicto, lo que procede es hacer un alto en el camino, para la reflexión y el análisis sereno, para salvar los obstáculos que se interponen en el camino de entendimiento. No hay otro camino!
Riohacha, marzo 6 de 2008
www.amylkaracosta.net