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viernes, 20 de octubre de 2017

Los peores partidos

Escrito por: Abel Medina Sierra

Días seguidos al frustrante encuentro futbolero entre las selecciones de Colombia y Paraguay que nos sumió en el pesimismo y con calculadora en mano, uno de los memes reactivos que más me llamó la atención decía: “Centro Democrático, Cambio Radical y Colombia- Paraguay, los peores partidos de Colombia”. Curiosa e ingeniosa manera de asociar la realidad deportiva con la política, pero que también entraña un imaginario que cada día crece en el país: la mala imagen de los partidos.

Que se asocie Cambio Radical con el partido del Álvaro Uribe, lejos de representar escalamiento, lo que deja entrever es la pérdida de imagen, la falta de debate interno y la incoherencia ideológica del partido que crearon algunos senadores para aprovechar la crisis que vivían los hegemónicos partidos liberal y conservador. 

El remezón que se vivió; apadrinado por Uribe, para crear nuevos partidos como Cambio Radical, la U, Alas-equipo Colombia y Opción Ciudadana, ya se vino al piso; tanto, que el líder y pre-candidato presidencial de Cambio Radical, Germán Vargas, prefirió recoger firmas que presentarse como candidato de tan desprestigiado partido. En La Guajira, Cambio Radical nunca ha asumido la responsabilidad política por el estigma de corrupción que le dejó a la clase dirigente guajira.

Cambio Radical fue el partido que avaló los nombres de Kiko Gómez, Oneida Pinto, Fabio Velásquez, acompañó al recién encarcelado Chemita Ballesteros sin mencionar otros mandatarios, que hoy están con prisión domiciliaria, o vinculados a procesos penales y disciplinarios. Quien fungía como líder regional de esa colectividad, Miguel Pinedo Vidal, aún no se desprende de la carga por haber pagado cárcel en el sonado caso de la parapolítica. En lo que queda de este disminuido partido, no vemos líderes capaces de limpiar su nombre y desvirtuar la imagen como uno de los partidos más asociados con la corrupción en La Guajira.

A nivel nacional, a medida que se ha ido destapando la candidatura presidencial de Germán Vargas Lleras, se nos revela la verdadera sustancia de la que está hecha este partido, y no es propiamente material sano sino purulento. Lo primero que hizo fue deslindarse del santismo al que debe que Colombia lo conozca inaugurando casas. Por esto, en la Unidad Nacional no lo bajan de traidor y dicen que hizo campaña con chequera de Santos y ahora se alindera en la oposición. Por otro lado, descubre su real talante de ultraderechista del que yo, personalmente, nunca dudé. Vargas Lleras se camufló de liberal o de centro democracia, así como antes Samuel Moreno lo hizo de izquierdista y Santos de ultraderechista.
Ahora, con fines electorales, sí se va a mostrar tan derechista como Ordóñez, Uribe y como lo fue Álvaro Gómez Hurtado- pero sin llegarle al tobillo a la inteligencia de éste último. Se nos viene un Vargas Lleras antes liberal, que recogerá las banderas de los que estuvieron a favor del NO del plebiscito: los intolerantes enemigos de la ideología de género, los que rechazan el aborto, los que prefieren que sigamos echándonos balas con las Farc, los fundamentalistas cristianos, RCN y los ultraconservadores. 
El país político se pregunta, dónde estaba la lengua de los miembros de Cambio Radical que por casi siete años callaron ante la propuesta santista de llevar un proceso de paz, ahora resultan oponiéndose a lo que apoyaron y aprobaron durante todos estos años: lo que antes era “santo” ahora es “satánico”. Por qué no tuvieron el gesto sincero de renunciar a sus cargos y prebendas para oponerse a lo que hoy critican. La respuesta no puede ser otra: es un partido lentejo, sin criterio y que cambia su bandera según le convenga.

Cuando todos pensaban que al fin íbamos a tener unas elecciones presidenciales en las que la posición de guerra o diálogo sobre las Farc no inclinaban la votación, Cambio Radical lanza su campaña con un comercial en el que, usando la imagen de un juego de billar, manda el mensaje que se debe votar por ellos porque sacarán del camino a este movimiento que ya no es un grupo insurgente sino una inofensiva minoría política. Lo anterior solo demuestra la falta de propuestas de fondo para seguir dividiendo al país entre quienes odian y quienes perdonan a las Farc.

No sabemos en qué quedará esta y otras campañas cuando la corte constitucional blindó los acuerdos y cualquier campaña que prometa modificarlos estará mintiendo al pueblo, aunque de Vargas Lleras hasta esto se espera.

Se nos viene una campaña que en su primera vuelta, la bandera de la postverdad, la ultraderecha conservadora, el mesianismo y la paranoia colectiva que si no votan por ellos al país se lo van tomar las guerrillas, se la van a disputar a rebatiña varios candidatos como los cinco del Centro Democrático, Ordóñez, Martha Lucía Ramírez a los que se suma, el recién y oportunistamente llegado Germán Vargas.

Sacan las cuentas que los votos del NO al plebiscito se van derechito para donde ellos, explotando el odio que el país tiene a las Farc, la resistencia al cambio y la búsqueda de una supuesta “autoridad” en la figura presidencial. Lo único que falta a Cambio Radical para llegar al último peldaño de la vergüenza y la incoherencia, es unirse a Centro Democrático y esto es cuestión de días. Allí se olvidarán que los tildaron de “Castro- chavista” y que el primer punto de quiebre entre Uribe y Santos fue por darle poder a Vargas Lleras. Al fin y al cabo, lo único que les interesa es llegar al Palacio de Nariño así tengan que aliarse con el mismo Diablo.


En un país donde la gente se deja “enculebrar”, donde los odios por la guerrilla y la diversidad son insepultos, en tiempos de post-verdad cuando se repite una mentira y la gente la cree y sale a votar por esta, nadie quita que se nos venga el reino de los peores partidos. Que a la Selección y a Colombia le vengan mejores partidos.

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