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viernes, 22 de julio de 2016

Yo no Creo, ni en el Pelao


Escrito por: Abel Medina Sierra

Como que se avecinan nuevas elecciones para el cargo de gobernador de La Guajira. 


Lo que para la mayoría de guajiros es una noticia desalentadora y  colmada de pesimismo, para algunos es una señal optimista que los redimirá, además de ser una oportunidad insoslayable. 

Mientras para muchos toda elección atípica representa tiempo, esfuerzo y dinero perdido además de interinidad, parálisis de los procesos administrativos y prolongación de las necesidades; para otros es buen viento el que sopla a su favor y le infla la camisa.

Por  primera vez parece que el grueso de los guajiros está  arropado bajo el consenso que no podemos seguir votando alegremente y por los de siempre. En la calle se palpa la necesidad de madurar políticamente y hacer del voto consciente y de opinión una herramienta para ejercer ciudadanía más comprometida con el departamento. El rechazo hacia los grupos y sectores hegemónicos es palpable y solo se habla del alto  perfil del gobernador que, en esta coyuntura,  necesitamos. 

Pero, no bien se había conocido la anulación de la elección de Oneida Pinto, cuando ya varios patos de habían lanzado a la aventura del agua pre- electoral.  Candidaturas oportunistas, proyectos salidos de la veleidad personal, propuestas traídas de los cabellos, ya comienzan a circular con publicidad de expectativa.

La gran mayoría de estas pre-candidaturas parecen no estar haciendo una buena lectura del momento que vive La Guajira, del sentir colectivo de pesimismo, de castigo político pero también de criticidad y decisión que viven los votantes que tienen la certeza que el ente territorial ha llegado a la orilla del abismo.

Todo ciudadano que cumpla con los requisitos, tiene todo el derecho de aspirar a un cargo de elección popular. De eso no hay duda. Pero no es menos cierto, que quien presuma de ser político, debe reconocer en qué momento cuenta con el respaldo, la estructura de partido, las alianzas, los recursos, una propuesta coherente y pertinente y   la favorabilidad para postular su nombre a  ese cargo. 

Puede que miles  tengan el derecho a postularse al primer cargo del departamento, pero no todos tienen  la legitimidad que es más importante. Hay un momento en que un líder es señalado por la voluntad popular para que rija sus destinos, eso viene del consenso y no de una decisión de patio entre tres parientes o amigos.

Quien lanza su nombre como candidato a una elección, lo está sometiendo al escrutinio público, así que como los candidatos tienen el derecho de aspirar, yo como votante tengo el de dar a conocer mi escrutinio previo.  Inicialmente, me voy a referir a dos pre-candidaturas en particular.

La de mayor ofensiva mediática en Riohacha  es la que usa un eslogan ya muy cacareado en los medios nacionales “Yo creo”. De partida se aprecia la falta de originalidad. Me han dicho que es la campaña que trata de vendernos el nombre de Heriberto “Beto”  Ibarra. 
    
Cuando me han preguntado en municipios como Maicao, El Molino o Villanueva quienes “suenan” para candidatizarse y he mencionado su nombre, todos me han preguntado “y ese quién es”. Eso nos da a entender que es un político de poca proyección, que solo es conocido en Riohacha y algunos pueblos del sur del Distrito. Su trayectoria política es de pocas dimensiones, su potencial se restringe a la ventaja de tener una larga familia y el respaldo de sus paisanos. Nunca ha ejercido un liderazgo de nivel departamental y en los altos niveles del poder estatal es un total desconocido.
Ibarra parecer no estar leyendo que La Guajira necesita un gobernador del más alto perfil y no un político de barrio o corregimiento. 

Que ante el inminente e inaplazable acogimiento a la ley 550 del Departamento y la insolvencia de su hacienda, lo que necesitamos es un gobernador con alta capacidad de gestión, cabildeo y estrechas relaciones con los círculos del poder gubernamental en el país. Los recursos hay que buscarlos afuera y no llorar sobre la miel derramada de las regalías.

Se requiere un perfil técnico y gerencial, la preparación suficiente y ante todo, propuestas creativas y audaces para sacar el ente de la crisis ¿Las tiene Ibarra? No creo. No siempre “estar untado de pueblo” es garantía de buen gobierno. Así que el electorado no se puede equivocar otra vez con estas propagandas engañosas de ventajas aparentes.

Por otro lado, ya se ven anuncios del regreso del “Pelao”,  Jorge Pérez Smith, uno más de los delfines del poder en La Guajira.  Esta nueva “figura” de la política viene por la herencia que dejó su padre;  al menos eso es lo que creen los delfines, que el poder les pertenece como un legado parental. Lo primero que debe lograr Pérez Smith es el respaldo de su padre, el  que nunca ha tenido totalmente.

Su candidatura no aparece en el mejor momento para él. Venimos de un gobernador delfín que resultó el fiasco más grande: Chemita Ballesteros. La gente tiene el consenso que se necesita un líder fogueado y experimentado y no alguien de dudoso  liderazgo y que  a duras penas tuvo como consolación un cargo diplomático.

Pero este candidato, por demás poco preparado, de precario discurso y menos propuestas, debe tener en cuenta que representa una familia a la que los guajiros hoy atribuyen que seamos un departamento fallido, que su bandera está desteñida y desacreditada, que el desdoro y el repudio de los electores también se hereda.  

Ibarra y Pérez, hay que trabajar más por La Guajira para pretender gobernarla. Así que no creo que ustedes sean el gobernador que este departamento necesita. Amanecerá y veremos.


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