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sábado, 21 de septiembre de 2019

Pedro Bayona, el hombre que le sirvió a Dios y a la familia



Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

La vida de Pedro Bayona es la de alguien que se trazó unas metas, adquirió unas convicciones, construyó unos principios y luego actuó siempre guiado por ellos.  Es así como sus días fueron un constante devenir en su sueño de alcanzar las metas que se había propuesto, serle fiel a las ideas de las que estaba firmemente convencido y respetar los principios en los que creía, aunque para ello debiera hacer los más grandes sacrificios.

Sus inicios
Pedro Bayona nació el 22 de noviembre de 1.948 en la ciudad de Ocaña, departamento de Norte de Santander. Desde muy niño mostró inclinaciones hacia el trabajo duro, el liderazgo y el deseo de emprender nuevos proyectos que le permitieran salir adelante a él y a su familia.  Sabía que para hacer realidad sus proyectos debían trabajar sin descanso y fue esto lo que hizo durante la mayor parte de su vida sin que lo detuvieran las condiciones del tiempo, las dificultades de la economía nacional o las predicciones adversas de sus amigos.

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Sus viajes
Su espíritu emprendedor lo llevó a recorrer buena parte del país y a instalarse de manera temporal en territorios en donde se le ofrecían oportunidades para crecer como persona o como empresario.   
Otro de sus roles fue el de funcionario público.   Su constante deseo de cambiar de ambiente lo llevó a la floreciente ciudad de Maicao, la del comercio increíble, la de las altas temperaturas., la tierra de los wayüu y de los árabes. En ese lugar se sus amores se desempeñó como funcionario del Tránsito Municipal, en donde sus labores estuvieron apegadas siempre al fiel cumplimiento del deber con dedicación, disciplina y honradez.

Llega a los pies de Jesucristo
Uno de sus momentos cumbres fue el sagrado instante en que tuvo un encuentro personal con Jesucristo. Ocurrió en alguna de sus constantes travesías, cuando pasaba por momentos de prueba, de grandes dificultades. En vez de rendirse, dobló sus rodillas y aceptó a Jesucristo como su único y verdadero salvador, el mismo que sería su mejor amigo, su consejero y el puente perfecto para pasar desde la orilla de la tristeza hasta el puerto seguro de la vida eterna.  

Como creyente fue un estudioso incansable y un trabajador eficaz. En Maicao fue una de las personas que acompañó a los pastores Santander Ortega y Blanca Pérez en la consolidación de la obra que había nacido unos años antes.  Allí cursó sus estudios teológicos en el Instituto Bíblico y como estudiante autodidacta profundizó en sus estudios hasta alcanzar un muy alto nivel de conocimientos evangelísticos.

Un gran lector y autodidacta
Era un gran lector no solo de la Biblia sino de libros que lo ayudaran a instruirse mejor.   El pastor Santander Ortega cuenta cómo cada domingo, después de terminada la escuela dominical, su discípulo Pedro Bayona se le acercaba para pedirle un libro prestado.  Era el libro que leía durante toda la semana y que entregaría el próximo domingo a cambio de que le fuera entregado otro y así sucesivamente.   Después dejó de pedir libros prestados y empezó a comprarlos. En las ciudades que frecuentaba iba a las librerías cristianas y regresaba a casa con una caja de libros para saciar su sed de lectura en libros que lo educaran como el futuro ministro que Dios estaba formando.

Ministerio como pastor y evangelista
En cierta ocasión, mientras meditaba en la lectura de los evangelios descubrió su llamado a desempeñarse en el ministerio evangelístico como pastor. Empezó esta dura tarea fundando y dirigiendo pequeñas iglesias en barrios y veredas hasta llegar a la gran ciudad de Barranquilla. En esta urbe se constituyó en un prominente líder de la Iglesia Cristiana Cuadrangular. Su trabajo en apoyo a la obra en toda la metrópolis lo llevó a ocupar importantes cargos en el Distrito Norte de la misión Cuadrangular, entre ellos el de Supervisor de zona y directivo distrital.

Posteriormente fundó la misión Iglesia Cuadrangular del Sur con Iglesias en varias ciudades de la Costa y en el departamento de Santander.

La familia, lo más importante


Parte de la vitalidad y del amor de Pedro Bayona por la obra, tenía como fuente a su familia.   En su juventud se casó con Gloria Catalán, quien sería su compañera de siempre. Dios lo premió regalándole a sus hijos Douglas, Liliana, Yucelis, Abner, William, Kelly y Johana.  A todos los educó a la luz de la Palabra de Dios y varios de ellos son herederos del ministerio de pastores, maestros y evangelistas.
Con el tiempo vinieron los nietos quienes le dieron enorme felicidad y lo hicieron sentir como un verdadero patriarca, rodeado siempre de las sonrisas y de las voces amorosas de sus pequeños descendientes.

Partida a la eternidad
Pedro Bayona atendió varios llamados de parte de Dios. El llamado final ocurrió en la madrugada del 20 de septiembre del 2019, cuando se abrieron las puertas del cielo para darle la bienvenida a la vida eterna, la misma que le había sido prometida desde la jubilosa tarde en que recibió a Cristo como su único y suficiente salvador y en cuya obra trabajó sin descanso durante más de cuatro décadas.

Podemos dedicar a Pedro Bayona el verso en que el poeta Pablo Neruda dijo:
“De la vida no quiero mucho, quiero apenas saber que intenté todo lo que quise, tuve todo lo que pude , amé todo lo que valía la pena y perdí  apenas lo que nunca fue mío”


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