Escrito por: Abel Medina Sierra
Como que se avecinan nuevas elecciones para el cargo de gobernador de La Guajira.
Lo que para la mayoría de guajiros es una noticia
desalentadora y colmada de pesimismo,
para algunos es una señal optimista que los redimirá, además de ser una
oportunidad insoslayable.
Mientras para muchos toda elección atípica representa
tiempo, esfuerzo y dinero perdido además
de interinidad, parálisis de los procesos administrativos y prolongación de las
necesidades; para otros es buen viento el que sopla a su favor y le infla la
camisa.
Por primera vez parece
que el grueso de los guajiros está arropado bajo el consenso que no podemos
seguir votando alegremente y por los de siempre. En la calle se palpa la
necesidad de madurar políticamente y hacer del voto consciente y de opinión una
herramienta para ejercer ciudadanía más comprometida con el departamento. El
rechazo hacia los grupos y sectores hegemónicos es palpable y solo se habla del
alto perfil del gobernador que, en esta
coyuntura, necesitamos.
Pero, no bien se había conocido la anulación de la elección
de Oneida Pinto, cuando ya varios patos de habían lanzado a la aventura del
agua pre- electoral. Candidaturas
oportunistas, proyectos salidos de la veleidad personal, propuestas traídas de
los cabellos, ya comienzan a circular con publicidad de expectativa.
La gran mayoría de estas pre-candidaturas parecen no estar
haciendo una buena lectura del momento que vive La Guajira, del sentir
colectivo de pesimismo, de castigo político pero también de criticidad y
decisión que viven los votantes que tienen la certeza que el ente territorial
ha llegado a la orilla del abismo.
Todo ciudadano que cumpla con los requisitos, tiene todo el
derecho de aspirar a un cargo de elección popular. De eso no hay duda. Pero no
es menos cierto, que quien presuma de ser político, debe reconocer en qué
momento cuenta con el respaldo, la estructura de partido, las alianzas, los
recursos, una propuesta coherente y pertinente y la favorabilidad para postular su nombre
a ese cargo.
Puede que miles tengan el derecho a postularse al primer
cargo del departamento, pero no todos tienen
la legitimidad que es más importante. Hay un momento en que un líder es
señalado por la voluntad popular para que rija sus destinos, eso viene del
consenso y no de una decisión de patio entre tres parientes o amigos.
Quien lanza su nombre como candidato a una elección, lo está
sometiendo al escrutinio público, así que como los candidatos tienen el derecho
de aspirar, yo como votante tengo el de dar a conocer mi escrutinio
previo. Inicialmente, me voy a referir a
dos pre-candidaturas en particular.
La de mayor ofensiva mediática en Riohacha es la que usa un eslogan ya muy cacareado en
los medios nacionales “Yo creo”. De partida se aprecia la falta de
originalidad. Me han dicho que es la campaña que trata de vendernos el nombre
de Heriberto “Beto” Ibarra.
Cuando me han preguntado en municipios como Maicao, El Molino
o Villanueva quienes “suenan” para candidatizarse y he mencionado su nombre,
todos me han preguntado “y ese quién es”. Eso nos da a entender que es un
político de poca proyección, que solo es conocido en Riohacha y algunos pueblos
del sur del Distrito. Su trayectoria política es de pocas dimensiones, su
potencial se restringe a la ventaja de tener una larga familia y el respaldo de
sus paisanos. Nunca ha ejercido un liderazgo de nivel departamental y en los
altos niveles del poder estatal es un total desconocido.
Ibarra parecer no estar leyendo que La Guajira necesita un
gobernador del más alto perfil y no un político de barrio o corregimiento.
Que
ante el inminente e inaplazable acogimiento a la ley 550 del Departamento y la insolvencia de su hacienda, lo que necesitamos
es un gobernador con alta capacidad de gestión, cabildeo y estrechas relaciones
con los círculos del poder gubernamental en el país. Los recursos hay que
buscarlos afuera y no llorar sobre la miel derramada de las regalías.
Se requiere un perfil técnico y gerencial, la preparación
suficiente y ante todo, propuestas creativas y audaces para sacar el ente de la
crisis ¿Las tiene Ibarra? No creo. No siempre “estar untado de pueblo” es
garantía de buen gobierno. Así que el electorado no se puede equivocar otra vez
con estas propagandas engañosas de ventajas aparentes.
Por otro lado, ya se ven anuncios del regreso del “Pelao”, Jorge Pérez Smith, uno más de los delfines del
poder en La Guajira. Esta nueva “figura”
de la política viene por la herencia que dejó su padre; al menos eso es lo que creen los delfines, que
el poder les pertenece como un legado parental. Lo primero que debe lograr
Pérez Smith es el respaldo de su padre, el que nunca ha tenido totalmente.
Su candidatura no aparece en el mejor momento para él.
Venimos de un gobernador delfín que resultó el fiasco más grande: Chemita
Ballesteros. La gente tiene el consenso que se necesita un líder fogueado y
experimentado y no alguien de dudoso
liderazgo y que a duras penas
tuvo como consolación un cargo diplomático.
Pero este candidato, por demás poco preparado, de precario discurso
y menos propuestas, debe tener en cuenta que representa una familia a la que
los guajiros hoy atribuyen que seamos un departamento fallido, que su bandera
está desteñida y desacreditada, que el desdoro y el repudio de los electores
también se hereda.
Ibarra y Pérez, hay que trabajar más por La Guajira para
pretender gobernarla. Así que no creo que ustedes sean el gobernador que este
departamento necesita. Amanecerá y veremos.
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