lunes, 13 de junio de 2011

Envidia de la buena

Por: Martín López González

Algunos amigos colombianos residentes en Venezuela cuentan cómo viven. Dicen que las épocas de malos tratos y deportaciones pasaron a la historia. Uno de ellos, con varios años de residencia dice “personalmente me he beneficiado de este gobierno en muchísimos aspectos, conseguí mi vivienda por medio de un subsidio del 60% que el Estado pagó completamente, el resto (40%) lo estoy pagando a 20 años con unas cuotas muy cómodas de 400 Bs. F, que en Colombia son algo así como $92.000”.

Y agrega, “Tengo un empleo estable, me dan un ticket de alimentación por 2.500 Bs. Tengo mi carro, gasto más en periódicos al mes que en gasolina, mis hijos van a una escuela pública gratuita todo el día, le dan desayuno, almuerzo y dos meriendas. Los útiles escolares, incluidos computadores portátiles y los uniformes nos los proporciona el Estado y por cada uno de nuestros tres niños nos da 1,000 Bs. Entre el sueldo de mi esposa y el mío más los bonos de los niños estudiando son 21,000 Bs. La atención en salud es gratuita y está garantizada para todos los venezolanos.”
Eso suena a mentiras para los que vivimos de este lado. Nos parece ficción que al salario mínimo allá le subieron un 26%. Todo esto nos lleva irremediablemente a hacer comparaciones. Si ambos países son inmensamente ricos, ¿Porqué la vida en esta orilla es tan dura? Escuchar los precios de los alimentos en Venezuela nos parece una fábula: 2 kilos de azúcar cuestan 7 Bs.; es decir $1.620, 1 kilo de queso, 24 Bs. o sea $5.520; 1 litro de leche 2,2 Bs., es decir $506; 1 kilo de arroz 5 Bs. equivalente a $1.150; un kilo de carne 14,65 Bs. que en pesos colombianos serían $3.369,5; un huevo sale por $169 en los supermercados comunes. Todo esto es más barato en las tiendas estatales llamadas Mercales. Razones de sobra para que los millones de paisanos que viven del otro lado jamás regresen a éste.

Más irreal les suena a los colombianos que viven en Colombia el precio de los servicios públicos en el Estado venezolano. Son tan baratos que se dejan encendidos los aires acondicionadas para aparentar que hay alguien en la casa, como medida de seguridad cuando a todos los miembros de la familia les toca salir. Mientras que en Colombia los aires acondicionados son casi artículos suntuarios de clase media hacia arriba por lo costoso de la energía eléctrica.

Lo curioso es que a pesar de la propaganda permanente en los medios de comunicación de la desconfianza para los inversionistas que genera las nacionalizaciones de empresas en el vecino país, la tasa de desempleo es del 8% con tendencia a la baja. La mejora en este indicador responde a la recuperación de su economía, cuyo Producto Interno Bruto creció en el último trimestre de 2010, 0,6 % y en el primero de este año, 4,5%. Muy diferente a lo que escuchamos constantemente, que ese modelo se cae desde hace 10 años y que es insostenible.

Algunas de las cifras más envidiables de los vecinos: En el primer semestre de 2006, la pobreza extrema se redujo a 12, 5%, con lo cual se alcanzó la más importante de las Metas del Milenio, reducir a la mitad LA POBREZA EXTREMA Y EL HAMBRE, antes del 2015 establecido por la ONU. Lo más importante ya nadie muere de hambre. En el 2009 Venezuela es declarada territorio libre de analfabetismo. Desde 1997 Venezuela se ubica como el país con menos desigualdad en América Latina, mientras que Colombia es su opuesto.

En mayo de 2009 cuando la UNICEF reveló que en Colombia 5 mil niños mueren cada año por causas relacionadas con hambre y desnutrición no fue sorpresa, pero casi todos los colombianos sintieron ganas de llorar.

Por suerte no solo La Guajira, sino toda la costa Caribe se ve beneficiada con los productos comestibles, la gasolina y algunos programas sociales venezolanos, lo que abarata la vida. De esta forma los vecinos subsidian con su Estado social de derecho, allende sus fronteras, a una de las zonas más vulnerable de Colombia. Donde el respeto por la dignidad humana y la prevalencia del interés general de las personas que integran la sociedad son algo ignorado.

sábado, 11 de junio de 2011

ARRANCA EL XII FESTIVAL INTERNACIONAL DE CUENTEROS AKUENTAJUI 2011

La Corporación Cultural “Tradición y Cultura” presentó oficialmente sus proyectos para este año 2011. El Festival se realizará en Riohacha y Santa Marta. En Riohacha se llevará a cabo del 25 al 29 de julio; en Santa Marta, del 20 al 24 de julio.


Por: Orlando Cárcamo Berrío


Con la presentación de los cuenteros Bienvenida Anaya (de Montería) y Fernando Cárdenas (de Barranquilla) se hizo el lanzamiento del XII Festival Internacional de Cuenteros Akuentajui 2011,  en el Centro Cultural de La Guajira, en Riohacha, el día viernes 10 de junio a las 7:15 p.m.


Mediante este acto, la Corporación Cultural “Tradición y Cultura” (responsable del Festival) presentó oficialmente sus proyectos para este año 2011. Su director, Nicolás Lubo informó públicamente que el Festival se realizará en Riohacha y Santa Marta. En Riohacha se llevará a cabo del 25 al 29 de julio; en Santa Marta, del 20 al 24 de julio.

Este año el Festival será dedicado al continente africano por sus grandes aportes a la narración oral. De ese continente asistirá el cuentero Bonifacio Ofogo Nkama, procedente de Camerún. Los siguientes son los países participantes y sus representantes: Costa Rica: Rodolfo Gonzalez; Mexico: Victor Arjona y Angel Del Pilar Colin; Venezuela: Betty Henry; Ecuador: Lucho Mueckay; Italia: Ernesto Aronna; por Colombia: Quibdó, Amalia Lu Posso; Buenaventura, Mary Grueso Romero; Santa Marta, Leonardo Reales; Corozal, Felipe Rambauth; Monteria, Bienvenida  Anaya.


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miércoles, 1 de junio de 2011

Aprender, aprehender y desaprender

Por: Alejandro Rutto Martínez

La metacognición es todo un proceso sobre el aprendizaje y las diferentes formas en que el ser humano lo ha hecho a lo largo de su vida. Cada uno tiene un ritmo de aprendizaje propio y un estilo en el que se siente mejor, por eso es importante identificarlo, reconocer las fortalezas y superar las debilidades. Los docentes también dan un paso importante en su labor cuando son capaces de reconocer que cada estudiante es un mundo, una vida, un proyecto inconcluso que busca perfeccionarse en cada clase y, sobre, todo, cuando entiende y sabe que un estudiante no se parece a otro y no tienen por qué parecerse. De ahí que deba tener las estrategias necesarias y diferentes para enseñar a cada uno de esas personas con las cuales tiene una gran responsabilidad.

Existe una diferencia entre el aprehendizaje y el aprendizaje. Cuando algo se aprehende se va de una vez para la memoria de largo plazo y puede comenzar a utilizarse en lo sucesivo. Cuando se aprende, debe surtir unos pasos previos a su ubicación definitiva en la memoria.

Uno de los pasos más importantes del aprendizaje es el olvidar. ¿Cómo así?, ¿Acaso aprender no es guardar, archivar en algún rincón del cerebro? En parte sí, pero hay cosas que aprendimos en la infancia o en alguna otra etapa de nuestras vidas y luego se convierten en talanqueras para nuestro desarrollo; en murallas mentales que nos impiden ver más allá de donde ellas están.

La historia del elefante, grande y vigoroso, atado a una débil estaca en el circo ilustra bien la situación. ¿Por qué sigue confinado en ese sitio cuando con un leve esfuerzo puede liberarse para siempre, recuperar su libertad e irse para donde quiera? Puede hacerlo, pero NO LO SABE, porque en su tierna infancia, cuando lo amarraron por primera vez, intentó zafarse pero sus fuerzas eran débiles y no pudo hacerlo. Continuó su infructuosa lucha hasta que un mal día, definitivo y negro de su existencia, decidió rendirse pues era imposible recuperar la libertad perdida. Ese día APRENDIÓ que la cuerda era más fuerte que sus fuerzas y que la estaca era lo más fuerte e indestructible que existía en el mundo. Desde entonces se ha dedicado a obedecer a su domador, a ser la estrella del circo en el espectáculo de luces color y aplausos y a volver a la estaca junto a la cual ha permanecido y permanecerá por muchos años. Todo terminará el día en que DESAPRENDA su limitación y vuelva a luchar por su libertad.

Los colombianos, por ejemplo, aprendimos que todo lo que no esté guardado bajo llave puede ser tomado por el primero que quiera hacerlo. Hemos perdido el respeto por la propiedad ajena con la peregrina excusa de “eso me lo encontré”.

Algún día desaprenderemos esto y entonces habrá en nuestras ciudades una “oficina de objetos perdidos” a donde llevaremos lo que encontremos abandonado en la silla del bus o en otra parte, el taxista llamará al dueño del teléfono abandonado en el asiento de su auto y se lo entregará sin cobrarle ninguna recompensa y los electores votarán por el candidato de sus preferencias sin pedir nada a cambio.

Aprender es un proceso cotidiano que puede darse también de manera inconsciente, pero debe hacerse un esfuerzo mental para olvidar y desaprender lo que nos estorba. Es ésta una de las mejores formas de hacernos más sabios e inteligentes.

lunes, 30 de mayo de 2011

Horacio Campo, el amigo de la sonrisa perenne



Por: Alejandro Rutto Martínez



Por lo menos una vez al año mi padre cruzaba la ancha y arenosa calle de su taller de herrería para dirigirse a una casa de la acera del frente en donde funcionaban las oficinas del departamento Administrativo de Seguridad, DAS.

Una vez allí caminaba hacia un pequeño aposento en donde funcionaba la Dirección de Extranjería y entregaba su pasaporte y su cédula de extranjero. Después de contestar unas cuantas preguntas de rutina, y de llenar algunos formularios, un empleado moreno, alto y sonriente, firmaba y sellaba los papeles y se los devolvía con una amable frase: “Puede permanecer en el país todo el tiempo que quiera”. Después le daba un abrazo de amigo y se despedían hasta el próximo encuentro. ¡Cuánto me hubiera gustado presenciar aquel fraternal abrazo!

Aquel empleado no era otro que Horacio Rafael Campo Granados, un samario de nacimiento que se enamoró de La Guajira y se quedó a vivir para siempre en Maicao, en donde se constituyó en un hombre ejemplar, funcionario honesto, padre de familia cumplidor de su deber y amigo de sus amigos.

En Santa Marta laboró en la oficina de catastro municipal y después ingresó al DAS en donde un día de 1.960 le notificaron su traslado a Maicao, ciudad de la frontera en donde se dedicaría a supervisar la entrada y salida de extranjeros. Empacó sus cosas y, junto con su familia hizo el tortuoso viaje que por ese entonces duraba más de diez horas. Una vez en su nueva sede pudo conocer una ciudad en plena ebullición visitada constantemente por sirios, libaneses, turcos, egipcios, españoles, panameños, italianos…Una ciudad en donde las voces de los vendedores se mezclaban con la fuerte brisa que mecía los árboles de trupillo y el balido de los rebaños que pastaban en cercanías de la plaza principal.

Desde bien temprano cumplía con las labores de su empleo y no veía la hora de regresar a casa para darle calor al hogar en donde lo esperaba su esposa Magola Ester Salas Salamanca y sus pequeñas hijas Luisa, Rosario Xiomara y Rocío. Conformaba una familia feliz, llena de lindas mujeres a la que un poco después llegarían nuevos miembros: Horacio, Martha, Marlene, Glenda y Lorena.

En algunas ocasiones sus jefes del DAS le encargaban la dirección local y entonces debía hacer un recorrido por los sitios que más demandaban la presencia del organismo: la frontera de Paraguachón, los terminales de transporte terrestre y el aeropuerto San José desde donde veía llegar y salir los doce vuelos diarios de esa agitada época.

Su proyecto de vida siguió adelante y del Das pasó a desempeñar varios cargos en la administración municipal en donde se destacó como Inspector de Precios, pesas y medidas, inspector de policía y secretario de gobierno.

En todos los cargos cumplía con lujos de detalles. Su lema de vida era cumplir con seriedad y nunca quiso fallarle a la comunidad que confiaba en su talento pero sobre todo en su honradez. Y capacidad para resolver los más graves problemas y convertirlos en sencillos asuntos propios de la cotidianidad. No había un problema que no resolviera por grave que éste fuera ni una situación que pudiera borrarle la sonrisa de su rostro.

Los mejores días de su vida, eso es indudable, los pasó en la tierra del sol brillante y la tierra candente, en Maicao, esta “Sinfonía mestiza de iguaraya y luna, atalaya firme de patria Colombiana”, como la define Ramiro Choles en el himno de la patria chica.

Había nacido en Santa Marta, un 28 de diciembre de 1.928 en el hogar formado por Víctor Modesto Campo, de ascendencia antillana y Luisa Granados. Realizó sus estudios en el Liceo Celedón, en donde compartió sus días de jovencito inquieto con uno de los más ilustres estudiantes de ese claustro: Rafael Escalona.

Un día decidió separarse de los atafagos de sus labores como empleado público y pasó a hacer uso de buen retiro al lado de su familia. Tuvo más tiempo para pasear por las calles de su amado Maicao, para revisar una y otra vez su valiosa colección de históricos recortes de prensa y hermosas fotos del “Maicao Viejo”, como él mismo le llamaba. Tuvo también más tiempo para los amigos, entre quienes tuve el privilegio de contarme, y para las deliciosas tertulias de cualquier esquina del centro.

Por estos días se le dio por irse para la eternidad y ya me lo imagino en su llegada a ese lugar que algún día habremos de visitar también. Ya veo a mi padre extendiéndole la mano y dándole una muy cordial bienvenida y con una frase más o menos como ésta: “Podemos permanecer en este lugar todo el tiempo que queramos”. Cuánto me gustaría verlos cuando se produzca ese fraternal abrazo.




En Maicao y Riohacha presentaron “LIDERAZGO: ESENCIA Y FUNDAMENTO” del escritor guajiro Alejandro Rutto


El auditorio central del Centro Cultural en Riohacha y el de la Universidad de La Guajira en Maicao, fueron los lugares escogidos para la presentación del libro “Liderazgo, esencia y fundamentos”, de Alejandro Rutto Martínez, un docente universitario y periodista, quien dedica la mayor parte de su tiempo a las conferencias y seminarios sobre el tema.

En la capital guajira fue acompañado por unas trescientas personas entre quienes se contaban profesores universitarios, periodistas, dirigentes políticos y personalidades de del mundo académico y cívico. La presentación corrió por cuenta de Rafael Ceballos Sierra, ex director del SENA Regional Guajira a quien Rutto reconoce como uno de sus mentores.



También hizo uso de la palabra el ingeniero Joaquín González Iturriago, el periodista Emil de Hoyos, presidente de la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos capítulo de La Guajira, gremio al que pertenece el autor, y el licenciado Orlando Cárcamo, profesor de la Universidad de La Guajira, quien calificó el libro como “una obra de consulta obligatoria para quienes deseen hacerse expertos en el arte de dirigir idóneamente en una era turbulenta como la actual”.

En Maicao el programa se llevó a cabo con lleno total en la Universidad de la Guajira, no obstante haberse llevado a cabo en un día lluvioso. La presentación estuvo a cargo de Ramiro Choles Andrade, uno de los más emblemáticos educadores de la ciudad, rector del prestigioso colegio San José durante casi treinta años y autor del himno a Maicao, quien inició a Alejandro Rutto en el mundo de las letras en sus tiempos de adolescente. Además tomaron parte en la presentación el sacerdote Armando Alvarado, quien hizo el análisis desde el punto de vista gerencial de cada uno de los capítulos del libro, el profesor Julio Larios quien destacó el lenguaje didáctico con que se aborda cada uno de los temas y el historiador Luis Guillermo Burgos, quien se refirió al perfil del autor como ser humano, escritor y periodista.


Alejandro Rutto Martínez es un reconocido escritor Maicaero en cuyo listado de libros figuran “Si mañana fuera Hoy”, “Breve mirada a la inmensidad”, Instantes de eternidad”, “Aunque tiemble la tierra y se desplomen los cielos” y Jesús mi héroe y amigo”. Varios de sus escritos además han sido incluidos en cuatro antologías de escritores de la región: “Cuentos Renata Guajira 2.007”, “Cuentos que no son cuento”, “Palabra y Residencia” y “Los Nuestros”

“Liderazgo, esencia y fundamentos” consigna los resultados de varias investigaciones hecha por el escritor durante sus labores como docente universitario y una parte de sus experiencias como director de la Escuela de Formación de Líderes en el SENA. De acuerdo con la reseña de su contra carátula “tiene unos contenidos cuidadosamente seleccionados y de gran actualidad, orientados a formar líderes con grandes capacidades para asumir los retos inherentes a sus obligaciones con la sociedad, las empresas y las organizaciones sociales”

Alejandro Rutto Martínez es una persona que cuenta con el reconocimiento de los círculos académicos y sociales de La Guajira debido a su compromiso con las causas populares y su labor formadora en varias universidades y en el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA, durante más de veinte años.

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