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martes, 9 de febrero de 2010

Colombia: el país de los sapos (Primera parte)

COLUMNA DE OPINIÓN

Por: Abel Medina Sierra (Escritor, docente, investigador cultural)

Para algunos es un gracioso eufemismo; para otros, un asendereado chiste de ácido sentimiento antinacional, pero lo cierto es que las evidencias y los más documentados argumentos así lo demuestran: Colombia es un país de sapos… bueno y de ranas, perdonen la extensión del término.

Si, en ningún lugar del mundo hay tantas especies de sapos (familia Bufonidae) y ranas (familia Ranidae) como en Colombia. Así lo han demostrado estudios de hace más de dos décadas realizados por investigadores como D. M. Cochran y C. J. Goin quienes encontraron, junto a otros científicos, que el Colombia existen unas 578 especies registradas. Además de esto, en Colombia hay 13 grupos de subfamilias de ranas. Algunas son muy difíciles de encontrar en otras partes del mundo, como las Ceratophrynae, Pipidae y Pseudidae.

En la memoria colectiva y la arraigada práctica metaforizante del lenguaje popular, el término “sapo” ha entrado a formar parte de las voces cuyos sentidos connotativos tienen amplia vigencia.

Colombia está llena de sapos, es sapo aquel estudiante que la maestra deja encargado del humillante rol de “hacer la lista de los que hagan desorden mientras yo salgo”; es sapo el que suele meterse en asuntos que no son de su incumbencia (cuchareta, cuchareta), el indiscreto e inoportuno hermanito que “echa al agua” a la hermana mayor frente a los padres; es sapo el chismoso y el curioso. Pero el uso connotativo más frecuente y en últimas, más extendido en Colombia para la palabra “sapo” es el de delator, soplón. De estas acepciones surgen otras asociaciones negativas para la misma palabra: el sapo también se torna sinónimo de traidor, desleal. Así lo demuestra la exitosa serie televisiva “El cartel de los sapos”, programa que eleva la condición de “sapo” a impronta del hampón colombiano.

Justamente, el presidente Uribe ha hecho una lectura de la riqueza del país en lo que se refiere a la variedad de sapos con la que contamos. En medio de uno de sus Consejos Comunales, efectuado el pasado 26 de enero en Medellín, el “mesiánico” mandatario echó mano a una de sus “geniales” fórmulas redentoras para hacer frente a la, ya abrumadora, ola de violencia callejera que sacude ciudades como Medellín.

El país de los sapos se apresta entonces, auspiciado y fomentado por el mismo gobierno, a cultivar la cultura del delator (“informante” en términos oficialistas) entre los estudiantes. "Hemos tomado una decisión de vincular a través de la Fuerza Pública, a mil jóvenes estudiantes de Medellín como informantes", dijo el presidente con cierto rictus sedicente de quien cree tener la sabia receta para cada mal de la nación. Días después también propondría llevarla al gremio de los taxistas en las grandes ciudades.

La variedad de sapos en el país seguro que recibe, de manos del estado, un buen estímulo, esta vez si que vamos a asegurar, por siempre, ese honroso sitial de ser el país de los sapos, nuestras ciudades serán capitales mundiales del reino bufónido, en nuestras aulas se “formarán” con currículo diseñado desde el Ministerio de Defensa, las nuevas generaciones de “sapitos” que engrandecerán la patria con sus altos sacrificios; por las calles rodarían, con ropaje amarillo, la nueva modalidad de “sapitaxis” capaces de enterar a la “inteligencia” policiva de lo mínimo que ocurra en las ciudades. Según El Colombiano (31-01-10), el gobierno tiene previsto la existencia de 2 millones 203 mil cooperantes, entre los que se destacan 3 mil que reciben bonificaciones.

Tal número se vería repentinamente desbordado de prosperar estas nuevas iniciativas de Uribe, Eso es progreso.

Es tanto el compromiso del gobierno uribista con esta política de convertir a los estudiantes en “informantes” al servicio del ejército, que el en el mismo Consejo Comunal el presidente le llamó la atención al Ministro de Defensa Gabriel Silva Luján sobre tan apasionada y personalizada forma de administrar el presupuesto público: “Ministro, esa platica es sagrada.

El que no paga la recompensa se sala. No nos dejemos salar, Ministro. Esa platica es sagrada”, sentenció Uribe.

El gobierno de Álvaro Uribe Vélez confía tanto en los réditos de este programa que es parte esencial en su política de Seguridad Democrática. Recompensas y Red de Informantes son ejes de esta política que involucran a la sociedad civil. Y es que el gobierno si que destina una gran cantidad para pagar “informantes” diseminados por todos el país (muchos de ellos de las mismas Fuerzas Armadas), en varios sectores de la sociedad como campesinos, indígenas, labriegos a los que se sumarían ahora estudiantes universitarios y taxistas.

Durante este Consejo Comunal de Gobierno, sería el Ministro Gabriel Silva Luján quien indicó, que para el 2010 se destinaron nada menos que 100 mil millones de pesos (49,98 millones de dólares) para el pago de recompensas a colaboradores e informantes. Desde agosto del 2002, cuando asumió su primer periodo presidencial, Uribe ha implementado la política de ofrecer recompensas por colaboraciones “efectivas” con las autoridades, a esta altura ya se han entregado más de 30 mil millones de pesos por ese tipo de servicios que prestan muchos colombianos.

Los ministros y exministros, los políticos de ultraderecha, la prensa genuflexa, los empresarios de club de Amigos del presidente defienden al ultranza los éxitos de este programa de vinculación de la sociedad civil como actores del conflicto.
Continuará

lunes, 3 de agosto de 2009

Un delirio llamado SAMA en pleno Consejo Comunal de gobierno

Por: Kenneth Rivadeneira Ducand

“Un operador privado quiero ser claro lo he venido sosteniendo señor Presidente se lo he dicho por segunda ocasión en el municipio de Manaure un inversionista privado puede tener problemas serios señor Presidente porque a través de los años de las explotaciones de las salinas, las salinas han sido un componente social para las comunidades indígenas ha habido una inversión social, el inversionista privado caza su plata y espera …” (Humberto Martínez Fajardo, alcalde de Manaure Guajira, Consejo Comunal de Gobierno 1 de agosto de 2009, San Juan del Cesar - Guajira).

Semejante apreciación socio económica proteccionista traída de los años 40, debió haber asustado a mas de un inversionista privado en pleno Consejo Comunal de Gobierno, por no decir que a todos los empresarios del país que a esa hora seguían la transmisión por el canal institucional. De esa forma es imposible atraer la inversión privada a ese Manaure lleno de potencialidades y virgen en su desarrollo económico. Esa absurda y mediocre concepción de la administración pública explica en buena medida por que hoy el parque industrial que crece en el municipio de Uribia, no tiene su asiento en Manaure.

Pero el tema central que nos ocupa tiene otras interpretaciones. Es obvio, que si la toma del centro de producción de las Salinas de Manaure, propició una intermediación efectiva del gobernador Jorge Pérez Bernier ante el Presidente Uribe, y este a su vez ordenó a los tres ministros del sector para que recibieran a los indígenas wayuu en Bogotá a fin de superar la crisis; el Consejo Comunal debió utilizarse en la exposición de los múltiples problemas que hoy aquejan a la comunidad manaurera. Dicho de otra forma, el tema de las Salinas claro que es importante, pero ya se había agotado durante el escenario que el señor presidente ordenó establecer en la Capital de la República hacía tan solo cinco días.

El mas apolítico de los manaureros la tenía clara. El espacio de San Juan del Cesar tenía que ser utilizado por el alcalde de Manaure para conseguir del Gobierno Nacional la solución estructural al problema del agua, vivienda de interés social, mejoramiento de vías, diversificación de la economía (A través de proyectos productivos), mejoramiento de la calidad de vida en la comunidades indígenas, familias en acción, educación, salud, alimentación escolar, etc., etc... Eso no requería de un esfuerzo intelectual imposible. De allí que sea totalmente entendible la molestia generalizada de los manaureros una vez concluido el Consejo Comunal de Gobierno, las diversas reacciones terminaron por sepultar el escaso porcentaje de credibilidad que le quedaba a la primera autoridad del municipio.



El estadista ingles W. Churchill sentenció: “Cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece”, pero Manaure merece una mejor suerte. De verdad sería una vergüenza dejarles como herencia a nuestros nietos, a las próximas generaciones, esa pesadilla de andar persiguiendo burritos y carro tanques para abastecerse de agua por pura y física desidia administrativa de los gobernantes. La situación de Manaure le da más vigencia al pensamiento de la joven alemana Sophie Scholl –Dirigente y opositora al gobierno de Hitler- “Los pueblos tienen los gobiernos que permiten”.

Señor alcalde (Retomando sus palabras pronunciadas en San Juan del Cesar) en el nombre de Jesús y de Dios yo quiero pedirle algo muy especial, el municipio de Manaure necesita que usted se posesione y comience a gobernar en el poco tiempo que le queda. El próximo año deberá enfrentar la contienda de Cámara y Senado, elección presidencial y la Ley de Garantías. Y en el 2011, su delirio será por la escogencia de quien lo va a relevar, el cumplimiento de los compromisos políticos y financieros, y nuevamente la Ley de Garantías. El tiempo se le está agotando.

Nota: Afortunadamente el Presidente Uribe bajo la luz de la “Luna Sanjuanera” “sacó los restos” de ese esperpento llamado Saldemar S.A producto de la imaginación de algún autoproclamado asesor económico que está pensando 40 años atrás. Tanto, que la Procuraduría General de la Nación acaba de abrir indagación preliminar al alcalde, por haber sancionado el Acuerdo que incubó tan esquizofrénico experimento.

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