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miércoles, 23 de noviembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
La ley de la siembra y la cosecha
El maestro, tomó en sus manos una diminuta semilla y la mostró a todos los concurrentes a su animada exposición,” ¿la conocen?” preguntó. En el salón se escuchó el coro unánime de un sí pronunciado con firmeza. A su lado tenía una enorme patilla de color exterior verde y cuyo corazón, todos lo sabían, era de un apetitoso y sólido rojo salpicado por pepitas negras como la que yacía inerte en su mano.
Un pequeño olvido a las 7 de la mañana
Camilo y Andrés viven en la misma cuadra de la carrera 13 en una ciudad populosa y en crecimiento. Los dos deben acudir a sus respectivos trabajos a las siete de la mañana y, a esa hora, cuando salen, siempre intercambian un afectuoso saludo. Luego caminan juntos hasta la esquina en donde cada uno toma su transporte y toman rumbo hasta su lugar de trabajo. Así lo han hecho durante varios años y de esta manera han podido establecer cierta relación de amistad.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Vivamos la vida sin ningún complejo
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Algunos lo llaman complejo de inferioridad y otros lo denominan como una baja autoestima. ¿No has sentido a veces un poco de desánimo? ¿Te ha acosado en alguna ocasión el desánimo, y un sentimiento opresivo que te lleva a afirmar algo así como “nada me sale bien” o 2yo no sirvo para eso”? Si lo anterior te ha pasado una o dos veces no es un caso preocupante, pero si es una constante en tu vida más vale que le prestes atención al asunto y hagas un esfuerzo para superar una situación que es causada por la falta de confianza en ti mismo.
No creer en sí mismo, no intentar nada por temor a que salga mal y la crítica te haga objeto de su artillería, un miedo permanente y casi siempre injustificado, el sentirse menos que los demás…son algunos de los síntomas asociados a la falta de confianza en sí mismo, uno de los males que más impiden el desarrollo de los talentos y la obtención de logros de las personas.
¿Cómo reponerse de un mal que hace tanto daño? ¿Cómo superar esos temores que limitan la vida de una persona y le impiden alcanzar su victoria personal? De lo que se trata es de remplazar la falta de confianza por el antídoto más eficaz para éste y otros impedimentos del crecimiento personal. Ese antídoto es la fe: fe en Dios y en sí mismo. Una fe fuerte y poderosa pero en el orden en el que lo hemos escrito: en Dios y en usted mismo. No se trata de tener una fe simple como la de decir “yo creo en Dios” y esperar que todo se solucione. Tampoco se trata de repetir una y otra vez frases como “sí puedo” u otras por el estilo. De lo que se trata es de llenar de fe tu mente y tu corazón. Llenar con mayúsculas, o sea, de manera firme y verdadera.
La fe significa creer pero con fervor. Es dar por hecho aquello que se está esperando, por la confianza que se tiene en un poder superior y en nuestra propia capacidad para afrontar cada uno de los desafíos a los que nos vemos enfrentados con regularidad. La Biblia define la fe como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1) En el texto figuran dos palabras que son muy importantes: certeza y convicción.
El diccionario de la real Academia Española define la certeza como “conocimiento seguro y claro de algo” El conocimiento seguro y claro excluye toda duda, prescinde de la incertidumbre y aleja las confusiones. La segunda entrada del diccionario para el término certeza es “firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar” Léase bien cada palabra, pues todas tienen un profundo significado: la firme adhesión a algo conocible y la parte final “sin temor a errar”, le da más sentido al poder de la fe en relación con el futuro, un futuro que se asume como si YA hubiera ocurrido.
Por otra parte, la convicción es una idea a la que se está fuertemente adherido, sin que exista la posibilidad de cambiarla de un momento a otro.
Si desarrollas tu fe en Dios y en ti mismo vas a tener un cambio notable en tu forma de pensar y de ver el mundo. Y los complejos y la inseguridad harán lo único que les queda por hacer: alejarse de ti porque tu mente y tu corazón no volverán a admitirlos y tendrán que hospedarse en algún otro lugar, muy lejos de tus pensamientos.
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martes, 15 de noviembre de 2011
domingo, 13 de noviembre de 2011
Palabras al corazón, en la voz de Alejandro Rutto
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jueves, 10 de noviembre de 2011
El trabajo: una terapia para ser feliz
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Dios creó el cielo y la Tierra y todo lo que existe. Y todo es todo, pues también fue nuestro Padre Celestial el inventor del trabajo, según consta en el libro de Génesis: “«Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar ya las aves del cielo. Todos ya los reptiles que se arrastran por el suelo ». (Génesis 1:28)
Ser fructífero, multiplicarse, llenar la tierra, someterla, dominar los peces del mar y las aves del cielo y a los reptiles, todo eso debía hacer la primera pareja por órdenes del mandatario Supremo. No eran precisamente unas vacaciones las que iban a tener en el Paraíso terrenal. Luego vino la caída y, también por órdenes superiores, la salida precipitada hacia el exterior del apacible huerto.
El trabajo es muy antiguo y Dios lo creó como una forma de dominar la tierra y la naturaleza y nunca como un castigo. Hoy, sigue siendo una forma de crecer, de progresar y de alcanzar las metas que nos hemos propuesto.
Las mejores cosas de la vida se logran a través del trabajo. Y el trabajo se disfruta cuando se hace con amor, con verdadero amor. De ésta manera, además, lo que se haga será aún mejor y podremos sentirnos orgullosos de la obra realizada y del deber cumplido.
Todos tenemos por dentro un espíritu que nos impulsa a trabajar. Podemos dedicarnos a hacerlo por necesidad o por placer. Pero casi siempre trabajamos por una combinación de las dos anteriores: es necesario satisfacer unas necesidades y éstas nos empujan a trabajar. Pero si alguien lo hace con fastidio, a regañadientes y refunfuñando, se va a encontrar en una situación incómoda: su vida va a transcurrir en medio del dolor, la monotonía y la frustración.
Algunas personas trabajan en algo que no les gusta y por ello sufren lo indecible: están haciendo algo contra su voluntad y, además, deben hacerlo por obligación. Otras se dedican a laborar en lo que les gusta y se divierten mientras ayudan a otros y aún cobran por hacerlo. Sus niveles de angustia, estrés y preocupación son mínimos, mientras que los momentos de felicidad hacen parte de su día a día. Su bendición consiste en dedicarse a una actividad en la que disfrutan, porque la saben hacer bien y porque les gusta hacerla.
¿Usted ha visto a algún goleador aburrido por cumplir con su tarea de meter la pelota en los marcos contrarios? No lo verá nunca. Y pensar que le pagan por ser ovacionado y tratado como un ídolo.
Lo que tengamos que hacer hagámoslo. Si nos gusta, dediquémonos con pasión. Y, si por una desafortunada razón, tenemos que cumplir una tarea que no nos agrada, entonces hagámoslo con disciplina. La misma a la que acudimos cuando debimos acostumbrarnos a madrugar para llegar temprano a la escuela.
Dedícate pues a trabajar con empeño, pero mucha atención: así como la pereza es un vicio muy antiguo, el exceso de trabajo es un mal de la modernidad. Acostúmbrate a realizar tu trabajo dentro de los límites normales y por nada del mundo sacrifiques a tu familia, verdadera dueña de tu tiempo. Tampoco le dediques tanto tiempo al trabajo no productivo, pues te distrae de tus más importantes metas.
Se te informa que es la hora de abandonar la lectura. Hasta aquí llegamos. Ahora, a trabajar. Dios te bendiga.
miércoles, 9 de noviembre de 2011
Autosuperación-. El deporte de la vida: claves para disfrutarlo
No hay claves infalibles para conseguir el éxito, ni siquiera una definición exacta y universalmente aceptada sobre lo que significan estas cuatro letras. Para unos puede ser la obtención de un galardón pero para una pareja puede ser educar bien a sus hijos mientras que para un empresario la definición tiene que ver con el aumento de sus ventas y de su cuenta bancaria.
En todo caso el éxito tiene que ver con alcanzar las metas que alguien se ha propuesto y por eso es muy importante que sigamos unas sencillas normas de vida, como las que recomendamos a continuación:
Tenga hábitos sanos de vida y de pensamientos. Recuerde que los buenos hábitos nos impulsan hacia nuestros más altos fines, mientras que los malos hábitos no hacen sino estorbar y retrasar nuestra llegada a la cima. Quiero pedirle que tenga especial cuidado en lo siguiente: los buenos hábitos hay que cultivarlos, con disciplina, paciencia y mucha dedicación. En cambio los malos hábitos son silvestres. Nadie los cultiva, pero aparecen en cualquier momento y luego es muy difícil erradicarlos. Tenga en cuenta que para tener buenos hábitos es necesario aportar una cuota de sacrificio casi del mismo tamaño que la necesaria para erradicar los hábitos perjudiciales. La vida de un triunfador está dedicada a cultivar los hábitos buenos y a deshacerse de los que le hacen daño.
Es necesario que determines hasta dónde quieres crecer. Y una vez lo sepas debes tener claridad sobre lo que te ayuda a crecer y lo que te impide hacerlo. Repito, es necesario que hagas tu inventario acerca de lo que te hace crecer en la vida (una perfecta relación con Dios, el estudio, leer buenos libros, las amistades adecuadas…) y qué te está afectando negativamente para que en un acto de liberación, mandes esas conductas, comportamientos y actuaciones, lo más lejos posible de tu vida.
Tus mejores aliados son los autos, tenlo presente, los “autos”: autogestión, autodisciplina, autodominio, autocontrol. Cuando pongas en marcha tus autos dependerás menos de la voluntad de los demás y mucho de tu propia acción; dependerás menos de las circunstancias y más de la planeación; dependerás menos del azar y tendrás seguridad en lo que hagas. Enciende hoy mismo tus autos y comienza a recorrer con seguridad y confianza tu camino.
Acuérdate de la importancia de permanecer. No se trata de iniciar un proyecto y luego otro, sino de terminar todo lo que se empieza. Permanecer es tener perseverancia y constancia. Es no dar marcha a tras una vez que iniciamos algo. Es continuar adelante por más que sientas deseos de abandonar. Hace unos años me propuse ser un lector disciplinado, como lo fue mi papá y una de las cosas que me propuse fue no dejar ningún libro por la mitad. Mi reto era que, una vez abriera el libro y leyera la primera página, tenía que terminarlo. Obviamente no tomaba cualquier ejemplar, primero leía el prólogo, la reseña y todo lo que me pudiera evitar la pérdida de unas buenas horas de mi tiempo. Es cierto que me tocó leer varios libros que no me gustaron, pero me discipliné y nunca dejé alguno a medio terminar. Si sigues en lo tuyo, vas a ser recompensado, no tengas ninguna duda, pero debes continuar y no desistir en el momento que puede ser TÚ momento.
El éxito siempre será esquivo y hará lo posible por ponerte a prueba. Pero antes de intentar su conquista te recomiendo que lo definas con claridad. Si tu éxito es una vida feliz: cuida tu familia y mantén una adecuada relación con los tuyos. Si tu éxito es tener tranquilidad, no te metas en líos con nadie. Si tu éxito es obtener un éxito en los deportes: olvídate de todo lo demás y dedícate a tus entrenamientos.
Creo que ya invertiste suficiente tiempo en leer estas líneas, ahora dedícate a con empeño y sin descanso al encuentro con tu éxito. Mientras luchas por alcanzarlo trata de hacer felices a todos los que encuentres en el camino. Salúdalos de mi parte. ¡Felicidades!
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Auto ayuda: Sé fuerte, con la fuerza de un campeón
Confiésalo tú mismo: eres un ser humano fuerte y te mantendrás en pie por fuertes que sean los vientos y por incontenible que sea la tempestad. Eres fuerte por más que alguien intente empujarte para desestabilizarte y hacerte perder el equilibrio.
Confiesa que eres fuerte par que te escuchen el mundo, tus amigos, la familia y todo aquel que tenga oídos, pero grítalo con todas tus fuerzas para que tu voz sobresalga en las ruidosas y complejas horas de la cotidianidad. Exprésate diciendo “soy fuerte” para que tu voz sea escuchada por la persona que más te interesa que reciba este mensaje: tú mismo.
Eres fuerte porque tienes un nombre y haces parte del engranaje perfecto del universo, con una vida rodeada de singularidades por las cuales te diferencias de todos los seres existentes. No hay nadie que haya sido destinado a ser mejor que tú ni nada que te impida acercarte a lo que eres y a lo que deseas ser.
Eres, tú mismo, una criatura incomparable, destinada a escribir tu propia historia; y a subir con firmeza y sin pausa por la escalera que conduce al esquivo éxito.
Eres fuerte porque no estás solo, y no lo estarás nunca. Si miras a tu izquierda verás el rostro de tu familia. Si miras a la derecha encontrarás a tus amigos. Si miras hacia adelante te encontrarás con otros seres humanos, cuya lucha también es la tuya. Si respiras y llenas de aire puro tus pulmones, te inundarás de bienestar y de larga vida. Y percibirás el aroma delicioso de tu infancia y llegarán a ti los recuerdos de esos instantes felices en que fuiste el centro de atención de tus mayores. Tu familia estuvo ahí, como está hoy, con tu misma sangre corriendo por sus venas y tus mismos genes navegando en su existencia.
Eres fuerte porque has sembrado la semilla generosa de la amistad y hoy estás en condiciones de cosechar el mejor de sus frutos: buenos y queridos amigos con los cuales podrás contar en algún momento de tu tiempo. No son personas perfectas, ni te complacerán en todo, ni están libres de errores, ni están exentos de causarte una pequeña molestia o una indeseable decepción. Pero recuerda esto: tú mismo tampoco eres perfecto y alguna vez también le fallarás a alguien.
Así son los amigos: personas en construcción. No son perfectos y tal vez nunca lo serán pero cuentan con una cualidad que debería interesarte mucho más: su disposición para atenderte y ayudarte. Lo más importante de ellos es este hecho simple: son tus amigos. Y punto.
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domingo, 6 de noviembre de 2011
Autoayuda: hoy es un buen día
Sí, hoy es un día bueno...
…para sonreír de cara al milagro de la vida y en los breves instantes del ahora.
Hoy es un buen día para sentir en el rostro, la refrescante sensación de la brisa coqueta y viajera que ya ha acariciado otros rostros y ha rozado montañas, valles, ríos y mares y nos trae el mensaje de que la otras personas y otros lugares también hacen parte del mundo y de tu mundo.
Hoy es un buen día para decir “te quiero” y abrir los brazos dispuesto a recibir lo que Dios te ofrece en respuesta a un comportamiento recto y solidario con los demás.
Hoy es un buen día para abrazar a alguien que ha estado esperando por ti en el silencio de su intimidad y con la firmeza de quien te aprecia.
Hoy es un buen día para marchar hacia adelante y separarte de la orilla cenagosa de tus nostalgias y navegar por el océano plácido de tus infinitas oportunidades.
Hoy es un buen día para que te inclines ante el peso de tus cargas y de rodillas ante Dios le expreses una sentida plegaria en la que pidas bendiciones para quienes te aman y para quienes te quieren menos. El Creador suele bendecir a quienes piensan en los demás y obsequia con sus regalos y dones a quienes cumplen con su sagrado mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos.
Hoy es un buen día para ayudar a un anciano a cruzar la calle o para brindarle tu hombro para que junto a ti pueda caminar sin temores en los caminos de su existencia y llegue en paz a la cumbre de sus años.
Hoy es un buen día para buscar el reino de los cielos y su justicia. Buscarlo sin distracciones y sin dudas, buscarlo en un momento y en otro; buscarlo con sed por Dios y por su misericordia; buscarlo sin dudas ni inseguridad, sin mirar atrás ni arrepentirse: Mientras lo buscas, ocurrirá el milagro de que todo lo demás te será dado por añadidura.
Hoy es un buen día para encontrar en los pliegues de tu memoria una colección de buenos recuerdos de aquellos días que no volverán, en los que fuiste muy feliz porque contaste con las bendiciones que te dio Alguien muy especial, tan generoso que te las puede dar de nuevo, una y otra vez.
Hoy es un buen día para hablar en nombre de quienes no pueden expresarse; para luchar por los que perdieron el aliento para enfrentarse a las rudas oleadas de la adversidad. Hoy es un buen día para interceder por quienes han perdido la esperanza y no sienten deseos ni tienen ánimos para reclamar su herencia como hijos de Dios. Hoy es un buen día para dar gracias a Dios y dejarnos consentir por su bondad sin límites y recibir un nuevo aliento para seguir adelante sin miedos ni afanes.
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