martes, 3 de mayo de 2016

¿Para qué me sirve resolver ecuaciones?



Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Durante la realización del Foro Educativo Municipal que se llevó a cabo en el año 2014 en Riohacha, hubo un panel en que los estudiantes y profesores tuvieron la oportunidad de interactuar con los profesores cubanos de la Universidad de Matanzas y le hicieron interesantes preguntas sobre el día de la educación:
¿Cuánto dura en Cuba una jornada de clases? ¿De qué manera enseñan? ¿Hay violencia escolar en su país?.
Los profesores disfrutaron el intercambio con los estudiantes y docentes colombianos. Pero aún no se había escuchado la más importante participación de ese evento de dos días: ¿“De qué vale que me enseñen a resolver ecuaciones si no me dicen para qué me servirá ese conocimiento a lo largo de la vida”?.
Los asistentes al auditorio pusieron cara de reflexión y miraron hacia la parte posterior en donde se encontraba Kelly Daza, representante de los estudiantes en el Consejo Directivo de la Institución Educativa Técnico Rural de Tomarrazón. Era ella quien había hablado con firmeza y seguridad y ahora esperaba ansiosa una respuesta para su inquietud.


Este podría ser un llamado urgente e inquietante a quienes se dedican a la enseñanza de las matemáticas, pero en realidad va dirigido a todos los profesores en todos los lugares del mundo y el mensaje es concreto y categórico: los jóvenes necesitan tener conocimientos pero además Quieren y Necesitan saber para qué le sirve lo que aprende. Es una petición razonable y justa que el sistema educativo debe entender y comprender. No basta con llenar el tablero de números y letras, no basta con pasar una diapositiva detrás de otra, no es suficiente con pedirle que resuelva 30 o 50 ejercicios durante el fin de semana. De lo que se trata es de que todos los conocimientos sean útiles y válidos para la vida diaria. Pero para que sean útiles y válidos es necesario decírselo. Cada clase debe ser una experiencia significativa y los estudiantes deben salir de ella con la convicción de que lo aprendido es importante y le sirve en la vida práctica, en su experiencia para resolver problemas y en el mejoramiento de su capacidad de abstracción.
El mundo avanza y la educación también. No olvidemos que en nuestras aulas están los nativos digitales, niños y jóvenes que nacieron sabiendo muchas cosas que a las generaciones anteriores les costó aprender con sudor y lágrimas. Ellos junto al ángel de la guarda, tienen otra compañía inseparable y es el doctor Google, que todo lo sabe. De manera que los maestros no deben esforzarse mucho por transmitir conocimientos, ni siquiera por compartirlos porque ellos tienen sus propios recursos para obtener el conocimiento. Así que llegarles con datos y más datos es como llevar leña para el monte.
¿Qué debe hacer entonces el maestro de hoy? Aún es mucho, pero mucho lo que se puede hacer por los niños y por los jóvenes. Pero ante todo hay que contarles que todo conocimiento sirve para algo en la vida y algún día lo vamos a necesitar. Hay que enseñarlos a pensar y a tomar decisiones. Y sobre todo, hay que enseñarlos a ser hombres y mujeres de bien, con principios y valores que no cambien cuando cambien los tiempos o cuando el viento sople en una dirección distinta.
Es necesario que los estudiantes sepan cómo ponerle los puntos a las íes en materia de conocimiento y decirle a Kelly, la joven que representa a sus compañeros, para qué le sirve cada conocimiento adquirido en el colegio y en la escuela de la vida.



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