Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
La educación es el medio para producir las grandes transformaciones de una sociedad que se contonea entre la orilla de las vanidades y el puerto de la esperanza en un movimiento pendular en el que se escucha el eco de las voces que claman por el cambio social que solo se puede producir desde las aulas de la escuela o desde cualquier tribuna del aprendizaje.
Es el maestro quien
actúa desde la trinchera de los saberes, para que fluyan ríos de conocimiento
que sacudan las columnas imperturbables de la ignorancia y podamos avanzar
hacia un tiempo en que los sueños estén al alcance de la mano y, quienes antes
sólo podían aspirar recoger racimos de soledades, disfruten también de las
bendiciones de la sociedad moderna.
Gracias, maestros,
porque ustedes enhebran los hilos dispersos de la verdad para llevar la alegría
de la enseñanzas a los barrios y las veredas en donde sus voces llenas de fe se
fusionan con el chasquido de las aguas del río o con el sonido de las traviesas
olas de un mar undívago.
Sus pasos van derecho
hacia la cumbre en donde la generosa luz solar copula con la tierra fértil de
la sabiduría para producir hilachas fosforescentes de conocimientos que serán
entregados a los niños y niñas, a los jóvenes de todo el mundo para que el
mundo sea un poco más bonito, pintado con las acuarelas de equidad, pincelados
por los colores de la fraternidad y en donde todos podamos tomarnos de la mano
para convencernos de que nadie es superior a otro y que el único toque de
distinción que es acceder al podio de la bondad y la generosidad.
Andad, maestros de
Colombia y del mundo, transitad por las veredas del universo, guíate por los
sedosos hilos del silencio y sigue adelante en la búsqueda del sueño de todos.
En medio del susurro de los árboles y el canto de los turpiales recorre sin
temores los verdes campos y las tumultuosas ciudades portando la lámpara que lo
ilumina todo, desde la inmensa llanura abandonada a su soliloquio perenne,
hasta los amplios valles en los que crecen claveles y rosas o en el desierto en
donde florecen los cactus y brotan las iguarayas.
Adelante maestros del
mundo, el viento puede estar en contra, pero es así como ascienden los ideales,
no te detengas por la llama de tu vela parece agotarse, tienes la clarividencia
de quien sabe cuál es su destino y algún relámpago errabundo el cielo
oscurecido iluminará tu camino para que puedas mirar con clarividencia que
pronto llegarás a los solares despejados en donde gotas de agua fresca
reavivarán la primavera y encontrarás variadas flores ermitañas que te saludarán con sus
corolas dispuestas en fiel armonía con los colores del crepúsculo.
Los cielos y la tierra
te miran y te protegen. Eres un escogido de Dios para que abriga tu palabra y
le imprime poder para que seas partícipe de la profecía de un mundo nuevo y
mejor.
Adelante maestros del
saber y del hacer no te quedes inmóvil ante el llamado del cielo. Tu patria es
un acorde de guitarra, una hoja peregrina un sendero iluminado. Eres la
completa virtud de los pueblos, desde el interludio de las auroras alegres
hasta el anuncio vespertino de alegres colibríes.