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jueves, 15 de junio de 2023

Preguntas y respuestas acerca de los maestros y maestras





Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Homenaje a las profesoras Rosalba Cuesta y Marlin Aarón

Estoy en deuda con mi padre por vivir, pero con mis maestros por vivir bien. (Alejandro Magno)

 

¿Qué es un maestro?

Es un artesano de los saberes, un experto en la alfarería de la vida a cuyo taller ingresan seres humanos para transformarse en hombres y mujeres con pensamiento propio, sueños y esperanzas.

¿Quién escogió a los maestros?

Los maestros personas que concurrieron a la reunión de la multitud, trasegaron por el camino de las muchedumbres errantes, se columpiaron desde la orilla del pasado hasta la ribera del futuro y fueron escogidos por la mano sabia de Dios.

¿A qué horas trabaja el maestro?

El maestro labora desde que la aurora desparrama sus primeras luces sobre las verdes sabanas de los campos hasta que el manto de la noche vence la última chispa del crepúsculo, y algunas veces se sumerge en jornadas interminables que van desde que se corren las persianas de la noche hasta que empieza el concierto de la madrugada.

¿Cuántas clases da un maestro?

El maestro no da una sola clase porque no es de la clase de personas que se conforman con una sola cosa. Por eso enseña de esto y de aquello. Aquí y allá. De él puedes aprender sobre los ecos de la soledad hasta los sonidos del bosque, desde las voces de la justicia hasta las pulsaciones de los tiempos.

 ¿Cuál es la patria del maestro?

 Su patria es la mirada de un niño resiliente; la huella de un pueblo en su éxodo hacia el porvenir; su patria es el círculo del afecto; su patria es una nota del pentagrama o el verdor de  un bosque renaciente.

 ¿Cuántas palabras tiene el diccionario de un maestro?

Tiene todas las palabras del mundo, las de todos los idiomas escritos, las de todas las lenguas sin escritura, las de todos los seres de la naturaleza. Pero el buen maestro tienen un puñado de palabras que acaricia como a un frágil bebé y en las que cree con firmeza, estas palabras son amor, ternura, fe, tesón, querer, verdad y afecto.

 ¿Para qué sirve la fe del maestro?

Para creer que todo niño es un ángel cuyos pies se posan en el suelo del ahora pero sus alas lo llevan a lo alto de la victoria; que todo estudiante es un genio en formación; le sirve para promover la idea de  que nadie es más que nadie y nadie es menos afortunado  si se le educa para la vida.

 ¿A dónde van los maestros?

Los maestros a todas partes van y de todas partes vienen. Van a los campos desolados en donde siembran la semilla de la vitalidad; a la orilla de la playa en donde aprenden y enseñan los secretos del océano inmenso. Van a las llanuras en donde esparcen la semilla de la justicia, Y también van a la casa del pobre en donde entregan las llaves adecuadas para derrotar la miseria.

 

¿Cuántas horas tiene el reloj de un maestro?

 El reloj de un maestro no tiene segundos, minutos ni horas. Su tiempo se mide al ritmo de las pulsaciones de su corazón y los trazos de las palabras que escribe en el tablero. El reloj del maestro no se sintoniza con el tic tac del tiempo sino con la vehemencia de sus anhelos.

 ¿Quiénes son los maestros del maestro?   

Los maestros del maestro son los sabios consejos de sus estudiantes, los aprendizajes de sus pequeños fracasos; los tropiezos de la cotidianidad, los trocitos de estrellas fugaces que caen a la vera del camino; sus noches de insomnios y duermevelas; son los libros que revisa sin reposo; la navegación que lo deslumbra en sus largas jornadas de investigación, el mejor maestro del maestro es su don para discernir lo que es de lo que no es. 

¿Cuál es el mayor placer del maestro?

Su mayor placer es la conquista de más discípulos para la congregación de quienes desean aprender; encender luces en la oscuridad; descubrir rostros sorprendidos por el asombro de la novedad; enseñar con el ejemplo, aprender cada día sin renuncias ni desengaños.

 ¿Qué celebran los maestros?

 Los maestros celebran la victoria de la libertad sobre la opresión; la destrucción de las cadenas; la desintegración de los miedos; los maestros celebran que el futuro no sea una página en blanco ni el pasado sea una fe de erratas, el maestro celebra la fiesta de la vida, la sinfonía de los saberes, la majestad del conocimiento. 

sábado, 14 de octubre de 2017

Seduccación: La escuela sin muros

José Martí: "Quien se alimenta de ideas jóvenes, vive siempre joven."

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Los niños saltan, gritan, trepan a los árboles, dejan los chicles tirados en el suelo, desarman en 10 minutos los juguetes cuya fabricación tardó varias semanas y, como si fuera poco, se niegan a tomar los jarabes que sus padres tratan de darle por su propio bien. Como si lo anterior fuera poco, en la tarde prefieren irse a jugar fútbol, en lugar de hacer las tareas como debería ser. 

La mayoría de ellos están terriblemente enfermos de algo que se llama niñez, cierta condición caracterizada por una sobredosis de energía que no puede gastarse tan fácilmente en un aula de clases en donde hay que permanecer sentado por horas bien sea con el rostro inclinado sobre las desafiantes hojas en blanco de un odiado cuaderno de matemáticas o en un tablero plagado de números, letras y símbolos.

Por supuesto, esa sobreabundancia de adrenalina tampoco puede ser bien encausada en la mesa de tareas del hogar por más que sobre ésta reposen unas galletitas recién salida del horno y un vaso avena bien fría.

Se necesita algo más que la dulce palabra de una desesperada madre que le pide concentrarse en la tarea y mucho más que la insistencia de la maestra (“la intensa esa”)  para convencerlo de que se quede quieto al menos por un rato, mientras el sistema logra depositar en su cerebro casi virgen el necesario flujo del conocimiento.

El papá, la mamá, la directora, el sacerdote  y el tío bueno que a veces viene de visita a la casa le repetirán al niño una y otra vez que estudie, porque la educación es el mejor regalo que sus padres le puedan dar. Que haga las tareas, porque es por su propio bien. El niño cerrará los ojos o mirará para otro lado y recordará que la frase “por tu propio bien” será el fatal anuncio de un episodio doloroso próximo a ocurrir, como la aparición de la enfermera con una bandeja de agujas hipodérmicas o una cirugía de rodillas o la extracción de las cordales.

En la niñez, la escuela representa la pesadilla de todo lo que un niño travieso (o sea normal) odia: límites, encierro, paredes, rejas, candados, horarios, prohibiciones, castigos,  gritos del tipo  “quédate quieto” y “eso no se puede”.   En resumen, una escuela de tipo carcelario.

Pero ¿tiene que ser siempre así?

Por supuesto que no. La escuela también puede ser de puertas abiertas, de maestros “desordenados” igual que sus estudiantes y ¿por qué no? De rejas sin abrir, de avioncitos y de columpios, de casitas encima de los árboles y de clases al estilo  “aprendamos inglés jugando fútbol”, como lo hace un profesor rebolero en el colegio más grande de Riohacha.
¿Por qué insistir en una escuela aburrida si podemos cambiarla por el escenario feliz de una escuela seductora?   ¿Por qué no jugamos a inventar nuevas palabras como, por ejemplo,           “Gol-inglish”, “geowaré”  o  “facemáticas”, para acercarnos un poco más a la cotidianidad y a las expectativas de los estudiantes?

Juguemos en la mañana y en la tarde.  Juguemos a tener una escuela enamoradora, alejada lo más que se pueda de los tristes recuerdos de la represiva inquisición.
En otras palabras abandonemos la escuela carcelaria y remplacémosla por una escuela libertaria y sin muros.

Cambiemos el dolor de cabeza de la educación opresiva por los aires frescos de la educación seductora. Se me ocurre que podríamos llamarla Seduccación.

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