Por: Alonso José Mendoza Contreras
La profesora Judith Orozco de Julio prestó sus servicios desde el 16 de febrero de 1970 hasta el día 15 de Mayo del presenta año a la comunidad educativa del municipio de Maicao, cuando el gobierno municipal le notificara el retiro de su trabajo mediante una misiva que a la profesora le pareció muy simple y poco halagadora.
Después de 43 años al servicio del magisterio esta alegre profesora amante del bolero, el vallenato y el buen comer se ve de la labor docente; aún evoca la época en que llega a este municipio después de un fallido traslado de Zambrano corregimiento de San Juan su tierra natal a Castilletes en la alta Guajira como castigo impuesto a su padre, un liberal hasta los tuétanos, por no votar con el Partido Conservador. Sonríe al recordar que mantenía en su bolso un frasquito con agua y un limpión para los zapatos en los años más polvorientos de Maicao, lloraba y decía que no regresaría a Zambrano y asi lo cumplió hasta la fecha.
Muchas antiguas compañeras aún tienen en el recuerdo a esa sanjuanera de 21 años que llegó a la escuela La Inmaculada en la época “de las monjas” (así llamaban a la institución por aquel entonces) y, como afirma Judith, existía una verdadera amistad entre las compañeras de trabajo.
Posteriormente se vincularía al colegio Rodolfo Morales, Instituto Pestalozzi (propietaria) y la escuela Érica Beatriz donde impartió sus últimas clases.
Algunos docentes como Marina Cuello, Mileyis Gutierrez, Susana Villa y Jorge Ortiz entre otros han disfrutado de la amistad con esta conversadora maestra en extensas tertulias siempre acompañados por un buen plato preparado por ella haciendo alarde de su cualidad de experta cocinera y decoradora.
Imposible olvidar la marcha que realizaron muchos maestros cuando se nos volvió costumbre recibir el sueldo cada seis meses. La marcha era encabezada por una maestra con avanzado estado de embarazo quien vociferaba “tenemos hambre, el niño me va a nacer con hambre”. Como gesto particular y de sutil protesta exhibía el ombligo. No era otra que Judith, quien al tiempo que protestaba se divertía y aumentaba el entusiasmo de sus compañeros.
La seño Judith es licenciada en educación artística, simpatizante de la pedagogía tradicional y oficialmente se despide por estos días de la profesión de toda su vida: enseñar a los niños y niñas a ser mejores ciudadanos y ciudadanas.
Sus hijos Selwig y Freeman tendrán una madre con más tiempo para ellos y Andrés Camilo y Sofía Marcela una abuela para consentirlos.
ADENDA: Personalmente celebro la vinculación del profesor Luís Dávila al grupo de directores de instituciones educativas de Maicao, considero que en hora buena llega un rector con excelentes conocimientos de la academia fruto de sus estudios y experiencia laboral llegando a proyectar un perfil profesional distinto al montón.
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