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Algunos lo llaman complejo de inferioridad y otros lo denominan como una baja autoestima. ¿No has sentido a veces un poco de desánimo? ¿Te ha acosado en alguna ocasión el desánimo, y un sentimiento opresivo que te lleva a afirmar algo así como “nada me sale bien” o 2yo no sirvo para eso”? Si lo anterior te ha pasado una o dos veces no es un caso preocupante, pero si es una constante en tu vida más vale que le prestes atención al asunto y hagas un esfuerzo para superar una situación que es causada por la falta de confianza en ti mismo.
No creer en sí mismo, no intentar nada por temor a que salga mal y la crítica te haga objeto de su artillería, un miedo permanente y casi siempre injustificado, el sentirse menos que los demás…son algunos de los síntomas asociados a la falta de confianza en sí mismo, uno de los males que más impiden el desarrollo de los talentos y la obtención de logros de las personas.
¿Cómo reponerse de un mal que hace tanto daño? ¿Cómo superar esos temores que limitan la vida de una persona y le impiden alcanzar su victoria personal? De lo que se trata es de remplazar la falta de confianza por el antídoto más eficaz para éste y otros impedimentos del crecimiento personal. Ese antídoto es la fe: fe en Dios y en sí mismo. Una fe fuerte y poderosa pero en el orden en el que lo hemos escrito: en Dios y en usted mismo. No se trata de tener una fe simple como la de decir “yo creo en Dios” y esperar que todo se solucione. Tampoco se trata de repetir una y otra vez frases como “sí puedo” u otras por el estilo. De lo que se trata es de llenar de fe tu mente y tu corazón. Llenar con mayúsculas, o sea, de manera firme y verdadera.
La fe significa creer pero con fervor. Es dar por hecho aquello que se está esperando, por la confianza que se tiene en un poder superior y en nuestra propia capacidad para afrontar cada uno de los desafíos a los que nos vemos enfrentados con regularidad. La Biblia define la fe como la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1) En el texto figuran dos palabras que son muy importantes: certeza y convicción.
El diccionario de la real Academia Española define la certeza como “conocimiento seguro y claro de algo” El conocimiento seguro y claro excluye toda duda, prescinde de la incertidumbre y aleja las confusiones. La segunda entrada del diccionario para el término certeza es “firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar” Léase bien cada palabra, pues todas tienen un profundo significado: la firme adhesión a algo conocible y la parte final “sin temor a errar”, le da más sentido al poder de la fe en relación con el futuro, un futuro que se asume como si YA hubiera ocurrido.
Por otra parte, la convicción es una idea a la que se está fuertemente adherido, sin que exista la posibilidad de cambiarla de un momento a otro.
Si desarrollas tu fe en Dios y en ti mismo vas a tener un cambio notable en tu forma de pensar y de ver el mundo. Y los complejos y la inseguridad harán lo único que les queda por hacer: alejarse de ti porque tu mente y tu corazón no volverán a admitirlos y tendrán que hospedarse en algún otro lugar, muy lejos de tus pensamientos.
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