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jueves, 28 de enero de 2016
viernes, 11 de junio de 2010
Líderes: como se forman en la Escuela de Dios
Por: Alejandro Rutto Martínez
Dios nos ha estado preparando desde hace mucho tiempo para tantas cosas y creo que algunas de ellas las hemos adelantado y en otras nos encopntramos ocupados en este preciso momento pero no cabe duda de que lo mejor está por venir, de que los compromisos más importantes están en el futuro y por eso no podemos detenernos: hay tanto por hacer y tan poco tiempo para realizarlo que lo mejor es ponernos manos a la obra sin pérdida de tiempo.
Dios nos prepara de manera continua y con un propósito claramente definido: que seamos obreros dignos de Él en los planes que ha trazado para la humanidad. Veamos como trata dios con sus hijos fieles, a quienes ha matriculado en la más efectiva Escuela de Liderazgo que se conozca.
En primer lugar es bueno entender que la escuela no nos exigió cumplir con requisitos de admisión por una razón sencilla: estamos llamados a pertenecer a ella desde antes de nuestro nacimiento, tal como nos lo ha revelado el profeta Isaías, en el capítulo 49 verso 1 de su libro: “Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre.”. Por si quedare alguna duda, el apóstol Pablo nos hace la confirmación de este llamado en el libro de Efesios , capítulo 1, versículo 4: “por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor”.
En segundo lugar Dios ha obrado en nuestras vidas poniendo palabras de alegría en nuestros labios y éstas nos permiten hablar con palabras positivas en nuestras relaciones con las demás personas, llevados por la alegría, uno de los primeros frutos del espíritu Santo, contenidas en el libro de gálatas, capítulo 5, versículo 22.
En tercer lugar Dios ha estado trabajando en nosotros como un alfarero: nos ha moldeado desde el barro crudo, nos ha tenido en sus manos, nos ha preparado al calor del fuego de su taller y finalmente nos ha dejado listos, en condiciones de asumir la responsabilidad de trabajar con entuasiasmo como obreros de su campaña para brindarle la salvación a todas las almas.
Como si todo lo anterior fuera poco Dios se ha encargado de ir forjando nuestro carácter, el cual se puede comparar como la punta de una flecha de madera fuerte, áspera, plagada de nudos y torcida, similar a nuestra condición humana antes de ser rescatados por Jesucristo.
En las manos del Señor el madero quedó recto y liso, listo para ser utilizado luego de que se le añadieran las cualidades de una personalidad respetuosa de lo que se pretende de los buenos líderes según el primer capítulo del libro de Tito: “no debe ser arrogante, ni colérico, ni borracho, ni amigo de peleas ni de negocios sucios; al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, prudente, justo, religioso, con dominio de sí mismo, guardador fiel de la doctrina que se le enseñó, para que sea capaz de animar a otros y de refutar a los que contradicen.”
Estamos casi listos para ejercer el liderazgo y de hecho Dios está esperando que no nos quedemos a la vera del camino. Solo es necesario tener un poco de paciencia para soportar las pruebas que se van a presentar antes de que comencemos y también duramnte el ministerio. Pero Dios estará cerca de nosotros para darnos su voz de aliento en todo momento. Y cuando vea que estamos a punto de desfallecer nos repetirá en voz alta las palabras del libro de Josué: “Yo te lo mando. Sé fuerte y ten ánimo. No temas ni te asustes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas".
Dios nos prepara de manera continua y con un propósito claramente definido: que seamos obreros dignos de Él en los planes que ha trazado para la humanidad. Veamos como trata dios con sus hijos fieles, a quienes ha matriculado en la más efectiva Escuela de Liderazgo que se conozca.
En primer lugar es bueno entender que la escuela no nos exigió cumplir con requisitos de admisión por una razón sencilla: estamos llamados a pertenecer a ella desde antes de nuestro nacimiento, tal como nos lo ha revelado el profeta Isaías, en el capítulo 49 verso 1 de su libro: “Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre.”. Por si quedare alguna duda, el apóstol Pablo nos hace la confirmación de este llamado en el libro de Efesios , capítulo 1, versículo 4: “por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor”.
En segundo lugar Dios ha obrado en nuestras vidas poniendo palabras de alegría en nuestros labios y éstas nos permiten hablar con palabras positivas en nuestras relaciones con las demás personas, llevados por la alegría, uno de los primeros frutos del espíritu Santo, contenidas en el libro de gálatas, capítulo 5, versículo 22.
En tercer lugar Dios ha estado trabajando en nosotros como un alfarero: nos ha moldeado desde el barro crudo, nos ha tenido en sus manos, nos ha preparado al calor del fuego de su taller y finalmente nos ha dejado listos, en condiciones de asumir la responsabilidad de trabajar con entuasiasmo como obreros de su campaña para brindarle la salvación a todas las almas.
Como si todo lo anterior fuera poco Dios se ha encargado de ir forjando nuestro carácter, el cual se puede comparar como la punta de una flecha de madera fuerte, áspera, plagada de nudos y torcida, similar a nuestra condición humana antes de ser rescatados por Jesucristo.
En las manos del Señor el madero quedó recto y liso, listo para ser utilizado luego de que se le añadieran las cualidades de una personalidad respetuosa de lo que se pretende de los buenos líderes según el primer capítulo del libro de Tito: “no debe ser arrogante, ni colérico, ni borracho, ni amigo de peleas ni de negocios sucios; al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, prudente, justo, religioso, con dominio de sí mismo, guardador fiel de la doctrina que se le enseñó, para que sea capaz de animar a otros y de refutar a los que contradicen.”
Estamos casi listos para ejercer el liderazgo y de hecho Dios está esperando que no nos quedemos a la vera del camino. Solo es necesario tener un poco de paciencia para soportar las pruebas que se van a presentar antes de que comencemos y también duramnte el ministerio. Pero Dios estará cerca de nosotros para darnos su voz de aliento en todo momento. Y cuando vea que estamos a punto de desfallecer nos repetirá en voz alta las palabras del libro de Josué: “Yo te lo mando. Sé fuerte y ten ánimo. No temas ni te asustes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas".
viernes, 5 de febrero de 2010
El desarrollo de las comunidades no puede seguir huérfano
Por: Alejandro Rutto Martínez
A veces asistimos al triste y muy continuo espectáculo de los famélicos niños indígenas deambulando sin parar por las zonas céntricas de las más importantes ciudades de La Guajira con sus ojitos inundados por la desesperanza, en búsqueda de un esquivo pedazo de pan que deben mendingarle a los indiferentes comensales de los suntuosos restaurantes en donde la presencia del pequeño e inoportuno visitante suele producir tantas molestias.
Cuando vemos a los pueblos y cabeceras municipales hundidos en el subdesarrollo y en el atraso centenario con el cual conviven como seres silentes, taciturnos y dóciles, como si fuera la única forma de vida posible, mientras los cuantiosos recursos de los cuales fueron dotados por la naturaleza se pierden por el caño perforado de la corrupción administrativa o por la tubería ancha e insaciable de la descomposición moral.
Cuando la calidad lamentable de los servicios públicos condena a los ciudadanos a soportar las enormes incomodidades propias de la limitación y los somete a inmisericordes condiciones, especialmente las empresas que deben proveerlos de agua y energía eléctrica. Cuando se observa la deprimente calidad de éstos servicios como si quienes están suscritos a lo mismo fueran personas de cuarta categoría y no hombres y mujeres decentes cobijados por el mandato constitucional del “estado social de derecho”.
Cuando vemos a los hombres y mujeres de la Guajira sometidos a la esclavitud ignominiosa del sempiterno desempleo o refugiados por cruel obligación en la cueva oscura y aterradora del desempleo sin que se cumplan sus ilusiones de poner sus manos y su inteligencia en una tarea útil para la sociedad, mediante la cual puedan, además, obtener un ingreso digno con el cual puedan cumplir la obligación sagrada de sostener a sus familias.
Cuando nos enteramos de los datos escalofriantes de la terrible inseguridad que nos rodea y de sus espantosas consecuencias, representadas en horrendos homicidios, espeluznantes masacres, impresionantes atentados contra la propiedad privada y la integridad física de los inermes habitantes de ciudades protegidas únicamente por delicada presencia del Ángel de la Guarda y abandonados a su suerte por las autoridades quienes, ocupados seguramente en asuntos más importantes, han desistido de cumplir con su deber más elemental de cuidar la vida, honra y bienes de sus compatriotas.
Cuando miramos a un lado y otro y nos encontramos de frente con un panorama difícil, intrincado y difícil de abordar, se nos ocurre que es el momento de reaccionar, abandonar el letargo centenario y emprender con decisión las actividades que puedan conducir a un cambio verdadero y urgente.
El desarrollo de las comunidades no puede seguir huérfano como ha estado: huérfano de dolientes, amigos inclinados a impulsarlo, de misioneros del progreso convencidos de que su aporte es valioso, indispensable e inaplazable.
Porque esa orfandad dañina y perturbadora debe llegar a su fin es necesario que la escuela, el sistema educativo y la sociedad, se dedique de manera seria a formar una nueva generación de líderes para quienes la transparencia, el desprendimiento y la generosidad sean parte de su estilo de vida. Se necesitan líderes renovados, serios, con temor de Dios, con pudor a toda prueba. Hombres y mujeres que no se compran ni se vendad, aunque tiemble la tierra y se desplomen los cielos. La sociedad los necesita con prontitud y Dios los busca con ansiedad.
A veces asistimos al triste y muy continuo espectáculo de los famélicos niños indígenas deambulando sin parar por las zonas céntricas de las más importantes ciudades de La Guajira con sus ojitos inundados por la desesperanza, en búsqueda de un esquivo pedazo de pan que deben mendingarle a los indiferentes comensales de los suntuosos restaurantes en donde la presencia del pequeño e inoportuno visitante suele producir tantas molestias.
Cuando vemos a los pueblos y cabeceras municipales hundidos en el subdesarrollo y en el atraso centenario con el cual conviven como seres silentes, taciturnos y dóciles, como si fuera la única forma de vida posible, mientras los cuantiosos recursos de los cuales fueron dotados por la naturaleza se pierden por el caño perforado de la corrupción administrativa o por la tubería ancha e insaciable de la descomposición moral.
Cuando la calidad lamentable de los servicios públicos condena a los ciudadanos a soportar las enormes incomodidades propias de la limitación y los somete a inmisericordes condiciones, especialmente las empresas que deben proveerlos de agua y energía eléctrica. Cuando se observa la deprimente calidad de éstos servicios como si quienes están suscritos a lo mismo fueran personas de cuarta categoría y no hombres y mujeres decentes cobijados por el mandato constitucional del “estado social de derecho”.
Cuando vemos a los hombres y mujeres de la Guajira sometidos a la esclavitud ignominiosa del sempiterno desempleo o refugiados por cruel obligación en la cueva oscura y aterradora del desempleo sin que se cumplan sus ilusiones de poner sus manos y su inteligencia en una tarea útil para la sociedad, mediante la cual puedan, además, obtener un ingreso digno con el cual puedan cumplir la obligación sagrada de sostener a sus familias.
Cuando nos enteramos de los datos escalofriantes de la terrible inseguridad que nos rodea y de sus espantosas consecuencias, representadas en horrendos homicidios, espeluznantes masacres, impresionantes atentados contra la propiedad privada y la integridad física de los inermes habitantes de ciudades protegidas únicamente por delicada presencia del Ángel de la Guarda y abandonados a su suerte por las autoridades quienes, ocupados seguramente en asuntos más importantes, han desistido de cumplir con su deber más elemental de cuidar la vida, honra y bienes de sus compatriotas.
Cuando miramos a un lado y otro y nos encontramos de frente con un panorama difícil, intrincado y difícil de abordar, se nos ocurre que es el momento de reaccionar, abandonar el letargo centenario y emprender con decisión las actividades que puedan conducir a un cambio verdadero y urgente.
El desarrollo de las comunidades no puede seguir huérfano como ha estado: huérfano de dolientes, amigos inclinados a impulsarlo, de misioneros del progreso convencidos de que su aporte es valioso, indispensable e inaplazable.
Porque esa orfandad dañina y perturbadora debe llegar a su fin es necesario que la escuela, el sistema educativo y la sociedad, se dedique de manera seria a formar una nueva generación de líderes para quienes la transparencia, el desprendimiento y la generosidad sean parte de su estilo de vida. Se necesitan líderes renovados, serios, con temor de Dios, con pudor a toda prueba. Hombres y mujeres que no se compran ni se vendad, aunque tiemble la tierra y se desplomen los cielos. La sociedad los necesita con prontitud y Dios los busca con ansiedad.
sábado, 2 de mayo de 2009
Un nuevo liderazgo para los nuevos tiempos
Por Alejandro Rutto Martínez
En sus relaciones con la sociedad el hombre desea alcanzar sus objetivos y lucha por los mismos.
De igual forma las comunidades, los grupos, tienen unos propósitos por los cuales luchar, para obtener sus ideales, para ver materializados sus deseos de bienestar.
Es precisamente en este momento, cuando se requiere el logro de unos ideales. Cuando se hace necesario que alguien guíe a los demás en el desarrollo de las actividades que habrán de conducir a la consecución de los fines propuestos.
Es el instante en que surge la necesidad de que haya un guía con suficiente ascendencia sobre sus seguidores para orientarlos y llevarlos hasta la meta deseada.
El pueblo judío vivió cientos de años sometidos a la esclavitud en Egipto hasta cuando decidió iniciar su camino hacia la libertad siguiendo a su libertador, a su guía espiritual, a su líder en la prolongada y tortuosa campaña que habría de llevarlos a la libertad a la tierra prometida.
En la América Hispana cinco naciones confiaron en la determinación, el arrojo y el pensamiento visionario de sus líderes para seguirlos en la cruzada por la libertad de todo el nuevo continente.
El líder es la persona que está en el lugar indicado en el momento propicio para guiar a los seguidores hacia sus más enraizados propósitos en la vida.
El líder es, como se ha definido, una persona de conciencia despierta que despierta conciencias dormidas. El líder tiene capacidad y resolución para luchar por sus convicciones.
No tiene inconveniente en renunciar al interés personal a favor del interés colectivo y, muy por encima de todo, a favor de los ideales que defiende.
El líder es una persona común, un miembro más del grupo hasta el momento en que el grupo mismo le da la bendición para que asuma el rol de dirigente.
Entonces, aún siendo una persona corriente, trasciende al realizar actividades y gestiones que no son corrientes.
Un líder, definido como persona guía, luz y ejemplo de los demás, debe estar provisto de unas características por las cuales y con las cuales pueda cumplir su misión. Entre ellas tenemos las siguientes:
Una gran determinación: implica la capacidad de actuar y de asumir las consecuencias. Al líder lo anima un profundo deseo de marchar hacia adelante de manera resuelta e irreversible. Esta característica lleva a la persona a “actuar ahora” para “cosechar en el futuro”.
La determinación lleva al líder a adquirir una gran seguridad en sus actuaciones. Así mismo, la determinación, permite que el líder asuma riesgos que atenten contra su propia seguridad y tranquilidad personal. Gandhi, por su fuerte determinación de libertad a la India, fue encarcelado y golpeado varias veces.
Esto, lejos de mirar sus convicciones, se reafirmó hasta ser más firme e incisiva la lucha, no obstante los riegos que seguía corriendo él y sus más allegados.
En sus relaciones con la sociedad el hombre desea alcanzar sus objetivos y lucha por los mismos.
De igual forma las comunidades, los grupos, tienen unos propósitos por los cuales luchar, para obtener sus ideales, para ver materializados sus deseos de bienestar.
Es precisamente en este momento, cuando se requiere el logro de unos ideales. Cuando se hace necesario que alguien guíe a los demás en el desarrollo de las actividades que habrán de conducir a la consecución de los fines propuestos.
Es el instante en que surge la necesidad de que haya un guía con suficiente ascendencia sobre sus seguidores para orientarlos y llevarlos hasta la meta deseada.
El pueblo judío vivió cientos de años sometidos a la esclavitud en Egipto hasta cuando decidió iniciar su camino hacia la libertad siguiendo a su libertador, a su guía espiritual, a su líder en la prolongada y tortuosa campaña que habría de llevarlos a la libertad a la tierra prometida.
En la América Hispana cinco naciones confiaron en la determinación, el arrojo y el pensamiento visionario de sus líderes para seguirlos en la cruzada por la libertad de todo el nuevo continente.
El líder es la persona que está en el lugar indicado en el momento propicio para guiar a los seguidores hacia sus más enraizados propósitos en la vida.
El líder es, como se ha definido, una persona de conciencia despierta que despierta conciencias dormidas. El líder tiene capacidad y resolución para luchar por sus convicciones.
No tiene inconveniente en renunciar al interés personal a favor del interés colectivo y, muy por encima de todo, a favor de los ideales que defiende.
El líder es una persona común, un miembro más del grupo hasta el momento en que el grupo mismo le da la bendición para que asuma el rol de dirigente.
Entonces, aún siendo una persona corriente, trasciende al realizar actividades y gestiones que no son corrientes.
Un líder, definido como persona guía, luz y ejemplo de los demás, debe estar provisto de unas características por las cuales y con las cuales pueda cumplir su misión. Entre ellas tenemos las siguientes:
Una gran determinación: implica la capacidad de actuar y de asumir las consecuencias. Al líder lo anima un profundo deseo de marchar hacia adelante de manera resuelta e irreversible. Esta característica lleva a la persona a “actuar ahora” para “cosechar en el futuro”.
La determinación lleva al líder a adquirir una gran seguridad en sus actuaciones. Así mismo, la determinación, permite que el líder asuma riesgos que atenten contra su propia seguridad y tranquilidad personal. Gandhi, por su fuerte determinación de libertad a la India, fue encarcelado y golpeado varias veces.
Esto, lejos de mirar sus convicciones, se reafirmó hasta ser más firme e incisiva la lucha, no obstante los riegos que seguía corriendo él y sus más allegados.
lunes, 19 de mayo de 2008
El trabajo en equipo
Por: Maireth Arias, Yuranis Estrada, Deissy Herrera, Licelis Mieles, Anairú Iguarán, Karen Rojas y Arleth Caballero
El trabajo en equipo es coordinar las acciones en busca de un objetivo común de manera equitativa, donde se trabaja con personas con capacidades similares, asumiendo cada uno la responsabilidad que conlleva a un propósito; además de esto se utilizan estrategias y procedimientos, se elaboran reglas, que deben ser respetadas por todos los integrantes del equipo.
Una parte esencial del trabajo en equipo es el liderazgo, es decir, cuando creamos una visión del futuro que tenga en cuenta los intereses de los integrantes del equipo, desarrollando habilidades para acercarse a dicha visión, incentivando a las personas para poner en práctica su destreza a través de un ambiente de trabajo solidario, donde se aproveche el desacuerdo para buscar una mejora en el desempeño.
Teniendo en cuenta el concepto de trabajo en equipo, debemos reconocer que existe una diferencia entre este y grupo de trabajo, ya que cuando hablamos de grupo de trabajo nos referimos a: El grupo de personas que realizan una labor especifica dentro de una organización. Aunque trabajen en la misma dependencia, tengan un mismo dirigente y realicen el mismo trabajo son autónomos, no dependen de la obligación de sus compañeros, cada uno realiza su función y responde individualmente.
Podemos destacar algunas diferencias entre estos:
En el grupo de trabajo sus integrantes tienen habilidades similares y realizan el mismo tipo de trabajo. En el equipo de trabajo cada miembro desarrolla una labor establecida y realiza una parte importante para el logro del objetivo.
En el grupo de trabajo cada persona puede tener una manera particular de desempeñar sus funciones, mientras que en el equipo de trabajo es ineludible la coordinación, lo que exige crear unas pautas comunes de acción.
En el equipo de trabajo es fundamental la coherencia, hay una estrecha colaboración entre sus miembros. Esto no necesariamente se presenta en el grupo de trabajo.
Además de las diferencias que existe entre los dos temas, es necesario conocer las ventajas del trabajo en equipo ya que son de vital importancia, estas nos ayudan a conseguir los objetivos trazados mediante las destrezas y habilidades de los integrantes del equipo de trabajo de manera colectiva, generando motivación y confianza, obteniendo con esto el desarrollo de sus conocimientos y a la vez mejorando la comunicación entre ellos.
Con relación al tema que hemos venido tratando hacemos algunas recomendaciones para que sean tomadas en cuenta al momento de trabajar en equipo; es necesario la responsabilidad de cada uno frente a la función asignada y/o a una situación planteada, coordinar esfuerzo que nos lleven a conseguir resultados favorables, tener en cuenta y respetar las reglas previamente establecidas en el equipo de trabajo, tener claridad de su obligación como miembro del equipo para cumplir a cabalidad y no evadir responsabilidades.
El trabajo en equipo es coordinar las acciones en busca de un objetivo común de manera equitativa, donde se trabaja con personas con capacidades similares, asumiendo cada uno la responsabilidad que conlleva a un propósito; además de esto se utilizan estrategias y procedimientos, se elaboran reglas, que deben ser respetadas por todos los integrantes del equipo.
Una parte esencial del trabajo en equipo es el liderazgo, es decir, cuando creamos una visión del futuro que tenga en cuenta los intereses de los integrantes del equipo, desarrollando habilidades para acercarse a dicha visión, incentivando a las personas para poner en práctica su destreza a través de un ambiente de trabajo solidario, donde se aproveche el desacuerdo para buscar una mejora en el desempeño.
Teniendo en cuenta el concepto de trabajo en equipo, debemos reconocer que existe una diferencia entre este y grupo de trabajo, ya que cuando hablamos de grupo de trabajo nos referimos a: El grupo de personas que realizan una labor especifica dentro de una organización. Aunque trabajen en la misma dependencia, tengan un mismo dirigente y realicen el mismo trabajo son autónomos, no dependen de la obligación de sus compañeros, cada uno realiza su función y responde individualmente.
Podemos destacar algunas diferencias entre estos:
En el grupo de trabajo sus integrantes tienen habilidades similares y realizan el mismo tipo de trabajo. En el equipo de trabajo cada miembro desarrolla una labor establecida y realiza una parte importante para el logro del objetivo.
En el grupo de trabajo cada persona puede tener una manera particular de desempeñar sus funciones, mientras que en el equipo de trabajo es ineludible la coordinación, lo que exige crear unas pautas comunes de acción.
En el equipo de trabajo es fundamental la coherencia, hay una estrecha colaboración entre sus miembros. Esto no necesariamente se presenta en el grupo de trabajo.
Además de las diferencias que existe entre los dos temas, es necesario conocer las ventajas del trabajo en equipo ya que son de vital importancia, estas nos ayudan a conseguir los objetivos trazados mediante las destrezas y habilidades de los integrantes del equipo de trabajo de manera colectiva, generando motivación y confianza, obteniendo con esto el desarrollo de sus conocimientos y a la vez mejorando la comunicación entre ellos.
Con relación al tema que hemos venido tratando hacemos algunas recomendaciones para que sean tomadas en cuenta al momento de trabajar en equipo; es necesario la responsabilidad de cada uno frente a la función asignada y/o a una situación planteada, coordinar esfuerzo que nos lleven a conseguir resultados favorables, tener en cuenta y respetar las reglas previamente establecidas en el equipo de trabajo, tener claridad de su obligación como miembro del equipo para cumplir a cabalidad y no evadir responsabilidades.
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