Por Nuria Barbosa León,
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
El mundo vive hoy atemorizado por una enfermedad letal nombrada Influenza A H1N1, alimentada por los monopolios de los medicamentos y sugestionada por los medios de comunicación. Se le clasifica como una pandemia y se le trata como a un monstruo difícil de controlar.
Es noticia la cantidad de muertos, también las medidas de prevención para evitar el contagio y se difunde la adquisión de la medicina para la cura,--inalcanzable para enfermos del tercer mundo con otras patologías crónicas y curables como son: la pobreza, el hambre, el analfabetismo, el desempleo, la exclusión social, la violencia y la delincuencia.
Las enfermedades curables en los países subdesarrollados no son noticias y sin embargo son la causa de un genocidio silencioso con la complicidad de los gobiernos capitalistas; ejemplo, África occidental se enfrenta desde hace meses a uno de los peores brotes de meningitis de su historia, con 1.900 muertos y más de 56.000 casos declarados.
Si tomamos en cuenta que el dengue, el SIDA y el cáncer tuvieron un alto grado de incidencia en los últimos años, cabe la pregunta: ¿Son curables las enfermedades? La respuesta está dada en el grado de voluntad política de cada uno de los gobiernos.
Tenemos que para el dengue, enfermedad transmitida por el vector aedes aegypti y con incidencia en Centro y Sur América, no han sido suficientes las políticas gubernamentales para exterminar la enfermedad. Tomemos el caso de Argentina, donde las autoridades sanitarias reportaron más de 12 mil pacientes en el verano último, y el sitio web de Telam publicó el 16 de abril del 2009 que el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich nombró un plan sistemático para el control epidemiológico pero no fue posible votar en el senado a un proyecto que declaraba la emergencia sanitaria y alerta epidemiológico en las zonas más afectadas.
Cuba padeció de la epidemia y se tomaron todas las medidas para contrarrestar la enfermedad: se compraron recursos como motomochilas y sustancias químicas para la fumigación; se armaron en todo el país destacamentos de movilizados en apoyo a la campaña; se tocaron todas las puertas residenciales y centros laborales para encontrar focos; se le dio tratamiento antivectorial a las aguas potables; se revisaron y controlaron todos los posibles lugares de infestación; se aislaron a los enfermos sin límites de cama para la estadías en los hospitales, con alimentación reforzada y medicamentos garantizados.
A su vez en los medios de comunicación se explicó con lujos de detalles la manera de prevenir la enfermedad y en los barrios se provocaban encuentros con el médico de la familia para educar a la población en el conocimiento de la prevención y cura de la dolencia. Aún se transmite por la televisión el programa "Sin tregua" para orientar acerca de la lucha contra el aedes aegypti.
Al unísono se activaron todos los centros de investigación para encontrar tratamiento preventivo y de control de la enfermedad. No faltaron los encuentros entre académicos y las jornadas científicas, con respaldo bibliográfico de todo el mundo.
En cuanto al control y prevención del SIDA, en Cuba, la educación se hace desde todos los medios de comunicación posible, no sólo contribuye en ello la prensa radial y televisiva sino también el uso de la persuasión a través de los "carritos por la vida"; las líneas confidenciales de ayuda; los centros comunitarios de la salud; el médico de la familia y todas las instituciones con responsabilidad social en la calidad de vida de la población.
A la persona enferma se le incorpora a la sociedad velando porque no haya discriminación en el acceso al empleo y en la participación social dentro de la comunidad. Se pone al alcance de todos los pacientes portadores del VIH los medios diagnósticos, los exámenes clínicos, las medicinas antirretrovirales, la alimentación reforzada, la consulta especializada; y hasta en los casos de desventaja social se le entregan equipos electrodomésticos y se le mejoran las condiciones de vida en su vivienda.
Para el tratamiento del cáncer, no sólo se dispone de los recursos antes mencionados y de las medidas terapéuticas tradicionales que incluyen la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia sino que existe todo un programa de salud que incluyen las investigaciones científicas en centros académicos especializados con resultados satisfactorios en la cura del algunas patologías cancerígenas con el veneno del escorpión, la utilización de rayos láser, las vacunas contra la enfermedad como el Anticuerpo Monoclonal Humanizado hR3, y el Prevenox (D003), fármacos de origen natural.
Los cubanos tienen a su disposición todos los mecanismos para combatir tales enfermedades, voluntad política existe para que los padecimientos humanos no se conviertan en sufrimientos económicos y mercantiles, la salud debe ser cuidada no sólo a nivel individual sino que debe garantizarse por el estado.
Salud al alcance de todos, sinónimo de justicia social.
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
El mundo vive hoy atemorizado por una enfermedad letal nombrada Influenza A H1N1, alimentada por los monopolios de los medicamentos y sugestionada por los medios de comunicación. Se le clasifica como una pandemia y se le trata como a un monstruo difícil de controlar.
Es noticia la cantidad de muertos, también las medidas de prevención para evitar el contagio y se difunde la adquisión de la medicina para la cura,--inalcanzable para enfermos del tercer mundo con otras patologías crónicas y curables como son: la pobreza, el hambre, el analfabetismo, el desempleo, la exclusión social, la violencia y la delincuencia.
Las enfermedades curables en los países subdesarrollados no son noticias y sin embargo son la causa de un genocidio silencioso con la complicidad de los gobiernos capitalistas; ejemplo, África occidental se enfrenta desde hace meses a uno de los peores brotes de meningitis de su historia, con 1.900 muertos y más de 56.000 casos declarados.
Si tomamos en cuenta que el dengue, el SIDA y el cáncer tuvieron un alto grado de incidencia en los últimos años, cabe la pregunta: ¿Son curables las enfermedades? La respuesta está dada en el grado de voluntad política de cada uno de los gobiernos.
Tenemos que para el dengue, enfermedad transmitida por el vector aedes aegypti y con incidencia en Centro y Sur América, no han sido suficientes las políticas gubernamentales para exterminar la enfermedad. Tomemos el caso de Argentina, donde las autoridades sanitarias reportaron más de 12 mil pacientes en el verano último, y el sitio web de Telam publicó el 16 de abril del 2009 que el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich nombró un plan sistemático para el control epidemiológico pero no fue posible votar en el senado a un proyecto que declaraba la emergencia sanitaria y alerta epidemiológico en las zonas más afectadas.
Cuba padeció de la epidemia y se tomaron todas las medidas para contrarrestar la enfermedad: se compraron recursos como motomochilas y sustancias químicas para la fumigación; se armaron en todo el país destacamentos de movilizados en apoyo a la campaña; se tocaron todas las puertas residenciales y centros laborales para encontrar focos; se le dio tratamiento antivectorial a las aguas potables; se revisaron y controlaron todos los posibles lugares de infestación; se aislaron a los enfermos sin límites de cama para la estadías en los hospitales, con alimentación reforzada y medicamentos garantizados.
A su vez en los medios de comunicación se explicó con lujos de detalles la manera de prevenir la enfermedad y en los barrios se provocaban encuentros con el médico de la familia para educar a la población en el conocimiento de la prevención y cura de la dolencia. Aún se transmite por la televisión el programa "Sin tregua" para orientar acerca de la lucha contra el aedes aegypti.
Al unísono se activaron todos los centros de investigación para encontrar tratamiento preventivo y de control de la enfermedad. No faltaron los encuentros entre académicos y las jornadas científicas, con respaldo bibliográfico de todo el mundo.
En cuanto al control y prevención del SIDA, en Cuba, la educación se hace desde todos los medios de comunicación posible, no sólo contribuye en ello la prensa radial y televisiva sino también el uso de la persuasión a través de los "carritos por la vida"; las líneas confidenciales de ayuda; los centros comunitarios de la salud; el médico de la familia y todas las instituciones con responsabilidad social en la calidad de vida de la población.
A la persona enferma se le incorpora a la sociedad velando porque no haya discriminación en el acceso al empleo y en la participación social dentro de la comunidad. Se pone al alcance de todos los pacientes portadores del VIH los medios diagnósticos, los exámenes clínicos, las medicinas antirretrovirales, la alimentación reforzada, la consulta especializada; y hasta en los casos de desventaja social se le entregan equipos electrodomésticos y se le mejoran las condiciones de vida en su vivienda.
Para el tratamiento del cáncer, no sólo se dispone de los recursos antes mencionados y de las medidas terapéuticas tradicionales que incluyen la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia sino que existe todo un programa de salud que incluyen las investigaciones científicas en centros académicos especializados con resultados satisfactorios en la cura del algunas patologías cancerígenas con el veneno del escorpión, la utilización de rayos láser, las vacunas contra la enfermedad como el Anticuerpo Monoclonal Humanizado hR3, y el Prevenox (D003), fármacos de origen natural.
Los cubanos tienen a su disposición todos los mecanismos para combatir tales enfermedades, voluntad política existe para que los padecimientos humanos no se conviertan en sufrimientos económicos y mercantiles, la salud debe ser cuidada no sólo a nivel individual sino que debe garantizarse por el estado.
Salud al alcance de todos, sinónimo de justicia social.