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martes, 13 de julio de 2010

Anécdota

Por Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

Las milicias fueron la primera escuela cuando triunfa la Revolución cubana en 1959. El aire contaminó el espíritu en fuerza de cambio y necesidad de protagonismo. Hubo sentido de deuda con los guerrilleros de la Sierra Maestra y todo aporte resultaba poco para entregar.

Las movilizaciones se activaron por los encendidos discursos de Fidel en la televisión, los rápidos sucesos de amenaza por parte de Estados Unidos y la aspiración de materializar una utopía.
Los incorporados al proyecto revolucionario sufrieron los males del capitalismo en sus arterias y las compañías milicianas se integraron por trabajadores angustiados por el desempleo, la miseria y la incertidumbre hacia el futuro.

El, voluntariamente, me moviliza en el año 60 en la escuela de zapadores dirigida por Antonio Nuñez Jímenez, ubicada cercana a la autopista Monumental de la capital.

Encontró en sus compañeros una juventud desorientada y sin calificación, ardientes en los debates políticos, capaz de construir una trinchera entre cantos y chistes, cansada por las jornadas de preparación militar, alejada de la familia y posponiendo su futuro profesional por el deber colectivo.

Habilidades tomadas al vuelo, los inician en la manipulación de una compleja pieza antiaérea, camuflajeadas en la vegetación, apostadas en azoteas y terrenos yermos apuntando hacia el norte.

Estuvo de guardia el 16 de abril de 1961 donde los estallidos de bombas lo desvelan en una madrugada primaveral. A las seis de la mañana una llamarada se alza en el horizonte. El alba despunta entre el fuego y las sirenas de los bomberos.

Luego, la noticia: los principales aeropuertos de la ciudad fueron incendiados. Preludio de Playa Girón, continuado con la Declaración del carácter socialista de la Revolución en el entierro de las víctimas y con el desembarco el día 17.

Su gran lamento: “Yo lo vi, vino en vuelo rasante, tenía la identificación de un avión cubano y estaba pintado de verde olivo, incluso puedo asegurar que venían tres tripulantes en él, nos confundió a todos y por eso la orden de ataque, no fue dada”.

Vive con la angustia de no tomar la decisión de insubordinación. De haber disparado su pieza, su país sumaría a la lista de los vivos los mártires sepultados.
Por ese motivo su entrega a la utopía es más apasionada.

viernes, 11 de junio de 2010

Trágico suceso

Por Nuria Barbosa León

La muerte duele, cuando el sabotaje mella. Fue el 4 de marzo de 1960. Cuba se describe a sí misma como entusiasmo, consignas, tareas, movilizaciones y futuro.

Las fuerzas de apoyo: excluidos por un siglo de dependencia y neocolonia; las víctimas del desempleo, el analfabetismo y la insalubridad; los descendientes de mambises; los seguidores de Fidel.

La contrarrevolución: los pocos beneficiados con el capitalismo; dueños de crímenes y torturas; soñadores del egoísmo por la propiedad y temerosos del cambio. Ellos fueron los aliados incondicionales del imperio para agresiones de todo tipo.

Estuve allí, fui el miliciano de guardia en los almacenes del puerto. La rutina del día fue interrumpida por la explosión a las tres de la tarde. Corrimos al lugar y la palabra es: ¡Horror!

Momentos antes, zarpó el barco francés La Coubre. Pocos conocían de su carga en las bodegas: pertrechos militares procedentes de Bélgica, importantes para la defensa del país. El estallido creó un hongo negro visto desde cualquier punto de la capital.

Al unísono, todo se convirtió en personas corriendo, alarmas de ambulancia, sirenas de bomberos y policía. Tráfico obstaculizado. Humanos y objetos desbaratados: sangre por doquier, sesos en el piso, cadáveres sin cabeza, piernas sueltas con el zapato puesto, cráneos deformados con los ojos botados, mandíbulas con sus dientes, huesos sin carne, cuerpos achicharrados, cosas consumidas por el calor.

Los gemidos se apoderan del coraje para no perder un segundo y enfrentar la situación. Inmediatamente todo fue auxilio.

Yo cargué a un desconocido en mi espalda y en una carrera apresurada lo saco hasta la línea del ferrocarril, cerca de la estación central para montarlo en un auto.

Es cuando veo al gigante de verdeolivo, con su barba tupida y caminando de prisa como si fuera a encarar al enemigo. Sólo podía ser él: Fidel.

Lo vi, por fracciones de segundo, un nuevo estallido nos lanzó suelo. La reacción no pudo ser otra: la bravura no dejaba espacio a las cavilaciones. Si él estaba allí, la orden se dio. Y aunque los metales de la segunda bomba se convirtieron en fina llovizna, el miedo se disipó y la solidaridad apareció.

Yo imagino aquel hecho como la guerra que se libró meses antes en la Sierra Maestra porque en pocos minutos aparecieron todos los dirigentes. Fue la primera vez que estuve al lado del Che y de Raúl, sin mencionar a los no conocidos que brindaron su hombro para cargar heridos.

Convencido quedé en aquel momento y seguro estoy ahora, que la Revolución no se destruye con bombas, todo lo contrario, se fortalece con valor.

lunes, 15 de febrero de 2010

La Ceiba

Por: Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

Recuerdo la llegada de la maestra Lucy al cacerío del Cuartón del Almendrón, en la municipalidad del Uvero en la Sierra Maestra. Era septiembre del año 1960 y se corría el rumor de la inauguración de una escuela en ese lugar donde sólo transitaban las mulas de arreos cargadas de café.

Los muchachos hicimos círculo alborotando alrededor de ella. Nos imaginamos a una señora blanca, vestida de traje con zapatos de tacón, y llegó una muchacha delgada, mestiza, con pantalón verdeolivo y camisa gris, arrastrando unas pesadas botas enfangadas y con una mochila al hombro donde guardaba su hamaca y todos los enseres para alimentarse.

Aquella joven tendría la edad del mayor de nuestra pandilla, en un momento hizo la historia que procedía de Santiago de Cuba y que subió al Pico Turquino para graduarse como maestra voluntaria en el Primer Contingente de jóvenes que acudieron al llamado de Fidel para enseñar a los campesinos.

Nos llenó de orgullo saber que desafió a su padre cuando llenó la planilla de disposición y luego pasó penurias en el campamento La Magdalena, en la sierra bautizada como Minas del Frío porque no se saciaban los temblores del cuerpo producido por la humedad y el frío.

Contó de las largas caminatas, las comidas mal elaboradas, las anécdotas de no ser el hazme reír con la lentitud al caminar o el bautizo de “perder la moral” por las caídas de fondillo en los suelos fangosos y resbaladizos.

En breves palabras, dijo cómo aguantó las lágrimas en las mejillas para no regresar a su casa porque la movía la férrea voluntad de no ser un “rajaó”.
Lucy miró a los muchachos, preguntó los nombres y aseguró, -Mañana, todos temprano para iniciar las clases.- Alguien preguntó: ¿dónde? Ella ubicó la mata de ceiba y nos dijo: “Allí”.

En el primer día de clases, se cantó el Himno Nacional, se izó la bandera cubana, se habló de Martí y de la Revolución. En la jornada Lucy nos pidió que hiciéramos actividad productiva para reunir algunas piedras que sirvieran de asiento. También se consiguió pencas de mata de coco como pizarra, nos entregó un cuaderno a cada uno con un lápiz y nos enseño a coser libretas confeccionadas de papel cartucho.

Así mismo reunió a los adultos y les pidió construir la escuela y en breves días fue hecha con cuatro horcones de madera, techo de yagua y madera de palma. A ellos les enseñó las letras y los números, pero también a confeccionar zapatos de telas porque no quería alumnos descalzos en su clase.

Cuando la escuela estuvo terminada, vino otro joven dirigente a visitarnos, entonces se nos ocurrió la idea del nombre. Se propuso La Esperanza, La Luz, e incluso La Ceiba por el lugar donde se iniciaron las clases
Pero Lucy fue certera y se hizo un gran silencio de aprobación cuando llamó a nuestra primera escuela “Ejército Rebelde”.

martes, 20 de octubre de 2009

Larga juventud

Por: Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

José Martí, nuestro prócer independentista, llamó a los ancianos patriarcas de la humanidad y su definición no estuvo errada, porque cuando se superan los 60 años de vida hay toda una historia para contar y muchas experiencias por transmitir.

En Cuba, la población que supera las seis décadas suman los dos millones de habitantes lo que representa el 17 por ciento del total y se estima que para el año 2030 se alcance el 29 por ciento, ello significa la garantía de una calidad de vida superior donde se conjugue, sanidad, cultura, educación y socialización.

miércoles, 3 de junio de 2009

La ventana

Por Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba
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Santiago de Cuba, ciudad rodeada de montañas y con calles inclinadas. Lugar donde el sol duele en la espalda y no se diferencia el verano del invierno.
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Es fin de año y los olores se confunden con el macho asado (cerdo) y la yuca con mojo. Ahí está la calle Zamorana, que se inicia o termina junto a la Sierra Maestra y que su color bien pudiera ser verde. Las casas, como todas las de la ciudad, tienen la arquitectura típica de los países caribeños, con una planta única o dos pisos. Quizás los techos varían porque los hay de tejas de dos aguas y de placa cementada.
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Y allí está la ventana. Ese marco, donde una niña, de siete años, divisa a los barbudos caminando con sus ropas raídas y sus fusiles en la espalda, protegidos con el collar de la Santa Ana, agotados por las caminatas, con el hambre escondida en sus costillas pero con la sonrisa del triunfo.
Una niña, parada hoy, 50 años después, con los recuerdos latiendo. Comprende, entonces por qué los vecinos visitaron a la familia Marañón, quienes perdieron a cuatro de sus hijos junto al Ejército Rebelde, y celebraron con júbilo aquella victoria lograda el 1ro de enero.
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Su casa en la calle Zamorana no se abrió en 1959. Ella, hija de un sargento del ejército de Batista caído en combate, no pudo mezclar su deseo de saber el significado de la palabra Revolución y mucho menos mencionar el nombre Fidel Castro. }
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Sólo escuchó el rumor de los vítores y suspiró por un futuro desconocido.A esa ventana llegaron los jóvenes alfabetizadores con los textos y las proclamas. Luego, su madre hizo el mismo relato: cómo trabajaba en condiciones infrahumanas en el taller de costura sin derecho a vacaciones o licencia de maternidad.
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Allí parió a sus hijos y con la leche desbordándose de sus pechos se iba a la fábrica para no perder el trabajo y su pequeño quedaba al cuidado de la hija mayor, de sólo 13 años, que a su vez lavaba y planchaba por unos centavos a los vecinos del barrio.
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Esa casa despidió a los hijos que marcharon a una beca otorgada por el gobierno y se hicieron médicos, licenciados y veterinarios, y fueron a vivir a La Habana y otros lugares. También fue la cobija para el enfermo y el sitio ideal para celebrar bodas y recibir a los recién nacidos.
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El lugar, fue el motivo de reunió para festejar la llegada de un año nuevo ó los sucesos acaecidos en el ámbito doméstico. Las paredes dan su testimonio de los debates políticos, esos que comparan el presente con el pasado e indican cómo asumir el futuro.
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A la ventana, testigo del antes y el después, se le debe cambiar el marco porque la madera no tiene color y el comején la ha llenado de hendidura. Ya no ofrece seguridad a la casa porque puede ser derribada de sólo tocarla. Pero cambiarla significa perder la historia. Cincuenta años han transcurrido y hoy, una mujer adulta, decidirá el cambio.

sábado, 16 de mayo de 2009

Culto al hombre del campo

Por: Nuria Barbosa León
Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

Campesino del monte y la montaña; del huerto y la granja; de la caña, el tabaco y el café; de las abejas, las aves, los cerdos y el ganado. Tu, espíritu del sudor, que sonríes y canta para aliviar el dolor del sol.

Eres sombrero, ropas coloradas, manos rudas, andar ligero, sudor perenne y dialecto incorporado. Te caracteriza la humildad, la solidaridad, la entrega a la colectividad y el ansia por el trabajo.

Tu, que amaneces con la motivación de ver germinar la semilla y te duermes pensando en lo que falta por hacer para incrementar las cantidades.

Hombre de campo que hace zafra con cada ciclo de cultivos, que adivinas los temporales, la seca o el mal tiempo y que identificas los sonidos y lenguajes de los animales para pronosticar el clima.
Vives junto a la tierra y los animales. No puedes desprenderte de tus herramientas de labranza y como joyas las muestra en tu cintura u otra parte del cuerpo.

Sabes que tienes garantizado en Cuba, el mercado para tu cosecha, la educación para tus hijos y la salud para tu familia. Por ser cubano defiendes el suelo y el cielo para dejarlo en herencia a tus hijos, te incorporas al proceso revolucionario y junta tu voz con la de obreros y estudiantes en un clamor por la patria y la soberanía.

Guajiro que amas y construye, toma en este día mi canto e improvisa una décima irradiando luz al porvenir. Entrega amor a tu trabajo y haz de cada jornada una victoria para conquistar el futuro.

miércoles, 29 de abril de 2009

Los contornos del amor

Nuria Barbosa León, periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba

Hablar de amor es pensar en el consejo del amigo, en el desvelo de la madre, en las palabras sabias de un padre, en la ternura de la abuela, en el cariño fraterno de un hermano, en el saludo del vecino.
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Es recordar el secreto infantil de un amiguito a quien se le privó de las palabras: “¡Te amo!” pero que fue el motivo para una carta, un poema o un suspiro.

Es la admiración de los adolescentes hacia un artista, deportista o personalidad pública conjugada con la exploración corporal y las inquietudes hacia el deber ser y la duda.
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Amor en la juventud es añorar el físico apetecible sin importar prejuicios y ubicar en un cosmos a alguien capaz de hacernos reír y sufrir al mismo tiempo.

En la adultez, ese sentimiento, se convierte en el andar diario, en el compartir con la familia, en reconocer una igualdad mágica entre el cariño y el disgusto. Es incluso, romper, cuando no hay correspondencia entre lo deseado y lo sentido, pero mantener latente algo ardiente dentro de sí.
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El amor adopta su máscara en la compañía, la comunicación, la fraternidad y la rutina cuando las canas aparecen, los pies se arrastran y el vientre se hincha.
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Somos incapaces de determinar cuándo se inicia ó como termina, pero es imposible vivir sin su efecto, porque el amor es invisible pero se palpa, se saborea, se olfatea, se mira, se escucha y se padece.
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Emprender la vida sin amor es no estar vivo. Vivir sólo por la búsqueda del amor es enclaustrarse. NO imponer pasión a nuestro entorno es despreciar la magia de la maravilla.
Entonces: ame y sea feliz.

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