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martes, 5 de julio de 2022

Mi hermano y yo

Sentidas palabras de Amylkar Acosta Medina en recuerdo de su hermano Álvaro León, quien partió recientemente hacia la eternidad

Profundamente tristes, acongojados y consternados nos sentimos con la temprana partida de Alvaro León, mi hermano mayor, a consecuencia de las secuelas que le dejó el COVID 19, que ha diezmado nuestra familia, cobró, además de la vida de él la de dos primos, Edgar Martín y José Vicente Acosta, una prima, Melis Daza y mi hermana Cecilia, la tejedora de sueños, cuyo primer aniversario se cumple justamente este miércoles 6 de julio.

Nos embarga un sentimiento de tristeza inenarrable, que se mezcla con la perplejidad, la confusión y la impotencia, pues nada podemos hacer ante los designios de Dios, que son inescrutables e insondables, frente a los cuales sólo cabe la resignación cristiana, que es la que nos da fuerza para hacer más llevadera la pena.

Perder un hermano significa, nada menos ni nada más, que perder a quien compartió con uno toda una vida, por que venimos al mundo engendrados por los mismos padres, corre por nuestras venas la misma sangre y con quien, como dice el verso de la canción de Emilianito Zuleta Mi hermano y yo “he batallado para poder vivir” y a ratos sobrevivir en medio de nuestras precariedades como punto de partida de nuestros ya largos años.

Él vino al mundo primero que yo y que mis demás hermanos, razón por la cual era la cabeza visible de todos nosotros. Con la pérdida de nuestro hermano sentimos un enorme vacío, quedamos disminuidos, incompletos y nos va a hacer mucha falta seguir nuestro periplo vital sin contar con él, como siempre contamos. La desazón y el desasosiego que nos causa es indescriptible, porque las palabras se nos quedan cortas para interpretar fielmente esa procesión luctuosa que va por dentro de todos nosotros.

Por fortuna, como lo repite a menudo el Papa Francisco, la muerte 2 no tiene la última palabra. Como creyentes que somos, estamos convencidos que Álvaro no ha muerto para siempre y menos para nosotros, porque sólo muere quien se olvida y a él nunca lo olvidaremos, lo llevaremos siempre en nuestros corazones. Desde que se declaró la pandemia del COVID 19 hasta la fecha me dí a la tarea de escribir notas sentidas con ocasión del fallecimiento de amigos, parientes y relacionados y han sido tantas que ya las tengo compendiadas en un COVITUARIO que próximamente verá la luz.

Lo paradójico de la vida, que tiene sus paradojas, es que ahora que muere mi hermano mayor, que es como morirse parte de uno, el mismo grado de conturbación que me abate hace que me escaseen las palabras para que ellas digan todo lo que abunda en mi corazón herido. Le expresamos nuestros agradecimientos a todos aquellos que por un medio u otro nos han manifestado sus sentidas condolencias. Las apreciamos mucho. ¡Paz en su tumba! Bogotá, julio 4 de 2022

www.amylkaracosta.net


lunes, 2 de mayo de 2016

Temas del día, no termines tu jornada sin leerlos







miércoles, 6 de enero de 2016

¡POR FIN!

 Amylkar D. Acosta M1 

"El multilateralismo puede ser difícil a veces, pero funciona" Desirée García, Comisaria de la UE Uno de los temas más sensibles y espinosos en las negociaciones de acuerdos y tratados comerciales entre los países en desarrollo y los países industrializados ha sido el de los subsidios y subvenciones a la producción y a las exportaciones de productos agrícolas y pecuarios, fundamentales para la seguridad alimentaria, por parte de estos últimos. Estos han venido causando distorsiones en la formación de los precios de los mismos en los mercados internacionales, dando lugar a prácticas tan nocivas como el dumping y la competencia desleal, que hacen de los mercados internacionales un cancha desnivelada en donde a los productores del campo de los países en desarrollo les toca competir en condiciones muy desventajosas. 

Como lo ha sostenido el Secretario General de la OCDE Ángel Gurría, “los subsidios a las exportaciones agrícolas contribuyen a dañar la capacidad y la estabilidad social del medio rural en muchos países en desarrollo”. Los subsidios y ayudas agrícolas han llegado a representar cerca del 50% del ingreso total de los productores agrícolas en los países industrializados, dándose casos tan aberrantes como el del arroz que superan el 80%. Dicho de otra manera, por cada dólar de ingreso de los agricultores US $0.50 corresponden a los subsidios, ayudas y transferencias recibidas de manos del Estado, sin las cuales no serían competitivos en los mercados internacionales. Ello ha dado al traste con la producción agropecuaria en los países en desarrollo; el caso de Colombia es patético, después de importar 700 mil toneladas de alimentos en 1990, el 10% del consumo interno, hoy las importaciones son del orden de las 10´300.000 toneladas, el 27.5% según la SAC y más de 800 mil hectáreas se han dejado de cultivar. 

Y después de representar el 24% del PIB en 1990, el marchitamiento del sector agropecuario lo ha reducido a una participación de sólo el 6.7% y su crecimiento a lo largo de esta última década ha estado por debajo del 50% del crecimiento promedio de la economía2 . Desde la Ronda de Uruguay, que se tomó siete años y medio concluyendo en abril de 1994, pasando por la saboteada y frustrada Cumbre de la Organización Nacional de Comercio (OMC) en Seattle en 1999 hasta llegar a la de Doha en Qatar en 2001 tuvo lugar un pulso entre los países desarrollados, encabezados por EEUU y los países en desarrollo, liderados por Brasil en torno a los subsidios y a los aranceles agropecuarios. Mientras los primeros presionaban por el desmonte de los aranceles y las salvaguardas a las importaciones de productos agropecuarios, los otros les reclamaban la supresión de los subsidios, las ayudas y subvenciones a los mismos. 

La Cumbre de la OMC, que agrupa a 160 países, en Cancún en 2003 terminó en un rotundo fracaso por la tozudez e intransigencia de EEUU y la Unión Europea (UE), obstinándose en mantener los subsidios y subvenciones, enfrentándose a un sólido bloque integrado por 22 países en desarrollo (G-22), del cual hacía parte Colombia pero terminó desertando por presiones por parte de EEUU3 . De esta manera se frustró la Ronda de Doha para el Desarrollo, que propendía por las “reducciones de todas las formas de subvención a las exportaciones, con miras a su remoción progresiva y reducciones sustanciales de las ayudas internas causantes de distorsión del comercio”. 

En Doha los ministros de los países que hacen parte de la OMC habían acordado como principio fundamental de las negociaciones de dicha Ronda el Todo único, que significa que nada está acordado hasta que todo esté acordado y los subsidios se convirtieron en la piedra en el zapato que impidió avanzar hacia un consenso entre las partes. Según las palabras del ex presidente Alvaro Uribe, pronunciadas en Cartagena al instalar las negociaciones del TLC con EEUU, “en nuestro medio la fortaleza del sector agropecuario es la garantía de la destrucción definitiva de las drogas ilícitas”. No obstante, según el Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) Rafael Mejía “el sector del campo fue el gran damnificado” en dichas negociaciones, debido a que mientras EEUU se rehusó a aceptar que el desmonte de los subsidios hiciera parte de las mismas Colombia aceptó renunciar a las salvaguardas al sector agropecuario, particularmente al Sistema Andino de Franjas de Precios (SAFP). 

El último intento que se había hecho para salvar la Ronda de Doha fue en Ginebra en julio 2008, mediante una reunión consultiva en la que se dieron cita 35 delegaciones de países industrializados y en desarrollo, después de 7 años de empantanamiento de las negociaciones que comenzaron en noviembre de 2001 y se había previsto que concluirían en 2004. Pero terminó en tablas4 . El Director General de la OMC Pascal Lamy no pudo ser más elocuente al anunciarle al mundo, sin rodeos, “no me andaré por las ramas. Esta reunión ha fracasado”. 

Después tuvo lugar la Conferencia Ministerial en la isla de Bali (Indonesia), en donde algo se avanzó en la Ronda de Doha el 7 de diciembre de 2013, pero seguían siendo muy tímidos los términos de la Declaración final, la cual fue acogida y adoptada por el Consejo General de la OMC el 27 de noviembre de 2014 como el “paquete de Bali”. Pero, definitivamente, la X Conferencia Ministerial de la OMC que se realizó en Nairobi (Kenia) entre el 15 y 19 de diciembre se contagió del espíritu de la COP21 que había concluido con todo éxito el 11, cuando todavía sus ecos aún retumbaba en los medios. En efecto, en esta conferencia se acabó con el tabú de los subsidios a las exportaciones agrícolas y pecuarias, que se habían convertido en inamovibles para los países industrializados. 

A través del llamado “paquete de Nairobi” se tomaron decisiones trascendentales, equiparando las regla de comercio que rigen para los bienes agrícolas a las de los industriales, para los cuales los subsidios fueron suprimidos hace 55 años (¡!). Pero la verdad sea dicha, el alto costo fiscal que conlleva el mantenimiento de los subsidios y subvenciones estatales se había convertido hace rato en un pesado fardo difícil de soportar por parte del fisco, más ahora cuando la crisis que se precipitó desde 2008 había abocado tanto a EEUU como a la Unión Europea (UE) a un déficit fiscal sin precedentes. 

Ello hacía cada vez más difícil pasar por el Congreso de EEUU y el Parlamento Europeo tales ayudas para la producción y exportación de bienes agrícolas y pecuarios. A Latinoamérica le viene muy bien en esta coyuntura, le calza como si fuera anillo al dedo, esta decisión, habida cuenta del enorme déficit que acusa su balanza de comercio exterior a consecuencia de la destorcida de los precios de los recursos minero-energéticos de los que depende y se impone la necesidad de diversificar su base productiva y sus exportaciones5 . 

Esta se constituye en una ventana de oportunidad para el sector agropecuario, tan venido a menos por cuenta de una falta de política y por cuenta de la apertura comercial atolondrada que ha dado al traste con el mismo. Además de la completa eliminación de los subsidios a las exportaciones agropecuarias por parte de los países industrializados a partir de 2016, a excepción de un listado reducido de productos agrícolas, también se acordó dar un espaldarazo a las “existencias públicas con fines de seguridad alimentaria”, mecanismo de salvaguarda este que favorece especialmente a los países en vía de desarrollo. 

Esta ha sido, como ya quedó dicho, una de las demandas históricas de los países en desarrollo. Estos por su parte tendrán plazo hasta 2018 para eliminar tales subsidios, en donde los hubiere y tendrán excepciones a su entrada en vigor hasta 2023. Al logro anterior, que ya de por sí es bastante para los países en vía de desarrollo, se vino a sumar otro, el que hace relación a los mecanismos de salvaguardia especial (MSE) que como el SAFP que cedió Colombia en las negociaciones del TLC con EEUU a cambio de nada, permite a los países en desarrollo aplicar aranceles a las importaciones de ciertos productos para compensar o contrarrestar incrementos súbitos y atípicos de las importaciones o por caídas inexplicables de los precios internacionales de los productos importados. 

Queda una asignatura pendiente, la atinente a las ayudas y subvenciones internas que aplican los países industrializados a favor de los agricultores, así como lo referente a un mayor acceso a los mercados de los países industrializados, que hoy se ve restringido por trabas y barreras no arancelarias, amén de la competencia desleal a la que no pocas veces se deben enfrentar las exportaciones del sector agrícola y pecuario tanto a los mercados de EEUU como a los de la UE. Bien dijo el nuevo Director de la OMC Roberto Azevêdo, al finalizar la reunión ministerial, “el acuerdo en temas de agricultura es histórico porque acaba con una de las mayores distorsiones del mercado” y, de paso, le da un gran impulso a la Ronda de Doha. “Hemos conseguido el mejor acuerdo posible”, enfatizó Azevêdo. 

A su turno la Presidenta de la reunión de Nairobi, la keniana Amina Mohammed, se ha alcanzado “un acuerdo muy realista, equilibrado y que ofrece a los países en vía de desarrollo la posibilidad de crecer a un mayor ritmo que hasta ahora…Desde Doha, nunca ha habido una Declaración tan comprehensiva”. Pese a ello, no puede afirmarse que la Ronda de Doha se agotó y así lo advierte la Declaración ministerial de Nairobi al señalar que aquellos asuntos que no alcanzaron a evacuarse en esta ocasión seguirán negociándose si perjuicio de la entrada en vigencia de los acuerdos alcanzados.

 Medellín, 1 de enero de 2016 www.fnd.org.co

domingo, 15 de agosto de 2010

La fiebre del oro

Por: Amylkar D. Acosta M

"Colombia está sentado en una mina de oro”
Christian Samper, Director Museo de Historia Natural Washington

Colombia, además de su gran biodiversidad y multiculturalidad, cuenta con una gran riqueza en minerales. No sería exagerado afirmar que en el territorio colombiano se cuenta con todos los elementos de la tabla periódica. Además de las enormes reservas de carbón y ferroníquel, en los que el país ha logrado un importante posicionamiento en los mercados internacionales como uno de los grandes exportadores, el oro se ha venido perfilando como otro de los renglones transables más promisorios hacia el futuro.

Muy seguramente las reservas probadas de estos minerales es aún modesta en comparación con el potencial que posee el país, habida consideración del escaso conocimiento geológico que se tiene, el cual a duras penas cubre el 51.17 del territorio nacional.

CONOCIMIENTO GEOLÓGICO

Estamos ad portas de un nuevo boom de los productos básicos en el mundo, después de verse afectados por la Gran crisis global, la cual estuvo antecedida de un auge del mercado de los commodities aparejado con un alza inusitada de sus precios. Tal y como lo presagió el FMI, la China y la India lograron desacoplarse de la economía global y a pesar de la profundidad de la crisis sus economías mantuvieron su propio dinamismo.

Es bien sabido que estos dos países se han convertido en verdaderas aspiradoras de materias primas y si a ello se suma la reactivación de la economía global, la demanda por los productos básicos se viene reanimando y los precios de los mismos están en niveles históricos. Los precios del oro particularmente se han elevado significativamente, al pasar súbitamente de los US $400 la onza a US $1.216 al cual se transa actualmente, insuflados además por la gran apuesta de los fondos de inversión por los commodities, que han encontrado en el oro el mejor refugio ante la incertidumbre por el temor de una recaída en lo que han dado en llamar recesión de doble caida.

EL AUGE DE LA MINERÍA
Según Ingeominas, desde 2004 hasta la fecha el gobierno nacional ha entregado directamente o a través de la delegación a los departamentos 1.536 títulos para explorar y explotar yacimientos de oro y hay otros 7.770 en trámite. En concepto de Mario Ballesteros, Director de Ingeominas, “se puede estar hablando de una exploración de sus cuencas entre 5 y 10%, lo que abre gigantescas perspectivas para explorar el territorio y que Colombia se convierta en un productor importante del sector” .

50 nuevas empresas mineras de todo el mundo han llegado al país en los últimos 8 años, atraidas por el potencial que ofrece Colombia y con ellas se viene dando una importante afluencia de Inversión Extranjera Directa (IED) hacia el sector. Según el Banco de la República, en los primeros cuatro meses de 2010 el 86,2% de la IED que llegó al país estuvo dirigida a los sectores de minería e hidrocarburos, con un aumento del 21,7% con respecto al mismo periodo del año anterior, al sumar US$2.645 millones. A la proliferación de explotaciones artesanales, muchas de ellas en la ilegalidad, se vino a sumar el arribo al país de varias empresas multinacionales que ya están incursionando en dicha actividad.

Entre estas últimas se destacan la AngloGold Ashanti que opera La Colosa en Cajamarca, Tolima, la Greystar la mina de Angostura en Santander, la Muriel Mining Corporation con el proyecto Mandé Norte en el Atrato Medio chocó - antioqueño y la Medoro que compró la Frontino Gold Mines que opera en Antioquia por US $200 millones. Se estima que esta febril actividad exploratoria se puede traducir en reservas del orden de las 25 millones de onzas.

Definitivamente, el oro se ha convertido en uno de los principales rubros de exportación y uno de los mayores captadores de IED. La producción y la exportación de oro viene creciendo de manera sostenida, ganando participación en la producción de metales y en los últimos tres años ha mostrado una tendencia aún más marcada de crecimiento. El año pasado hubo un incremento en la producción de alrededor de 39%, según los registros se extrajeron 1.57 millones de onzas de este metal, más de tres veces lo que se registró en el 2006 y las proyecciones apuntan a que se llegue a una producción de 3 millones de onzas en el 2012.


Lo propio podemos decir de las exportaciones. Según el Dane, Sólo en exportaciones de oro, en los primeros cuatro meses de este año, se alcanzaron cifras record de US $600 millones, superando las de café en US $62 millones. Según la DIAN las exportaciones de oro representaron en 2009 el 4.4% del total de las ventas externas y entre enero y abril de este año registraron un aumento de 42.4%.

LA VENTANILLA SINIESTRA

Pero, como no hay dicha completa, el país enfrenta dos fenómenos que se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza para las autoridades. Nos referimos al impacto ambiental de esta actividad por la incontrolable depredación de la minería ilegal, agravada por la falta de control y la laxitud de las normas vigentes y también a las operaciones ilegales de las cuales viene siendo objeto este metal precioso. “Se estima que anualmente entre 50 y 100 toneladas de mercurio (utilizado en la minería del oro) entran a las corrientes acuíferas, produciendo niveles de contaminación que superan 500 veces los niveles aceptados por la OMS, de acuerdo con un estudio realizado por M Veiga, consultor de la ONUDI. Un estudio realizado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano encontró que el bagre rayado tiene un contenido de mercurio que se acerca al límite tolerable de 0.41 microgramos por kilo, muy superior al hallado en la tilapia, en el bocachico, en el pargo rojo y el camarón” .

Como si lo anterior fuera poco, resulta que el tráfico con el oro se convirtió hace rato en un medio expedito para lavar dineros de orígen ilícito y no propiamente con el oro extraido de minas o aluviones en el territorio nacional. La maniobra empieza en Brasil o Panamá, entre otros países, hasta donde llega la red de traficantes a comprar oro, para luego introducirlo al país de contrabando y posteriormente vendérselo al Banco de la República, haciéndolo pasar por producción nacional.

De este modo reciben en rama el pago por el oro que venden al Emisor y de contera este les da un 12% del valor transado de ñapa a título de “devolución” de un IVA que no se ha causado. Remembranzas de las trampas de las exportaciones ficticias de enantes, las cuales eran premiadas con el Certificado de Abono Tributario (CAT), que después devendría en el Certificado de Reintegro Tributario (CERT), que servían de estímulo a las exportaciones. Ahora mismo se trata de establecer qué porcentaje de los 1.57 millones de onzas que Colombia supuestamente produce anualmente provienen de esa minería ficticia.

Es bien sabido que dineros provenientes del narcotráfico se cuela por las rendijas de supuestos negocios legales y títulos mineros, utilizando para ello empresas de fachada para lograr sus vitandos propósitos. Tanto los daños irreversibles que se causan al medio ambiente como el efecto deletéreo en el tejido social y en la frágil institucionalidad de este tráfico fraudulento con el oro a través de una especie de ventanilla siniestra del Banco de la República, conspiran contra las posibilidades de un desarrollo racional, sostenible y transparente de la actividad minera en Colombia.

El fraude que se realiza con el oro ha venido convirtiéndolo imperceptiblemente en combustible del conflicto social y armado que aflige al país, sometido como ha estado a un preocupante proceso de “captura y reconfiguración cooptada”, como lo denomina el pensador Luis Jorge Garay en su ensayo que lleva el mismo nombre.
Bogotá, agosto 13 de 2010
www.amylkaracosta.net

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