viernes, 9 de abril de 2010

Responsabilidad social de los educadores y sus desafíos en las instituciones públicas del Siglo XXI

Por: Eunice Villeros Contreras.
Doctora en Ciencias de la Educación
Universidad Rafael Belloso Chacin

“Aprender es convertir una formación integral en un proyecto de vida, que origine enseñanzas permanente de lo humano existencial; para un ejercicio sociocolectivo, equitativo y solidario, haciendo posible aquello que parece imposible, desde un paradigma tecnoinstitucional.” Eunice Villeros Contreras

Invito a una reflexión que originara debates sobre las implicaciones de la responsabilidad social del docente, enmarcado por reformas históricas en la educación, entre los profesionales de la educación y educadores profesionales en la institución educativa pública de básica secundaria y media en el Municipio de Maicao la Guajira Colombia.

El profesional regulado desde la educación, es valorado socialmente; indudablemente, el género está ligado a las condiciones materiales en que esa actividad se desarrolla; y precisamente, las situaciones objetivas en que el trabajo docente se desarrolla, ha contribuido a la desvalorización social de la profesión e incluso a la autodesvalorizacion de la misma; entre estas, baja remuneración en comparación con otras profesiones del Estado, y principalmente, la falta de reconocimiento de las autoridades educativas hacia el trabajo de los maestros
Entonces, ¿ cómo asumimos los docentes nuestra función?, ¿Nos preparamos de manera de crear conciencia entre nosotros mismos de la importancia de nuestra responsabilidad? ¿Estamos consientes de todo lo que implica nuestro quehacer pedagógico?. Quiero hacer un personal aporte presentando algunas reflexiones teóricas e históricas respecto de las implicaciones sociales de ser docente regulado en la tecnoinstitucionalidad de responsabilidad social.

El docente habla y explica la responsabilidad social; sobre la base de una regulación local, es comenzar el dialogo histórico de los actores de la educación en América Latina, una mirada a las políticas educativas que se implementan, nos llevan a revisar los acuerdos de carácter internacional, en relación a las Reformas Educativas que suscriben los países como el nuestro.
La Conferencia Mundial de Educación para Todos (Jontiem 1990) respaldada por la Declaración de Derechos Humanos, como aporte por el Proyecto Principal de Educación en América Latina y el Caribe, fortalecida en el Foro Mundial de Educación de Dakar (Senegal, 2000) nuevamente se ratifican las decisiones asumidas estableciendo: “nos comprometemos a cumplir los objetivos y finalidades de la educación para todos, para todos los ciudadanos y todas las sociedades (...) representa un compromiso colectivo para actuar: Los gobiernos nacionales tienen la obligación de velar porque se alcance y apoyen los objetivos y finalidades de la educación para Todos” .

Dentro de los compromisos emitidos en el Marco de Acción de Dakar en cuanto a los docentes: “mejorar la condición social, el ánimo y la competencia profesional de los docentes” . Esto plantea la mejora de su relevancia y su dignidad social y el fortalecimiento profesional como prioridades, para avanzar hacia la meta de una “Educación para Todos”. Sin embargo la función docente vive una realidad llena de incertidumbres y tensiones que emerge de dos representaciones sociales de la docencia: la profesional, por un lado, y la del trabajador asalariado por el otro.

Por otra parte, al ser un profesional vinculado por en la nomina Estatal, tiene la función establecidas en normas estatales; Ley 115, decretos 1860, entre otros reglamentarios, recibiendo una serie de prescripciones sobre su desempeño cumpliendo con tiempo y horario, asignación académica y entrega de actividades curriculares definidas en el proyecto educativo de las instituciones públicas (el programa anual, los proyectos pedagógicos, las valoraciones de los estudiantes etc), por todo lo cual recibe un salario. (Decreto 1850 de 2002). Asimismo, el salario del docente solo le permite suplir sus necesidades mas apremiantes, este profesional de la educación ha internalizado la función de empleado con las obligaciones contractuales que tiene asignadas.

El problema de fondo es según Barriga (2006) que el sentido intelectual y profesional de su labor ha quedado marginado, la dimensión profesional sólo se ha reducido a un discurso
En un estudio publicado por la Oficina Regional de la UNESCO en Santiago de Chile (OREALC), se ha comprobado que el maestro, dentro de la institución escolar, desarrolla su labor con más énfasis en lo administrativo y social que en lo técnico-pedagógico. Esta tendencia es más acentuada en el área rural que en la urbano-marginal.

El hecho de tener deficientes condiciones materiales y de infraestructura, de trabajar con más de un grado, con un número alto de alumnos, influye para que el maestro tenga que dedicarse a superar estas deficiencias y los problemas que devienen de ellas.

La educación es definida según la UNESCO, como la herramienta que permite a los pueblos desarrollarse. Entre los actores principales de la educación se encuentra el Docente, aquel que se dedica a generar las condiciones de aprendizaje para que sus estudiantes desarrollen conocimientos y habilidades. los docentes en las aulas, en la relación con su alumnos y alumnas que es donde finalmente se produce el aprendizaje.

Todo ello, frente a un discurso que aspira a construir una relación profesional, se encuentra en una realidad que los coloca como empleados. De hecho el salario docente es escaso, muy por debajo de las escalas de las otras profesiones publicas. Se acerca más al del obrero que al del profesional. Todo eso influye en un comportamiento que desmotiva su trabajo escolar.

Aun visto como trabajador, no cuenta con un sistema real de incentivos y estímulos que le permitan mejorar su desempeño. Sin embargo ¿Cuál es el papel que juegan nuestros líderes Sindicales en la remuneración de la profesión docente y sus condiciones de trabajo pedagógico?, ¿estamos los docentes aportando ideas y reflexiones a nuestros líderes?. Por ello asumo que son los mismos docentes quienes conscientemente de su rol y responsabilidad con propuestas de participación y reflexión puedan encontrar caminos de dialogo hacia el cambio de las condiciones de la educación colombiana.

Las condiciones de una enseñanza estándar dirigida a alumnas y alumnos pobres: en clases frontales, con alumnos desatendidos, con profesores resignados que por sus bajas expectativas, realizan los mínimos esfuerzos. La caracterización, el estado de ánimo de resignación impide que los/las docentes y sus directivos vean otras posibilidades de acción.

Vean, por ejemplo, que ellos y ellas pueden crear y establecer la pedagogía de la pobreza, con sus metodologías y didácticas y con sus redes de apoyo, dirigida a que sus alumnas y alumnos, esos que tienen enfrente, los que ven a diario, aprendan. De hecho, cuando los docentes tienen otro juicio, y otras expectativas, se produce aprendizaje, como lo demuestran las investigaciones de escuelas de calidad en condiciones de pobreza (UNICEF, 2004; UNESCO/LLECE, 2002).
Empezar nuestro dialogo sobre la relevancia social del educador, es confirmar que la educación es un fenómeno social; Émile Durkheim (1998) airma "la educación común es función del estado social; pues cada sociedad busca realizar en sus miembros, por vía de la educación, un ideal que le es propio"

De ahí también la importancia política de la educación: la posibilidad de establecer un determinado orden social descansa en la forma cómo los ciudadanos entienden el rol de la sociedad, de sus organizaciones y de ellos mismos dentro de este sistema de relaciones; y esa forma de entendimiento sólo es posible de lograr mediante la educación de las personas.
Por otra parte Edgar Morín ( 2001) define el rol del educador: “...El carácter funcional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un funcionario.

El carácter profesional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un experto. La enseñanza tiene que dejar de ser solamente una función, una especialización, una profesión, y volver a convertirse en una tarea de salvación pública, en una misión...” (Morin, E. 2001:105).

Pensar en la enseñanza como una tarea de salvación pública remite al concepto de la vida. La labor docente confía en su posibilidad de desfragmentar los mensajes para hacer comprensible el mundo .Se propone favorecer a través del diálogo la comprensión crítica necesaria para que los sujetos en formación puedan intervenir activa y responsablemente en el mundo. La tarea de enseñar es ayudar a otros a incluirse en la escena pública a partir de una voz fecunda en argumentos válidos y valiosos. Ayudar a recordar lo importante, a desechar lo superfluo, a detectar las contradicciones, a elucidar los conflictos cristalizados como dilemas. No obstante, ¿somos los docentes consientes de nuestra relevancia social?.

“...Entre todas las creaciones de la historia humana, una es singularmente singular: aquella que permite a la sociedad cuestionarse a si misma...” Castoriadis, (1997). El cuestionamiento remite a la reflexión. Reflexionar sobre la finalidad de nuestros actos es abrazar una causa , construir una ilusión para si y para los otros, con los otros. Recuperar la ilusión es recuperar el prestigio. El prestigio no es lo dado sino lo sentido. El prestigio docente es sinónimo de la ilusión de creer que el cambio es posible, que su contribución al conjunto social es importante. Esa confianza en el poder de su acto de trabajo es la que lleva a seleccionar los que enseñar, a elegir los más adecuados cómo, a preocuparse por la coherencia entre la finalidad y las estrategias, por el proceso y el contenido del trabajo de enseñar.

Concluyo precisando que fortalecer la relevancia social del docente debe significar modificar la cosmovisión que tiene el docente sobre su trabajo, profesionalizar la imagen que tiene de sí mismo, así como las condiciones objetivas donde desempeña su labor, lo que significa modificar también sus percepciones económicas.
Constituir preguntas sobre nuestra realidad en el aula, en las instituciones públicas es el primer paso para empezar un dialogo verdadero consigo mismo y con los demás. Interrogantes sobre nuestros esquemas mentales, sobre nuestra practica pedagógica diaria, sobre nuestro convivir con nuestro alumnos as es empezar a mirar la educación con nuevos ojos, una nueva visión que nos lleve al cambio en procura de la calidad de lo que enseñamos, en procura de la orientación para la transformación de nuestra sociedades.

Porque somos nosotros los docentes y directivos docentes los que estamos llamados a nuestra reivindicación entre la sociedad. A la autovalorizacion de nuestro trabajo y exigir la valoración de nuestra labor por parte de las autoridades educativas ¿Cómo lo lograrnos?, iniciando un cambio personal una valoración de los que hacemos, escribiendo y reflexionado sobre nuestro que hacer, dialogando con nuestros padres de familia, inmiscuyéndolo en la formación de sus hijos. Que estos actores padres vean en nosotros el faro de luz a través de nuestro ejemplo en medio de la oscuridad de los disvalores reinantes en la sociedad.

Apoyados en la pedagogía de la pobreza establecer cambios en nuestras instituciones públicas, creando en medio de condiciones desfavorables nuevos ambientes de aprendizaje, gestionado ambientes adecuados dentro del salón de clases, capaz de vencer las adversidades del medio y lograr que sus alumnos accedan a una educación que entrega aprendizajes de calidad, promocionado un pensamiento crítico de los estudiantes para la transformación de nuestras sociedades. Docentes que creen en sus alumnos, con expectativas altas de sus estudiantes sin importar lo social y lo económico, “creer que es posible” y en alinear todos los esfuerzos en esa dirección; diseñando un excelente trabajo en el aula con clases cercanas a la vida cotidiana, estableciendo alianza escuela – Familia, donde sus directivos la Gestión está Centrada en lo Pedagógico.

Directivos y profesores hacen bien, con responsabilidad y rigor, lo que se espera de ellos, logrando neutralizar las múltiples "interferencias externas" de las cuales con frecuencia se sostiene que dificultan el aprendizaje de los alumnos y se que es un desafío fomentar un mayor diálogo entre los propios actores educativos, los docentes para promover cambios culturales por una perspectiva más incluyente, que movilice la reflexión de los docentes hacia el desarrollo de propuestas efectivas para una educación renovada, hasta obtener el compromiso por los objetivos y resultados de la educación.

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