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domingo, 30 de marzo de 2008

La columna de Amylkar Acosta Medina

¡PELIGRO INMINENTE!

Amylkar D. Acosta M(1)

¡En lugar de seguir rescatando náufragos,
evitemos el naufragio!

Es tan importante la energía para el crecimiento, el desarrollo y el progreso, que se ha tornado en imprescindible; es más, la economía depende de su disponibilidad y acceso. V. I. Lenin, fundador de la ex URSS, ponderó tanto su importancia que llegó al extremo de afirmar que el socialismo era la suma de la dictadura del proletariado más la energía. Y, a medida que los procesos de industrialización avanzan y se modernizan, la dependencia de la economía respecto a la energía es mayor. Sin la energía serían imposibles la luz, la electricidad, la llama, el ruido, el viento, la puesta en movimiento del motor de un auto y hasta la vida misma.
Por fortuna, jamás vamos a carecer de ella, puesto que la energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Este es el primer principio de la termodinámica, el cual parte de la base que la cantidad total de energía en cualquier sistema aislado, esto es sin interacción con ningún otro sistema, permanece inmodificable en el tiempo. No obstante, una forma de energía sí puede transformarse en otra y ello es lo que registramos a diario, cuando la energía eléctrica por ejemplo se convierte en calor o frío a través del aire acondicionado.

La energía se define como la capacidad de realizar trabajo, fuerza o movimiento y las fuentes primarias de la misma se pueden clasificar en renovables y no renovables. Las reservas de estas últimas, que son las de mayor uso, por su propia naturaleza están expuestas a su progresiva declinación y agotamiento a medida que se aprovechan. Por su parte, el segundo principio de la termodinámica, el de la entropía, nos habla de la degradación de la energía a través de los distintos procesos. Dos razones potísimas para plantear la necesidad de un uso más eficiente de la energía, lo cual depende de las conductas individuales y de la racionalidad con la que los consumidores utilizan la energía.

En este sentido podríamos afirmar que la década de los 70 marcó el punto de inflexión, merced a la crisis energética que se precipito en octubre de 1973. Los altos precios de los combustibles de origen fósil, despertaron la conciencia sobre la necesidad de hacer un uso más racional y eficiente de la canasta energética, así como también de la conveniencia de la diversificación de esta. Luego, la preocupación por el calentamiento global se encargaría de poner el tema de las energías alternativas en el centro de la atención de la comunidad internacional.
Es muy diciente que el Informe anual de Desarrollo Humano 2007 – 2008 del PNUD versa precisamente sobre "La lucha contra el cambio climático". Entre perplejo y anonadado, el mundo entero palpó las aterradoras imágenes que dan cuenta del desprendimiento de un témpano de hielo con una superficie de 500 kilómetros cuadrados (¡cuatro veces la superficie de París!) en el glacial de la Antártida, el banco de hielo natural más grande de la tierra; esta es como la prueba reina de los estragos y perturbaciones que está causando el calentamiento global. Esta es la tercera vez, en los últimos diez años, que se desprende una enorme capa helada de esa región.

En tales circunstancias, los cambios en la matriz energética en el mundo ya no es una opción sino una imperiosa necesidad, ello es inaplazable, a riesgo de que la economía y la sociedad colapsen por cuenta del uso ineficiente e irracional de la energía. Está probado que son causas antropogénicas, es decir con origen en la actividad humana, las que gravitan sobre el desorden climático que nos agobia, luego es allí donde hay que actuar sin tardanza para conjurar esta emergencia planetaria. Nos parece un despropósito lo espetado por el derrotado candidato del PP en España, Mariano Rajoy, en el sentido de que están al orden del día "otros problemas más importantes que este". Se necesita estar muy despistado para sostener semejante dislate.

Los gobiernos, los organismos multilaterales, la sociedad civil, los partidos políticos, las organizaciones sociales y religiosas, todos a una, deben hacer de la recuperación del planeta tierra una causa común y solidaria. Iniciativas como La Hora del Planeta, promovida por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), consistente en apagar las luces y desconectar los artefactos eléctricos entre las 8 y las 9 de la noche de hoy, contribuyen a ello. Lo que está en juego es nada menos que la habitabilidad del Planeta y la supervivencia de todas especies, incluida la humana!

Riohacha, marzo 29 de 2008
http://www.amylkaracosta.net/

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