Hernán Baquero Bracho
Villanueva siempre ha dado mujeres hermosas donde el maestro Escalona por ejemplo se enamoró de una perdidamente- Dina Luz-y a ella le compuso hermosas melodías que han quedado esculpidas no solo en nuestra música vallenata sino en los corazones de aquellos enamorados de esas décadas pasadas.
En Villanueva la belleza de sus mujeres es contagiosa y es una enfermedad que cura el alma y da alicientes a los corazones maltrechos por los desamores y por fracasos de esos mismos amores que a más de uno han enloquecido en el trajinar de sus vidas de locos enamorados y que se convirtieron en locos traviesos de esas tragas que hemos sufrido más de uno en esta vida terrenal.
El 05 de septiembre del año de 1963 el gran Gustavo Gutiérrez Cabello compuso de una manera sencilla pero de una manera enamorada “Suspiros del alma” canción que quedo enmarcada en el acetato de nuestro folclor colombiano y que la asociación Carbocol- Intercor publicaron el libro con el mismo nombre de esta inmortal composición, con ocasión de los veinticinco años de canciones de un vallenato romántico: “cuando se quiere con toda el alma/hay paz y calma en el corazón/ pero hay momentos en que esa calma/ se torna en pena sin compasión/ cuando el alma sufre/ cuando el alma llora/ esos son destellos de una gran pasión/ cuando me miras me siento lejos/ cerca del cielo, en un paraíso/ siento tus manos que me acarician/ y de tus labios recibo un beso/” ay ay ay y todavía dicen que no existen los suspiros del alma cuando hay mujeres hermosas que provocan tal delirio.
Pues si una de esas mujeres hermosas que a sus 43 años continua siendo la más bella, la que cautiva corazones de una manera sin igual porque cuando pasa por un sitio determinado deja una estela de fragancia que cualquier hombre envidiaría en conquistarla y tenerla, ella es mi comadrita del alma María Victoria Poveda Celedón que endulza a cualquiera con su mirada y que han sido sus ojos que matan y que hieren y son mi inspiración y es como si soñara despierto cuando ella me mira con esos ojos de ensoñación.
Ella es así un manojo de sentimientos que cualquier mortal y especialmente villanuevero cae postrado a sus pies y sobre todo su personalidad y su calor humano que lo vuelve a uno como si estuviera soñando de ver a una sirena que enloquece con su caminar pero lo más hermoso de ella son sus sentimientos y su corazón y lo físico además de su belleza natural que como el mejor vino de cosecha lo muestra de manera perenne son sus piernas que cuando uno las observa quiere dar un salto y postrarse ante ella en una quimera de deseo y de amor.
Que vaina comadrita usted de verdad que enloquece a cualquiera.
Ella mi comadrita del alma madre de tres hijos, dos mujeres que heredaron la misma belleza de su progenitora, te tengo apretujada en mi corazón y en mis pensamientos como alguien tan especial de esas villanueveras que han vuelto loco de amor a más de uno y que contar estas historias darían para un buen libro, donde las metáforas hermosas compaginarían con la métrica de las mejores poesías y se convertirían en canto de manera inmarcesible y que como el gran Diomedes Díaz pasarían a la inmortalidad y es cuando tiene razón Gustavo Gutiérrez Cabello, uno de los mejores compositores con que cuenta el vallenato romántico haciéndole eco a otro grande de nuestra música vernácula como lo es el gran Rosendo Romero Ospino, que en una noche sin luceros, que pasaría y tú no estuvieras presente en la tierra cuna de acordeones “muy sencillita y del alma buena con su expresión soñadora
quiero lo dulce de cañaverales la fruta madura y un rio musical
Para endulzar lo amargo de esta pena ahogando el sufrimiento de este mal” y entonces es cuando surge otro poeta de Villanueva con suspiros del alma por tanta belleza y hermosura comadrita mía.
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