domingo, 20 de marzo de 2022

Las historias de Beruski (Cuarta parte)

 Escrito por: Mirollav Kessien

A lo lejos veía dos personas que discutían acaloradamente, lo cual no era normal en esos lugares por los que ahora transitaba, pero lo que realmente le causó preocupación fue el hecho de que se trataba de una mujer y un hombre, pero aquella dama, además, era honrada por los hilos plateados que surcaban sus cabellos.

¿Sería esta su primera oportunidad para hacer el bien? ¿Aquella mujer mayor necesitaría de su protección y de su fuerza para defenderla de aquel señor de edad mediana que se limitaba a escuchar y algunas veces también gesticulaba con rabia?

Muy pronto estuvo junto a los dos y se ubicó a una distancia razonable por si era necesario intervenir en favor de aquella frágil mujer que continuaba con sus airados reclamos al hombre y estaba a punto de agredirlo.

-¡Paz, por favor!, gritó Beruski para llamar la atención de la pareja

Ambos guardaron silencia por un instante y sus ojos se fijaron en la enorme figura del recién llegado a quien no habían visto aproximarse.

-Si puedo ayudar en algo, pueden contar conmigo

-¿Y quién es usted?, preguntó la dama aún acalorada

- No soy nadie mi querida señora, respondió Beruski. No se necesita ser alguien importante cuando se trata de defender a una mujer. No se requiere ser autoridad para decir que la más humilde paz es mejor que la más altiva violencia. No Hace falta un juez cuando los seres humanos son capaces de hablar mirándose a los ojos y decirse palabras llenas de verdad desde el fondo del corazón.

- ¿Y siempre anda por ahí, metido en lo que no le importa?, volvió a preguntar la dama

- Digamos que no siempre, pero en este caso particular me interesa mucho que ustedes no sigan en su pelea. Me agradaría que los dos dieran fin a sus desacuerdos y puedan entrelazarse en un saludo de amigos. La verdad me dio mucho temor al verlos pelear, pensé que se iban a agredir.

- Todo es por culpa de este truhán, granuja y estafador, gritó la señora en referencia a aquel hombre que no había vuelto a decir ni una sola palabra, hasta cuando balbuceó un tímido

-  Señora, no diga eso, por favor, ya le he dado varias veces mis explicaciones.

- ¿Qué está pasando aquí?, preguntó Beruski mientras se interponía disimuladamente entre los dos para evitar que se agredieran

- Caballero, gracias por sus buenas intenciones, en lo que a mí respecta puede usted estar tranquilo, desde que me volví bueno de aparté de las riñas de vecinos y decidí consagrar mi vida a no hacerle mal a nadie.

- Ah, ¿con que te volviste bueno? Lo increpó la dama, si es así entonces págame la plata que me debes ¡Estafador!

- ¿Cómo así que usted le debe dinero a la señora?, interrogó Beruski

-Es lo que ella dice, respondió el hombre y en verdad me dio un dinero el cual le devolveré íntegro cuando lo tenga.

- A ver, a ver…volvió a intervenir Beruski. Usted dice que este caballero le debe y usted reconoce la deuda, le dijo a cada uno. Lo que deben es fijar una fecha de pago y se resuelve este asunto.  ¿Podrían decirme cuál es el origen de la deuda?

- ¡Eso es lo de menos!, gritó la señora casi histérica. Aquí lo único importante es el dinero que me adeuda. ¡Mi dinero! ¡El que gané con tanto esfuerzo!

-Yo creo que el origen de la deuda no es lo de menos, manifestó el hombre. Verá usted mi buen señor, esta dama, ahí donde usted la ve toda rabiosa me contrató para hacer algo abominable…y no fui capaz de hacerlo

-Explíquese por favor

- Sí señor, hace un mes leí un aviso clasificado en el periódico en el que solicitaban los servicios de alguien que necesitara trabajar. Como mi situación económica era deplorable acudí a toda prisa a la dirección indicada en donde encontré esta señora. Abrió la puerta con sigilo, me hizo entrar a su casa, y me habló en voz muy baja, todo ese ambiente comenzó a causarme temor.  Después de que termináramos cada uno su taza de té fue cuando me dijo para qué clase de trabajo me necesitaba. Usted no me va a creer cuando le diga de qué se trataba su odiosa propuesta…

-Beruski, miró a la señora quien tenía las mejillas coloreadas de rojo y el rostro inclinado

- ¿Podría usted ser más explícito?

- La señora, antes de decirme cuál era su necesidad, me entregó un sobre con una voluminosa suma de dinero. Cegado por la ambición y acosado por la necesidad, recibí los billetes y le prometí que por esa suma iría hasta el final del mundo si fuera necesario. Me dijo que esa era apenas la mitad del pago, lo cual me emocionó mucho. Pero la alegría se me acabó cuando me dijo cuál era la tarea que debía cumplir. Todavía me arrepiento de no haberle dicho que no de inmediato…

Continuará

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sábado, 19 de marzo de 2022

Las historias de Beruski (tercera parte)

 Escrito por: Mirollav Kessien

- Coronel, no es lo que usted está pensando, le interrumpió Beruski, verá usted, lo que en verdad necesito es, todo lo contrario…acabo de recibir un documento en el que se me exonera de viajar al desierto en una nueva misión y…yo, pues lo que quiero es ir con mis compañeros, participar en esta nueva experiencia, sacarificarme por mi país, comprende mi coronel?

-¡Y por qué lo han exonerado?

¿Quieres leer la segunda parte de Las historias de Beruski?

-Verá usted coronel, hace unos días hice la solicitud para el descanso de un año al que tengo derecho por todo mi tiempo de servicio, buena conducta y condecoraciones. No había obtenido ninguna respuesta, por lo que supuse que no contaba con la aprobación, pero ocurre que cuando hacía fila para embarcarme he sido llamado a la oficina de correos en donde me han entregado el documento en donde se concede dicho descanso…

El coronel se rascó la barbilla, miró a Beruski con preocupación, caminó dos pasos con nerviosismo, hizo silencio por algunos segundos antes de responder:

-Si lo que usted desea es revocar su permiso, me temo que tampoco podré ayudarlo…es un trámite que puede tardar varios días y, si lo que usted quiere es viajar en esta misión, ya no podrá hacerlo.

- ¿Y si viajo, aun teniendo el permiso?

-No podrá hacerlo, y si lo hace será un grave acto de indisciplina. Es más, quiero aconsejarle que se despoje lo más pronto posible de su uniforme y de todas las prendas militares. En este momento usted es un ciudadano del común, no un miembro del glorioso ejército nacional. Váyase a casa y descanse, dedíquese a lo que prefiera y regrese cuando se termine el plazo que le han dado. Y ahora, si me lo permite…tengo mucho que hacer.

Beruski comprendió que no había más nada qué hacer, de manera que se dirigió a la habitación más cercana en donde comenzó a despojarse de sus prendas militares. Estaba un poco contrariado porque ya se sentía sumergido en una nueva aventura sobre las arenas espesas del desierto, recibiendo en su rostro la brisa mezclada caliente del mediodía y abrigado por la noche para sobreponerse a los mementos en que el frío azota sin contemplaciones.

Se desvistió sin prisas, guardó todo en su maletín y se miró al espejo. Los últimos meses habían sido intensos, así que muy pocas veces se había vestido de civil.

Mientras caminaba hacia la salida se repetía una sola pregunta: ¿Por qué no pude ir a este viaje?

No encontró respuesta, pero se dijo a sí mismo que la vida es un manantial de señales desde el génesis del tiempo hasta la antesala de la eternidad.

En el diálogo consigo mismo decidió que le dedicaría mucho tiempo al jardín y saborear los libros cuya lectura tantas veces había aplazado. Y algo muy importante: le haría el bien a toda persona que encontrara en su camino, sin importar de quién se tratara y sin importar el tiempo que tuviera que dedicarle.

Con esta resolución tomada les sonrió a los sauces de flores amarillas que adornaban el camino. Una sonrisa, se dijo, puede reparar hasta las roturas del alma.

Avanzó en silencio hasta su casa. Le gustaba tener conversaciones consigo mismo porque pensaba que el silencio permite escuchar la ardorosa e insistente voz de la conciencia y percibir las señales del cielo. Ahora iba convencido de que la forma en que se frustró su viaje era una señal de lo alto.  Había leído en alguna parte que una de la forma en que la divinidad bendice a os hombres es diciéndole NO a algunas de sus peticiones. Así que en ese momento se declaró convencido porque el destino quiso evitarle que cumpliera el deseo de viajar.

Estaba absorto en sus reflexiones cuando de repente contempló una escena que lo sobresaltó.

- ¿Qué era lo que estaba sucediendo en esa parte del camino?  Se apresuró un poco para avanzar más rápido. Era urgente llegar al lugar de los acontecimientos, era necesario actuar cuanto antes mejor.

 

Continuará

viernes, 18 de marzo de 2022

Las historias de Yosep Beruski (segunda parte)

 Escrito por: Mirollav Kessien

Yosep dobló el sobre y se dirigió a la fila en donde formaba su contingente listo para abordar el camión que lo llevaría al teatro de operaciones. Empezó a caminar detrás de sus compañeros, pero de un momento a otro la pequeña procesión se detuvo. El primer camión estaba lleno y debías esperar la llegada de otro que aún no estaba listo. Mientras esperaba recordó el sobre que tenía en el bolsillo.

Lo sacó, miró con curiosidad las palabras estampadas en la superficie en las que no se leía nada diferente a su propio nombre como destinatario.

¿Te interesa leer la primera parte de este relato?

Cortó con cuidado el sobre por la parte superior y entonces apareció una hoja con los símbolos oficiales y, después de los saludos de cortesía, unas breves líneas en las que le respondían acerca de la aprobación de su solicitud de retiro temporal remunerado durante todo un año. La solicitud había sido aprobada tres días antes de manera que ya estaba vigente y, por lo tanto, no estaba obligado a participar en aquella misión.

Estaba confuso en ese momento, apretó el sobre y o regresó de nuevo al bolsillo.  Había solicitado su retiro temporal remunerado y la respuesta era favorable, pero en ese momento la adrenalina propia de quienes están acostumbrados a la acción y a la hiperactividad le hacían serios reclamos: sus ganas de tomarse un tiempo le transmitían felicidad, pero ese movimiento, ese bullicio y la posibilidad de vivir nuevas experiencias también lo seducían. Como hombre de armas sentía que faltaba al deber si se devolvía a quitarse las prendas de campaña; algo le gritaba desde lo más profundo de su ser que estaba abandonando a sus compañeros y estaba tomando el atajo de la solución más fácil, algo que en lo más íntimo de su ser siempre había odiado.

Su primera reacción fue permanecer en la fila y continuar su marcha hacia adelante, olvidar lo que el documento consignaba de manera perentoria, embarcarse y continuar como si nada hubiera pasado. Al regreso resolvería todo a su manera. Podría ser una renuncia formal a su solicitud o un pedido de aplazamiento.

Sin embargo, su infaltable y persistente voz interior le recordó que el documento recibido tenía el efecto de una orden y él sabía que las órdenes no se discuten ni se negocian, sino que se cumplen.

Se le ocurrió que había algo que sí podía hacer, pero tenía que actuar muy rápido, antes de que todos los camiones partieran rumbo hacia el desierto.

Salió de la fila, caminó a toda prisa y se dirigió hacia el edificio administrativo en donde pidió hablar de urgencia con el coronel Andripov, quien tenía entre sus funciones la asignación de unidades a las diferentes operaciones que se emprendían en la zona.

El coronel era un hombre alto, de edad mediana, cejas pobladas y bigote abundante, recia personalidad y con un aire similar al de las personas que siempre permanecen ocupadas.

-          Buenas tardes coronel, le ruego con respeto que me conceda al menos tres minutos de su escaso tiempo

-          -Adelante, pero le anticipo que ya ha invertido el primer minuto en los rodeos que ha dado. ¿por qué no me dice de una vez qué es lo que quiere? Por estos días todos estamos con muy poco tiempo disponible

-          Mire coronel, en realidad yo quiero decirle lo siguiente. Estoy asignado para ser parte de la misión que se dirige hacia el desierto de La Franja y nuestro contingente está a punto de partir, por lo cual yo quiero hacer una solicitud. No sé por dónde empezar

-          Espero un momento respondió el superior ya sé lo que usted me quiere decir…se dirigió con lentitud hacia una ventana, miró hacia el horizonte y por último taladró a Yosep con la mirada. ¿será que usted me va a pedir lo que estoy pensando?

-          ¿y qué está pensando usted, coronel? Contestó Yosep

-          Lo que yo estoy pensando es lo siguiente, rugió el coronel, y le voy a dar respuesta de una buena vez…

Continuará

Leer la tercera parte de este relato

Las historias de Yosep Beruski

Escrito por: Mirollav Kessien

Yosep Beruski era un hombre de guerra muy curtido en las artes militares a las que había dedicado buena parte de sus mejores años. Recorrió pueblos traslúcidos por el terror, veredas solitarias, Caminos inhóspitos y desiertos rigurosos defendiendo los principios de su patria y enarbolando la fe en la pacificación del mundo mediante la disuasión a los violentos por medio del poder silencioso pero presente de las armas.  Era un hombre forjado en las luchas y en las carencias, pero amaba el colorido de la naturaleza y respetaba la lealtad militar. Según sus creencias la mejor guerra era la que no se hacía, y las armas eran mejores cuanta menos necesidad había de utilizarlas.

Pasados algunos años de servicio Beruski se enteró en el casino de Los Leones del Desierto (así se llamaba su compañía) que por los años de servicio cumplidos tenía derecho a un año de descanso remunerado, es decir un año en el que podría hacer lo que quisiera, como recuperar el descuidado jardín del traspatio, reorganizar la pequeña finca familiar, podar los árboles de la terraza o terminar algunos estudios pendientes desde hacía algún tiempo.  Le sedujo la idea de hacer una pausa en su vertiginosa carrera y tomarse un tiempo para asomarse por otra ventana, diferente a la de su rutina de los últimos veinte años. Y también para demostrarse que la disciplina y el fervor aprendido en el mundo de las armas le podía ser útil en los pasillos de la tranquilidad.

Radicó su solicitud una mañana fresca, sin muchas esperanzas de que le respondieran pronto.  En el sobre que dejó en la posta se podía leer el asunto: Solicitud de un año XX.  Se devolvió a la sede de su regimiento y comenzó los preparativos para la misión que cumplirían durante ese mes en el desierto de La Franja, llamado así por que era una reseca y estrecha porción de tierra ubicado en la frontera.

Partirían a la mañana siguiente en un convoy especial protegido por helicópteros artillados y se desplazarían a ese lugar ubicado casi en el fin del mundo en donde las temperaturas eran hasta de cuarenta grados bajo la sombra con el agravante de que no había sombra en ninguna parte.

Llegado el día se intensificaron los preparativos para el duro viaje, los soldados se desplazaban presurosos de un lugar a otro como hormigas desesperadas ante la inminencia de un aguacero.  Los motores zumbaban tratando de poner los motores a punto, los helicópteros se movían por los cielos como un enjambre de mosquitos atolondrados por la furia del viento, los oficiales gritaban órdenes que nadie parecía escuchar debido a la agitación y al ruido imperante, los pasillos estaban atiborrados, los morrales estaban llenos de utensilios y casi se reventaban, además las sirenas ululaban cada veinte minutos para anunciar que se aproximaba la hora del viaje y todos deberían estar listos.

- ¿Por qué tanto movimiento, señor ministro, acaso vamos a la guerra? Le preguntaba un periodista al responsable de la defensa nacional

-No señor, nunca habíamos estado en un momento de más tranquilidad, son movimientos de rutina que hacen las tropas cada determinado tiempo. No hay nada de qué preocuparse.

Dinos ayudó a Yosep a echarse el morral a la espalda y ahora le devolvía el favor a su compañero cuando fue alertado de que su nombre era mencionado por los altoparlantes. Se apresuró en la tarea de colaborarle a su amigo y cuando todo estuvo listo se acercó a la cabina de información para saber por qué su nombre se había escuchado en ese amplio salón. Por toda respuesta el encargado puso un sobre color caqui en sus manos y volvió a su tomar el micrófono en sus manos para ofrecer más información a sus precipitados oyentes. 

Continuará

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jueves, 17 de marzo de 2022

La sirenita Lilia, un libro para leer y recomendar



 Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

La sirenita Lilia Es el título de un hermoso libro en el que se pueden  divisar varias temáticas sociales y sicológicas de particular importancia: el rapto de los niños que habitan en las playas de la Alta Guajira, el dolor que causa la desaparición de un ser querido y el drama de quien es alejado de su entorno, separado de su familia y criado en un entorno diferente al suyo.

La autora es Luz Karime Arends Cerchar explora los intrincados caminos del dolor incrustado en el corazón de una madre desposeída de una de sus más preciosas joyas, desnuda los padecimientos del paciente wayûu cuando es trasladado a otra ciudad en donde no entienden sus costumbres ni su idioma, y plantea las dudas y las preguntas casi siempre sin respuestas que se plantean quienes son adoptados cuando descubren que algunas piezas sueltes de su textura genética y sicológica no engranan con las características de los padres a quienes han considerado siempre como sus verdaderos padres.

El drama de    Lilia González Gouriyú, como se llamaba cuando era niña o de María   del Rosario Dueñas, nombre que se le asignó en el hogar en donde la   criaron, es el mismo de una persona que constantemente se cuestiona a sí misma por las marcadas diferencias físicas y emocionales que existen entre ella y quienes le rodean y nos hace recordar la fábula del águila que se crió en medio de las gallinas, con la diferencia de que ella nunca se olvidó de ser águila  y, en cambio, se inició una constante búsqueda para regresar al nido materno de donde nunca debió haber salido.

La desaparición de un ser querido es el preámbulo de la tragedia o la tragedia misma vestida de incertidumbre, duda, dolor, insomnio, desequilibrio emocional, esperanzas casi siempre fallidas y un duelo que nunca termina de elaborarse. Por todo eso pasó la familia de la niña que un día de mediados del siglo XX fue recogida por la tripulación de un barco en la playa cercana a Puuttuna, Alta Guajira, y trasladada a Cartagena en donde fue entregada a una familia que la crió como su propia hija, pero sin interesarse nunca en devolverla a los suyos.

En los alrededores de la playa donde la niña fue vista por última vez empezó a tejerse la leyenda de “la sirenita Lilia”, una bella niña wayûu a quien el mar había invitado a  entrar en  sus aguas para después convertirla en sirena.

Sin embrago, el libro de Luz Karime Arends, devela la verdadera historia y en unas pocas páginas logra enhebrar un vibrante relato que termina de una manera muy singular.

Por supuesto que no vamos a revelar ese final, que el lector podrá conocer gracias a que el Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura de La Guajira lo ofrece de manera gratuita  en esta dirección:    https://www.fondomixtoguajira.com.co/download/la-sirenita-lilia/

La autora del libro es mi exalumna del SENA Luz Karime Arends Cerchar, una acuciosa trabajadora social, nativa de Uribia,  en el seno de una familia wayûu de la comunidad de Taroa, resguardo de la Alta y Media Guajira, quien promete convertirse en una perpicaz investigadora que, de seguro, nos sorprenderá cuando vuelva a contarnos nuevas historias que hoy están sepultadas bajo las arenas del olvido o bien guardadas en el cofre de alguna sirenita misteriosa en  las playas de Puuttuna. 

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