Andrea es la protagonista de una bella historia de
solidaridad y servicio al prójimo, Desde
temprana edad se ha dedicado a trabajar por la niñez de su pueblo y en especial
de los menos favorecidos, como por ejemplo, los pequeñines de la comunidad
wayüu.
Detrás de su sonrisa tierna de mujer inteligente y luchadora
se esconden años de trabajo continuado en actividades relacionadas con el
servicio social en el que es toda una experta.
Cuando le preguntan cuál es la razón por la que se ha
dedicado a esta labor responde que desde hace muchos años cree firmemente en la
ley de la siembra y de la cosecha y eso la ha llevado a trabajar de manera
desinteresada y con la absoluta seguridad de que Dios y la vida algún día la
recompensarán por lo que está haciendo para que los niños sean buenos y tengan
la esperanza de ser siempre ciudadanos de bien.
“Por eso estoy totalmente de acuerdo con quien afirmó que la
mejor manera de lograr que los niños sean buenos es permitir que sean felices”
Y por eso trabaja para lograr su felicidad, especialmente en épocas tan
importantes para ellos como la navidad o el inicio del año escolar en el que
muchos de ellos no tienen ni un cuaderno, ni un lápiz y mucho menos los libros
para poder sacarle provecho al estudio.
Para lograr que su labor sea mucho más efectiva se ha
concentrado en tres áreas específicas: la consecución y posterior donación de
útiles escolares; la entrega de mercados a las familias más necesitadas y el
obsequio de ropa nueva en fechas y ocasiones especiales.
Desde hace algún tiempo decidió concentrar todos sus
esfuerzos en un solo lugar y por ello escogió la comunidad Jayuir, en donde cuenta
con el apoyo de las autoridades y los mayores de la familia quienes le
colaboran con entusiasmo, y con el cariño de los niños y de las niñas quienes
la reciben con alborozo cada vez que la ven en agradecimiento a todo lo que ha
hecho por ellos.
Para los más pequeñitos es como una segunda madre. Para los
demás ocupa el lugar de una hermana mayor o una prima. En todo caso, un ángel
con sonrisa de mujer que los tiene acostumbrados a regalarles su cariño
inmenso, su ternura indescriptible y su amor ilimitado.
Con cierta frecuencia asiste a la comunidad en compañía de
Kendry Zubiría, Saron Arredondo y Aura Solano, sus mejores amigas. Su jornada
allí consiste en una reunión con los niños y los mayores una divertida ronda de
juegos y la entrega de los preciosos detalles, los cuales consigue gracias a la
generosidad de algunas personas que le entregan ropa, juguetes y alimentos y a
cambió de esto solo piden que su nombre se mantenga en el anonimato. “Ellos no tienen el mínimo interés en que se
les agradezca lo que hacen porque Dios es el que los recompensa”,
dice para explicar por qué los donantes le piden absoluta reserva sobre sus
aportes.
En el mes de octubre se realizará una hermosa programación
para cerrar las actividades del presente año. Desde ya se encuentra ocupada en
la preparación de todos los detalles para lograr que sea una programación
exitosa, para que todos sonrían y le den gracias a Dios por toda la belleza y
la armonía que la vida contiene. En esta oportunidad entregará vestidos, alimentos, juguetes y sillas de
ruedas.
Después de esta programación se dedicará con todas las
fuerzas a sus estudios de Trabajo Social, porque quiere ser una gran
profesional para que sus padres, quienes le han inculcado el amor por las
comunidades, se sientan aún más orgullosos de ella.
De Andrea podemos decir que es una persona con la amabilidad
de quienes han sido formados en el credo de la decencia. Y podemos afirmar
también que su sensibilidad social la convierte en uno de los mejores ejemplos
para las nuevas generaciones de jóvenes de La Guajira.
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