Sara y Guillermo, siempre juntos |
Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
El detalle
consiste en el maestro Ospina y su esposa se encuentran padeciendo algunos
quebrantos de salud y preferirían no recibir visitas por esos días. Pero
yo estoy ahí, en su casa y ellos sólo tienen la opción de despacharme o de
recibirme. Para mi fortuna, ellos escogen la segunda posibilidad.
Antes de mi
llegada ocupaban sus sillas de tardear. La de él tiene cojines
especiales y pieceros, la de ella en cambio es una mecedora normal.
Han estado juntos desde que se dieron el sí en la iglesia Nuestra Señora del Carmen de Puerto López, departamento del Meta, en una ceremonia efectuada a finales de los años cincuenta cuando eran muy jóvenes.
Renovación de votos de Guillermo y Sara cuando cumplen 50 años de matrimonio |
Una vez que se ha
roto el hielo me invitan a entrar a la casa más acogedora y famosa del barrio
San Antonio. En la conversación me entero
que Guillermo Ospina Vélez nació en Ibagué, departamento del Tolima viernes el 13 de septiembre de 1938. Sara nació en Villavicencio el 10 de
agosto de 1.940.
Él era un joven trabajador y respetuoso y, además con un espíritu de aventurero heredado de su padre Efraín Ospina Castillo, un constructor andariego que fijaba su lugar de residencia donde quiera que consiguiera un nuevo trabajo y en esto era apoyado por su esposa Tirza Vélez Latorre, una ama de casa experta en animar a su esposo para que siguiera siempre adelante.
Además, era experta en empacar los
trastos cada vez que había necesidad de una nueva mudanza. Era consciente de la
necesidad de trabajar duro donde fuera, para poder levantar a la numerosa
familia que Dios le había regalado, integrada por su compañero y sus hijos
Efraín, Wilson, Alaín, Campo Ignacio, Guillermo, Walkiria, Tirza y Díber.
Guillermo conoció
a una joven blanca, esbelta de frondosa cabellera y muy buena conversadora. Se
propuso ser su amigo y de la amistad surgió la llama del amor.
Eran muy jóvenes,
se enamoraron perdidamente el uno del otro y deseaban casarse cuanto antes,
pero debieron esperar algún tiempo porque él se preparaba para comenzar el
curso como suboficial del ejército y uno de los requisitos exigidos era el de
ser soltero. La celebración de la boda tendría que esperar un tiempo
más.
Guillermo salió
adelante en sus estudios, comenzó una brillante carrera en la que ganó varios
ascensos hasta obtener el grado de sargento. Era un militar recio, disciplinado
y convincente para ganarse el aprecio y el respeto de los soldados a su cargo.
Además, los
conocimientos aprendidos al lado de su padre en el arte de la construcción le
permitían abrir nuevos espacios en la vida militar, porque en el tiempo libre
podía ayudar en obras sociales de las comunidades aledañas, tales como reparar
un parque, construir el aula de una escuela, pintar la casa comunal o
refaccionar la iglesia en donde escuchaba misa todos los domingos.
Llegó el día en
que se sintió preparado para asumir una nueva responsabilidad, así que decidió
pedir la mano de Sara. Se vistió con su mejor traje y habló con sus futuros
suegros, quienes accedieron sin presentar objeciones. Los padres de Guillermo
también dieron el visto bueno.
- “Me
parece bien que te cases, ya estás grandecito y es bueno que tengas tu propia
familia”, le dijo doña Tirza.
La hora del
matrimonio, por fin había llegado. La ceremonia se efectuó, como
ya dijimos, en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Puerto López, Meta. Ella
iba ataviada como una princesa extraída de un cuento de hadas y Guillermo
vestía a la usanza de los caballeros mejor vestidos del siglo
veinte. Los dos no cabía de felicidad cuando el
sacerdote pronunció las consabidas palabras:
- “Los
declaro marido y mujer”
Guillermo recuerda
que ese fue el mejor día de su vida, en el que ha recibido el mejor premio y
una de las mejores bendiciones que ha podido tener.
A la media noche
la pareja desapareció de la fiesta y sus familiares sólo volvieron a saber de
ellos una semana después cuando regresaron de la luna de miel.
Guillermo dejó a
Sara en su nueva casa y se reincorporó al batallón una vez terminado el permiso
que le habían concedido.
Un día, al
regresar a casa, después de los recorridos y tareas de la Jornada Guillermo
regresa a casa, en donde Sara lo recibe con una noticia sobre un hecho que les
cambiaría la vida para siempre…. (Continuará)
Cómo siempre! Excelente escrito
ResponderEliminarPluma prodigiosa
Hermoso escrito,
ResponderEliminarFelicitaciones 🎈 usted ecelente escritor me onorgulleze
ResponderEliminarmuy lindos episodios y muy bueno saber cosas que nuestra juventud no savia gracias por revivir momentos del pasado
ResponderEliminarProfe, cuantos episodios son? Están muy buenos, nos lleva muy atentos en su relato, excelente, lista para el tercero.
ResponderEliminarQue bonito!!
ResponderEliminarFELICITACIONES por publicar tan especial y lindo relato. Muy interesante. Es primo hermano y no conocía tan maravillosa historia gran persona y ser humano.
ResponderEliminarImaginándome lugares, tiempos, situaciones paisajes y vivencias por donde quiera su pluma se le antoje llevar a sus lectores, en el sopor de un medio día y tratando de robarle un poco de aire fresco a la sombra que un palo de mango generosamente brinda, me dispuse disfrutar de tan gratificante lectura.
ResponderEliminarPor fa, no demoré la continuación de este relato.
Maravilloso relato, ya quiero leer la siguiente parte 🤗
ResponderEliminarQue bonito leer estos escritos del profesor rutto de la vida de mis padres. Recordar todas historias que también mis padres me han contado me ha hecho recordar toda mi niñez al lado de mis papás Guillermo y Sarita.
ResponderEliminarEspecial narración. Felicitaciones
ResponderEliminarMil gracias Alejandro por tenerme informada de los quehaceres y acciones de las personas ilustres de ese terruño querido como lo es Maicao para mi, desde la distancia espacial más no sentimental , admiro tu forma de relatar y conocer y hacernos conocer la historia de personas ilustres, sencillas y con un corazón lleno de bondad y de servicio, como lo es Guillermo Ospina y su señora Sara. Son el alma del barrio Dan Antinio de Maicao. Tuve el privilegio de conocerlos , estar con ellos en algunas acciones a favor del barrio y me llena de satisfacción el haberlos tenido cercanos, desde Valledupar mis felicitaciones Alejandro . Denys de Almenarez .
ResponderEliminarFelicidades maestr Ruto por tan destacado escrito de remembranzas que llegan en un sentir familiar
ResponderEliminarExcelente narrativa, un Don prodigioso con esa pluma.
ResponderEliminarMe encantó el relato, espero la tercera parte. Gracias
ResponderEliminarExcelente narración profe Alejandro siempre tan entregado a escribir felicitaciones.
ResponderEliminarEspero la tercera parte.
Gracias Profe.
Leído el capítulo 2 de una vez, está tan interesante la historia que quisiera pasar la noche leyendo los todos de una... Pero, y después que leo.... Ermofu
ResponderEliminar