Escrito por: Abel Medina Sierra
Te recomendamos leer la primera parte de este artículo
Las horas pasarán y el cansancio se olvidará de visitarlos, mañana les espera el trabajo, pero ellos esperarán con resignación y nuevas piruetas el próximo sábado.
Los champetúos han hecho de esta música todo un estilo de vida, toda una filosofía del “vacile efectivo”, el ritmo de una vida vertiginosa que se mueve a ritmo de champeta, que se diluye en la instantaneidad, que se nutre con el baile, con el sudor, con la estridencia.
Es el vacilón para gozar la vida, para la vitalidad del cuerpo, para la gente “legal”, para recoger la savia telúrica que vivifica al “grone”, que “solla” al bacán, que alienta a la “jeva” y expulsa el dolor del “compa”.
El vacile efectivo es la onda de la nueva negritud urbana: la de La Boquilla, Olaya, El Pozón y la zona palenquera del Paseo Bolívar en Cartagena; la de Barlovento, Carrizal, La Manga y Me quejo en Barranquilla; la de La Paz, Manzanares y Chimila en Santa Marta; la de El Cerezo y el Mercado Viejo en Riohacha; la de los pasajes y la zona del mercado en Maicao.
Es el nuevo cosmos en el que cobra vida la ciudad marginal, la urbanidad de la sombra, la informalidad, la cultura del rebusque y la gozadera. Es el nuevo estilo de vida que representa el champetú, protagonista de la rumba, héroe de la acrobacia y la pista, fuente del sudor y el movimiento.
El champetú encarna un estilo de vida en cuyas entrañas nació la champeta, el baile de comienzos de siglo. Un estilo de vida que se fue configurando en la barriada marginal de Cartagena, que fue cifrando su jerga, su práctica, su forma de vestirse; pero a la cual faltaba su mejor motor de identidad: la música, el otro corazón, el otro pulmón de los negros.
Hoy música y estilo de vida van de la mano burilando el perfil de los reyes del picó y amos de la pista. Su nombre se deriva de “la champeta”, agudo puñal que suelen usar los pandilleros juveniles en los barrios subnormales de Cartagena, capital soberana del vacile efectivo, patria de la fiebre champetera y templo histórico de la negritud.
El estilo champetú, comenzó a irradiar sus influencias hacia otros centros urbanos de la Costa Atlántica desde los años 70`s, inicialmente en Barranquilla y ya a finales de los 90`s en las otras ciudades como Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería, Riohacha y Maicao. En poblaciones de notable presencia negroide como Tolú (Sucre) fue un fenómeno paralelo al de Cartagena.
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