Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
A pesar de tener sus
pensamientos ocupados en descifrar la posible identidad del inesperado
visitante continuó con la alegría de siempre y se despidió con la acostumbrada
fórmula: “mañana será otro día y será mejor, se lo dice Lucho, su locutor”.
¿Te gustaría leer la segunda parte de La edad dorada de la radio de Maicao?
Acto seguido pasó a
la sala de espera en donde un caballero bien vestido disfrutaba del café que le
había brindado doña Rosario. Cuando vio a Luis se puso en pie se adelantó unos
pasos y le dio la mano y lo saludó de forma efusiva.
-Don Luis, me
complace saludarlo, soy su admirador número uno y me complace saludarlo, me
parece un sueño estar delante de una personalidad tan importante
-Gracias señor, muchas gracias
El visitante era
Leonidas Ocando, pionero de la radio en
Riohacha y con fuertes vínculos en Maicao a donde había viajado para hacerle
una propuesta al joven “Lucho” Cepeda.
-Quiero que seamos
socios, mi querido Luis
Luis lo miró con
incredulidad, pero al mismo tiempo con alegría. El hecho de que un reconocido
empresario radial se tomara la molestia de buscarlo para proponerle que fueran
socios le llenaba de orgullo y alegría.
-Don Leonidas, verá
usted, en realidad la emisora nuestra no tiene buenos equipos, además la
licencia que tenemos es solo para programas culturales. No creo que a un
empresario prestante como usted esté interesado en una emisora tan pequeña y
con las limitaciones que le he dicho, de pronto usted debería pensar en otras
posibilidades.
-Luis, la verdad no
me he explicado bien, lo que yo en realidad le quiero proponer es la creación
de una nueva emisora. Ayúdeme Luis, no se preocupe por los equipos, los
compraremos nuevos en Bogotá y usted adelantará todos los trámites ante el Ministerio de Comunicaciones para que nos
expidan la licencia y nos concedan la frecuencia.
Después del diálogo
Luis aceptó a ayudar a Leonidas en la iniciativa de poner en marcha el proyecto
de una emisora de carácter comercial en Maicao. En adelante su contacto más estrecho sería con
Tomás Domingo “Mingo” Ocando, a quien la familia designó para que se encargara
de liderar las gestiones correspondientes.
Lucho Cepeda y Mingo
viajaron a Bogotá con el doble propósito de gestionar la licencia de la nueva
emisora ante el Ministerio de Comunicaciones y, además, comprar los equipos
necesarios para el montaje de la radiodifusora. Cada uno de ellos iba lleno de optimismo,
tenían la seguridad de que lograrían encontrar a alguien que los ayudara en la
gestión ante el Ministerio y, después de tener la seguridad de la autorización,
comprarían los equipos necesarios.
A pesar de su juventud
Cepeda tenía muy buenas relaciones en
las esferas de gobierno. Algunos de los amigos de la familia en Magangué se
movían bien en la capital de modo que en un tiempo relativamente corto
consiguió la ansiada autorización. Junto a
Mingo visitaron varias empresas proveedoras de equipos de radio así que
los dos regresaron muy felices a Maicao. De inmediato se dieron a la tarea de
montar los estudios y los transmisores.
Unos meses más tarde
ya se estaban haciendo las emisiones de prueba de la nueva emisora, la cual
estaría en los radios de la región para brindar alegría, diversión y
noticias. A pesar de que ya en el pueblo
existía una emisora los ciudadanos
celebraban la novedad y la ventaja que la nueva radio tenía: era de carácter
comercial y, por lo tanto podría hacer todo tipo de programas, incluidos los
noticieros.
Con el paso del
tiempo Radio Maicao declinó hasta que finalizó sus emisiones. Por su parte,
Ondas de Maicao tuvo un rápido crecimiento con la ventaja que le daba el hecho
de ser una emisora comercial. Y lo mejor
de todo, al estilo de los pueblos grandes y de las ciudades más desarrolladas,
también tendría su propio noticiero.
Los programas
musicales y las primeras pautas publicitarias se hicieron presentes en la
emisora. Además, por esos días los almacenes registraron un aumento
significativo en la venta de radios, principalmente de las marcas Philpps,
Crown, JVC Nivico y Sanyo, que eran las más conocidas. Ondas de Maicao había logrado algo muy
importante: hacer que los maicaeros se sintieran muy orgullosos de su emisora
y, de paso, de su ciudad.
Pero lo bueno apenas
estaba iniciando. Un viernes por la
tarde la emisora le dio la mejor de todas las noticias a la audiencia y el
pueblo respondió con alegría y mucha expectativa.
¿Saben cuál fue esa
buena noticia?
CONTINUARÁ
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